martes, 27 de febrero de 2018

La armada imperial de Roma. La organización de la flota



Por lo general, cuando sale a relucir el imperio romano en cualquier conversación solo se suele mencionar, militarmente hablando, a las legiones, o sea, lo que hoy llamaríamos el ejército de tierra. Si se comenta alguna batallita es para discutir acerca de la estrategia usada, y cuando hay que sacar a relucir alguna derrota siempre tenemos el desastre de Teutoburgo, cuando Varo y sus muchachos fueron bonitamente aniquilados por una caterva de germanos extremadamente desagradables. De hecho, y si nos fijamos bien, de las tropocientas pelis de romanos que se han hecho solo en una, que yo recuerde, se hace referencia a un entorno militar acuático: "Ben Hur", cuando el probo cónsul Quinto Arrio zarpa a dar estopa a los malvados piratas macedonios que infestaban el Mare Eius, es decir, el Mar de Ellos, no nuestro. Porque según ellos era de ellos, no nuestro. Es como decir tu cuñado es mi cuñado, pero es tuyo, no mío. Bueno, el Mediterráneo, vaya... En todo caso, para lograr que todo un mar fuese de ellos era imprescindible disponer de una flota adecuada, y más para una tribu que logró crear el primer gran imperio occidental, basado precisamente en la ocupación de las tierras bañadas por sus aguas. En resumen, que necesitaban una marina de guerra competente para trasladar tropas, vigilar las costas, permitir un tráfico marítimo seguro tanto de personas como de mercancías, etc. Y no solo fue importante la marina de guerra para crear el imperio, sino para mantenerlo durante siglos. Es más, el fin de la República y el advenimiento del Principado se ventiló en una batalla naval, cuando el gran Marco Vipsanio Agripa le dio las del tigre al otrora favorito de César, Marco Antonio, y a la taimada Cleopatra Filopator en Actium en septiembre de 31 a.C., lo que permitió a Octavio Augusto hacerse amo del cotarro e inaugurar la monarquía que perduró hasta la extinción del imperio.

Así pues, y considerando la extrema importancia de la marina de guerra en el contexto de la época, colijo que no estará de más dedicar algunas entradas a ilustrarnos al respecto ya que, reconozcámoslo, la CLASSIS (la flota) es tal vez una de las grandes desconocidas de la inmensa maquinaria militar romana. Además, el conocimiento de su origen y organización será una extraordinaria herramienta para hacer llorar amargamente e incluso provocar terribles convulsiones al cuñado que se ha visto todos los documentales del Canal Historia y del Discovery y se considera ya una autoridad en temas militares romanos. Bueno, al grano...

El origen de la marina de guerra de Roma está, como en cierto modo el de su vasto imperio, en su feroz competencia con Cartago por el control del Mediterráneo nacida en el siglo III a.C. En cierto modo, podríamos decir que todo se debió a lo que podríamos considerar la primera guerra preventiva de la historia, término este muy de moda de unos años a esta parte, concretamente desde que los yankees optaron por convertir en un solar yermo los territorios susceptibles de albergar posibles enemigos. En aquellos tiempos, Roma apenas tenía naves y carecía de una tecnología naval propiamente dicha. Su flota se componía básicamente de un tipo de barco etrusco denominado APHRACKTAI, que carecía de cubierta e incluso de crujía. En la foto de la derecha podemos ver su aspecto en una urna cineraria de alabastro etrusca que representa a Ulises peligrosamente atraído por los cantos se las sirenas durante su interminable periplo marítimo. Según vemos, era un barco movido indistintamente a remo y vela, bastante adecuado para travesías cortas o bordeando las costas.

Trirreme cartaginesa de dos palos armada con espolón y proembolion. La
aproximación la hacían a golpe de remo con sus bien entrenadas tripulaciones
que alcanzaban velocidades de unos 8 nudos, suficientes para empotrar el
espolón en la línea de flotación enemiga y mandarlo al abismo
Su primer avance llegó cuando, en el contexto de la Primera Guerra Púnica, los romanos lograron capturar intacta una nave cartaginesa que, sin complicarse la existencia, se limitaron a copiar pieza a pieza. Total, si eran buenas naves, ¿para qué meterse en más líos si encima sabían que eran mejores que las suyas? Una vez tuvieron claro como reproducirlas armaron 160 barcos a toda prisa para ir a hacerles una visita a sus odiados enemigos mientras estos gestaban el famoso aforismo "odio africano" que, para los que no lo sepan, no proviene de ciudadanos melaninos (antes negros a secas) cabreados, sino de los cartagineses, que terminaban todas sus charlas o se despedían con la misma frase: "¡Muerte a Roma!". Obviamente, Roma no se quedó atrás cuando, años más tarde, Catón el Viejo terminaba todos sus discursos con aquello de "CETERVM CENSEO CARTHAGINEM ESSE DELENDAM" (Por lo demás, considero que Cartago debe ser destruida), que quedaba muy bien y además era muy aprovechable sustituyendo Cartago por cuñado, pero eso es otra historia. La cosa es que,en definitiva, Roma supo aprovechar y mejorar notablemente los conocimientos náuticos de sus enemigos, y se preocuparon de reclutar carpinteros griegos que, además de saber mogollón del tema, eran expertos en los diferentes tipos de madera a emplear, así como la forma de trabajarla sin necesidad de esperar siquiera a que se secase.

Sin embargo, los cartagineses eran mejores marinos que ellos. Herederos de la tradición naval de Fenicia, poseían grandes naves armadas con espolones con los que abrir brechas en los cascos de los barcos enemigos, así como conocimientos para maniobrar de diversas formas y acosarlos, especialmente a la hora de embestir de flanco para destrozarles los remos de una banda entera y dejarlos inmovilizados y a su merced. Por el contrario, los romanos, gente de secano ante todo, se veían superados por los africanos a la hora de maniobrar sus naves y abordarlas, así que idearon un peculiar artefacto que les permitiría embestir a los barcos cartagineses e invadirlos para luchar en cubierta como si se tratase de un sembrado de melones. Hablamos del CORVVS, el cuervo. El CORVVS era algo tan simple como una pasarela suspendida por un cabrestante situado en la proa del barco. Una vez aproximados a una distancia adecuada a la nave enemiga se la dejaba caer de forma que el afilado pico de hierro o bronce que llevaba debajo se hincaba en la cubierta enemiga, permitiendo el paso de las tropas para abordar la nave. El CORVVS no solo facilitaba invadir los barcos enemigos, sino impedir que estos tomaran las de Villadiego en caso de verse superados. En resumen, si eran presa del cuervo solo tenían dos opciones: o rechazar y aniquilar a los romanos o ser vencidos por ellos. Y si la nave romana se hundía, encima corrían el peligro de irse a pique con ellos. Pero aparte de pulir y mejorar sus tácticas, su mayor logro fue desarrollar una tecnología totalmente innovadora en la construcción de naves de más porte y capacidad. Por ejemplo, ellos fueron los que idearon la construcción de abajo arriba, es decir, poniendo primero de quilla y, a partir de ahí, fabricar el casco de toda la nave. 

Bien, ese es, de forma muy resumida como es lógico, el origen de la marina de guerra romana. Una vez eliminados los cartagineses tuvieron vía libre para hacerse los dueños de todo el norte de África, la ribera europea del Mediterráneo y, por supuesto, extender sus dominios hasta la Germania, la Britania y extenderse por Asia Menor. Y para ello, lo primero que hacía falta era llevar a cabo una profunda reorganización en la flota, tanto a nivel de efectivos como de personal y, como podemos imaginar, redistribuir las naves disponibles para garantizar la seguridad en los mares bajo su dominio, mantener las rutas de navegación expeditas de peligros y quitarle las ganas a cualquiera de hacerles la competencia y arrebatarles lo que tantos trabajos les costó conseguir. Así pues, una vez asentado en el poder, lo primero que hizo Augusto fue crear tres PRÆTORIA o flotas permanentes apoyadas por una serie de flotas provinciales y puertos auxiliares en los que se distribuyeron las aproximadamente 800 naves de todo tipo con que contaba la CLASSIS. Veamos el mapa inferior, donde podremos verlo con más claridad.


En primer lugar tenemos la CLASSIS PRÆTORIA MISENENSIS, cuya sede estaba en MISENVM, una población situada al norte del Golfo de Nápoles. Sus efectivos estaba distribuidos en cuatro puertos: OSTIA, PVTEOLI, CETVMCELLÆ (Civitavecchia) y, ya en tiempos de Clau-Clau-Claudio, en PORTVS, un puerto artificial situado al norte de la desembocadura del Tiber. Esta flota se encargaba de controlar la zona occidental del Mediterráneo y el norte de África ante todo. En el Tirreno podemos ver la CLASSIS PRÆTORIA RAVENNATIS, con sus efectivos repartidos en los puertos de SALONÆ (Salona) y AQVILEIA. Por último vemos la  CLASSIS PRÆTORIA estacionada en FORVM IVLII, la actual Frejus, donde fueron a parar las naves capturadas a Marco Antonio. Esta PRÆTORIA no duró mucho tiempo y fue finalmente eliminada, quedando solo las dos mencionadas en primer lugar. Como fuerza complementaria podemos ver los distintos puertos auxiliares cuyo cometido era actuar como destacamentos de las CLASSIS PRÆTORIA para ejercer un control más cercano y abarcar una mayor extensión marítima. Estos destacamentos acabaron formando lo que se llamaría CLASSIS PROVINCIALIS, las flotas provinciales que, inicialmente, no estaban nutridas por naves ni tropas romanas, sino de aliados. Eran los AUXILIARII navales, vaya, y similares a sus colegas terrestres a todos los efectos. Como vemos, solo para controlar el Mediterráneo crearon una enorme estructura a todos los niveles que, en algunos aspectos, era incluso más compleja que la de las legiones.

Estela funeraria de Marco Julio
Sabiniano (c. S. I-II d.C.), MILES
CLASSIARIVS
 de la CLASSIS PRÆTORIA
MISENENSIS.
Sirvió en la flota durante
cinco años antes de palmar con solo 30
En cuanto a las CLASSIS PROVINCIALIS, la primera que se estableció fue la GERMANICA, establecida a lo largo del Rin y con sede en BONNA (la actual Bonn). Esta flota llegó a contar con 24 naves apoyadas por una línea fortificada de más de 500 fortines. Además, por orden de Nerón Claudio Druso Germánico (padre de Clau-Clau-Claudio y hermano menor de Tiberio) se excavó un canal llamado FOSSA DRUSIANA para conectar el Rin con Mar del Norte a través del LACVS FLEVVS (Zuiderzee, un pequeño mar interior al NO de los Países Bajos)  con el fin de apoyar las tropas que combatían en Germania y, de paso, tener a raya a las poblaciones costeras. Estos probos ciudadanos no se cortaban un pelo a la hora de emprender las obras más fastuosas, carajo... En el 43 d.C. se formó la CLASSIS BRITANNICA con la misión de conquistar la brumosa isla de Britania por AVLO PLAVCIO al mando de cuatro legiones y, tras la conquista, mantener el control del Canal y la navegación entre la isla y la Galia. Por su número de efectivos se convirtió en la flota más poderosa del Mar del Norte, teniendo sus bases en RVTUPIÆ (Richborough) y DUBRÆ (Dover). Lógicamente, con el paso del tiempo estas flotas fueron cambiando en todos los sentidos, adaptándolas a las necesidades de cada momento.



LIBVRNICA BIRREME. Este tipo de nave era bastante habitual en las
flotas provinciales. Provistas de espolón y proembolion, la vela de proa
tenía como misión reducir el cabeceo. El palo mayor lo lleva desmontado
Por la misma razón, fueron surgiendo flotas provinciales en otros puntos del imperio. A raíz de la revuelta judía (66-73 d.C.) el emperador Vespasiano ordenó la formación de la CLASSIS SYRIACA, cuya misión era patrullar el Mediterráneo oriental, el sur de Asia Menor, el este del mar Egeo y las costas de Siria. En la misma época se formó también la CLASSIS MESOPOTAMICA para vigilar las costas de esa provincia. Actuaba en combinación con la SYRIACA.  El puerto de Alejandría, que como vimos en el mapa era originariamente un destacamento de la CLASSIS PRÆTORIA MISENENSIS, pasó a ser la base de otra nueva flota, la CLASSIS AVGVSTA ALEXANDRINA y otra destinada a controlar el Mar Rojo, la CLASSIS ARABICA. La misión principal de ambas era no obstante de vital importancia: controlar y vigilar los envíos de grano de Egipto a Roma, sin el cual la capital del imperio no podría subsistir. Entre 180 y 188 se formó la CLASSIS NOVA LIBICA para controlar la costa occidental de África, así como para vigilar la presencia de piratas y mantener a salvo el tráfico marítimo en la costa de Mauritania. 

SASSOLA, cuchara de madera de las que llevaban a bordo para achicar
agua. Debía ser una proeza liarse a echar cucharadas de agua a toda pastilla
para no ver la bodega hasta arriba
Para vigilar la frontera natural que formaba el Danubio estaban la CLASSIS MŒSICA y la PANNONICA, la primera destinada a vigilar el curso inferior del río, el Mar de Azov, el norte del Mar Negro y la península de Crimea, y la segunda el curso superior del Danubio, desde CASTRA REGINA hasta SINGIDVNVM, donde empezaba el dominio de la CLASSIS MŒSICA. Por último, podemos mencionar la CLASSIS PONTICA creada por Nerón para mantener la vigilancia el sur y el este del Mar Negro. Su base estaba en TREPEZVS (Trabzon), y en 152 aún estaba operativa ya que fue empleada para presionar a los partos que intentaban penetrar por las fronteras del Eúfrates. Estas eran las flotas provinciales más representativas y, como vemos, formaban parte de un complejo conglomerado de naves, tropas, líneas de suministro, talleres de todo tipo y demás cuestiones logísticas que ayudaron a sustentar el imperio. En resumen, creo que con todo lo expuesto podemos decir sin temor a equivocarnos que, sin la flota, Roma no habría durado más que unos pocos años hasta que una potencia con un poder naval superior los hubiese mandado a su ciudad rodeada por siete colinas a hacer puñetas por los siglos de los siglos amén.

Bueno, vale por hoy, que mis amadas cervicales están empezando un nuevo motín. Con lo explicado ya conocemos como era la organización y los distintos tipos de flotas que componían la marina de guerra en Roma. Para la próxima, los rangos militares y  demás probos ciudadanos que contribuían a mantenerla a flote.

Me piro a meterme en el cuerpo lo que sea antes de que el motín se convierta en abierta rebelión.

Hale, he dicho

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