martes, 1 de noviembre de 2016

El ejército visigodo


Batalla de Vouille, en 507, en la que el rey franco Clodoveo
derrotó y mató al visigodo Alarico II. El resultado de esta
batalla fue clave para el desplazamiento de los visigodos
hacia la Hispania y, por ende, la creación del reino de Toledo
No hace mucho se publicaron dos entradas acerca del armamento empleado por los visigodos que dominaron la Hispania tras la caída del Imperio, concretamente sobre las armas enastadas y las hachas. Pero antes de proseguir con el estudio de los útiles destinados a masacrar bonitamente a sus enemigos conviene ponernos al tanto de como era su organización militar, tema este que suele ser uno de los grandes desconocidos del personal ya que, mientras que los romanos dejaron un completo y extensísimo legado en lo referente a su estructura militar, estos bárbaros no se distinguieron precisamente por su afán informativo. Así pues y sin más dilación vamos al grano.

Guerrero visigodo
Para comprender la estructura militar de los visigodos debemos remontarnos a los tiempos en que aún andaban a la gresca con sus otrora acérrimos enemigos, los romanos. Entre los pueblos germánicos no existía nada parecido a la compleja organización de las legiones. De hecho, carecían de cualquier tipo de ejército permanente, o siquiera algo similar a una milicia que pudiera intervenir de forma inmediata en caso de necesidad mientras que los hombres útiles acudían a la llamada de las armas. O sea, que seguían el típico sistema tribal mediante el cual los hombres unidos por lazos de sangre, amistad o fidelidad hacia un líder, caudillo o como queramos llamarlo, se juntaban formando una tropa más o menos numerosa en base al nivel de poder o influencia de dicho líder. Es lo que se conocía como SIPPE, que sería lo más parecido a lo que entendemos por un clan: personas unidas bajo un patriarca y relacionados unos con otros por su parentesco con el mismo, siguiendo siempre la línea paterna. En la SIPPE estarían también incluidos los siervos de su casa que, al cabo, le debían fidelidad como si de un pariente se tratase.

Caudillo visigodo
Con el paso del tiempo, la SIPPE dio paso a pequeños ejércitos privados bajo el mando de un magnate, los cuales podían actuar por cuenta propia o unidos con otras mesnadas para formar un ejército de más envergadura reunido mediante una alianza para hacer frente a un enemigo común. Salvo el mandamás, no había lo que se entiende como una estructura de mando sobre unidades de efectivos, sino que un grupo de guerreros de más prestigio decidía en consejo de guerra previo a la batalla quiénes ostentarían el mando de los diversos grupos de combatientes en función de su armamento, pero nada más. Como es lógico, un ejército semejante poco podía hacer en campo abierto contra la más perfecta máquina militar de su tiempo, así que optaban por lo que les resultaba más factible: emboscadas y hostigamiento, pero poco más. Solo cuando las legiones romanas entraron en franca decadencia fue cuando los germanos pudieron de verdad enfrentarse a ellos con posibilidades de éxito, como así fue.

Saqueo de Roma a manos del rey Alarico. Esta acción fue
consecuencia del incumplimiento por parte de los romanos
del FOEDVS firmado con el monarca visigodo
Hacia el siglo IV, cuando los pueblos germanos y Roma se federan unos con otros por la evidente debilidad de esta última, es cuando sus belicosos vecinos empezaron a adoptar en ciertos aspectos algo similar a la organización de las legiones si bien nunca llegaron a tener ejércitos permanentes de semejante tamaño. Esta federación o FŒDVS firmada por los emperadores y los caudillos godos supuso la integración de estos en la nobleza romana, así como la de sus tropas en la estructura militar imperial. Esto no solo proporcionará a los jefes tribales germanos un gran prestigio personal, sino un considerable aumento de sus riquezas que, a su vez, les permitió ver aumentados los efectivos de sus ejércitos personales y, por ende, su poder. De ese modo, los que antaño fueron simples cabecillas al mando de pequeños grupos armados unidos solo por vínculos familiares se vieron formando parte de la aristocracia al mismo nivel que los OPTIMATES romanos que, desde hacía siglos, dominaban el mundo. Así pues, tras su integración en el ejército romano, estos caudillos godos pasaron a formar parte de la élite militar que ostentaba el mando de las tropas.

Tropas visigodas. La caballería tuvo especial importancia
en el ejército visigodo ya que estaba basado principalmente
en la capacidad de maniobra
Bien, este sería el embrión de lo que posteriormente se convertiría en el ejército visigodo, que a partir del siglo IV ya había empezado a estructurarse de una forma racional copiada, naturalmente, de los romanos. De ese modo, adoptaron un sistema decimal dividiendo las tropas en DECANIA, CENTENAS y MILLENAS bajo el mando de DECANVS, CENTENARIVS y MILLENARIVS siguiendo un esquema tardío bajo-imperial si bien, al parecer, el número de efectivos no tenía que ser necesariamente de diez, cien o mil hombres; de hecho, incluso hoy día hay siempre diferencias entre la cantidad teórica de hombres que componen una unidad y los que en realidad forman parte de la misma. Hacia el siglo VI surgió otro tipo de unidad, la QVINGENTENA, en teoría nutrida por 500 hombres al mando de un QVINGENTENARIO, sin que tengamos noticia de los motivos por los que se formó esta nueva partición si bien es posible que se debiera a la disminución de los efectivos de determinados OPTIMATES y optaran por la eliminación de las MILLENAS o bien por la sustitución de estas por una unidad menor.

Aspecto de un rey visigodo según
la Crónica Albeldense,
concretamente el rey Égica
Pero, por otro lado, hay constancia de que ya en el siglo V los ejércitos visigodos no solo se nutrían de hombres libres conforme a las costumbres ancestrales de los germanos, sino también de siervos o esclavos, procedentes casi con certeza de prisioneros de guerra y libertos, estos últimos unidos por evidentes lazos de lealtad a sus antiguos amos. Estas tropas eran conocidas como THIUFA, palabro derivado del término THIUS, que significa siervo o esclavo. Estos estaban bajo el mando de un THIUFADO que, al parecer, era un funcionario que dependía directamente del monarca el cual le encargaba del reclutamiento y la dirección de estas tropas, lo que supondría disponer de una unidad ligada al rey por lazos de fidelidad, cosa que nunca estaba de más en una sociedad en la que la lealtad se debía al señor natural y no a la corona.

En cuanto a la estructura general del ejército, no hay unanimidad al respecto. Unos autores afirman que se dividía en dos partes: el EXERCITVS, nutrido por las mesnadas de los OPTIMATES y que constituían, por así decirlo, el núcleo de un ejército profesional permanente y, por otro lado, el HOSTIS, formado por las tropas procedentes de las levas organizadas en caso de guerra. Según otros, el ejército visigodo tenía una estructura más simple basada en la THIUFA por un lado y las guarniciones de las ciudades por otro, por lo que la THIUFA formaría una especie de pequeño ejército permanente que dependía directamente del rey. En cualquier caso, el verdadero núcleo del ejército lo seguían formando las comitivas o ejércitos privados de los OPTIMATES cuya lealtad a la corona, las cosas como son, tenía menos solidez que la palabra de un político a la vista de como acabaron más de la mitad de los reyes visigodos. Estas comitivas perduraron hasta el final de la monarquía visigoda, y para su formación cada noble recurría a la mitad de sus siervos entre los 20 y los 50 años, dejando a los otros en sus dominios para que no faltaran hombres que cuidaran de los ganados y las labores del campo. Esta costumbre ya venía de muy antiguo entre los germanos a fin de no descuidar los medios de subsistencia mientras duraba la guerra.

Recaredo en plena conversión al catolicismo, lo que permitió
dejar atrás muchos de los prejuicios de los visigodos hacia
los hispano-romanos naturales de Hispania
Restarían por mencionar los gardingos, rango u oficio sobre el que aún hay menos unanimidad en lo referente a su origen y cometido. Hay opiniones diversas y demasiado enjundiosas para tratarlas a fondo en este espacio tan reducido, así que nos limitaremos a comentar que, básicamente, podrían ser una serie de miembros de la nobleza destinados a formar parte del séquito real que, al mismo tiempo, podrían desempeñar algún tipo de cargo de tipo civil y, llegado el caso, militar en sus respectivas circunscripciones y siempre bajo el control de los DVCES y los COMITES. Otros autores afirman que eran simples funcionarios palaciegos mientras que otros sugieren que podría tratarse de un mero rango o dignidad sin más cometido que hacer la pelota al soberano. En todo caso, lo que sí parece más seguro es que, tras la consolidación de la monarquía visigoda, los gardingos dejaron de ser una figura palaciega para convertirse en una especie de élite que acudía a la llamada regia en caso de guerra para combatir junto al monarca, y a cambio de sus servicios recibiría un feudo de la misma forma que los BVCELARII romanos de las postrimerías del Imperio. Gracias a estos feudos algunos gardingos pudieron ascender en la escala social y llegar a convertirse en nobles, adquiriendo los anhelados rangos de DUX o de COMES. Ojo, no debemos confundir los gardingos con los FIDELES REGIS, una selecta tropa de cien hombres que eran la guardia personal del rey durante la batalla.

Estructura territorial del reino visigodo. Cada provincia se
dividía a su vez en varios CONVENTVS, algo similar a
los actuales partidos judiciales
Bien, esta sería grosso modo la estructura de los ejércitos visigodos de la Hispania. Durante la permanencia de estos belicosos sujetos en la península fue habitual el llamamiento a las armas anual, o sea, que se reunía a las tropas por norma todos los años para llevar a cabo las campañas que el rey estimaba oportunas, generalmente para meter en cintura a vasallos rebeldes o para hacer alguna visita a algún reino vecino. En esos casos se recurría a la REGALIS ORDINATIO, una leva a la que debían acudir todos los OPTIMATES con sus respectivas mesnadas durante el TEMPORE EXERCITVS, o sea, el tiempo que durase la campaña que, por lo general, solía extenderse desde la llegada del buen tiempo en primavera hasta finales del otoño. Conforme a su costumbre ancestral, lo habitual era que el mismo rey se pusiera al frente de su ejército si bien podía delegar en la figura de un DUX EXERCITVS o un COMES EXERCITVS. Estos, caso de ser el monarca el que acaudillase la hueste, le acompañarían como consejeros militares. En caso de que el territorio fuese invadido por una fuerza hostil o estallase una revuelta, el encargado de la defensa sería el DUX de la provincia afectada, el cual tenía potestad para llamar a las armas sin tener que esperar a que el rey dictase la REGALIS ORDINATIO. En estas ocasiones estaban obligados a acudir todos los hombres que viviesen en un radio de 100 millas de donde tenía lugar la agresión o la asonada. No obstante, cabe suponer que se recurría ante todo a los componentes de las guarniciones de las ciudades cercanas por ser tropas profesionales que, además, estaban siempre disponibles, lo que no ocurría con las comitivas de los OPTIMATES. Estas tropas dependían de los COMITES CIVITATIS que, a su vez, estaban bajo el mando del DUX PROVINCIÆ.

Coronación del rey Wamba. Al parecer, fue bajo este monarca
cuando se admitió a los hispano-romanos formar parte
del ejército. Un poco tarde, me temo
En fin, así era el ejército de los visigodos que, por cierto, también acabó nutriéndose de los nativos hispano-romanos a pesar de que, originariamente, se mostraban bastante negados a admitirlos entre las tropas entre otras causas por cuestiones religiosas: los visigodos fueron arrianos hasta tiempos del rey Recaredo, mientras que los hispano-romanos eran católicos. Este desinterés por integrarse con los naturales de la Hispania fue quizás una de las causas por las que los moros se adentraron tan rápidamente en la Península. Una gente que tras más de doscientos años de presencia visigoda en su tierra los seguía viendo como una élite dominante, no iban precisamente a partirse la boca por defenderlos, así que tampoco les importaría mucho ver como les pisaban el pescuezo.


Miniatura medieval que representa a Pelagio
como rey astur
Por último, una mera reflexión. Como todos sabemos, el primer núcleo de resistencia ante el avance moro fue liderado por Pelagio o Pelayo, el noble visigodo que inició la Reconquista. Lo digo porque a más de uno le da la impresión de que hubo un antes y un después a partir del 711, como si los visigodos se hubiesen extinguido de golpe, y los que hicieron frente a la morisma  fuesen otra gente surgida de no se sabe dónde. Sin embargo, como vemos, no fue así. La realidad es que los que se enfrentaron a los moros fueron los visigodos y los hispano-romanos que crearon el reino de Asturias, y que los Fruelas, Bermudos, Silo, Alfonsos, etc. no eran sino nobles visigodos que, tras el colapso del reino de Toledo, se reciclaron en astures si bien nunca he comprendido por qué razón dejaron de lado su procedencia. Como es lógico, si ellos mismos pasaron de tenerse por visigodos, muchos de los que viven 13 siglos más tarde no iban a caer en eso, digo yo. Y no olvidemos que los Fernandos, Sanchos, Ramiros, Alfonsos, etc. que ostentaron las coronas de Castilla, León y Aragón descendían también de estos visigodos que, ya plenamente mezclados con los hispano-romanos, siguieron dando estopa a la morisma hasta echarlos de España.

Bueno, no creo que olvide nada importante, así que me piro.

Hale, he dicho

No hay comentarios: