lunes, 26 de noviembre de 2012

Héroes II. Paul Tibbets


Puede que muchos no tengan ni idea de quién fue el coronel Paul Warfield Tibbets, pero si les digo que fue el piloto que llevó al Enola Gay sobre Hiroshima, ya sabrán de quién hablo. Y a continuación, muchos se preguntarán: ¿ y qué tuvo este sujeto de héroe? Para mí, nada. No fue más héroe que cualquier piloto de combate y, a mi parecer, mucho menos que cualquier infante de marina que se dejaba el pellejo en Okinawa o en Normandía. Sin embargo, sus paisanos lo consideraron un héroe, y de los gordos, a pesar de que lo más cerca que vio a sus enemigos fue a varios miles de metros de altura. Veamos como y por qué, y qué acontecimientos tuvieron lugar para ello...


De forma muy resumida, diré que el general Groves (foto de la izquierda), director del Proyecto Manhattan, eligió a Tibbets para entrenar a una serie de tripulantes de B-29 a fin de, llegado el momento, lanzar las bombas. El proyecto era tan secretísimo que ni el mismo Tibbets sabía al 100% de qué iba la cosa, y las tripulaciones absolutamente nada. Tibbets fue elegido, además de por su pericia como piloto, por su férreo sentido de la disciplina y su enorme capacidad de trabajo, que le llevaba a tales niveles de perfeccionismo que su matrimonio empezó a hacer aguas para, años más tarde, acabar divorciándose. Pero Groves acertó con su elección, y fue capaz de preparar dos tripulaciones para inaugurar la Era Atómica. 


El hombre destinado a pilotar el avión con destino a Hiroshima era en realidad el capitán Robert Lewis (foto de la derecha), pero Tibbets, siempre obsesionado con la perfección, decidió a última hora ser él mismo el que pilotase el B-29 de Lewis, que actuó como copiloto muy a su pesar, ya que era un tipo bastante arrogante y autosuficiente. Además, le sentó como un tiro que Tibbets, horas antes de partir, bautizase su avión con el nombre de su madre, Enola Gay , la cual jamás podría imaginar que su persona pasaría a la posteridad con tan siniestras connotaciones. Al ser el aparato de Lewis, por mera cuestión de cortesía profesional debía, al menos, haberle pedido, si no su permiso, su opinión al respecto.




La Little Boy en el momento de ser cargada en la
bodega de bombas del Enola Gay
El único riesgo de la misión era en realidad que nadie, ni los mismos que fabricaron la bomba Little Boy, sabían si iba a funcionar, o si estallaría en pleno vuelo. La superioridad aérea en aquel momento era tan abrumadora por parte de los Estados Unidos que el avión partió sin escolta de cazas. Con él salieron dos B-29 más con equipos de filmación, científicos y demás personal para comprobar el éxito o el fracaso de la misión, más otros tres cuya misión era ir de avanzadilla para ver cual de los tres blancos elegidos era el más adecuado para el lanzamiento, ya que ese día una gran parte del Japón estaba cubierto de nubes. El bombardeo podría realizarse por radar, pero Tibbets estaba empeñado en hacerlo de la forma convencional para asegurar el tiro. O sea, que muchos más riesgos corría un piloto de un P-51 escoltando una escuadrilla de B-17 sobre Berlín, o las mismas tripulaciones de los B-17.


La bomba fue lanzada a las 08:15 horas del 6 de agosto de 1945, estallando 55 segundos más tarde a unos 500 metros de altura. Al volver a la base, Tibbets fue condecorado por el general Spaatz nada más bajarse del avión con la medalla de Servicios Distinguidos. Pero, en realidad, Tibbets fue solo una parte más del engranaje, ya que hubo otros protagonistas tanto o más importantes que él mismo en el Enola Gay y que son mucho menos conocidos:

El mayor Thomas Ferebee fue el que en realidad lanzó la bomba, apuntando a través de su visor Norden. Ferebee apretó el botón que nos hizo entrar en la Era Atómica, y el capitán de la Armada William Sterling Parsons el encargado de armar la bomba una vez iniciado el vuelo. Como es lógico, sin su intervención podría haber pasado cualquier cosa. El capitán Theodore Van Kirk, navegante, fue el que llevó al Enola Gay sobre la vertical de Hiroshima. Aparte de estos, el resto de la tripulación y varios científicos y militares embarcados como observadores para ver el espectáculo. Así pues, Tibbets no "lanzó" nada. Pilotó el avión hasta donde Van Kirk le indicó mientras Parsons armaba la bomba y, una vez llegados a la vertical del blanco, Ferebee fue el que dejó caer la Little Boy, desencadenando el primer apocalipsis artificial de la historia. 

Así pues, ¿fue Tibbets un auténtico y verdadero héroe? Bajo el baremo por el que se suele medir a los héroes, diría que ni él ni ninguno de los que formaron parte de la tripulación lo fueron. En puridad, salvo por el riesgo de llevar a bordo un arma nueva cuya fiabilidad era un enigma, su misión no fue diferente a la de cualquier otra misión de bombardeo o incluso con un riesgo muy inferior debido a que, a esas alturas de la guerra, la defensa antiaérea japonesa no solía abrir fuego contra un avión en apariencia despistado a fin de no malgastar munición, de la que andaban ya muy escasos. Sin embargo, Tibbets fue el rey de la fiesta a pesar de que otros muchos corrieron los mismos riesgos: su misma tripulación, las de los aviones de acompañamiento y el equipo de científicos y observadores. Vemos pues como el destino designa para pasar a la historia al personal por puro capricho. No voy a menospreciar el mérito de Tibbets en su implicación en el Proyecto Manhattah, pero a mi entender hubo miles de verdaderos héroes totalmente anónimos que no recibieron ni una palmada en la espalda.

Abajo tenemos la tripulación al completo del Enola Gay:





De pie, de izquierda a derecha:

Mayor Thomas Wilson Ferebee, bombardero.
Capitán Theodore Van Kirk, navegante. 
Coronel Paul Warfield Tibbets, piloto. 
Capitán Robert A. Lewis, copiloto. 

En cuclillas, de izquierda a derecha:

Sargento Técnico George R. Caron, artillero de cola. Jamás se quitaba su gorra de los Brooklyn Dodgers.
Sargento Joseph S. Stiborik, operador de radar.
Sargento técnico Wayne Duzenberry, ingeniero de vuelo.
Soldado de 1ª clase Richard Nelson, operador de radio.
Sargento Robert Shumard, ayudante del ingeniero de vuelo.

Curiosidades:

Los blancos elegidos para el primer ataque eran, por orden de prioridad, Hiroshima, Kokura y Nagasaki. Las nubes libraron a las dos segundas de vaporizarse ese día, pero a Nagasaki le llegó el turno tres días más tarde porque, una vez más, el cielo de Kokura estaba totalmente cubierto y en esa ocasión sí era el objetivo principal . En Kokura, supongo que desde ese día le harían un monumento a las borrascas. Las nubes la salvaron por dos veces de la aniquilación.

Los tres B-29 que actuaron como exploradores meteorológicos fueron el Straight Flush, pilotado por el mayor Claude Eatherly (Hiroshima), el Jabbit III, pilotado por el comandante John Wilson (Kokura), y el Full House, pilotado por el comandante Ralph Taylor (Nagasaki).

Claude Eartherly acabó bastante tocado del seso, con una grave esquizofrenia debido a su participación en el ataque, si bien su misión solo consistió en comunicar el estado del tiempo sobre el objetivo. De hecho, ni siquiera tuvo que esperar la llegada del Enola Gay, ya que la orden era que, una vez comunicado el estado del tiempo sobre el blanco, volver a la base enseguida. Padecía tal sentimiento de culpa que hasta enviaba parte de su sueldo a Hiroshima, y estuvo bastante comprometido con movimientos pacifistas y antinucleares.

Los aparatos que acompañaron al Enola Gay fueron el Great Artiste y el Number 91. En éste último iba el equipo fotográfico para inmortalizar el apocalipsis, y en el primero equipos de medición y demás chismes científicos.

Las tripulaciones fueron informadas de la realidad de su misión el 4 de agosto, si bien solo se les dijo que iban a lanzar una nueva arma de un inmenso poder destructor, capaz de arrasarlo todo en un radio de 5 Km. Cuando vieron la película rodada durante la primera prueba en Los Álamos, se quedaron todos acojonados.

Un científico de origen español formaba parte del equipo de investigadores que participó en el ataque: Luis Álvarez, hijo de un cirujano español de la clínica Mayo que desarrolló un sistema de control de aproximación a tierra que fue usado en todos los aeropuertos del mundo. Para que luego digan que los españoles no inventamos cosas chulas.

Tibbets llevaba consigo una pequeña caja metálica con 12 cápsulas de cianuro para, caso de ser derribados, dar a la tripulación la opción de suicidarse antes de caer en manos japonesas. El secreto atómico jamás debía ser desvelado. 

Los aviones exploradores despegaron de Tinian a las 01:37 horas del 6 de agosto. El Enola Gay encendió los motores a las 02:27, y despegó a las 02:45. El Great Artiste y el Number 91 lo hicieron a las 02:47 y las 02:49 respectivamente.

La referencia del blanco para Hiroshima era el puente Aioi, en forma de T. Un blanco perfecto para ajustarlo al visor Norden de Ferebee.

La bomba fue lanzada exactamente a las 08:15:17 horas. Tras caer 9.600 metros, detonó a las 08:16:43 sobre la clínica Shima, situada a 200 metros del blanco. Todos los ocupantes de la clínica fueron vaporizados por la temperatura de varios miles de grados alcanzada en el momento de la explosión.

A las 14:58, el Enola Gay aterrizó en Tinian, habiendo permanecido en vuelo 12 horas y 13 minutos. Gastó 23.000 litros de combustible. A 1,50 que está la gasofa sin plomo, serían 34.500 pavos. Una pasta, ¿no?

La famosa frase pronunciada por el artillero de cola de "Dios mío, ¿qué hemos hecho?", fue al parecer una leyenda. El que sí se manifestó fue Lewis, que al ver el resplandor (el único que vio de verdad la explosión fue el artillero de cola) dijo algo así como "¡Vaya pepinazo!"

Ni Ferebee ni Tibbets manifestaron jamás el más mínimo sentimiento de culpa. Es más, Tibbets no dejó de repetir hasta su muerte, a los 92 años, que volvería a llevar a cabo su mortífera misión sin dudarlo. 

Finalmente, comentar que casi nadie sabe el nombre del B-29 que lanzó la Fat Man sobre Nagasaki tres días más tarde, y sin embargo fue, en teoría, igual de héroe que Tibbets. El avión fue el Bock's Car, y su piloto el mayor Charles W. Sweeney, el mismo que pilotó el Great Artiste en el ataque a Hiroshima, por lo que fue el único miembro del equipo que participó en las dos misiones. Y cuando regresó a destino, en vez de ponerle la medalla de turno, se ganó una bronca monumental porque dedicó más tiempo del ordenado a esperar a uno de los aviones de acompañamiento, el Big Stink, lo que hizo que, prácticamente sin combustible, tuviera que realizar una aterrizaje que casi acaba en tragedia.

Hale, he dicho



No hay comentarios: