jueves, 27 de octubre de 2016

10 curiosidades curiosas sobre el Mosin Nagant de francotirador

Jefe de una escuadra de tiradores alecciona a dos de sus hombres en una foto de propaganda. Pero, cuestiones de
auto-estima aparte, lo cierto es que estos implacables tovariches acabaron con las vidas de miles de enemigos


Obviamente, los alemanes también tenían
francotiradores de primera clase, como el que le
estampó una bala en plena jeta a esta
desdichada tiradora rusa
Justo es reconocer que si hay un fusil identificado con los tiradores selectos es, fuera de toda duda, el Mosin-Nagant. A pesar de que no era ni remotamente el arma más precisa, ni la mejor acabada ni la que montaba la mejor óptica, lo cierto es que en manos de hombres como Vasili Grigórievich Záitsev o mujeres como Lyudmila Mijailovna Pavlichenko dieron finiquito a miles de tedescos, y sus listados de víctimas alcanzaron niveles envidiables para cualquier tirador de élite incluso en nuestros días, donde tanto armas como equipos de puntería parecen sacados de películas de ciencia-ficción comparados con los usados por los francotiradores rusos, que se tenían que valer de su ojo experto para calcular distancias y de su instinto para colocar la bala a un enemigo en movimiento a cien, doscientos metros o incluso más. Así pues, al hilo de la entrada anterior dedicada al certero John Dyott, y siendo como era un arma especialmente significativa, que menos que dedicarle una entrada de curiosidades curiosas para callarle la boca al cuñado que se ha visto 39 veces "Enemigo a las puertas".

Vasili Záitsev, el más icónico francotirador ruso
aunque no el más letal, era prácticamente un
desconocido en Occidente hasta que lo encarnó
Jude Law, cuyo parecido con el original es
mera utopía como se puede ver.
1. El origen de esta versión del fusil Mosin-Nagant 1891/30 se remonta a 1932, cuando se decidió incluir en el Plan Quinquenal de turno la modificación de una serie de armas destinadas a grupos de tiradores selectos. Como ya sabemos, y si no lo saben yo les informo, en la Rusia soviética no se fabricaba nada que no estuviera incluido en los Planes Quinquenales incluyendo hasta los cordones para los zapatos, así que se especificaron las modificaciones preceptivas para llevar a cabo las mismas que, en realidad, solo consistían en cambiar la palanca del cerrojo, recta y perpendicular al arma, por una acodada a 90º para permitir la apertura del cerrojo con un visor encima. La producción inicial se limitó a 789 unidades, si bien durante todo el tiempo que duró la misma la cifra aumentó hasta los 185.000. Fueron manufacturados en los arsenales de Tula e Iszevsk, cesando la producción en 1947 aunque en muchos países aún siguen operativos, sobre todo en aquellos que no andan sobrados de medios económicos o en manos de talibanes y demás chalados.

2. Salvo la modificación de la palanca del cerrojo, estos fusiles no recibían ningún acabado especial ni salían de fábrica con los disparadores afinados o cualquier otra virguería que permitiese aumentar su precisión. La realidad es que se limitaban a seleccionar los ejemplares más precisos de cada serie y santas pascuas, así que, tras llevar a cabo las pruebas de precisión, les estampaban en la parte superior delantera del cajón de mecanismos las letras en cirílico СП, que en alfabeto latino equivalen a SP, o sea, Snayperskya Provernaya, que significa testado para su uso por francotiradores. Por cierto que, como ven, los rusos copiaron el término yankee para referirse a los francotiradores, sniper. Para el que no lo sepa, sniper es una palabra que tiene su origen en el siglo XVIII, cuando los probos colonos yankees se entretenían en abatir snipes para mostrar su excelente puntería. Una snipe es una agachadiza común, una inquieta y huidiza volátil que no se está quieta dos segundos y que, por razones obvias, es muy difícil de acertar de un disparo. 

3. Inicialmente, los camaradas bolcheviques se rascaron el bolsillo para montar en sus fusiles una óptica decente. Entre 1932 y 1935 se instalaron visores de 4 aumentos nada menos que de la firma alemana Carl Zeiss, si bien posteriormente se recurrió a los fabricados por la Emil Busch A.G., los cuales no eran sino una copia del Zeiss. Estos visores tenían, además del correspondiente reglaje en altura y deriva, posibilidad de regular el foco. Pero, al parecer, los rusos no estaban por la labor de gastarse un pastizal en visores, por lo que optaron por fabricar entre los años 1936 y 1940 una copia del modelo alemán eliminando la regulación del foco. Así pues, los primeros modelos fueron denominados como PE (foto superior), siglas de pritsel edenii (visor común), mientras que los que montaban el visor ruso recibían el nombre de PEM, pritsel edenii modernizirovat que viene a significar "visor común modernizado" (foto inferior). Como se puede apreciar, las bases son diferentes ya que en el primer modelo el visor se fijaba mediante una montura de carril atornillada en la parte superior del cajón de mecanismos, mientras que en el segundo se fijaba en el costado del mismo.

4. El visor más conocido es el PU, más pequeño y ligero. Este chisme tenía 3,5 aumentos, y era fijado al arma mediante un montaje lateral muy cómodo y rápido de instalar. Como vemos en la foto de la derecha, la parte delantera de la montura encajaba en el tetón señalado por la flecha izquierda, mientra que el apriete se efectuaba encajando la uña de la montura en la parte trasera y apretando el tornillo para inmovilizarlo. Esto permitía quitar y poner el visor sin que perdiera precisión porque, para los que lo desconozcan, si la posición de este varía aunque sea un miserable milímetro variará el punto de impacto. De ahí que fuera eliminado el sistema primitivo de montura de raíl ya que este es menos fiable y, además, puede moverse como consecuencia del retroceso.

5. Puede que muchos se pregunten qué leches era lo que veía el tirador a la hora de apuntar por su visor. En este caso usaban los tres modelos el mismo tipo de retículo, denominado "retículo alemán" o "poste alemán". El poste, como ya podemos imaginar, es la parte vertical del retículo, mientras que el horizontal actuaba como un rudimentario telémetro para tener una referencia de la distancia al blanco. Se daba una anchura media del torso humano de unos 45 cm., por lo que si una vez colocado el objetivo en el retículo este ocupaba todo el espacio libre entre los dos barrotes horizontales, estaría a 100 metros. Si solo ocupaba la mitad del espacio, 200. De ese modo, el tirador podía establecer con bastante aproximación la distancia que lo separaba del aspirante a víctima. Aparte de eso tendría que hacer las correcciones pertinentes si se desplazaba lateralmente, así como la elevación para compensar la caída del proyectil. En todo caso, esos disparos cuasi milagrosos de más de medio kilómetro son más bien cosa de películas ya que lo habitual eran distancias muchísimo menores. A modo de referencia, en el manual de tiradores del ejército ruso se especificaba que con este visor se deberían efectuar agrupaciones de 10 disparos a 600 metros en un círculo de 35 cm., y eso, naturalmente, sobre un blanco estático, sin la presión del combate y la jindama por ser detectado por un tirador enemigo. Pero la cosa es que a 600 metros la silueta de un hombre es del tamaño de una caca de mosca estampada en el visor, las balas enemigas silban alrededor y las ganas de salir cagando leches en busca de un lugar seguro es muy irritante.

6. Los polifacéticos amantes del silencio, los hermanos Mitin que diseñaron el curioso silenciador para el revólver Nagant que vimos en la entrada dedicada esta arma, también crearon un supresor para el fusil de francotirador, complemento evidentemente muy útil para no ser detectado por los enemigos deseosos de incrustarle una bala en el cráneo a los certeros tiradores soviéticos. El invento lo podemos ver a la derecha y, tal como se puede apreciar, era un artefacto bastante ligero, de apenas 14 cm. de largo y 32 mm. de diámetro. Estaba formado por dos cámaras de expansión separadas por una arandela de goma de 15 mm. de espesor más otra similar al final del tubo, y la fijación al cañón del fusil se efectuaba mediante un sistema de engarce idéntico al de la bayoneta reglamentaria del Mosin, con lo que se ahorraban el trabajo y el gasto de roscar el extremo del cañón. 

M39 finlandés con el visor Physica
7. Checos, húngaros y, especialmente, finlandeses, también fabricaron su versión de francotirador. Los finlandeses en concreto desde antes de la guerra ya que adoptaron ese fusil por ser parte de Rusia hasta su independencia en 1917. Ya en los años 30 empezaron a desarrollar su propio modelo recurriendo, no a un visor convencional, sino a un dióptero de 3 aumentos diseñado para morteros y ametralladoras fabricado por la Physica Oy de Helsinki. Como es evidente, el Physica no era precisamente lo más adecuado para un fusil de francotirador, así que acabaron rascándose el bolsillo y adquirieron buenos visores germanos. Con todo, debieron estar sumamente contentitos con el resultado de sus Mosin ya que, a mediado de los 80, emplearon las acciones de sus viejos fusiles con más años que el hilo negro para montarles cañones pesados e instalar el conjunto en una culata de fibra y demás virguerías modernas. El fusil, denominado como 7,62 Kivääri malli 85 o bien TAK 85 es de ese modo una curiosa combinación de elementos de última generación con el mecanismo de un fusil con más de cien años a cuestas. 

8. Aunque el dióptero Physica no era el elemento de puntería más indicado, curiosamente tenía una retícula mucho más sofisticada que la empleada por los rusos. A la derecha tenemos lo que veía un tirador finés a través de su visor: el retículo era también de poste alemán, pero disponía de un telémetro más refinado, con capacidad para calibrar distancias hasta 800 metros. Para 100 y 200 se recurría al mismo método que los visores rusos, o sea, encajando al objetivo entre los dos postes horizontales, pero a partir de los 300 se usaba como referencia una casa o cualquier objeto de una altura similar. Además, dispone de referencias para la corrección horizontal, necesaria para objetivos en movimiento, y de una escala para la corrección vertical. Por lo demás, los fineses se mostraron como unos tiradores que no tenían nada que envidiar a los rusos, y prueba de ello es la de estopa que les dieron durante la Guerra de Invierno y que no fue el paseo miliar que esperaba el padrecito Iósif. El mayor escabechador de bolcheviques fue el mítico Simo Hähya, que con un Mosin modelo 28 mandó al carajo a más de 500 soviéticos para hacer compañía al siniestro phantasma del camarada Lenin. 

10. A la derecha vemos a dos yankees con jeta de satisfacción mostrando a la peña un Mosin Nagant de francotirador arrebatado a algún malvado vietcong. Aunque calcado al modelo 1891/30 ruso, en realidad es un modelo 48 húngaro, fabricado a principios de los años 50 por la Fémaru-Fegyver és Gépgyár de Budapest. Al parecer, fue el gobierno húngaro y no el ruso el que suministró grandes cantidades de armas de este tipo a aquellos comunistas canijos para que pudieran liquidar a mogollón de yankees corpulentos ahítos de judías con jamón. Por cierto que deberían darles vitaminas para disparar esos chismes, porque puedo asegurar que el retroceso de un Mosin es bastante desagradable, así que para un vietnamita de metro y medio y 50 kilos de peso debe ser traumático.

Bueno, creo que con estas diez curiosidades curiosas el cuñado irredento tendrá que verse otras 28 veces más "Enemigo a las puertas", con lo que nos libraremos de él al menos un mes o dos.

Hale, he dicho

Grupo de tiradoras armadas con el modelo 91/30 PU. Estas adustas señoritas bolcheviques tenían más peligro que una
mamba negra con moquillo y, de hecho, sus listas de víctimas no tenían nada que envidiar a los de sus colegas varones.
No obstante, su número de bajas fue abrumador: un 75% de ellas no llegaron a ver el final de la guerra, por lo que de
las cuatro eficientes señoritas de la foto volvería a casa solo una

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