lunes, 10 de diciembre de 2012

Simbología 2. La catedral de Sevilla. La Puerta del Perdón



Cuando visitamos un templo gótico, una de las cosas que más admiración suelen despertar en nosotros son las puertas. Esas magnificentes puertas atestadas de imágenes, símbolos, etc. que nos dejan absortos durante largo rato. Sin embargo, nos solemos encontrar con un dilema, y es no tener ni la más remota idea de quiénes son los representados, o qué quiere decir la escena que aparece en el tímpano de la puerta. 

A veces no es fácil porque saberse de memoria la simbología que conlleva una determinada imagen no es cosa baladí, pero en estas entradas referentes a las puertas de la catedral hispalense posiblemente se pueda aprender a identificar a bastantes personajes por su apariencia, actitud, o algún objeto que lleven en las manos. Otra cuestión es la simbología esotérica que, según muchos aficionados a esos temas, está siempre presente en las catedrales góticas. Pero como de esoterismo no tengo ni puñetera idea, dejo eso para los que sepan más sobre esa cuestión. Yo me limitaré a lo tangible, que ya es bastante.

Empezaremos con la que quizás sea la puerta más facilita de las diez con que cuenta el edificio, la Puerta del Perdón, que da acceso al Patio de los Naranjos. Vamos al tema...



Ahí tenemos la puerta en cuestión, vista desde la calle Hernando Colón, que la enfila directamente. Antes de nada, un poco de su historia. La Puerta del Perdón es, en cierto modo, la más antigua de la catedral tanto en cuanto es una reforma de al antigua puerta almohade que daba acceso al sahn, o patio de abluciones de la mezquita. Entre 1519 y 1522 se comenzó la primera de las reforma que fue sufriendo a lo largo del tiempo, añadiéndole las yeserías del arco de herradura, el relieve  y las estatuas. Su autor, el maestro Miguel (hay cierta controversia sobre si era Miguel Perrin o Miguel Florentín), cobró la cifra de 25.000 maravedises por el trabajo. Posteriormente, entre 1578 y 1579 se llevó a cabo la espadaña, y en noviembre de ese año el maestro rejero Juan Barba concluía la veleta y la cruz que va sobre el campanario. A todo el cojunto se le añadieron algunos elementos pictóricos hoy desaparecidos, así como labores de dorado y policromado en toda la estatuaria, la cual está fabricada con terracota.

Hecha esta breve reseña histórica, veamos la estatuaria:



Como algunos quizás ya sepan, era habitual representar a los santos con un aspecto digamos, estándar, a fin de que fuesen fácilmente identificados. A eso, añadían algún objeto o símbolo para que no quedase lugar a dudas. Así pues, en la imagen derecha tenemos a San Pedro. Suele ser representado con el pelo y la barba cortos, así como con la coronilla clareada que, a veces, le deja solo un mechón de cabello sobre la frente. Su gesto suele ser un tanto iracundo. Y, por supuesto, siempre lleva en una mano las llaves del Cielo salvo en conjuntos iconográficos del prendimiento, que cambia la llave o las llaves por la espada con la que cortó la oreja al sayón que quería prender a Cristo.









En el lado opuesto tenemos a San Pablo, el cual es sistemáticamente representado como un hombre calvo, con una barba larga y puntiaguda. En la mano porta una espada, arma con la que fue decapitado. Ello fue debido a que, por su condición de ciudadano romano, no podía sufrir la infamante muerte en la cruz. Así pues, apelando a su ciudadanía, pidió ser ejecutado como un romano más, a los que solo se podía liquidar mediante la espada. 














Por encima de ellos tenemos una escena que representa la Anunciación. Encima de Pedro aparece el arcángel Gabriel sobre una peana y cubierto por un doselete. Como vemos en la foto, porta en su mano izquierda el rollo con el mensaje divino. La derecha está como señalando, pero en realidad esa pose, según la simbología de la época, era señal de diálogo o de explicación (ya hablaremos de la simbología de las manos, es bastante interesante). O sea, le está explicando a la Virgen el mensaje enviado por Dios. Enrollada en su ala izquierda aparece una cartela que, posiblemente, en su día llevase pintada alguna invocación o quizás el nombre del autor. Esta forma de representar al arcángel es un tanto peculiar en lo tocante al rollo con el mensaje. Lo habitual es que porte en esa mano uno o varios lirios, señal de pureza.







Sobre Pablo tenemos a la Virgen, también sobre peana y cubierta por un doselete. Su pose es la habitual en las representaciones de la Anunciación: con una mano en el pecho (pueden ser las dos cruzadas sobre el mismo) como señal de sumisión, y con un libro abierto en la mano, símbolo de sumisión a la ley de Dios. En caso de tener la imagen policromía, la combinación de colores más habitual es la túnica roja y el manto azul. Ambas figuras, Gabriel y la Virgen, mantienen la posición habitual entre hombre y mujeres, estas últimas siempre a la izquierda del varón.















Y coronando el conjunto aparece el relieve que refleja la expulsión de los mercaderes del templo. A la izquierda aparece un Jesucristo que enarbola un látigo desaparecido mientras que los mercaderes recogen a toda prisa sus bártulos y animales para salir echando leches. Tras Jesucristo, con una aureola en la cabeza, aparece un apóstol que, al ser representado sin barba, no puede ser otro que Juan. Es el único de los doce apóstoles imberbe o, a lo sumo, con una diminuta perilla en la iconografía del siglo XVIII. La escena en sí es de lo más convencional, fuera aparte del tremendo realismo con que está elaborada. Sin embargo, hay algunos detalles curiosos. Veamoslos:



Sobre la arcada del templo aparecen dos rosetones con sendos bustos en plan estilo renacentista. Puede que hagan referencia a David y su hijo Salomón, constructor del templo de Jerusalén. O igual son un autorretrato del escultor y su ayudante, que esta gente eran muy dados a representarse a sí mismos a la primera oportunidad.




El otro lo podemos contemplar justo encima de Cristo, a través de uno de los arcos del templo y que se supone representa las murallas de Jerusalén ¡vistas desde fuera!, como si el templo estuviera a extramuros de la ciudad. Y, como se puede ver, dicha muralla representa fielmente una fortaleza de transición, con merlones aspillerados,  troneras de palo y orbe y buzones artilleros. 
Era bastante habitual en aquella época representar los hechos bíblicos en un entorno contemporáneo, incluyendo estilos arquitectónicos y la vestimenta de la soldadesca. Sería como si ponemos esa misma escena, elaborada actualmente, con un fondo en el que aparecen las Torres Kío o las tropas de Herodes con uniforme de camuflaje y armados con fusiles de asalto.

Finalmente, todo el conjunto está rematado por dos jarrones con azucenas y, en el centro, la Giralda, que aparece con su morfología actual ya que la puerta fue concluida unos 40 años después de que Hernán Ruiz convirtiera el minarete almohade en una de las torres más famosas del mundo.

Bueno, con lo dicho ya sabemos como podemos identificar algunos santos y el momento de la Anunciación. Ya seguiremos con más estatuaria.

Hale, he dicho...

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