domingo, 28 de enero de 2018

El PILUM, evolución y tipologías. El PILUM imperial


Ciudadanos recreacionistas con la equipación propia de comienzos del prinicipado y que se mantuvo durante más de
 dos siglos. El tipo de PILVM que llevan es el se ha hecho más conocido por lo general
Creo que esperar otros dos años para completar esta pequeña monografía "pilumera" es demasiado, así que me he armado de valor, he sobornado a la musa y con bríos renovados ha decidido acometer la ardua empresa de concluirla hoy. No, no me lo agradezcan, es que a veces me dan estos avenates heroicos. Bueno, prosigamos...

Como ya comentamos en la entrada anterior, estas eficaces y emblemáticas jabalinas tuvieron más vida operativa que un traje de pana. Sin embargo, mientras que en el período republicano sufrieron una serie de modificaciones notables en lo tocante a la morfología y tamaño de los hierros, con el advenimiento del principado digamos que dicha evolución se ralentizó bastante. A mi entender, el motivo no era otro que la culminación de citado proceso evolutivo. Llega un momento en que un objeto, ya sea una lanza, un martillo o un palillo de dientes no se puede perfeccionar más, por lo que se quedan como están hasta que alguien invente como atravesar el esternón de un cuñado, clavar una puntilla o hurgarse la dentadura con otra cosa. 

El PILVM imperial comenzó su andadura conviviendo durante un tiempo con los modelos más avanzados de las tipologías correspondientes a la República, es decir, los que estuvieron en uso durante la primera mitad el siglo I a.C. que, como recordaremos, se caracterizaban por armar unos hierros dotados de largos vástagos, generalmente provistos de espigas rectangulares con pestañas a cada lado para asegurar su fijación al asta. Esta tipología de PILVM pesado convivió con su versión ligera, armas estas con el sistema de fijación de la moharra al asta mediante cubos de enmangue o incluso pedúnculos de sección cuadrangular como la que vemos en la figura B. Esta tipología, hallada en Alesia y datada en el siglo I a.C. tenía una moharra en forma de prisma cuadrangular, y conforme al casquillo y la arandela que aparecieron junto a la misma podemos deducir que estaba insertada en un orificio del asta y asegurada con estas dos piezas para impedir que la madera se rajara con el uso. El que vemos en la figura C tiene la misma procedencia, y es la típica moharra de PILVM ligero con el cubo de enmangue habitual en la época, cuyas dimensiones oscilaban entre los 20 y los 30 cm. centímetros aproximadamente. En cuanto al ejemplar que mostramos en la figura A, se trata de un PILVM pesado hallado en Valencia y fechado también en el siglo I a.C. La longitud total del hierro es de 80 cm., siendo el vástago de sección circular y la punta con forma de prisma piramidal que ya vimos en otros ejemplos similares en la entrada anterior. Sirva pues este recordatorio para saber cómo eran las tipologías que convivieron con las nuevas versiones que surgieron en tiempos de Augusto, cuando éste se tomó fatal lo de que cosieran a puñaladas a su querido tío abuelo y padre adoptivo y decidió hacerse el amo del cotarro.


Los PILA más significativos de la época alto-imperial aparecieron en una excavación llevada a cabo por Christoph Albrecht en Oberaden (Renania) en 1938, entre otras cosas porque fueron hallados con parte del ensanchamiento del asta donde se engarzaba el hierro, lo que permitió conocer de primera mano el proceso de manufactura de estas lanzas. Se trata de tres piezas, dos de las cuales están dobladas por el mismo sitio y en el mismo ángulo, lo que dio pie una vez más a dar pábulo al inacabable debate de si el PILVM se doblaba o no. Pero como de ese tema ya hemos hablado largo y tendido no vamos a redundar más en el mismo, así que nos limitaremos a detallar la morfología de estos PILA. Como vemos en el gráfico de la derecha, la espiga toma una forma trapezoidal provista con dos o tres orificios para los remaches reforzados con arandelas de forma cuadrangular. En esta época desaparecieron las lengüetas y pestañas para asegurar el hierro al asta, y en su lugar se colocó un casquillo similar al que vemos en el detalle. Estos casquillos, que han aparecido en diversos yacimientos, podían tener los salientes que vemos en este ejemplar o ser lisos, y su cometido era impedir el deterioro de la madera en la parte del engarce, que es donde quedaba más debilitada, e impedir roturas por la tensión que ejercía la espiga. En cuanto a los hierros, sus medidas eran similares a los de finales de la República. En este caso, los vástagos oscilaban entre los 76,5 y 87,5 cm. con una sección cuadrangular, y las puntas piramidales entre 4 y 5 cm. Al final del asta, justo debajo del ensanche, seguían llevando su correspondiente encordado para facilitar el agarre.


Para reforzar el bloqueo de la espiga en el asta, o bien para aminorar las holguras que se produjesen con el uso, se recurría a pequeñas cuñas de hierro que se introducían entre el casquillo y las lengüetas de madera tal como vemos en la imagen de la derecha. Como ya se explicó en la entrada anterior, las variaciones en las condiciones medio-ambientales producían dilataciones o contracciones en la madera que había que corregir constantemente para que la lanza no perdiera solidez. Esta tipología de PILVM permaneció prácticamente inalterable hasta bien avanzado el siglo II d.C. y, si bien convivió con otros modelos, fue la más representativa de todas y con la que la mayoría de nosotros solemos identificar a este tipo de armas.


En algún momento de este período surgió un peculiar aditamento que consistía en lastrar el PILVM con una bola, seguramente de plomo, para aumentar su poder de penetración. La existencia de las mismas solo han llegado a nosotros mediante bajorrelieves y no por hallazgos de ejemplares que nos permitan comprobar tanto el material como la forma de fijar al asta estas bolas si bien la hipótesis más aceptada es, como hemos dicho, que se trataba de plomo. Esto aumentaría el peso del PILVM hasta los dos kilos o puede que incluso algo más, lo que restaría alcance a cambio de un substancial aumento en su capacidad perforante. Como vemos en la ilustración superior, no se diferenciaban en nada de sus hermanos de la misma época salvo en la existencia del lastre que, por norma, se situaba justo debajo del ensanche donde se engarzaba el hierro. 


A la derecha podemos ver dos testimonios que prueban la existencia de esta tipología. A la izquierda vemos la lápida de Marco Aurelio Luciano, un centurión de la guardia pretoriana- obsérvese el VITIS que sujeta con su mano derecha-  mientras que con la izquierda empuña un PILUM provisto de dos de estas bolas, una más pequeña que la otra. En la imagen de la derecha tenemos un fragmento del Relieve de la Cancillería, unos bajorrelieves que representan hechos de la vida del emperador Domiciano y que se conservan en el Museo Vaticano. El personaje de la imagen es también un pretoriano que porta un PILVM lastrado cuya bola presenta unas acanaladuras longitudinales a modo de decoración, así como unas cantoneras en las esquinas del ensanche del asta. Por desgracia, no ha llegado a nosotros ningún ejemplar que permita estudiar a fondo los entresijos de este tipo de arma, así que solo nos resta conjeturar sobre las mismas.


A partir de los siglos II y III d.C. empiezan a ganar protagonismo los PILA con cubo de enmangue en vez de los tradicionales con la espiga rectangular o trapezoidal. Aunque conservan su tradicional vástago y la punta piramidal, cabe suponer que fue el proceso de manufactura, mucho más simple y menos susceptible de deterioros como consecuencia del uso, lo que hizo que esta tipología fuese difundiéndose cada vez más. Los ejemplares de la izquierda y el centro corresponden a piezas halladas en la zona donde tuvo lugar la batalla de Harzhorn, una zona boscosa situada en la Baja Sajonia donde se libró un violento cambio de impresiones entre tropas romanas y germanas en el siglo III d.C. En unas excavaciones llevadas a cabo a partir de 2008 han aparecido más de 2.000 objetos de todo tipo, entre ellos los dos hierros de PILA que mostramos y que presentan unas características que los diferencia de otros modelos similares si bien no se trata de excepciones, sino de un aditamento habitual. El de la izquierda, perteneciente a un PILVM ligero, muestra dos abultamientos a lo largo del vástago, mientras que el del centro solo uno. Desechada la posibilidad de que se tratase de meros elementos decorativos se ha llegado a la conclusión de que tenían la misión se sujetar algún elemento incendiario, como trapos envueltos o madejas de estopa empapados en aceite o brea para incendiar instalaciones enemigas o sembrar un poco el caos entre las catervas de germanos. Además, el modelo del centro presenta un peculiar cubo de enmangue  se sección cuadrangular, lo que hace pensar que se fabricaron así para aprovechar astas antiguas con su ensanche trapezoidal. En cuanto al ejemplar de la derecha, procede del CASTRVM romano de Saalburg, en Hesse. Siguiendo la pauta marcada por esta tipología, presenta un cubo de enmangue bastante generoso y un vástago de sección circular rematado con la punta piramidal que, a pesar del tiempo transcurrido, seguía plenamente operativa.


Por último, comentar la existencia de estas dos variantes, ambas datadas en el siglo III d.C., de PILA pesados. La de la izquierda corresponde a un PILVM hallado también en Saalburg que, como vemos, tiene una espiga de pedúnculo similar al que vimos anteriormente, asegurada con un casquillo. A mi entender, este sería otro caso por el estilo del anterior, en el que se buscaría ante todo la facilidad de producción. El de la derecha corresponde a un PILVM procedente de Saint-Germain-du-Plain, en la Borgoña, con cubo de enmangue de sección circular que, como hemos ido comentando, fue la tipología que acabó destronando a los añejos PILA que durante unos 600 años estuvieron dando guerra por todo el imperio romano en las diversas variantes que hemos ido mostrando. Sin embargo, este tipo de lanza ya empezó a ser denominado por Vegecio como SPICVLVM (aguijón), y es considerado como el paso intermedio entre el PILVM y el GÆSVM, un arma sobre la que hay cierta controversia respecto a su origen y morfolofía pero que es considerada como la antecesora del angón que acabó adoptando el ejército romano a partir del siglo IV. En todo caso, el SPICVLVM fue un arma con una vida operativa tan longeva como su antecesor ya que en el siglo XIII seguía en funcionamiento como demuestran algunas representaciones artísticas de la época, sobre todo en la Biblia Maciejowski (c. 1240), en la que se ven no pocas de estas lanzas que en aquellos tiempos eran denominados pilettes, palabro que tiene unas evidentes reminiscencias con su denominación original de PILVM. Por último, concretar que aunque el ejército fue el primero en cambiar de lanza, el uso del PILVM perduró algún tiempo más en manos de los pretorianos, suponemos que debido quizás a lo emblemático de esta arma que durante siglos sirvió en toda la infantería regular romana.


Testuz de vacuno expuesta en el museo del ejército romano
de Vindolanda que, según afirman, era usada como blanco
para practicar el lanzamiento de los PILA. Hay algún que
otro cráneo más en dicho museo y me da la impresión de que
más bien se usaban para tirar con arco, pero bueno...
En fin, creo que no me olvido de nada especialmente importante. Con todo, ya dedicaremos alguna entrada al manejo y demás curiosidades curiosas acerca de los añejos PILA, que siempre vendrán bien para completar la información que tenemos al respecto. Así mismo, tampoco estaría de más hablar algo acerca de las lanzas empleadas por las tropas auxiliares y la caballería, pero para eso aún queda un poco porque hay que recabar mogollón de datos para hacer algo razonablemente ameno.

Bueno, ahí queda eso.

Hale, he dicho


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