jueves, 29 de marzo de 2012

Partes del castillo: la escaraguaita y el borje





La escaraguaita, palabro bastante raro y de ignota etimología (ni siquiera aparece en el diccionario de la RAE, si bien eso es irrelevante), aparece a lo largo del siglo XIV a fin de dotar a las torres del homenaje o las casas fuertes de un elemento de flanqueo eficaz, tanto para cubrir ángulos muertos como para la defensa del edificio. Como podemos ver en la foto de cabecera, correspondiente a la torre del homenaje del castillo de Peñafiel, se trata de unas pequeñas torres o borjes macizos apoyados sobre lámparas, como es este caso, o ménsulas. Su finalidad es más que evidente: la torre del homenaje convencional carecía de las torres de flanqueo propias de las murallas. En caso de que el castillo fuera invadido por el enemigo y siendo ésta torre el último reducto defensivo, la abundancia de ángulos muertos en el mismo podían permitir a los asaltantes aproximarse con casi total impunidad. Salvo el habitual matacán sobre la puerta de acceso, o los situados en los flancos, no había nada que impidiera al enemigo llevar a cabo cualquier intento para penetrar en la torre.

Si observamos el plano inferior lo veremos con más claridad.

A la izquierda tenemos una torre a la que se ha dotado a sus esquinas de estos elementos defensivos. Son tan pequeños que en su terrado apenas cabe un hombre, dos a lo sumo, y para acceder al mismo es precisa en muchos casos una escala de mano, ya que no dispone de espacio ni para una escalera de fábrica. En el detalle central vemos como el mínimo parapeto está cortado para permitir el acceso al terrado. La base de la torre puede disponer en sus esquinas de un alambor que impida la aproximación por esa zona, ya que son los únicos ángulos muertos que quedan en todo su perímetro. De ese modo, desde las escaraguaitas no solo se controla el contorno de la torre sino que, además, se puede hostigar desde ellas a los que intenten aproximarse con disparos de ballesta o arrojando sobre ellos cualquier cosa disponible que los disuada de proseguir su avance.

Las escaraguaitas no sólo podían ubicarse en las esquinas, sino también en el centro de cada cara de la torre a fin de aumentar su eficacia defensiva. Con el paso del tiempo y habiendo perdido su utilidad por la proliferación de la artillería, pasaron a ser más un elemento decorativo que defensivo. Tras la desaparición de las fortificaciones neurobalísticas, la escaraguaita se convirtió en las garitas típicas de los fuertes pirobalísticos, si bien en este caso su misión era simplemente la de albergar bajo cubierto a los centinelas. Su mínimo espacio interior no permitía siquiera sacar el fusil por la aspillera de observación, como podemos ver en la imagen de la derecha, que muestra una de las garitas del fuerte de Nossa Senhora de Graça (Elvas, Portugal). Se aprecia perfectamente que su interior es tan reducido que apenas permite alojarse en el mismo a un hombre, y no precisamente corpulento.

De la misma época que las escaraguaitas datan los borjes, término procedente del árabe borj y que no significa otra cosa que torre. El borje era una estructura similar, si bien de más diámetro que la primera, y que se proyectaba hasta la base de la torre o la muralla en la que estaba ubicado. Aunque generalmente macizos, también podían ser huecos para albergar en su interior escaleras de acceso a plantas superiores de una torre. En esos casos veremos en ellos como diversas aspilleras se abren a diferentes alturas, no solo para dar luz al angosto interior de los mismos, sino también para, desde ellas, hostigar al enemigo.

El plano de la izquierda nos permitirá ver con más claridad en qué consistían. En este caso, están representados reforzando una torre del homenaje, cuatro en las esquinas y otros cuatro en el centro de cada flanco. Al ser macizos, además de su misión defensiva proporcionan una mayor resistencia estructural al edificio actuando como contrafuertes. No debemos confundir los borjes con las torres de flanqueo de planta semicircular que vemos en algunas murallas, estas últimas de mayor diámetro. Conviene añadir que la planta tanto de las escaraguaitas como los borjes no siempre era circular, sino también cuadrángular o prismática. También era habitual la combinación de ambos elementos, pudiendo una torre disponer de borjes en sus esquinas y escaraguaitas en los flancos. Concluir comentado que los borjes no solo los encontraremos en edificios militares, sino también en otros de tipo civil o religioso. En éste último caso, son muy habituales en grandes templos para dar cabida en su interior a las escaleras de acceso a las bóvedas o zonas altas de los mismos, como pudimos ver en las entradas dedicadas a los altos de la catedral de Sevilla.

Ahí dejo algunas fotos que pueden resultar bastante ilustrativas:



Castillo de Óbidos, Portugal. En la imagen podemos apreciar la cara sur del castillo, en la que vemos cuatro borjes posiblemente añadidos en fecha posterior a la construcción del mismo. Uno de ellos, desmochado, une la muralla con la torre del homenaje, anulando así el ángulo muerto de esa esquina. Los otros tres, uno en la esquina opuesta y los otros dos en el flanco, refuerzan el conjunto y le dan protección.


Castillo de Villagarcía de la Torre (Badajoz), edificado en el siglo XV por los Ponce de León. Cara norte del recinto, reforzada por tres borjes actualmente desmochados. Obviamente, su proyección superaba la altura de la muralla.


Monasterio fortificado santiaguista de Calera de León (Badajoz). En este caso, vemos como este borje ha sido construido a fin de albergar una escalera en su interior. El primer cuerpo, hasta el friso, es macizo. A partir de ahí vemos como varias aspilleras delatan por su posición una escalera de caracol que permite el acceso a la zona superior del edificio.

Bueno, no creo que se me haya pasado nada importante, así que se acabó lo que se daba.

Hale, he dicho

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