martes, 19 de diciembre de 2017

El "Liberty Bell" y otros proyectos de cascos fallidos


Doughboy con casco y coraza experimentales.
De estas últimas ya hablaremos un día de estos
Desde la 2ª Guerra Mundial, los yankees pasaron a ser el modelo de ejército a seguir en lo tocante a armamento y equipación, mientras que los arquetipos anteriores, los british y los gabachos (Dios maldiga a Nelson y al enano corso a partes iguales) quedaron más obsoletos que un abrecartas en forma de espadita toledana, especialmente los segundos. De hecho, la misma indumentaria del ejército francés seguía teniendo la misma pinta anticuada que ya que mostraba en la Gran Guerra, con aquel tres cuartos que más bien parecía una levita. Sin embargo, los sobrinos del Tío Sam se zambulleron en la vorágine de la 1ª Matanza Mundial con ciertas carencias ya que, anteriormente, la única guerra que habían mantenido con un ejército moderno fue con las ya bastante marchitas tropas españolas en Cuba. Anteriormente a eso se limitaron a masacrar indios y demás indígenas para, al cabo de los años, dárselas encima de líderes del mundo libre cuando aún seguían linchando negros en los estados del sur (tócate el níspero). Dichas carencias radicaban principalmente en lo tocante a las armas y equipo necesarios para la guerra de trincheras que, como ya hemos hablado varias veces, cambió de cabo a rabo los manuales militares de la época.

Y una de esas carencias era, valga la redundancia, la carencia de un casco, aditamento este que, como sabemos, era imprescindible para aminorar de forma drástica los elevados números de bajas producidas por heridas en la cabeza. Woodrow Wilson metió a su democrático país en una guerra que producía urticarias generalizadas entre la población el 6 de abril de 1917, encargando al general Pershing la formación de una Fuerza Expedicionaria que arribó a Francia el 26 de mayo siguiente con sus cráneos de WASP protegidos únicamente por sus sombreros de cuatro bollos que, aunque cómodos y elegantes, no ofrecían una protección eficaz más allá de los rayos solares y los chaparrones. La falta de previsión del Estado Mayor a la vista de lo que estaba ocurriendo en Europa, y la certeza de que ellos no se verían metidos en semejante fregado fueron la causa de no haberse preocupado de diseñar y fabricar un casco decente, y más teniendo en cuenta que esos chismes habían vuelto de la Edad Media para quedarse. De hecho, sus cerebros ahítos de maíz y tocino no consideraron oportuno ponerse a debatir acerca de la necesidad de dotar a las tropas de un casco hasta junio de aquel mismo año, así que tuvieron que conformarse con adoptar alguno de los modelos en uso entre los Aliados mientras que ellos diseñaban y ponían en producción uno propio, cosa esta que no se llevaba a cabo en dos meses ni era tan fácil como a alguno pueda parecerle.

Casco modelo 1917A1 fabricado en Estados Unidos
Así pues, tras llevar a cabo algunas pruebas con el Brodie británico y el Adrián francés no se devanaron mucho los sesos y se limitaron a adquirir a los british 400.000 unidades para equipar a las tropas estacionadas en Francia mientras que ellos ponían en marcha su poderosísima maquinaria industrial para fabricar una copia del mismo. Pero hoy no toca hablar de como se llevó a cabo la producción masiva del que sería el casco modelo 1917 que se mantuvo en servicio hasta la 2ª Guerra Mundial, sino de los diversos modelos experimentales que se diseñaron para crear un casco de producción propia. Porque la cuestión radicaba en que el Brodie no era un diseño precisamente brillante y, a pesar de su longevidad, en modo alguno ofrecía la protección del modelo 1916 alemán, por lo que tenían claro que una cosa era haberlo adoptado porque no tenían muchas opciones más donde elegir, y otra que se conformaran con usar un casco foráneo siendo como eran una nación que había sorprendido al mundo entero con su capacidad industrial y su enorme creatividad. 

Bashford Dean (1867-1928) disfrutando como un enano
con un arnés italiano tras la guerra
El Departamento de Suministros confió el diseño y desarrollo del futuro casco reglamentario de su ejército al  Armor Committee of the American Council of National Research (Comité de Armaduras del Consejo Nacional de Investigación), un organismo que, además de tener un nombre larguísimo, estaba formado por expertos a nivel nacional en cuestiones de metalurgia y armamento defensivo. Lo presidía un polifacético y peculiar personaje llamado Bashford Dean, un profesor de Zoología de la Universidad de Columbia especializado en ictiología que compartía su pasión por los bichos con algo tan dispar como el armamento medieval. A tanto llegó su afición y su conocimiento sobre este tema que, aparte de amasar una importante colección privada de armas y armaduras, en 1912 fue nombrado conservador del Museo Metropolitano de Nueva York para todo lo referente a su colección de armas. Tras la entrada en guerra fue militarizado con el grado de mayor, y con la ayuda del personal del museo empezó a llevar a cabo diversos diseños a cual más chulo para dotar al ejército yankee, y no solo para la infantería, sino también para carristas e incluso pilotos de avión. 

Casco experimental Nº 2. Las fotos nos permiten apreciar el elevado
nivel de protección que ofrecía, similar al modelo 1916 alemán
El primer modelo experimental para infantería, denominado como Nº2 (no hubo, no se sabe por qué motivo, un Nº1), apareció en fechas tan tempranas como junio de 1917. Desde el primer momento, Dean tuvo muy claro que ninguno de los cascos de los Aliados ofrecían una buena protección en los laterales y la parte trasera de la cabeza salvo el Dunand francés, por el que el Departamento de Suministros ya había mostrado bastante interés hasta el extremo de encargar la fabricación de 10.000 unidades. El diseño de Dunand fue especialmente valorado por su visor que, como ya explicamos en su día, pretendía aminorar las bajas producidas por heridas en los ojos y, por supuesto, las posibilidades de que el personal acabara ciego a causa de dichas heridas. Sin embargo, su morfología no ayudaba a llevar a cabo un proceso de estampado adecuado, produciéndose en la chapa base grietas y excesivos adelgazamientos y, por otro lado, el visor carecía de la robustez necesaria de modo que el proyecto quedó en nada.

Para el diseño del Nº 2, Dean se basó en las celadas alemanas y las barbotas italianas propias del Renacimiento. La característica principal de este modelo radicaba en su superficie frontal en ángulo, muy idónea para desviar tanto proyectiles como esquirlas de metralla. En la foto de la derecha podemos ver el primer prototipo, fabricado enteramente a mano por Daniel Tachaux, un probo armero gabacho contratado en 1909 por Dean para el mantenimiento de la colección del Museo Metropolitano. Como se puede observar, el casco tiene una ligera cresta longitudinal en toda su extensión para ofrecer un ángulo inclinado a los proyectiles enemigos, así como una pronunciada visera para proteger la frente y los ojos, y una generosa ala muy similar a la del modelo alemán para cubrir los laterales y la parte trasera de la cabeza. Por su aspecto fue apodado como "deep salade", "celada honda". 

La guarnición estaba copiada de cabo a rabo del casco alemán. Como vemos a la derecha, estaba formada por un aro metálico con tres lengüetas de cuero en cuyo interior se colocaban sendas almohadillas de fieltro cuya finalidad era amortiguar los golpes que recibiese la cabeza de su usuario. No era precisamente un casco ligero ya que su peso alcanzaba los 1.134 gramos pero al tener muy bajo su centro de gravedad permitía llevarlo con comodidad por estar mejor repartido el peso. Además, tenía menos tendencia a moverse de un lado a otro, lo que era muy habitual en el Brodie inglés. El prototipo fue enviado a la firma Worcester Pressed Steel Co. de Massachusetts, propiedad de John Woodman Higgins, típico hombre de negocios listo como un zorro y autodidacta en sus comienzos que fue capaz de crear una sólida firma dedicada a la estampación y la metalurgia en general. Además, compartía con Dean su pasión por las armas medievales, lo que le llevó a crear en 1931 el Higgins Armory Museum, que hasta su triste desaparición en 2013 albergó la segunda mayor colección de armamento medieval de los Estados Unidos.

Ejemplar fabricado por la Worcester Pressed. Obsérvese el
gran número de imperfecciones que muestra la superficie
inferior del casco
El encargo consistía en un lote inicial de prueba usando como materia prima acero al manganeso, pero los troqueles fabricados para ello eran defectuosos y las piezas obtenidas salían de la prensa con arrugas en todo el contorno de las alas y, debido al estiramiento del material, excesivamente delgadas por la parte superior. A todo ello contribuía además la acusada profundidad del casco, que complicaba bastante el proceso de estampación. Ante la incapacidad de la Worcester Pressed para solucionar estos defectos se ofreció el proyecto a la Ford Motor Co. de Detroit, que se comprometió a manufacturarlos sin problemas empleando el mismo material con un espesor de 1 mm., si bien en la cúpula del casco se reduciría hasta los 0,7 mm lo cual tampoco era un problema grave ya que ese era precisamente el espesor del Brodie. Tras la elaboración de la matrices y demás utillaje, en el otoño de 1918 se fabricaron 2.000 unidades para ser probadas, pasando satisfactoriamente los test de resistencia balística. Sin embargo, y a pesar de que le fue presentado a Pershing con un informe muy favorable, fue absurdamente rechazado por su parecido con el modelo 1916 alemán. Sin comentarios.

Mientras elaboraba el modelo anterior, Tachaux también dio forma al prototipo que vemos a la derecha, el Nº4 (sí, también se saltaron el nº3), inspirado en el Brodie pero con una cúpula mucho más profunda que el modelo británico. Además, y al igual que el Nº2, una cresta recorría longitudinalmente el casco para ofrecer unas superficies inclinadas. Obviamente, este diseño sería más fácil de producir por la simpleza de su morfología, pero tenía los mismos inconvenientes que el modelo británico: no protegía más que la parte superior de la cabeza, quedando el resto totalmente expuestas a los proyectiles y la metralla. No obstante, era más cómodo que el Brodie ya que, provisto con una guarnición de tela copiada del Adrián francés, permitía un mejor ajuste de la cabeza y, con ello, menos movimientos laterales cuando se corría o se realizaban movimientos bruscos. En cualquier caso, tanto por su escasa protección como por su similitud con el inglés también fue rechazado. De este casco solo se conserva un ejemplar, seguramente el prototipo hecho a mano por Tachaux, en el US Army Ordnance Museum.

Con el Nº5 se intentó fusionar el elevado nivel de protección del Nº2 y la facilidad de producción del Nº4. Según vemos en la foto de la derecha, su generosa visera ofrecía una protección adecuada a la frente y los ojos, pero sus alas más cortas, que llegaban solo hasta la altura del lóbulo de la oreja, permitían un campo visual más amplio, de unos 140º. Sus formas menos rotundas y acusadas facilitarían su fabricación con acero balístico, más complejo de manipular, obteniéndose una pieza de un peso inferior al masivo Nº2, en este caso 1.020 gramos. Por lo demás, su aspecto no difería demasiado de dicho modelo ya que conservaba la cresta y la visera puntiaguda.

Se diseñaron dos guarniciones para este prototipo, una igual a la del Nº2 y otra fabricada de tela con sus correspondientes almohadillas, pero en este caso el cerco era de cuero en vez de metálico. En ambos casos estaban remachadas en el casco que, como se puede observar en la foto de la derecha, estaba además rematado por un rebordeado introducido a presión y soldado por los extremos. El barbuquejo estaba fabricado con tela, y era el mismo destinado al modelo 1917, o sea, la copia americana del Brodie. Este barbuquejo tenía una hebilla diseñada de forma de se podía sacar de un tirón para, en caso de necesidad, ajustarse lo antes posible la máscara antigás y volverla a abrochar rápidamente a continuación. Una vez concluido el prototipo se envió a la firma Hale & Kilburn Company, de Filadelfia, para fabricar un lote de prueba.

Durante el verano de 1918 se enviaron a Francia 5.000 unidades para ser probadas en primera línea. Sin embargo, ya en el frente se quejaron de su parecido con el casco alemán, en este caso ciertamente mucho más acusado que en el Nº2. Por otro lado, su fabricación no había sido tan fácil como parecía, lo cual es lógico si se compara con las formas básicas del Brodie. El casco alemán, con un proceso mucho más complejo de más de 12 pasos diferentes, era perfectamente viable así que solo cabe pensar que los yankees, o no estaban a la altura de los tedescos, o querían a toda costa algo verdaderamente bueno, pero al mismo tiempo fácil de fabricar. En todo caso, en las fotos de la derecha podemos ver los cuatro pasos que requería la manufactura del casco partiendo de la chapa hasta darle el acabado final con el rebordeado. Al parecer, el nivel de unidades rotas durante el prensado era excesivamente elevado, por lo que la Ford se comprometió a que, en caso de adoptar el casco y llevarse a cabo una producción en masa, rebajar dicho nivel a un 5%, lo que no estaba mal si lo comparamos con el 3% de Brodies que se estropeaban en las prensas. La parte más compleja era la que vemos en segundo lugar, cuando se daba forma a la visera. En ese paso del proceso era cuando se solían tener más problemas ya que el metal tenía una irritante tendencia a arrugarse.

Vista lateral y frontal del modelo experimental Nº5
Con todo, el Nº5 podía haber sido perfectamente viable sino fuera por la obstinación del personal en lo referente a su parecido con el casco tedesco. Dean lo defendió a capa y espada asegurando que, aparte de sus evidentes ventajas sobre la copia del Brodie, su visera en pico y su ala más larga permitía diferenciarlo claramente en combate, pero no hubo nada que hacer. Al final, todos los prototipos diseñados por Dean y su equipo fueron sistemáticamente rechazados en favor del modelo 1917 que, las cosas como son, no era ni remotamente tan eficaz como los Nos. 2 y 5, pero ya sabemos que a los milites, cuando se les mete algo en la mollera, no hay forma de persuadirlos. 

Prototipo inicial provisto de una chapa frontal de refuerzo
No obstante, en el Departamento de Suministros siguieron en sus trece para buscar un sustituto a la copia del Brodie con que habían cubierto el expediente en los escasos meses de participación en el conflicto. Así pues, con la guerra a punto de terminar, se fabricó un prototipo de un nuevo casco basado en el Nº4 de Baschford Dean, pero sin que las alas quedasen perpendiculares al casco, sino que caían siguiendo la línea del mismo, adoptando una forma cónica tal como vemos en la foto de la derecha. Por su peculiar morfología le dieron el nombre de "Liberty Bell", la Campana de la Libertad, en referencia a la famosa campana que se encuentra en Filadelfia y con la que se convocó a los vecinos para dar lectura a la Declaración de Independencia en 1776. No se sabe exactamente si el motivo de darle este nombre se debía a su apariencia o, por el contrario, porque a una serie de ejemplares se les estampó dicha campana en el frontal. Sea como fuere, es con el nombre que pasó a la historia. 

Sin embargo, y a pesar de su patriótica denominación, este casco no gozó de las simpatías del personal desde el primer momento a pesar de que se llevaron a cabo varias modificaciones en un intento de acertar de una vez por todas. En primer lugar y a pesar de sus formas suaves y básicas, su elevada cúpula complicaba el proceso de manufactura, dando lugar, como vemos a la derecha, a arrugas en todo el contorno del ala. A eso había que añadirle un adelgazamiento muy acusado de la chapa durante el proceso de prensado, pasando de los 1,2 mm. de las alas a apenas 0,7 mm. en la cúpula. Por otro lado, al igual que el modelo 1917, no ofrecía protección alguna en los laterales y la parte posterior de la cabeza. Además, sus guarniciones no proporcionaban un asiento firme, lo que hacía que se moviera demasiado y produjese tensiones en el cuero cabelludo que, al cabo de un rato, resultaban muy molestas. 

Dicha guarnición estaba unida a una estructura cruciforme y un aro metálicos que se unían al casco mediante un remache en lo alto de la cúpula, un sistema que, al menos, permitía la sustitución de la misma con solo remover el remache en cuestión. En la foto de la derecha podemos apreciarlo mejor. Como vemos, la guarnición se unía a la estructura que la sustentaba mediante remaches, y esta a su vez está remachada al casco. Aparte de esto, las dos únicas "ventajas", por llamarlas de alguna manera, que le encontraron a este casco consistían en su evidente facilidad para reconocerlo de los cascos de posibles enemigos y, lo más peculiar, que era reversible, o sea, podía ponerse tanto del derecho como del revés, si bien nadie explicó qué sentido tendría eso. 


Uno de los prototipos fue provisto de un sistema para fijar la guarnición de lo más pintoresco y, a la par, inservible. Consistía en unir el aro metálico de la misma al casco mediante cuatro muelles helicoidales como el que vemos a la derecha. En teoría, estos muelles amortiguarían los golpes mejor que el sistema alemán de almohadillas, lo que era totalmente falso. Pero, a pesar de todo, desde el primer momento fue reconocido de forma provisional como el casco estándar del ejército norteamericano y se llegaron a fabricar varios miles de unidades por mediación de la Sección de Equipamiento y Suministros de Ingeniería de Tours, en Francia. Sin embargo, el "Liberty Bell" no solo no acababa de convencer a nadie, sino que carecía de la personalidad de los modelos usados tanto por aliados como enemigos, y ya hemos visto que los yankees pretendían obtener un casco que, además de proteger los cráneos de sus doughboys, tuviera un sello personal. Pero este casco no lo logró ni remotamente, ya que incluso el personal se cachondeó vilmente del mismo asegurando que era como un sombrero de pescador chino.

Dos soldados yankees en plan compadre, uno con el viejo
modelo 1917A1 y el otro con el M1
En resumen, tampoco triunfó y se quedó en el enésimo proyecto desechado. Al final optaron que seguir con el modelo 1917, quizás dando por sentado que otra guerra sería impensable. Sin embargo, y a pesar de que intentaron por todos los medios de seguir con su política de neutralidad, los honorables aviadores del mikado los obligaron a volver al campo de batalla cuando el 7 de diciembre de 1941 les dejaron su idílica base de Pearl Harbor hecha una birria. Tan luctuoso suceso les obligó a poner en marcha la máquina de diseñar cascos porque el pseudo-Brodie estaba más trasnochado que Drácula, pero esta vez acertaron a la primera con el famoso M1, que aún sigue operativo en muchos ejércitos del planeta. En fin, como hemos visto no les resultó nada fácil a los yankees estos dar con un modelo decente. En mi opinión, los diseños de Dean tenían un potencial fabuloso y, de hecho, el M1 guarda cierta semejanza con ellos pero, como hemos visto, su parecido con el modelo alemán impidió que progresasen. Con todo, lo cierto es que el M1 fue verdaderamente un casco con personalidad propia y todo un símbolo del ejército estadounidense durante los más de 40 años que estuvo en servicio. Pero de ese casco ya hablaremos otro día, así que vale por hoy, que es hora de merendar.

Hale, he dicho

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