domingo, 8 de junio de 2014

El cuchillo tipo Simancas


Repasando mis montañas de notas y papeleo armamentístico he dado con esta peculiar tipología de cuchillo que, en honor a la verdad, es una verdadera virguería de diseño. Así pues me place hacer a vuecedes partícipes del mismo, especialmente a los aficionados a darle a la fragua ya que es ideal para fabricarse uno mismo uno de estos cuchillos. Hablamos de la tipología Simancas, la cual toma el nombre de una necrópolis ubicada en dicha población  vallisoletana y que ya empezó a dar que hablar allá por los años 30 del siglo XX. De hecho, estos cuchillos han sido y son un referente fósil a la hora de datar tumbas. Veamos de qué va la cosa...

Como ya he comentado, a partir de los años 30 del pasado siglo y a lo largo de varias décadas han ido apareciendo numerosas necrópolis en la sub-meseta septentrional a partir del hallazgo de la de Simancas. Estas necrópolis, que por su elevado número se suelen denominar como "necrópolis del Duero", se convirtieron en una verdadera mina a nivel no solo arqueológico, sino también etnológico gracias a los ajuares funerarios que han salido a relucir en  las numerosas tumbas que han sido excavadas. Al parecer y según algunos estudiosos, esta zona del valle del Duero pudo ser a partir del siglo IV d.C. un LIMES o frontera destinada a contener una hipotética invasión por parte de tribus rebeldes del norte de la Hispania o incluso de los pueblos bárbaros del norte de Europa. Obviamente, de todas las zonas fronterizas del ya decadente imperio romano esta era una de las más tranquilas. Por ese motivo, otros autores afirman que la abundancia de estos cuchillos podría deberse a la presencia de tropas de COMITANTENSES que, conforme a las reformas llevadas a cabo por Diocleciano, eran susceptibles de ser trasladadas donde fuera necesario. En el mapa superior podemos ver la zona donde se han hallado ejemplares de esta tipología si bien han aparecido piezas sueltas en zonas tan alejadas como Andalucía. Como ya podemos imaginar, esto no supone un aumento de la difusión de estos cuchillos sino más bien que procedían de alguna transacción comercial, botín de guerra o, simplemente, que el propietario se murió lejos de casa. 

Bien, aclarada la ubicación de esta tipología vamos a verla con más detalle. Los cuchillos tipo Simancas son armas de hoja corta y de aspecto robusto y un poco rechoncho debido a la proporción entre la longitud y la anchura. Dicha hoja es de un solo filo, y tiene una espiga de sección cuadrangular más ancha por la base destinada a acoger la empuñadura, la cual se fabricaba habitualmente de bronce así como de materiales orgánicos como madera, asta o hueso. El lomo de la hoja es generalmente recto y sin contrafilo; el filo muestra una acusada curvatura y, lo más peculiar, una acusada escotadura que, según algunos, tenía como misión apoyar el dedo índice. A la izquierda tenemos un ejemplo que nos ilustrará perfectamente. Como vemos la hoja tiene un aspecto robusto, sin vaceos ni acanaladuras. Una pequeña guarda de bronce separa dicha hoja de la empuñadura, fabricada en una sola pieza de bronce a través de la cual pasa la espiga, la cual va remachada en el pomo. El conjunto resultante es un arma especialmente sólida, muy adecuada para cualquier tipo de trabajo, ya sea cortar un rábano, rebanar un gaznate o acuchillar en plan bravo a un fiero jabalí hispano (tienen muy mala leche, doy fe)

Veamos otro ejemplo. En este caso, la hoja tiene una escotadura aún más acusada y la empuñadura, también fabricada de bronce, está fijada a la espiga mediante tres remaches pasantes de hierro. La empuñadura en este caso tiene una morfología levemente cónica y está decorada con estrías a lo largo de toda su longitud. Las hojas de estos cuchillos suelen tener una longitud de alrededor de los 20 cm., si bien tanto el largo como el grosor de las mismas es muy complicado, cuando no imposible, de dilucidar debido al mal estado en que suelen estar las piezas que aparecen en los ajuares funerarios. En este caso, especial mención merece la vaina, provista en su parte trasera de un pasador metálico que permite portar el arma con un acusado ángulo de inclinación para facilitar su extracción.

A la izquierda podemos verlo más claramente. Si se porta el cuchillo en el costado derecho y considerando que el filo siempre mira hacia abajo, la inclinación de la vaina permite un rápido desenfunde empuñando el arma como si fuera un picahielos, posición habitual para apuñalar. Si por el contrario se lleva en el costado izquierdo, el agarre es adecuado para lanzar un tajo al adversario. De hecho, no se sabe con certeza si esta tipología era un cuchillo de combate o, como algunos sugieren, de caza. La cuestión es que muchas de estas armas han aparecido formando parte de ajuares bastante nutridos de armamento, lo que induciría a pensar que los inquilinos del hoyo pertenecían al estamento militar (recordemos que los LIMITANEI se dedicaban a la milicia al mismo tiempo que a la vida civil), o bien a personajes de cierto rango como terratenientes o DOMINVS que bien podrían haber tenido una vida militar antes de dedicarse a la apacible vidorra de señorito cortijero. En cualquier caso, la datación que se da a estas armas, entre la segunda mitad del siglo IV y la primera del siglo V, sugiere a algunos autores que su origen pudo ser militar para, posteriormente, pasar a ser un arma civil. En lo que a mi opinión respecta, me inclino a pensar que se trataba más bien de un cuchillo multifuncional para personas de cierto nivel económico a la vista de los acabados que presentan la gran mayoría de ellos, muy lejos de tratarse de piezas burdas destinadas a la plebe. Recordemos además que la caza en aquella época ya empezaba a ser el deporte nobiliario en que se convirtió en la Edad Media.

Son precisamente las vainas las que inducen a pensar que esta tipología no debía estar en manos de sujetos de pocos medios económicos. Las más simples, que hemos podido ver en las ilustraciones superiores, estaban formadas por un cuerpo de cuero o madera que era sustentado por cantoneras en forma de U fabricado con bronce. Disponían de un brocal elaborado con el mismo material e iban rematadas por conteras generalmente de forma esferoidal o de pera que podían ir decoradas con cincelados. Pero esas eran las "baratas" porque las "caras" las tenemos a la derecha. Como vemos en las dos primeras, el cuerpo de la vaina por la parte externa lo forma una lámina de bronce o cobre repujado con motivos reticulares que, obviamente, no debían ser precisamente baratos. Pero el ejemplar más excepcional hallado hasta ahora lo tenemos a la derecha: se trata de una primorosa vaina calada aparecida en un enterramiento en Aldea de San Esteban (Soria). En el calado aparece escrita cabeza abajo una leyenda que, a mi entender, indica el fabricante: ES OFICINA IANVARI, que podríamos traducir como ES DEL TALLER DE ENERO. Debemos considerar que en esa época bajo-imperial ya iba desapareciendo la X, sustituida por la S en EX, y que IANVARI (IANVARIVS) era un nombre habitual en los críos nacidos en ese mes del año. Por cierto que de ahí es de donde proviene el actual nombre de Jenaro. En todo caso, al parecer era ya relativamente frecuente que en las armas apareciera el nombre del fabricante o el dueño, costumbre que se convirtió en norma durante la Edad Media.

Ejemplar hallado en el castro de Pelou (Asturias). La
morfología y decoración de la empuñadura sugieren que
tal vez se trate de una variante territorial.
Bueno, sirva esta breve referencia para poner a vuecedes al tanto de la existencia de estos peculiares cuchillos. Aunque su origen militar o civil, o ambos, no ha podido ser dilucidado hasta la fecha, es indudable que se trata de una tipología a tener en cuenta.


Hora de llenar el buche, así que se acabó lo que se daba.

Hale, he dicho...