martes, 19 de febrero de 2013

Asesinatos 8. Marco Tulio Cicerón



Cicerón declamando su discurso ante un Catilina aislado en el Senado. Obra de Cesare Maccari



Marco Tulio Cicerón
¿Quién no ha oído mencionar alguna vez a éste sujeto, paradigma de la oratoria y la elocuencia? ¿Quién no las pasó canutas traduciendo sus famosas Catilinarias?¿ Quién no ha hecho alguna vez uso de la primera frase de las mismas para fardar de "hombre culto" ante los amiguetes, cuñados e incluso la parienta, a los que hemos soltado lo de QVO USQVE TANDEM ABVTERE CATILINA PATIENTIA NOSTRA aunque no viniese a cuento? Pues para los que no lo hayan oído mencionar, esta entrada tratará sobre la ominosa muerte de Marcus Tullius Cicero, castellanizado como Marco Tulio Cicerón y pronunciado en su lengua nativa, el latín, como Marcus Tulius Kikero porque, contrariamente a lo que se suele creer, en latín la C seguida de las vocales E o I se pronuncian como ke o ki, y no ce o ci.

Gaio Julio César
Tuvo un mal fin nuestro hombre que, aunque tenía un pico de oro, quizás no supo elegir el bando correcto en los turbulentos tiempos en que Julio César fue nombrado dictador perpetuo, durante su posterior asesinato y la venganza contra los conspiradores llevada a cabo por Octavio y Marco Antonio. Así pues, antes de dar cuenta de su finiquito en éste palpitante mundo, procedo a poner en antecedentes al personal...


Marco Antonio
Tras una juventud dedicada intensamente al estudio del derecho, la oratoria, la filosofía, etc., etc., en los que destacó brillantemente, inició su carrera política como era habitual entre los de su clase social, ya que pertenecía al orden ecuestre. Tras ir escalando todos los cargos habidos y por haber, incluyendo el consulado, surgieron los conflictos entre César y Gneo Pompeyo, poniéndose nuestro hombre del lado de este último. César, a pesar de todo, lo perdonó tras la guerra civil y le invitó a volver a Roma. Pero Cicerón no supo o no quiso avenirse a ser cómplice de las ambiciones de César y tras un periodo en que mantuvieron cierta amistad, ésta acabó rompiéndose. 


Octavio Augusto
Cuando Casca y Casio organizaron el complot para acabar con César, Cicerón no quiso comprometerse de forma directa, si bien apoyó a los conjurados. Tras el magnicidio y a fin de apaciguar los ánimos propuso amnistiar a todos los relacionados con el crimen, a lo que se opuso terminantemente Marco Antonio, a la sazón cónsul electo. Y como de la única forma que podía enfrentarse a su enemigo era a base de discursos, compuso las Filípicas, una serie de tres discursos en los que ponía a caldo al cónsul. Y, mira por donde, el cónsul no se lo perdonó y lo puso en su lista de enemigos a quitar de en medio a pesar de la oposición de Octavio Augusto. O sea, que los días en el mundo del gran jurista y orador estaban contados. Bien, estos son los antecedentes y las causas que llevaron a Cicerón a su ruina. Veamos pues como se perpetró el asesinato...

Marco Junio Bruto
A la vista del cariz que estaban tomando las cosas y sabiéndose proscrito, optó por poner tierra de por medio y largarse a una villae de su propiedad en Astura (una isla en la costa del Lazio) para, a continuación, intentar embarcar hacia el exilio en Macedonia y unirse allí a uno de los conjurados, Marco Junio Bruto. Pero se arrepintió de su cobardía y dio media vuelta alegando que prefería morir por la patria, por lo que se dirigió a Formia, una pequeña población costera donde le dieron caza. 

En la casa donde se alojaba se presentaron el tribuno militar Popilio Lenate y un centurión llamado Erennio acompañados de unos guardias. Entraron por la fuerza y vieron que el pájaro había volado, pero un liberto de la casa por nombre Filólogo les informó que iba en su litera camino del mar. Salieron a todo correr a darle caza y cuando Cicerón se percató de que le seguían ordenó detener la litera, asomó la cabeza por la misma y, aunque con el semblante descompuesto porque sabía lo que le esperaba, los miró con arrogancia y ofreció su cuello a Erennio, el cual lo decapitó de un tajo. Tras matarlo, le cortó las manos y, siguiendo las órdenes de Marco Antonio, llevó los sangrientos despojos a Roma para que fueran colocados en la barandilla de la tribuna desde la que los oradores se dirigían al pueblo. 


Fotograma de la serie "Roma"
Cicerón fue asesinado el 7 de diciembre del año 43 a.C., o 711 de la fundación de Roma. Tenía 64 años. Por cierto que en la famosa serie televisiva "Roma", nuestro hombre aparece asesinado a manos del inefable Tito Pullo en el jardín de su mansión. Como hemos visto, no es más que otro de los muchos camelos con que el cine contamina las mentes del personal. Me pregunto por qué puñetas no se ceñirán a la verdad en vez de tergiversar la historia por las buenas. En fin, allá ellos...

Bueno, ya está.

Hale, he dicho... O, como diría Cicerón: DIXIT EST...