domingo, 15 de abril de 2018

Cine histórico: EL OFICIO DE LAS ARMAS




Esta película creo que ha pasado bastante desapercibida para la mayoría del público. Se trata de una producción italiana dirigida en 2001 por Ermanno Olmi que, las cosas como son, ha cuidado bastante el rigor histórico, el atrezzo, la ambientación y, especialmente, los diálogos, a los que se les ha dado un vocabulario que recrea bastante acertadamente la forma de hablar de la época. Se hace un poco lenta en algunos momentos y, más que una película bélica, diría que pretende más bien hacer un retrato de una época en que los fieros guerreros medievales quedaron relegados ante los avances de las nuevas armas durante el Renacimiento. Básicamente, narra el avance de las tropas imperiales al mando de Georg von Frundsberg hacia el interior de Italia, y los intentos por parte de Giovanni de Médicis, condottiero al servicio del papa, por detenerlos. 

La fotografía se me antoja impecable, con escenas muy cuidadas que parecen sacadas de un cuadro de Giotto o Ucello

Pero a pesar de su esmerada producción, tiene una serie de pequeños errores que, en mi inveterada manía por el perfeccionismo, quisiera hacer constar. Vamos a ello...

Los personajes principales 

Giovanni de Médicis, también conocido como della Bande Nere a raíz de portar en su insignia una banda negra en señal de luto tras la muerte del papa León X, pariente suyo. Es de los personajes mejor retratado en la película (incluso el actor que lo representa, Hristo Jivkov, tiene bastante parecido con el personaje real). Desde muy joven mostró un temperamento fiero y desmedido, hasta el extremo de que Maquiavelo lo describió como el único capaz de detener a Carlos I de España en sus deseos de apoderarse de Italia. Su muerte, producida por una gangrena gaseosa a raíz de una herida recibida en una pierna por un disparo de falconete, no fue al parecer tan serena como muestra la película, en la que lo veremos con el rostro impasible sujetando él mismo un candelabro para dar luz al cirujano mientras éste el amputa la pierna. Por el contrario, según su íntimo amigo Pietro Aretino, que estaba presente, hicieron falta diez hombres para sujetarlo. La gangrena gaseosa, muy habitual en las heridas de guerra, es un proceso increíblemente rápido que se presenta en dos o tres días, produciendo una septicemia mortal si no se trata rápidamente. A nuestro hombre tardó seis días en llevárselo por delante. Murió con 28 años, edad que se asimila bastante a la apariencia del actor que lo representa.

Pietro Aretino, ilustre poeta lujurioso y muy amigo de Médicis, estuvo a su servicio hasta 1523, o sea, que no pinta nada haciendo compañía y como amanuense al fiero condottiero en sus andanzas. En la época en que transcurre la acción, Aretino tenía sólo 34 años, lo que se aleja bastante del aspecto que ofrece el actor que lo representa. Llevó una vida bastante agitada el hombre, a saltos entre Roma y Venecia por sus desavenencias con el papa. Murió en 1556, con 58 años, una edad que para aquellos tiempos no se podía considerar palmarla joven con la vida tan desordenada que llevaban estos probos renacentistas y más este, que con tanto fornicio tendría en las partes pudendas más millones de gonococos que pelos en la pelliza que viste. En cualquier caso, no deja de resultar un poco chocante que en una película tan cuidada hayan incluido a un personaje histórico cuya vida se conoce sobradamente, por lo que rechina que lo incluyeran en la misma.

Todo lo contrario ocurre con Federico de Gonzaga, marqués de Mantua. Sergio Grammatico, el actor que los representa, no solo tiene un parecido asombroso al real, sino que hasta le buscaron un chucho faldero similar al que aparece en el retrato que le hizo Tiziano, de quien fue mecenas y protector por ser, como buen producto de su época, un afanoso apasionado de las artes. En lo tocante a sus actos de gobierno, este lo tuvo claro: desde el primer momento se puso de parte del emperador, que era el que cortaba el bacalao, dándole varias higas tanto los cabreos del Médicis como el papa. Su fidelidad a Carlos I le valió engrandecer el rango de su título al de ducado, siendo así el primer duque de Mantua. No pasó de los 40 años a causa de un sifilazo de garabatillo, lo que no le impidió engendrar nada menos de siete retoños a su mujer, Margarita Paleólogo, marquesa de Monferrato y perteneciente a la casa imperial bizantina. En fin, que no perdió el tiempo.

Georg von Frundsberg, que en la película conduce un ejército camino de Roma para unirse a la hueste imperial y a quien intenta cortar el paso, sin éxito, Giovanni de Médicis. Se trataba de un noble alemán fidelísimo a la persona de Carlos I hasta el extremo de que el ejército de 18.000 lansquenetes con que cruzó los Alpes para internarse en Italia lo pagó de su bolsillo, vendiendo y pignorando sus bienes y hasta las joyas de su mujer. En la época de la acción tenía 53 años. Su indumentaria no casa con la que suele mostrar en los retratos que hay de este personaje, tocado siempre con un yelmo parecido a una galea romana en vez de con un morrión, y con una banda roja cruzándole el pecho como distintivo de su lealtad a la corona. Lo más significativo, ya que no abre el pico en toda la película, es el cordón dorado que porta en la silla de montar para ahorcar al papa si lograba echarle el guante. Al parecer, con lo que intentaría finiquitar al pontífice era con una cadena de oro que siempre llevaba al cuello, si bien parece ser que esto es más bien una leyenda. A mi modo de ver, un militar al servicio de un monarca notoriamente católico como Carlos I no cometería esa "falta de delicadeza" con su señor, a pesar de ser un fanático luterano. También parece ser que fue él mismo el que disparó el falconete que hirió a Médicis, acertándole al segundo disparo. Lo que no se menciona en la película es que fueron sus tropas, faltas de paga, las que se amotinaron al llegar a Roma, meses más tarde, dando lugar al tristemente célebre Saco de Roma, en 1527. Con la salud bastante quebrada, murió en 1528. Por cierto, el estandarte que porta el abanderado que se ve en la foto muestra fielmente el que realmente usaba este personaje. Ah, y una curiosidad más: la 10ª SS Panzerdivision, creada en 1943, fue bautizada como "Frundsberg" en honor a este personaje.

Alfonso d'Este, duque de Ferrara. En la película vemos a un astuto y taimado anciano que se muestra un tanto ambiguo a la hora de tomar partido. Sin embargo, no era tan anciano ni tan ambiguo ni tan calvo, ya que en esa época tenía 52 años solamente, bastante más pelo, y tomó parte activa en la expedición de Carlos I contra el papado poniéndose de parte del emperador, que para eso su madre era española, Leonor de Aragón. Lo que sí aparece en la película con bastante fidelidad es el préstamo que hace a von Frundsberg de dos (en la peli dicen que cuatro) falconetes, que por cierto le vinieron de perlas al tedesco porque su ejército iba totalmente desprovisto de artillería. Palmó en 1534 con 58 tacos, seis años más tarde del deceso del desmedido Médicis.

Las escenas de batalla, así como las marchas y la vida en los campamentos están muy bien ambientadas aunque no veremos
grandes movimientos de masas, supongo que por meras cuestiones de presupuesto. No obstante, las escaramuzas y los
breves pero intensos combates que presentan se llevan a cabo con bastante realismo.
En cuanto a las recreaciones de las cortes de los nobles italianos, el mobiliario y demás detalles, a mi modo de ver son francamente correctos, sin los artificios y lujos excesivos que se suelen mostrar y que nos hacen creer que los palacios renacentistas eran poco menos que sacados de "Las Mil y Una Noches". De hecho, en una escena la mujer de Médicis le escribe una carta solicitándole algo de dinero para poner reponer la ropa blanca de la casa. Los reyes y los papas, como ya sabemos, no eran especialmente puntuales a la hora de mandar el importe de las nóminas al personal.

Recreación de la morada de Giovanni de Médicis con los criados de la casa

Y algún gazapillo, que no se diga...

El falconete. La película muestra con gran detalle como extraen del molde la pieza recién fundida. Pero aparece con el ánima ya terminada, cuando en realidad éstas eran barrenadas posteriormente, ya que las piezas salían del molde completamente macizas. Se supone que cuando la sacan del molde lleva ya varias horas enfriándose, porque recién fundida no hay quien la toque y, menos aún, la intente cargar para dispararla. En cuanto a los proyectiles, nos muestran como los funden en plomo, cuando en realidad los fabricaban de hierro. Finalmente, el sofisticado sistema de bloqueo de la alcuza me da la impresión de que es muy posterior. En el siglo XVI, y durante mucho tiempo después, el bloqueo de la misma se realizaba con una cuña que pasaba de lado a lado la culata de la pieza. Con todo, las escenas de fundición y prueba del arma resultan bastante convincentes, las cosas como son.


En todo caso, en esta película se han molestado en no inventar más que lo imprescindible, que es bien poco, y más si la comparamos con otras tantas donde inventan y tergiversan hasta el infinito y más allá. Ah, lo olvidaba... Ahí tenemos un fotograma del falconete que hiere a Médicis en acción, el cual no se mueve ni un milímetro cuando es disparado. Podrían haberse simulado un poco de retroceso, digo yo...


En fin, es una película que, aunque puede que a algunos le resulte un poco lenta, a mi entender se trata de un producto más que digno, contando una historia verídica con bastante realismo y haciendo un fiel retrato tanto de los personajes como del ambiente político de la época en una Italia dividida en tropocientos estados donde la nobleza intentaba constantemente nadar y guardar la ropa para salir airosos de las disputas entre las grandes monarquías europeas, especialmente España y Francia, y del pontificado. Merece varios paquetes de palomitas, qué carajo. Ah, y no se la mencionen a sus cuñados, puede que aprendan algo útil y lo usen en su contra.

Bueno, me parece que no me he dejado nada atrás, y si me lo he dejado, pues ya lo contaré otro día. 

Hale, he dicho

Solo por su cuidada ambientación en lo tocante a la cosa militar ya merece la pena verla. Nada de armaduras de cuero
ni armamento anacrónico. Todo resulta bastante correcto, diferenciando incluso el tipo de armas usadas por los tedescos
y los italianos, lo que siempre es de agradecer. Incluso cuando entran en combate se cierran los visores de los yelmos en
vez de dejar el careto a la vista como vimos en "El Reino de los Cielos"

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