viernes, 10 de febrero de 2017

Las copias chinas de la Mauser C96


Tropas chinas entrenando con sus Mauser en 1938. Obsérvese
la canana para los peines de 10 cartuchos en la cintura
Creo que las entradas que hemos dedicado a las copias españolas de la famosa C96 quedarían cojas si no se añadiera una más dedicada a las realizadas en China ya que, al cabo, fueron sus conflictos civiles los que impulsaron a las empresas españolas a fabricar este tipo de armas para suministrar al insaciable agujero negro en que se había convertido el gigante asiático. El origen de todo estaba en la llamada Era de los Señores de la Guerra, un periodo que comenzó en 1916 y en el que decenas de facciones lideradas por militares de todos los pelajes se dedicaron a masacrarse bonitamente entre ellos durante décadas ya que, aunque oficialmente el conflicto acabó en 1928, la realidad es que aún perduró hasta los años 40. En cualquier caso, fue una guerra civil bastante compleja y no es este lugar para detallarla, así que bástenos saber que éste fue el precedente que hizo que China se convirtiera en el paraíso de todos los traficantes de armas del mundo, sobre todo durante los años 20.

Dos honolables guelelos a comienzos de la
guela civil. El de la delecha polta en su costado
una Mausel en su funda-culatín. Su apaliencia
es pelín anticuada, ¿veldad?
Debido a su contumaz aislacionismo, China andaba un poco retrasada en lo referente al armamento. A mediados del siglo XIX aún se mataban con flechas y arcabuces de mecha, y solo cuando los países occidentales empezaron a suministrarles armas modernas se dieron cuenta de que estaban más trasnochados que Drácula. No obstante, su capacidad industrial estaba aún muy lejos de cubrir la demanda nacional, y entraron en el siglo XX con una industria armamentística más antigua que el hilo negro. Así pues, y como el conflicto civil iniciado entre los tropocientos señores de la guerra que querían hacerse los amos del cotarro precisaba de un constante y abundante suministro de armas, no se complicaron la vida buscando diseños novedosos y optaron por copiar sin pudor alguno las armas que en aquel momento estaban consideradas como más actuales y eficaces. Antes del estallido de la guerra civil había en China 29 arsenales distribuidos por todo el territorio, de los que ocho disponían de maquinaria adecuada para la fabricación de armas de cualquier tipo mientras que los restantes se limitaban a la producción de piezas para las mismas, así como de llevar a cabo las reparaciones necesarias en las que se averiaban. De modo que, a la vista del panorama, no se andaron con rodeos y optaron por lo más rápido: importar la maquinaria y el utillaje necesarios para fabricar estas armas y contratar en el extranjero a personal cualificado que adiestrase a su mano de obra. De ese modo, el arsenal de Hanyang, un vasto complejo industrial de 16 Ha. de superficie, adquirió a la Ludwig Loewe el utillaje necesario para fabricar el fusil Mauser 1888, mientras que los arsenales de Kiangnam y Taiyuan hicieron lo propio con maquinaria y utillaje procedentes de Estados Unidos, Inglaterra y otras firmas alemanas. De hecho, en estos arsenales se llegaron a fabricar copias de la ametralladora Maxim MG-08 y del fusil ametrallador de origen checo ZB vz.26 que, por cierto, fue copiado en medio planeta incluyendo a España bajo la denominación de FAO (Fusil Ametrallador Oviedo) porque funcionaba estupendamente y mataba que daba gloria verlo.

Honolable chinita durante la invasión
japonesa de Manchuria Mauser al hombro
Por otro lado, los british (Dios maldiga a Nelson), en su empeño por decirle al resto de los humanos cómo y de qué forma debían asesinarse, impulsaron un embargo de armas contra China firmado el 5 de mayo de 1919 por Estados Unidos, Brasil, Portugal, Dinamarca, Bélgica, Italia, Francia, Japón y España. Alemania rechazó unirse a dicho embargo, si bien posteriormente se sumó al mismo. Pero, mira por donde, en las especificaciones del dichoso embargo no aparecían las pistolas semiautomáticas, motivo por el cual se pudieron suministrar cientos de miles de unidades durante todo el tiempo que duró el conflicto. Los chinos sentían verdadera pasión por las armas cortas, llegando incluso a efectuar modificaciones en algunos modelos como, por ejemplo, en la FN 1900 en calibre 7'65 mm, recamarándolas para que pudiesen disparar el mucho más potente 7'63 Mauser, lo que requería redimensionar la empuñadura ya que un cartucho de 7'63 medía en total 34'8 mm. de largo mientras que uno de 7'65 medía solo 25 mm. Incluso llegaron a ranurar las empuñaduras para poder adaptarles un culatín similar al de las Mauser.

Estas armas daban una notable ventaja táctica
en una época en que los ejércitos estaban
armados con fusiles de cerrojo
Pero el arma que fascinaba a los antiguos súbditos del Señor de los Diez Mil Años era la Mauser, y no ya por su elegante y peculiar aspecto, sino por algo mucho más prosaico: era una pistola que, en cuestión de segundos, se convertía en una eficaz carabina que, si además podía estar provista un selector de tiro que permitiese hacer fuego automático, disparaba un cartucho lo suficientemente preciso y con la contundencia necesaria para ser un eficiente sustituto de un subfusil, armas menos accesibles y bastante más caras a causa del embargo. Este fue, y no otro, el motivo de la enorme demanda de este tipo de armas que, aunque se desconoce la cifra exacta, se acercó al medio millón de unidades las cuales fueron suministradas por Mauser y las firmas españolas que vimos en las entradas anteriores más las producidas en los arsenales chinos. Para hacernos una idea de la magnitud de dicha demanda, el pedido inicial efectuado por el ejército de los Estados Juntitos a Beretta para su modelo M9 fue de 315.930 unidades a servir durante cinco años, y hablamos de un ejército a lo bestia y no de grupúsculos dirigidos por señores de la guerra. 

El arsenal de Hanyang hacia 1898
Bien, estos son grosso modo los hechos que tuvieron lugar para que la C96 fuera una de las principales protagonistas de las peleas entre chinos durante tantos años. Como ya dijimos anteriormente, no se complicaron la vida y se limitaron a fusilar tanto el modelo original alemán como las copias españolas que tanto éxito tuvieron por aquellas tierras lejanas, así que se dedicaron principalmente a producir la más básica, o sea, la versión con depósito fijo y capacidad para 10 cartuchos que era la más facilita. Los arsenales en los que se llevó a cabo la producción fueron los de Hanyang, Taiyuan y Taku si bien debemos tener en cuenta que, debido a la guerra, el número de fábricas menores aumentó de forma notable, lo que hace prácticamente imposible conocer la producción total entre otras cosas porque, para no delatar su existencia, estos pequeños talleres falsificaban las marcas y numeraciones o, simplemente, las omitían o falseaban sus propios registros para que, caso de que un ejemplar cayera en manos enemigas, nadie pudiera conocer su origen. Muy taimados los puñeteros chinos, ¿que no?

Esta diversificación de la producción dio lugar a grandes diferencias en la calidad y el nivel de acabado. Un ejemplo lo tenemos a la derecha, donde podemos ver dos fotos: la inferior, correspondiente a una Mauser original en la que no se aprecian marcas de mecanizado y que muestra una manufactura muy esmerada tanto en el acabado como en el grabado de la marca, y la superior, donde se puede ver lo descuidado de su pésima terminación, con descaradas señales del fresado, la omisión de cualquier detalle superfluo como el orificio de la palanca del seguro o incluso el punzonado de la marca, en este caso una "WAUSER" con la letra S al revés. Está visto que el chino que puso los punzones no estaba al tanto del alfabeto latino pero, temas ortográficos aparte, un técnico alemán sufriría un accidente vascular-cerebral fulminante solo con pensar que alguien pudiese profanar sus selectas armas dándoles un acabado tan cutre. Solo las Mauser producidas en plena guerra mundial tuvieron un acabado que no estaba a la altura de los baremos establecidos.

No obstante, debemos tener siempre en cuenta que el hecho de que se fabricasen pistolas con unos acabados pésimos no significa que todas fuesen así. De hecho, algunos de los arsenales gubernamentales daban a sus armas unos niveles de calidad más de aceptables y, en algunos casos, incluso no tenían nada que envidiar a la de sus hermanas occidentales. Un ejemplo lo tenemos en la foto de la izquierda, que muestra una copia de una Bolo en la que se esmeraron ya que presenta una  buena terminación en los detalles que solían omitir los chinos, como por ejemplo el estriado de la empuñadura, que solían hacer con menos líneas, el fresado de la corredera, el moleteado de la palanca del alza y de la cabeza del cierre e incluso el espesor del guardamonte, por lo general más grueso y basto en las copias chinas.

Tropas nacionalistas chinas con sus Thompson
Cuestiones cualitativas aparte, los arsenales se esforzaron todo lo que pudieron para atender su propia demanda, lo cual no era cosa baladí ya que, además de las pistolas, debían fabricar fusiles, ametralladoras y millones de cartuchos mensualmente para poder abastecer a las tropas, así como morteros, piezas de artillería ligera y sus correspondientes municiones. Así, el arsenal de Hanyang logró alcanzar un total de unas 16.000 unidades entre los años 1922 y 1929, mientras que el de Taku solo produjo unos 4.500 ejemplares entre los años 1928 y 1933, todas ellas en calibre 7'63 y con el depósito de 10 cartuchos. En cuanto a la producción del arsenal de Taiyuan no hay datos que permitan conocer el número de unidades terminadas si bien fue en esta fábrica donde se produjo el que quizás sea el modelo más peculiar de las copias chinas, el denominado modelo 17, un arma reformada para disparar el .45 ACP.


El arsenal de Taiyuan estaba en la provincia de Shansi, territorio este bajo el control del señor de la guerra Zhang Zuolin (foto de la izquierda), conocido por propios y extraños como el Tigre de Mukden. Este sujeto mostró en todo momento especial interés por el progreso de su territorio impulsando reformas de todo tipo, desde campañas de alfabetización femenina a mejoras en la cuasi medieval red viaria de su territorio. Naturalmente, puso bastante empeño en que el arsenal, que había estado varios años inactivo debido a su pésimo rendimiento, se pusiera nuevamente en marcha y alcanzase unos niveles de calidad aceptables, cosa que logró gracias a la intervención de asesores alemanes contratados para tal fin para adiestrar a los 8.000 currantes del arsenal. De ese modo, pudieron alcanzar una productividad nunca vista anteriormente fabricando fusiles Mauser, ametralladoras Maxim y Vickers, copias de la Mauser en su configuración inicial y una copia del subfusil Thompson modelo 1921 además de cartuchería para dichas armas.


Hacia el año 1928, la provincia de Shansi se veía constantemente hostigada tanto por los demás señores de la guerra como por partidas de bandoleros que, entre otras cosas, llevaban a cabo fulminantes ataques contra los trenes por ser este el principal medio de transporte en aquella zona. Para defender dichos trenes iban tropas armadas con subfusiles Thompson de calibre .45 ACP y las omnipresentes copias de las Mauser de 7'63, calibre este que, como es lógico, se mostraba menos contundente que el .45. Así pues, Zuolin ofreció una prima a los diseñadores del arsenal de Taiyuan para que buscasen la forma de recamarar las Mauser a dicho calibre para que, además de lograr más potencia, se facilitara el suministro de munición empleando el mismo cartucho en ambas armas. No les debió resultar complicado porque en 1920 ya se estaban produciendo bajo la denominación de Tipo 17. En las imágenes de la derecha podemos ver las marcas de fábrica: la foto A muestra las del costado izquierdo, donde se lee "Tipo 17", mientras que la B pertenece al costado derecho y lleva inscrito "Año 18 de la República. Fabricada en Shansi". 




En la foto superior tenemos a la criatura. Como se puede apreciar, su cañón de 15,5 cm. de largo es notablemente más grueso por razones obvias, siendo lo más significativo la modificación del depósito, que hubo que alargar alrededor de un centímetro por debajo del guardamonte para dar cabida a los 10 cartuchos del .45 que admitía. Esta pistola solo se fabricó con esta configuración y siempre semiautomática. Estuvo en producción hasta el año 1932, cuando habían sido fabricadas entre ocho y nueve mil unidades. Durante los escasos años que se produjo no hubo una uniformidad en los niveles de acabados según se aprecia en la imagen de la derecha. El ejemplar superior presenta un acabado muy burdo, con evidentes señales del mecanizado mientras que el de la foto inferior tiene un aspecto pulcro y esmerado. En cuanto a la funda culatín, también tuvo que ser modificada para dar cabida al depósito de munición, por lo que era más ancha que la correspondiente al modelo convencional.


Pistolas Mauser capturadas por las
tropas japonesas durante la invasión
de Manchuria
En fin, esto es lo que dieron de sí las Mauser chinas. No obstante, aún tuvieron tiempo de seguir prestando servicio durante la invasión japonesa de Manchuria en manos tanto del ejército regular como de las guerrillas que se dedicaban a hostigar a los nipones. Además, tras la Segunda Guerra Mundial y la retirada japonesa del territorio chino aún pudieron dar estopa a raíz de la guerra civil entre los nacionalistas y los comunistas. Le sacaron jugo a las Mauser, las cosas como son. Ah, por cierto, a título de curiosidad, los chinos apodaron a las Mauser como hézipào, que viene a significar cañón embalado en referencia a la funda culatín.

Bueno, ya está.

Hale, he dicho

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