jueves, 11 de abril de 2019

NEGRILLOS. Su misteriosa llegada a España


Panzerbefehlswagen I Ausf. B rodeado por varios instructores tedescos. Al fondo aparecen los carristas españoles que
debían recibir adiestramiento del personal alemán

Tropas de Regulares embarcando en un Ju-52 para ser trasladados desde
el aeródromo de Sania Rahel, en Tetuán, al de Tablada, en Sevilla. El primer
puente aéreo de la historia comenzó el 20 de julio de 1936
Siempre he estado convencido de que los motivos que impulsaron al ciudadano Adolf a ayudar a los nacionales estuvieron encaminados más bien para usar España como campo de pruebas real de las nuevas Wehrmacht y Luftwaffe, donde podrían testar a fondo tanto su maquinaria bélica como el adiestramiento del personal. De hecho, el padrecito Iósif fue mucho más generoso a la hora de enviar material a la república, aunque en este caso colijo que su intención era convertir España en un satélite como luego pasó con los países que quedaron bajo la órbita soviética tras la 2ª Guerra Mundial. El inefable Benito fue quizás el que se portó de forma más altruista, enviando material en abundancia así como tropas, el famoso CTV que, aunque militarmente hablando no eran precisamente tropas de élite y los republicanos les dieron las del tigre en Guadalajara, al menos se pringó mucho más y sus aviones, tanto cazas como bombarderos, dieron cantidad de estopa. Pero bueno, no vamos a entrar en asacar los motivos por los que los tres dictadores se metieron de por medio porque sobre ese tema se han publicado tropociendos mil libros, cada cual con su teoría, y lo cierto es que en realidad nadie ha podido afirmar nada de forma contundente.

Schneider CA-1 en Marruecos. Se compraron seis unidades para equipar a la
artillería de asalto, y fue el primer vehículo blindado del ejército español.
En la época de su adquisición, 1917, ya era un vehículo obsoleto
Así pues, en lo que a mí respecta tengo claro que el campo de batalla en que se había convertido España era una oportunidad espléndida para comprobar si las teorías urdidas por los tedescos durante los años 20 y principios de los 30 eran tan eficaces como afirmaban sus promotores, y que las tácticas de la Gran Guerra estaban ya más anticuadas que los balcones de palo. Por otro lado, los dos bandos en liza estaban vírgenes, por así decirlo, en lo referente al empleo táctico del carro de combate. La neutralidad española durante la Gran Guerra no obligó al ejército a ponerse al día en el uso de las nuevas armas, y nuestros enemigos seguían siendo los rifeños contra los que los Schneider y los pocos FT-17 que se adquirieron a Francia en 1921 no servían de gran cosa. A eso, añadir algunos camiones blindados "customizados" que quedaron prácticamente todos en manos de la república cuando se llevó a cabo el golpe militar, por lo que la fuerza acorazada hispana era, más que de risa, de carcajada. Con todo, debemos tener en cuenta que, grosso modo y salvo contadas excepciones, la guerra en África era a la antigua usanza, casi una guerra de guerrillas en la que las grandes masas de tropas carecían de sentido y donde primaban más los cojones que las máquinas modernas. Por todo ello, el conflicto civil español era una perita en dulce para corroborar que la doctrina impulsada por Guderian era acertada, y que el empleo táctico del carro de combate supeditado a la infantería era una chorrada. En resumen, era el sitio ideal para reproducir a pequeña escala, como si de unas maniobras se tratase, la futura Blitzkrieg que dejó a todo el mundo pasmado a partir del 1 de septiembre de 1939.

Mapa de España tras el golpe militar. Como se puede ver, la práctica
totalidad de los puertos de mar y todas las zonas industriales del país
habían quedado en manos del gobierno, así como las grandes capitales
excepto Sevilla y Zaragoza
Considero que buena prueba de que la intención del ciudadano Adolf era testar su maquinaria bélica fue el secretismo que envolvió el envío de los primeros Negrillos a la España nacional, de forma que absolutamente nadie supiera una palabra ni de sus efectivos,  intenciones o planes, y solo los que estaban en el ajo fueron los que tuvieron conocimiento de primera mano sobre lo que se cocería en los primeros meses de guerra tras la llegada de la primera remesa de material. Es como si se quisiera dar la impresión de que el gobierno tedesco no tenía nada que ver con el suministro de aquel material, y que su empleo táctico y el adiestramiento necesario para ello había sido cosa de los militares españoles con la ayuda de personal civil extranjero contratado para ello. En fin, en esta nueva entrada trataremos precisamente de cómo se gestaron los envíos y de cómo se ocultó en todo momento la presencia de instructores alemanes, hechos estos que si hubiesen sucedido en los Estados Juntitos ya le habrían hecho alguna película. Y sin más prolegómenos, vamos al grano...

El Director, verdadero artífice del golpe militar
Desde el mismo comienzo del conflicto quedó claro que lo que "El Director", nombre en clave del general Mola y cerebro del golpe, consideraba que sería cuestión de horas o de pocos días a lo sumo se había convertido en una guerra como Dios manda. Una guerra que prometía ser larga y costosa porque el golpe no triunfó de forma generalizada y la mayor parte de las capitales se mantuvieron fieles al gobierno republicano. Los sublevados tenían a su favor contar con las mejores tropas del ejército español: la Legión y los Regulares, soldados profesionales fogueados y combativos que llevaban la torta de años batiéndose el cobre en Marruecos, pero la república se había quedado con la mayor parte del material, la aviación, la armada y la mayoría de las fábricas de armamento y munición. Así pues, solo con ayuda de potencias extranjeras en forma de armas y material podrían derrotar a un ejército que, aunque nutrido en gran parte por milicias políticas y con una organización jerárquica bastante deficiente, estaban muy motivados a nivel ideológico, contaban con el apoyo inicial de Francia y, durante todo el conflicto, del padrecito Iósif, que envió cantidades verdaderamente importantes de todo tipo de armas, aviones y, por supuesto, instructores y comisarios políticos para hacerse los amos del cotarro para, caso de ganar la guerra, convertir a España en una república bolchevique situada en una posición geoestratégica de primerísima clase.

Fachada del palacio de los Golfines de Arriba. La flecha
señala una placa conmemorativa que se colocó posteriormente
y en la que se indica que fue sede del Cuartel General
de Franco
Bien, así estaban las cosas cuando a primeros de septiembre de 1936, o sea, apenas mes y medio después de empezar la fiesta, tuvo lugar una reunión en Cáceres, concretamente en el palacio de los Golfines de Arriba, que acabaría siendo trascendental para el devenir de la guerra. En dicho palacio se había instalado la primera sede del Cuartel General de Franco justo un mes antes, y si la guerra civil había podido continuar había sido gracias a los aviones de transporte facilitados por el ciudadano Adolf, que permitieron crear el primer puente aéreo de la historia y trasladar miles de hombres y toneladas de material del ejército de África a la Península. O sea, que el futuro Generalísimo (no lo fue hasta varios días después) se puso la mar de contentito cuando recibió en el palacio en cuestión de forma sumamente discreta a tres personajes que venían a concretar las condiciones en que se seguiría desarrollando la ayuda de sus respectivos países a la causa nacional. 

De izquierda a derecha, Warlimont, Roatta y Bernhardt
Se trataba del general italiano Mario Roatta, jefe de los servicios secretos del ejército italiano y primer comandante del CTV, el teniente coronel alemán Walter Warlimont, miembro del Abwher, la inteligencia alemana dirigida por el almirante Canaris hasta que este acabó colgado de un gancho con una cuerda de piano en Flossenbürg por su implicación en el atentado del 20 de julio de 1944 contra el ciudadano Adolf y, finalmente, un misterioso personaje llamado Johannes Bernhardt, un próspero hombre de negocios afiliado al partido nazi desde 1933 y establecido en Tetuán, donde se dedicaba temas de importaciones. Al parecer, Bernhardt fue el que supo convencer al ciudadano Adolf de que había que ayudar a los militares sublevados si no quería ver a España en manos de los comunistas con la ayuda de los masones y los judíos, o sea, la famosa "conspiración judeo-masónica" con la que el régimen franquista estuvo culpando de todos los males del mundo durante 40 años. Tras el golpe estuvo al frente de la  Hispano-Marokkanische Transport-Aktiengesellschaft, la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes más conocida por el acrónimo HISMA, una empresa fantasma creada para la importación de material de guerra a la España nacional bajo el paraguas de una sociedad civil que, como es lógico, no tenía oficialmente relación alguna con el gobierno alemán. Este Bernhardt era el típico personaje novelesco de aquella época que se movía en los ambientes más selectos vestido de forma impecable, que tenía más relaciones y contactos que un empresario de la construcción y que, además, mantenía una estrecha relación de amistad con Franco.

Von Thoma ya en plena guerra mundial, cuando
había sido ascendido a general
Tras esta reunión, Warlimont envió a Berlín un detallado informe acerca de la necesidad de facilitar al ejército nacional armas anti-carro, de las que estaban más escasos que un político de decencia, vehículos de diversos tipos y, por supuesto, carros de combate. El ciudadano Adolf tardó apenas 15 días en tomar una decisión que, además, cubría e incluso sobrepasaba las peticiones de Warlimont. Así pues, se decidió formar un grupo acorazado dependiente del Heer (el ejército. Hasta aquel momento el protagonismo de la ayuda alemana recaía en la Luftwaffe), y se ordenó al teniente coronel Wilhelm, ritter von Thoma que se presentase voluntario para hacerse cargo de dicho grupo, que recibiría el nombre en clave de Panzer Gruppe Dhrone, aunque de forma oficiosa todo el mundo lo conoció por el nombre de su comandante. Por cierto que, aunque en las fuentes que tratan este tema traducen Dhrone como "zumbido", colijo que en realidad debían referirse a "zángano", término que, de hecho, es la primera acepción que aparece en los diccionarios y que casa más con la designación del Grupo Terrestre de la Legión Cóndor: Imker (apicultor). En cualquier caso, von Thoma, que en aquel momento era el comandante del 2º batallón de 4º Panzer-regiment, era un denodado defensor de las teorías de Guderian, así que era el hombre ideal para poner en práctica los principios tácticos de la nueva guerra acorazada. Y para impedir que en caso de caer prisionero se le pudiera relacionar de algún modo con el ejército o el gobierno alemán, fue dado de baja en la Wehrmacht para pasar a convertirse en "oficial en destino especial", así que su presencia en España sería como si de un civil se tratara. 

Tedescos aburriéndose como galápagos en la cubierta del Girgenti. La
travesía duró una semana
El día 20 de septiembre se reunió a todos los miembros del 4º Panzer-regiment para pedir voluntarios para una operación secreta y de gran importancia si bien no se especificó dónde sería. Solo se añadió que existía la posibilidad de ser heridos, capturados o muertos, así que no habría que ser un portento para imaginar de qué sitio se trataba. Sea como fuere, la cuestión es que no se reveló el destino que tendrían los voluntarios. No se aceptaron soldados rasos, sino a partir del grado de cabo y, al igual que en el caso de von Thoma, los que finalmente se apuntaron a la fiesta fueron también dados de baja en el ejército para no comprometer al gobierno del ciudadano Adolf si caían en manos de los milicianos de la república o palmaban en tierra de nadie y les encontraban la chapa de identificación. 


Tarjeta militar de "Guillermo" von Thoma. Nada más llegar
a España fue ascendido a coronel, mientras que los cabos de
su grupo fueron habilitados a sargentos para tener más
autoridad sobre sus futuros alumnos españoles
En resumidas cuentas, desde aquel momento dejaban de existir como miembros de la Wehrmacht e incluso se les proporcionó documentación y pasaportes falsos. El primer contingente lo formaron un total de 267 hombres entre oficiales, suboficiales y clases que fueron trasladados al puerto de Stettin (actualmente Szczecin ya que al término de la 2ª Guerra Mundial pasó a manos de Polonia), donde recibieron ropa de paisano y 200 marcos para gastos. Junto al material, que iba cuidadosamente embalado, embarcaron en los buques mercantes "Passages" y "Girgenti" el 30 de septiembre. La intención era hacerlos pasar por turistas, pero no habría que ser un sagaz espía para percatarse de que una repentina horda de 267 tedescos, todos varones y con porte marcial, no casaban mucho en la achicharrante Sevilla estival en pleno golpe de estado, con un ambiente un tanto opresivo en las retaguardias de ambos bandos a la caza, captura y fusilamiento sumario de los desafectos y, concretamente en la capital hispalense, con el personal pendiente de las agresivas pero, al mismo tiempo, sumamente eficaces charlas radiofónicas de Queipo de Llano, que era bastante lenguaraz si bien hay que reconocerle que fue el inventor de la guerra psicológica moderna desde el micrófono de Unión Radio Sevilla, poniendo a caldo al enemigo con su voz astillada y delatando los lunares que las señoras de los mandos republicanos tenían en sus zonas más íntimas.

Llegada del material a la estación de Aldea del Cano, población situada a
unos 7 km. al sur de Las Arguijuelas. Obsérvese la parte trasera de un
Panzer I asomando de su embalaje
El 7 de octubre arribaron en el puerto de Sevilla, donde se descargó el material que, para no delatar su naturaleza, iba todo embalado en enormes cajas de madera incluyendo los 38 PzKpfw I Ausf. A de la primera remesa, de los que uno de ellos era un ohne Aufbau para entrenar pilotos, y tres Panzerbefehlswagen I Ausf. B. A ello había que sumarle varios camiones, camiones taller, motocicletas, municiones en cantidad, repuestos y, casi tan importante como los carros de combate, 20 cañones anticarro Pak 35/36 de 37 mm., un arma que por aquel entonces era extremadamente eficaz contra los blindajes con que se dotaban a los vehículos acorazados de la época. Por cierto que, para los que no lo sepan, Pak es el acrónimo de Panzerabwehrkanone, uséase, cañón anticarro. Desde Sevilla fueron embarcados en ferrocarril hasta su punto de destino, la base de Las Arguijuelas, en la provincia de Cáceres y a unos 15 km. al sur de la ciudad. Las Arguijuelas es una vasta finca que por aquel entonces era propiedad de Don Ramón Jordán de Urríes y de Ulloa, XVIII vizconde de Roda. En su interior y a escasa distancia de la N-630, la famosa Vía de la Plata, se yerguen dos castillos situados a apenas 350 metros uno del otro y denominados de Arguijuelas de Arriba y de Arguijuelas de Abajo.


En la ortofoto podemos ver la posición de ambos edificios, y en los detalles de la izquierda su aspecto actual, que prácticamente no ha variado en mucho tiempo por haber permanecido habitados. El de Arguijuelas de Arriba, como vemos en la imagen, ha sido profanado y convertido en una vil fonda para celebraciones y bodorrios de catetos cursis. Además, al parecer los actuales propietarios, todos con relación de parentesco entre ellos, andaban no hace mucho de pleitos para perpetrar aún más felonías y mutar añejas fortalezas en ventas carreteriles. Bueno, cuestiones actuales aparte, este fue el lugar donde se estableció el Panzer Gruppe Drohne al mando de von Thoma que, con los efectivos disponibles, estaba formado por una plana mayor, dos compañías con 16 carros más tres secciones con 5 carros cada una. Los Panzerbefehlswagen se distribuyeron asignando uno a cada compañía y el otro como carro de mando del batallón, y a todo eso se añadió una compañía de transporte y otra de mecánica. Los siete Panzer I restantes quedaron como reserva para cubrir posibles bajas una vez que entraran en combate. Una vez organizada la base, ni un solo miembro de la unidad fue enviado al frente, sino que debieron permanecer en Las Arguijuelas a la espera de la llegada de las tropas españolas que debían ser adiestradas por los recién llegados.

Tienda de campaña para la tropa. Tras la misma se ven las torres de uno de
los castillos. 
A pesar de que la presencia de los tedescos no debió pasar ni mucho menos desapercibida tanto por el traslado del material desde la estación de ferrocarril desde Aldea del Cano a la base como su situación casi a pie de carretera de la misma, la cosa es que el Franco puso especial énfasis en que nadie debía saber qué se cocía en Las Aguijuelas, y menos aún quiénes eran aquellos tipos que hablaban rarísimo y que no tenían pinta de españoles bajitos y morenos. Nadie podía acceder al interior de la base sin el permiso correspondiente, tuviera el rango que tuviera y ya fuese civil o militar. La primera bronca se la llevó el gobernador civil de Cáceres, que invitó a tres periodistas portugueses a visitar la base. Recordemos que en aquella época la dictadura salazarista era una valiosa aliada de la causa nacional, así que el gobernador consideró oportuno dar a conocer la generosa ayuda que el ciudadano Adolf les estaba prestando. 


El ohne Aufbau tripulado por un piloto español en Las
Arguijuelas. A su derecha está el instructor alemán, y tras él
otros dos aspirantes a conductores de carros. Este vehículo
se mostró como una excelente herramienta de aprendizaje
Está de más decir que los periodistas no pasaron de la puerta, y que el mismísimo Franco advirtió al gobernador civil que ni se le ocurriera volver a facilitar a nadie el acceso a un recinto militar en el que no solo no tenía autoridad, sino que además contenía material que debía mantenerse en secreto. Intuyo que el chismoso del gobernador debió coserse la boca con alambre porque, al decir de todos los que lo trataron, a pesar de su escasa estatura y su voz atiplada Franco era de los que te clavaban la mirada y te subían los testículos a la garganta a una velocidad meteórica. En cuanto a los tedescos, se evitó que tuvieran contacto con la población civil. Para ello se dispuso en uno de los castillos una cantina en la que pasar el rato o los días libres y donde podían oír la radio con emisoras alemanas e incluso se les proveía de bebidas traídas de su país exclusivamente para ellos. En fin, que no vivían mal del todo. 


En el mes de noviembre siguiente se hizo cargo del Gruppe Imker el teniente coronel Hans, freiherr von Funck (foto de la derecha), que llegó acompañado por un nuevo envío de material formado por 28 Pak 35/36, 37 instructores y 21 PzKpfw I Ausf. B, el nuevo modelo que, por así decirlo, venía calentito y recién salido de fábrica ya que, como se comentó en la entrada anterior, hacía apenas un año que se habían empezado a distribuir las primeras unidades en el ejército alemán. Este material arribó en Sevilla a bordo del mercante "Urania" el 25 de aquel mismo mes, y fue rápidamente enviado a la base de Las Arguijuelas para terminar de formar una tercera compañía. El 1 de octubre de 1937 se formó el que sería el Batallón de Carros de Combate al mando del comandante José Pujales Carrasco con personal del Regimiento de Infantería Argel Nº 37, siendo enviados a Cubas de la Sagra, cerca del Frente de Madrid, donde lógicamente eran más necesarios una vez que los tripulantes fueron debidamente adiestrados por los instructores de von Thoma. 


Un tedesco del Gruppe Thoma en plena sesión de adiestramiento. Junto al
instructor aparece un oficial español que quizás actuase además como
intérprete
La misión de la base de Las Arguijuelas empezó a finalizar en los primeros meses de 1937, quedando reducida a un mero depósito de material con un destacamento para su custodia. Los primeros 72 carros enviados con el Panzer Gruppe Drohne fueron el germen de la fuerza acorazada nacional y, aunque combatieron en manifiesta inferioridad con los T-26 y los BA-6 enviados por el padrecito Iósif al gobierno republicano, se batieron el cobre a base de bien. Tras los dos primeros envíos fueron recibidas cuatro remesas más a través de la HISMA. En agosto de 1937 habían llegado al puerto de Vigo 18 PzKpfw I Ausf. A que fueron enviados a Cubas de la Sagra, donde el Gruppe Thoma había establecido su nueva base y se había creado un Centro de Instrucción y Reserva de Carros y Anticarros. En la misma fecha llegaron otros 12 al puerto de Sevilla que, del mismo modo, fueron remitidos inmediatamente a la base madrileña. Con este material se pudo formar una cuarta compañía, aumentar en dos carros las tres compañías que ya existían y dejar 8 vehículos de reserva. A finales de ese año se recibieron 10 unidades más y, por último, en enero de 1939 llegaron otros 20 carros junto a una quincena de motores para reponer los que estaban ya dando las boqueadas. En total se recibieron 122 carros: un ohne Aufbau de instrucción, 3 Panzerbefehlswagen I Auf. A, 97 PzKpfw I Ausf. A y 21 PzKpfw I Ausf. B. Al final de la contienda aún estaban operativos 84 unidades que se mantuvieron hasta los años 50 cuando, a raíz de la importación de material yankee, se pudieron dar de baja todos los fósiles que aún perduraban de la contienda civil.


Distintivo y prenda de cabeza del Panzer Gruppe Drohne
Bueno, con esto terminamos por hoy. Como hemos visto, los envíos de material para suministrar al Gruppe Imker estuvieron siempre envueltos en un secretismo que da lugar a muchas interpretaciones porque el ciudadano Adolf no solo no pretendió ocultar su ayuda al bando nacional, sino que no se privó de hacer un recibimiento por todo lo alto a los miembros de la Legión Cóndor a su regreso a Alemania con una fastuosa parada militar encabezada por su comandante supremo, el general Wolfram, freiherr von Richthofen (era primo del famoso Manfred). De ahí que, como comentábamos al principio, quizás le interesaba especialmente mantener en secreto las nuevas tácticas predicadas por Guderian y desarrolladas con más o menos dificultad por von Thoma debido a que los militares españoles seguían también empeñados en que los carros debían estar al servicio de la infantería, lo que impidió en más de una ocasión sacarles mucho más partido si bien, como ya se ha dicho, su manifiesta inferioridad tanto en armamento como en blindaje respecto a sus enemigos tampoco facilitaba mucho las cosas. Y de ese tema hablaremos en el siguiente artículo para, a modo de colofón, dar pelos y señales de lo complicado que tuvieron los carristas del ejército nacional enfrentarse a los republicanos provistos de material mucho más potente y, encima, en más cantidad.

Ya'tá.

Hale, he dicho

Monografía completa pinchando exactamente aquí: AQUÍ


PzKpfw I Ausf. A conservado en el Museo de Medios Acorazados ubicado en la base de "El Goloso", en Madrid.
Foto cortesía del Sr. CSF

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