jueves, 21 de diciembre de 2017

Gewehr 71, el origen de la saga Mauser


Tropas prusianas en plenas maniobras. Obsérvese como dos de los fusileros recargan uno a uno los cartuchos de sus armas,
así como la densa humareda blanca producida por la pólvora negra que aún se usaba


En estos días tan entrañables en que la familia política se incrusta en el sacrosanto hogar y los cuñados dan rienda suelta a su "sapiencia", no está de más tener preparada una batería de curiosidades curiosas para chafarles el discurso aprovechando que, tras la comilona, nos usurpa nuestra butaca predilecta y se hace con el mando de la caja tonta para endilgarnos el último documental que se ha visto 28 veces hasta aprendérselo de memoria para intentar humillarnos. Por eso, no está de más tomar buena nota del fusil que trataremos en esta entrada y que fue el primogénito de una prolífica saga de armas largas de las que hasta los críos de teta han oído hablar alguna vez, los Mauser. Millones, decenas de millones de fusiles de diversos modelos han servido en mogollón de países, han intervenido en multitud de guerras durante más de un siglo, y aún se usan y se usarán durante muchos años no solo en el ámbito militar, sino en el venatorio y el deportivo con armas procedentes de surplus que permiten obtener un rifle de calidad a precios muy asequibles.

Paul Mauser (1838-1914) y Wilhelm Mauser (1834-1882). Paul se dedicaba
más a los temas técnicos, mientras que Wilhelm llevaba las cuestiones
puramente comerciales
Generalmente, cuando se habla de los fusiles Mauser casi todo el mundo menciona al modelo 1898 como el que dio origen a la extensa familia y con el que los tedescos se presentaron en Bélgica en agosto de 1914 con muy malos modos. Algunos probos ciudadanos que han estudiado un poco más sobre el tema se remontan a los modelos 1888 o 1893, siendo este último el primer fusil de cerrojo reglamentario del ejército español para sustituir a los obsoletos pero eficientes Remington monotiro con sistema rolling block que también sirvieron en medio planeta. Pero la realidad es que para hallar el origen del clan Mauser hay que remontarse unos años más, concretamente a 1867, cuando los hermanos Paul y Wilhelm Mauser se asociaron con Samuel Norris, representante para Europa de la firma Remington. Veamos como se coció la cosa...

De arriba abajo, fusil Dreyse mod. 1841 y fusil Chassepot mod. 1866
Los Mauser trabajaban en la Armería Real de Württemberg, uno de los muchos estados alemanes que formaron la Alemania unificada en 1871, desarrollando a título personal una serie de mejoras en el fusil de aguja Dreyse con que dieron las del tigre a los gabachos (Dios maldiga al enano corso) en la guerra Franco-Prusiana a pesar de que el Chassepot empleado por sus enemigos era un arma más moderna y eficiente. Tanto el Chassepot como el Dreyse inauguraron de forma gloriosa y extremadamente letal la era de las armas de retrocarga, haciendo que los cartuchos de papel nitrado pudieran ser introducidos por detrás en vez de por delante gracias a un cerrojo obturador que permitía aumentar de forma notable la cadencia de tiro y, más importante aún, usar cañones estriados sin necesidad de emplear munición tipo Minié, o sea, balas ligeramente subcalibradas que se dilataban en el momento del disparo para tomar las estrías. 

Soldado prusiano con su fusil Dreyse.
Obsérvese la posición de la palanca del cerrojo,
que quedaba perpendicular al arma, un poco
inclinada hacia la derecha
Pero el Dreyse ya tenía poco futuro por delante tal como estaba concebido, y buena prueba de ello fue que las modificaciones planteadas por los Mauser no tuvieron la acogida que esperaban a pesar de que suponían una mejora substancial en el rendimiento del arma. Pero el que tuvo verdadera visión de futuro fue el tal Norris, que como buen agente de ventas sabía que la demanda de nuevas armas estaría orientada hacia las que fuesen capaces de disparar cartuchos metálicos y no los de papel que, al cabo, conllevaban una serie de inconvenientes. Los dos más relevantes consistían por un lado en tener que usar agujas percutoras muy largas, capaces de atravesar el cartucho y la carga de pólvora hasta alcanzar el pistón colocado en el culote de la bala y por ello muy susceptibles de romperse, y por otro la evidente vulnerabilidad de dichos cartuchos ante posibles roturas durante su manipulación o por la humedad ambiental, que obviamente los podía echar a perder en un periquete. Así pues, en 1867 Norris planteó a los Mauser adaptar las mejoras ideadas para el Dreyse a una nueva arma capaz de disparar cartuchos metálicos, para lo cual llevaron a cabo una asociación en la que el yankee figuraría como socio capitalista y los Mauser como diseñadores. Por cierto que Norris, que era un preclaro ejemplo del conocido refrán que dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo, hizo firmar a estos probos hermanos un contrato en el que las patentes quedarían en su poder, vil artimaña a la que muchos sesudos creadores se han visto arrostrados porque una cosa es saber de armas y otras saber de negocios.

Mauser-Norris 67/69
En cualquier caso, una vez formalizada la asociación se largaron muy contentitos a Lieja, que en aquella época era el corazón de la producción armera de la Europa, y de donde salían las mejores armas del momento. Allí fabricaron un prototipo de fusil monotiro para cartucho metálico denominado como Mauser-Norris modelo 1867/69 que contenía una serie de ventajas tales que dejaban al Chassepot totalmente obsoleto. 

La flecha señala el tetón de acerrojamiento. Este sietema
permitía una obturación más resistente y fiable
Otros de los inconvenientes de este tipo de armas consistía en que la obturación no era ni mucho menos hermética, por lo que se producían fugas de gases durante el disparo que, aparte de dar más de un susto al personal, influía en la velocidad del proyectil ya que, lógicamente, al haber una disminución de la presión en la recámara la bala salía por la boca del arma a menos velocidad que si se aprovechan los gases al cien por cien. Además, al producirse la combustión en directamente en la recámara el cañón se calentaba con más rapidez, pudiendo alcanzar temperaturas en el interior que podían inflamar la pólvora incluso antes de efectuar el disparo. A eso, añadir la suciedad que producía dicha pólvora al arder que, en aquella época, aún era negra y ya sabemos que este tipo de propelente produce cantidad de residuos durante y tras la combustión.

Posiciones del cerrojo del Mauser-
Norris abierto y cerrado
Así pues, el Mauser-Norris se cargaba con un cartucho metálico de percusión central cuya vaina era extraída tras el disparo y expulsada del arma para proceder a la recarga. Como vemos en el grabado de la derecha, este fusil no tenía la típica abertura en el costado derecho del cajón de mecanismos, por lo que la introducción del cartucho y la expulsión de la vaina servida se efectuaban por arriba. En cuanto al acerrojamiento, se efectuaba mediante un tetón situado en la parte delantera del cerrojo que quedaba bloqueado cuando este se giraba a la derecha. Durante el proceso de carga, o sea, cuando se empujaba el cerrojo hacia adelante, la aguja percutora se retraía, eliminando el riesgo de que se produjera un disparo fortuito. Este tenía lugar cuando se apretaba el gatillo y se liberaba la aguja gracias al muelle helicoidal que la envolvía, o sea, exactamente el mismo método que aún se emplea en las acciones tipo Mauser. Este prototipo fue presentado por Norris al ejército francés que, como está mandado, pasó olímpicamente del tema, así que el yankee, que previamente lo había patentado en los Estados Unidos, decidió romper la sociedad con los Mauser y largarse enhoramala, con lo que queda claro que no era tan listo como parecía porque si hubiese seguido con la sociedad se habría forrado hasta límites suntuarios.

Werder modelo 1869
Tras el fiasco, en 1869 los Mauser presentaron el prototipo en la Real Escuela Militar de Tiro de Prusia, donde sí quedaron bastante impresionados con el nuevo modelo ya que, además, estaban en pleno proceso de sustitución de los Dreyse que llevaban operativos desde 1848 y que aún tendrían que rendir un postrero servicio en la guerra Franco-Prusiana que estallaría apenas un año más tarde. Con todo, las cosas no se presentaban fáciles porque ya tenían un competidor por delante, el Werder modelo 69 que ya había sido adoptado como arma reglamentaria por el ejército bávaro. 

La flecha muestra la palanca de apertura del cierre. En esa foto el arma
aparece amartillada. En las fotos inferiores podemos ver la recámara
abierta y cerrada. El Werder era un fusil muy bien acabado y de gran calidad
Recordemos que, incluso en la Gran Guerra, Baviera conservaba una gran autonomía respecto a los demás estados unidos bajo la supremacía prusiana. Este fusil, diseñado por Ludwig Werder, director técnico de la Maschinenfabrik Cramer-Klett de Nuremberg, era también un arma monotiro con un sistema de cierre deslizante Peabody como el que usaba el Martini-Henry, pero con un mecanismo de apertura y eyección diferente ya que no era mediante palanca, sino presionando una pieza con forma de gatillo invertido situado en el guardamonte. Al apretar dicha pieza se abría el cierre y se introducía el cartucho. A continuación se amartillaba, proceso este en el que también se accionaba el cierre obturando la recámara. Tras el disparo se volvía a presionar la pieza en cuestión y se abría de nuevo el cierre, expulsando la vaina servida. El arma estaba recamarada para el calibre 11x50R, y su eficiente mecanismo permitía alcanzar una cadencia de tiro de 18 disparos por minuto en tropas bien entrenadas. En total se fabricaron unas 127.000 unidades más 4.000 carabinas para caballería y 750 con destino a la policía bávara.

Mauser modelo 1871
Sin embargo, el sistema propuesto por los Mauser era notablemente superior ya que el ciclo de carga era aún más breve por efectuarse con un único mecanismo, el cerrojo. Así pues, tras las pruebas pertinentes efectuadas en diciembre de 1871 los prusianos mandaron el Werder y a los bávaros a hacer puñetas y eligieron el modelo ofrecido por los Mauser bajo la denominación de Gewehr 71 si bien condicionado a una serie de modificaciones, como la inclusión de un seguro perfeccionado y la eliminación, absurda a mi modo de ver, del extractor, lo que obligaba a levantar el cañón para que la vaina saliera de la recámara y, a continuación, girarlo hacia la derecha para que cayera al suelo. 

Grabado original de la Mauser en el que podemos ver el cerrojo abierto
y al final del mismo el seguro de aleta que hubo que añadirle para ser
admitido por el gobierno prusiano
Quizás lo hicieron para impedir que las tropas se entusiasmasen con una cadencia de tiro tan elevada y se quedaran sin munición, como le pasó a los gabachos en la guerra recién acabada y que les costó la derrota por no saber mantener una disciplina de fuego y liarse a tiros con sus Chassepot hasta agotar sus reservas de cartuchos, lo que permitió a los prusianos balearlos bonitamente sin que los gabachos pudieran ofenderlos más que a pedradas. Finalmente, y tras la adquisición de un lote de 2.500 armas con los cambios propuestos, el 22 de marzo de 1872 fue finalmente adoptado. No obstante, y debido a la autonomía que aún conservaban los estados alemanes en sus compras de armamento, en Baviera no fue introducido hasta cinco años después.

El calibre elegido era el 11x60R, un cartucho que montaba una bala de plomo de 370 grains de peso y una carga de proyección de 77 grains de pólvora negra, obteniendo una velocidad inicial de alrededor de los 400 m/seg. que le daba una potencia más que respetable de unos 2.200 julios. En cuanto a la bayoneta, el raíl de encastre estaba en el lado derecho del cañón, como era habitual en muchas armas de la época. El arma, que podemos ver en la foto superior, era una soberbia pieza de 60 cm. de longitud con una hoja de 47 cm. y una empuñadura de bronce estriada por una cara y lisa por la otra, quedando a la vista el resorte de la uña de retención. La cruceta, con galluelos invertidos, era de acero. Las hojas las fabricó la firma Gebruder Simson, de Suhl, que las enviaba una vez terminadas al Arsenal Real de Erfurt, donde eran terminadas. La vaina, como vemos en la foto, estaba fabricada de cuero con la contera y el brocal de bronce.

Cartucho de 11x60R. La envuelta de papel de la bala era para sellar la vaina

Mauser 71 carabina
Una vez comenzada la producción del fusil se acordó diseñar y fabricar una carabina para caballería y tropas auxiliares. El arma, que podemos ver a la derecha, era chulísima de la muerte y con un acabado soberbio. El guardamanos hasta la boca le daba un elegante aspecto deportivo, y para hacer más cómodo su manejo e impedir enganchones se le cambió la palanca del cerrojo recta por una doblada 90º. En este caso, carecía de engarce para la bayoneta, accesorio este que no tiene mucho sentido entre las unidades de caballería, y de baqueta. También hubo que producir una versión de munición con una carga reducida ya que el cartucho estándar para fusil era demasiado potente, produciendo en las carabinas un retroceso muy molesto si bien, en caso de necesidad, podían usar ese tipo de munición sin problemas. Recordemos que la pólvora negra es muy progresiva, por lo que usar una determinada carga en un cañón corto da lugar a que una parte de la misma salga del cañón sin terminar de quemarse. Estas armas no se pusieron en producción hasta que se completó la distribución de fusiles de infantería en 1876, usando mientras tanto carabinas obtenidas de los fusiles Chassepot capturados a los gabachos durante la guerra Franco-Prusiana que, además, habían sido recamarados para disparar los cartuchos del Dreyse.

Mauser 71 Jägerbüsche
También se fabricó una versión para cazadores o Jägerbüsche que solo se diferenciaba del fusil en que era 10 cm. más corta y que el gatillo estaba estriado para favorecer la sensibilidad del dedo. El motivo de producir este tipo de arma radicaba en que ya existía una versión similar del Dreyse, pero mucho más perfeccionada ya que disponía de gatillo al pelo, o sea, un gatillo doble que, cuando se presionaba el trasero, permitía que la presión necesaria para efectuar el disparo con el delantero fuese mínima, lo que favorecía la precisión, detalle este de gran importancia para este tipo de tropas que se dedicaban ante todo al merodeo y las escaramuzas, por lo que era habitual tener que abatir blancos situados a grandes distancias. Sin embargo, en la versión del Mauser 71 no se sumó este accesorio, por lo que la presión del disparador era similar a la del fusil de infantería, o sea, muy elevada para impedir que, con los nervios y la ansiedad se produjeran disparos fortuitos.

Grupo de guardias fronterizos con sus Mauser y sus bicis
Finalmente, en octubre de 1879 se procedió a fabricar una versión destinada a los guardias fronterizos denominada Grenzaufsehergewehr mod. 79 que, en la práctica, no era más que un modelo 71 acortado como el de los cazadores. La única diferencia notable con sus hermanos estaba en el calibre, una versión aligerada del 11 mm. Mauser con la vaina acortada que dio lugar al 11x37,5R ya que estas unidades tampoco tenían necesidad de emplear un potente cartucho de guerra, sino uno válido para autodefensa y para despachar a tiros a los contrabandistas de turno. Estos fusiles, fabricados por la Fahrradfabrik V. Chr. Schilling de Suhl y que se empezaron a distribuir en 1880, estuvieron en servicio hasta 1913.

Mauser modelo 74/84
Pero la época de las armas monotiro con cartucho metálico vio llegar su ocaso apenas empezar a caminar, y en pocos años quedó claro que era necesario plantear la fabricación de armas de repetición. Para ello, Paul Mauser intentó actualizar el arma con varios tipos de cargadores para, finalmente, adoptar un modelo tubular para ocho cartuchos diseñado por el general austriaco Alfred, ritter von Kropatschek, un sesudo militar y diseñador de armas cuyo nombre, por cierto, aún se conserva como marca comercial para la fabricación y venta de armas de caza de esas que te dejan sin respiración, absolutamente regias y dignas de ser acariciadas y veneradas de por vida. Cuestan un huevo y la yema del otro, aviso. Bueno, no nos engañemos, cuestan ambos huevos, pero son la archidescojonación.

Bien, pues con el cargador de Kropratschek el Mauser 71 se vio rejuvenecido y reciclado en un arma moderna capaz de competir con el Lebel 1886 que saldría apenas dos años más tarde y, además, se convirtió en el primer fusil de repetición del ejército alemán. Esta nueva versión, denominada como Mauser 71/84, fue provista del extractor que en su día las autoridades prusianas se negaron a usar ya que, obviamente, era una pieza vital para el buen funcionamiento de un arma de este tipo. Su aspecto exterior era básicamente igual que el de su hermano mayor salvo por el tapón del depósito situado al final del guardamanos si bien sus mecanismos internos eran totalmente distintos. En cuanto a la bayoneta, aunque seguía con el engarce lateral, se cambió por el modelo que vemos en la foto superior, mucho más corto que el modelo 71. En este caso se trata de un arma de 37 cm. con una hoja de 24,5 provista de una generosa acanaladura. La empuñadura, con cachas de madera, le dan el aspecto que tendrían los modelos alemanes posteriores hasta la Segunda Guerra Mundial. En cuanto a la vaina, estaba fabricada con cuero y contera y brocal de acero.

Respecto a la munición, al ir almacenada en un cargador tubular fue necesario cambiar el tipo de bala por otra con la punta chata como la que vemos en la foto de la derecha. Sin embargo, aquel mismo año el químico francés Paul Marie Vieille inventó la pólvora de base nitrocelulósica, o sea, la primera pólvora moderna, lo que revolucionó todos los cánones establecidos hasta el momento. Esta pólvora, tres veces más potente que la pólvora negra, no solo permitía usar menos cantidad para obtener velocidades mayores, sino que supuso tener que cambiar el material con que se fabricaban las balas ya que el aumento de velocidad producía un rápido emplomamiento de las estrías, por lo que era imprescindible usar munición con envuelta de cobre, cobre-níquel, etc. En resumen, el Mauser 71/84 se había quedado obsoleto nada más aparecer en escena ya que no era viable cambiarle el calibre, por lo que había que llevar a cabo un nuevo diseño totalmente actualizado capaz de resistir las presiones más elevadas que producían las pólvoras nitrocelulósicas, y más si tenemos en cuenta que los gabachos, aprovechando el invento, sacaron el Lebel 1886 ya preparado para usar dichos propelentes. Dos años más tarde los tedescos igualaron a sus enemigos de toda la vida con el Mauser 1888 "Commission", pero eso ya es otra historia.

Orondo veterano de la guerra Franco-
Prusiana con su fusil Mauser 71.
Obsérvese la longitud del mismo con
la bayoneta calada
Como vemos, la vida operativa del primogénito de la saga no fue excesivamente larga ya que no fue más allá de los 14 años. Sin embargo, su producción no fue despreciable ya que entre fusiles de infantería y de cazadores se produjeron alrededor de 1.820.000 unidades más una cantidad indeterminada entre 80 y 100.000 unidades de carabinas. A estas cifras habría que sumar las destinadas a los países que en su momento adquirieron este modelo como Serbia, que compró 110.000 unidades, y Turquía con un total de 550.000 fusiles recamarados para el 9,5x60R. A esas cifras habría que añadir cantidades menores enviadas a China, Corea, Uruguay y los 900 ejemplares adquiridos por los del IRA en 1914 para hacerle bonitamente la puñeta a los british (Dios maldiga a Nelson). Con todo, los Mauser 71 no fueron a parar a la chatarra ya que, aparte de ir vendiéndolos a terceros países, quedaron en los arsenales alemanes los suficientes como para nutrir a las unidades de reservistas y tropas de retaguardia durante la Gran Guerra, e incluso algunos llegaron a ver el siguiente conflicto en manos del Volkssturm cuando, en las postrimerías de la guerra, la escasez de armas obligó a echar mano hasta de los tirachinas de los nenes.

En fin, no creo que olvide nada relevante, así que a merendar tocan. 

Hale, he dicho

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