lunes, 15 de abril de 2019

NEGRILLOS. Las improvisaciones: el Panzer Breda


En la imagen vemos un Pzkpfw I Ausf. A con la torreta modificada para acoger un cañón Breda de 20 mm. En un "alarde
de ingenio" fue bautizado de forma oficiosa como Panzer Breda, y de forma oficial de ninguna manera porque el proyecto
acabó en agua de borrajas

Panzer Breda circulando la calle de alguna población posiblemente del
Frente de Madrid
Bueno, dilectos lectores, con esto llegamos a la penúltima entrada de esta breve monografía sobre estos pequeños pero eficientes vehículos que, a lo tonto a lo tonto, eran la columna vertebral de la Panzerwaffe tedesca en los albores de la 2ª Guerra Mundial. Muchos se preguntarán como un ejército cuyas unidades acorazadas se nutrían mayoritariamente de carros ligeros y en las que el PzKpfw III con su cañón de 37 mm. era lo más potente que había (los efectivos de PzKpfw IV aún eran muy escasos en aquel momento) pudieron barrer del mapa a ejércitos como el gabacho (Dios maldiga al enano corso) que, al comienzo de la contienda, disponía de más de 3.000 carros de combate con un armamento y un blindaje igual o superior a los modelos más pesados de los alemanes. Pero fueron precisamente las doctrinas de Guderian y la experiencia adquirida en España lo que permitió al ciudadano Adolf hacerse de momento el amo del cotarro y, además de darse el gustazo de fotografiarse delante de la Torre Eiffel, humillar a los gabachos haciéndoles firmar la rendición en el mismo vagón en el que apenas 22 años antes sus paisanos tuvieron que firmar el armisticio en el bosque de Compiègne.

FA-1 soviético. Iba tripulado por dos hombres y con un peso de 2 Tm.
podía alcanzar los 80 km/h por carretera. Estaba armado con una DT mod.
1932 con una dotación de 1.512 cartuchos calibre 7'62x54R
No obstante, los comienzos no fueron fáciles. En las entradas anteriores hemos ido estudiando desde la gestación de estos vehículos acorazados en los años 20 hasta su llegada a España, pero cuando llegó la hora de entrar en combate tuvieron que enfrentarse a la cruda realidad: sus pequeños y simpáticos carros ligeros solo valían, como ya daban por hecho Lutz y Guderian, para que los hombres de la Panzerwaffe aprendieran como manejarlos y a darles el empleo táctico de una fuerza acorazada como Thor manda, pero poco más. Y en cierto modo les vino bien el choque que supuso tanto a los tedescos como a los italianos, cuyos CV-33 eran aún más debiluchos que sus colegas alemanes, porque cuando llegó el momento de hacer frente al material enviado por el padrecito Iósif en ayuda del gobierno republicano, tuvieron que admitir que sus carros ligeros podían ser literalmente aplastados por el enemigo si no se ponían las pilas. Así pues, a continuación veremos cómo pudieron salir adelante los atribulados miembros del Gruppe Drohne y sus aventajados alumnos hispanos no sin antes advertir que el material ruso lo tocaremos solo de pasada en lo que concierne a este tema ya que más adelante tendremos oportunidad de estudiar más a fondo su intervención en el fratricida conflicto ibérico. Empecemos por los antecedentes para ponernos en situación...

El kombrig Krivoshéin (1899-1978)
Del mismo modo que el ciudadano Adolf y el inefable Benito se dieron prisa por enviar material al bando que les caía mejor, el padrecito Iósif hizo lo propio porque, a mi entender, el principal error de la república fue posicionarse ideológicamente. Había mogollón de gente de derechas que eran republicanos convencidos pero, como es obvio, si solo por ser de derechas ya te fusilaban pues estaba claro que tenían que cambiar de bando. Así, los de izquierdas se quedaron con la república y los de derechas con los nacionales, no les quedaba otra ni a unos ni a otros. Por esa misma razón, el padrecito Iósif se debió tomar mucho interés en apoyar al gobierno republicano ya que, como comentamos en una entrada anterior, si ganaban la guerra tendrían un valioso aliado, cuando no gobierno títere, dominando el sur de Europa y el paso hacia el Mediterráneo. Así pues, el 12 de octubre de 1936, prácticamente al mismo tiempo que sus enemigos, arribó al puerto de Cartagena el primer envío de material procedente de la URSS y que, entre otras cosas, traía consigo lo que más falta hacía: 50 carros ligeros T-26 B, 25 autoametralladoras cañón BA-6 y 6 autoametralladoras FA-1, todo ello al mando del coronel (según otras fuentes kombrig, abreviatura de comandante de brigada) Semión Moiséievich Krivoshéin. Conviene aclarar que las cifras varían un poco según las fuentes a consultar pero, en cualquier caso, ya vemos que el padrecito Iósif no se cortó un pelo, y que solo con esos dos primeros envíos ya superaba holgadamente lo que los tedescos habían entregado a los nacionales tanto en cantidad como en calidad. Debemos de tener en cuenta que el FA-1 era un vehículo de prestaciones inferiores al PzKpfw I tanto en blindaje como en armamento, pero los BA-6 y los T-26 los superaban con creces.

Aspecto de un cañón 1932 de 45 mm. desmontado. En la foto
superior lo vemos sin la ametralladora. En las dos inferiores
podemos apreciar el visor de puntería y la recámara tanto
cerrada como abierta.
Ambos estaban equipados con la misma torreta, armada con un cañón modelo 1392 de 45 mm. que podía atravesar la coraza de un carro alemán y, por supuesto, la de un CV-33 italiano como si fueran de plastilina. Además, disponía de una ametralladora coaxial Degtyarev DT (lo de DT es por Degtyaryova Tankovy, o sea, Degtyarev para tanque) de calibre 7'62x54R alimentada por cargadores de plato de 47 o 60 cartuchos. El blindaje de los T-26 era similar al de sus enemigos alemanes, 15 mm. de chapa de acero, pero como es lógico el cañón de 45 mm. podía ofenderlos a una distancia mucho mayor. Junto al coronel Krivoshéin llegó también un contingente de 51 instructores similares a los del Gruppe Drohne con la obvia misión de adiestrar a los bisoños españoles en el manejo de aquellos trastos lo que, además, no era moco de pavo porque del mismo modo que las tropas nacionales eran más profesionales y por ende más habituadas al manejo de las armas, en el caso de la república las cosas pintaban peor. El ejército peninsular, nutrido de quintos que se limitaban a hacer la mili y largarse a casa y, a partir del estallido de la guerra, de milicianos que lo más que sabían era manejar la escopeta del abuelo, no eran precisamente el personal más adecuado para convertirlos en máquinah de matá. Pero de todos estos entresijos ya hablaremos detenidamente cuando llegue el momento, así que por ahora bástenos saber que tanto tedescos como italianos se quedaron un poco preocupados tras el primer intercambio de opiniones entre el material ruso y ellos, el cual tuvo lugar en Seseña a finales de octubre.

BA-6. Además del cañón estaba armado con dos ametralladoras DT-1932.
Con un peso de 5.200 kilos, estaba tripulado por tres hombres
Inicialmente, se intentó contrarrestar la potencia de fuego de los T-26 usando munición perforante SmKH en las Dreyse de los PzKpfw I, pero solo eran efectivas hasta un alcance máximo de entre 120-150 metros dependiendo del ángulo de la superficie impactada, por lo que a las tripulaciones republicanas les bastó mantenerse alejados de sus enemigos para chulearlos bonitamente. De hecho, el cañón de 45 mm. era efectivo a distancias de hasta un kilómetro, lo que obligó a las tropas nacionales a enfrentarse a los republicanos agregando a las compañías de carros cañones PaK 36 de 37 mm. como armas de apoyo a razón de cinco piezas por compañía. De ese modo al menos evitaban que los T-26 jugaran al pim-pam-pum con los vulnerables vehículos blindados del ejército nacional, tanto de procedencia alemana como italiana. Ante semejante perspectiva, a principios de diciembre de 1936 Von Thoma requirió a Berlín que se enviaran vehículos armados con el cañón KwK 30 de 20 mm. ya en uso en los PzKpfw II. Más aún, parece ser que los tedescos intentaron instalar un cañón Solothurn de 20 mm. en un PzKpfw I A, pero el invento no dio el resultado apetecido. 

Tuvo que ser la inventiva hispana la que llevó a cabo una modificación verdaderamente viable muy a pesar de Von Thoma, que era en todo momento el que quería llevar la voz cantante. Imagino que en su soberbia teutónica daba por sentado que los españoles éramos poco más que cromagnones peleándonos a pedradas y estacazos, y que solo la incomparable y proverbial eficacia germana nos sacaría las castañas del fuego. 

General García Pallasar (1877-1960)
En agosto de 1937, cuando las bajas producidas entre los carros rusos se debían en su mayoría a las botellas de gasofa que, en un alarde de testiculina, les arrojaban las tropas nacionales, el mandamás de la Jefatura General de la Artillería, el general Joaquín García Pallasar, envió una carta a la 4ª Sección de Estado Mayor de Franco dando cuenta de la necesidad de solicitar al Panzer Gruppe Imker un Negrillo que debía ser enviado al teniente coronel Ayuela en Bilbao, donde estudiaría la posibilidad de adaptarle un cañón de 20 mm. Los candidatos eran los cañones antiaéreos Breda modelo 1935 italiano y el Flak 30 alemán. Ambas armas, con prestaciones similares, podían perforar sin problemas la coraza de un T-26 a distancias de hasta unos 250 metros que, aunque no igualaban ni de lejos a los poderosos cañones de 45 mm. rusos, al menos permitirían a los carros nacionales disponer de un medio capaz de dejar fuera de combate a los enemigos sin tener poco menos que dispararles a bocajarro los proyectiles perforantes de las Dreyse. Finalmente, de las dos opciones barajadas se optó por el cañón italiano por resultar más fácil de manejar y tener un diseño más simple que su colega tedesco, lo que se traduciría en un mantenimiento menos complejo y una notable reducción de posibles averías. 

Prototipo del CV-33 con el Breda instalado en el lugar de las ametralladoras
Previamente, Pallasar había solicitado a los italianos que intentaran efectuar una conversión similar, adaptando un Breda en un CV-33. El prototipo resultante convenció de momento a los mandamases del ejército nacional, así que se encargaron 40 unidades. Sin embargo, finalmente se decidió quedar a la espera de los resultados del prototipo obtenido de la fusión de un PzKpfw I Ausf. A con el Breda, para lo que hubo que llevar a cabo notables cambios en la torreta del vehículo. En primer lugar fue necesario, como ya podemos imaginar, sustituir el escudo original por otro de mayor tamaño capaz de sustentar la pieza, que tenía 130 cm. de largo. El escudo en cuestión, que se fijaba a la torreta mediante tornillos, tenía incluso juntas tóricas para ofrecer protección antigás a la tripulación si bien era un detalle bastante superfluo tanto en cuando no se habían usado nunca armas químicas en la contienda y, por otro lado, todos los vehículos en liza tenían mogollón de rendijas por donde colarse la porquería esa. 

Vista comparativa entre el PzKpfw I y el CV-33 con el cañón Breda montado. Salta a la vista que hasta la posibilidad de
regulación del ángulo vertical era mínima en el prototipo italiano

Un Breda en su afuste original. El ciudadano de la derecha
sostiene un peine completo de munición que nos permite
hacernos una idea de sus dimensiones
El cambio más notable consistió en la elevación de la altura de la torreta para permitir darle al cañón el ángulo vertical necesario, por lo que hubo que cortar el techo de la misma y añadirle una estructura superior cerrada a la que se añadía la escotilla original. La alimentación del arma se llevaba a cabo mediante peines de 12 cartuchos y, como dato curioso, el mecanismo del Breda hacía que la vaina servida no saliera expulsada, como es habitual, sino que era vuelta a colocar en el peine, por lo que se evitaba ver el espacio interior del carro, de por sí bastante reducido, lleno de vainas rodando por todas partes que podían incluso interferir en la conducción del vehículo o producir daños en la transmisión. Para efectuar la puntería no se previó la instalación de ningún tipo de visor, sino que se llevaría a cabo con los elementos de puntería instalados en el arma para lo cual hubo que abrir en el escudo una pequeña abertura por donde el comandante/tirador podía apuntar al enemigo. Esta chorrada de la ventanita de puntería trajo cola, como iremos viendo más adelante.

Marcada con la flecha, el odioso agujerito que tanto preocupaba a Von
Thoma. Tras él carro vemos un T-26 capturado
A finales del septiembre de 1937 los dos vehículos estaban listos para efectuar las pruebas, liándose a tiros con dos camiones que actuaron como blancos. Desde el primer momento quedó claro que el Panzer I era la opción preferible por su torreta giratoria que, como es lógico, le daba más facilidad para buscar, apuntar y disparar al enemigo mientras que el CV-33, con el cañón instalado en una casamata fija, había que hacerlo girar entero para apuntar. Si a ese inconveniente añadimos que el blanco estuviese en movimiento, era casi imposible acertar salvo que el conductor fuese un genio capaz de ir girando lentamente su carro para no perder la cara al enemigo. En resumen, las pruebas fueron bastante satisfactorias en lo tocante al prototipo basado en el alemán, de modo que las 40 unidades de CV-33 en espera fueron definitivamente anuladas y se ordenó que se enviaran tres unidades más del PzKpfw I Ausf. A a la Fábrica de Armas de Sevilla para ser modificados con la perspectiva de completar de momento hasta nueve unidades con la idea de dotar con un Panzer Breda a cada sección del batallón.

Panzer Breda que, por lo que parece vislumbrarse en su distintivo,
pertenece a la 5ª compañía
El 1 de octubre, las cuatro unidades disponibles, el prototipo y las tres recién terminadas en Sevilla, fueron enviadas al Batallón de Carros de Combate, donde permanecieron hasta el 1 de mayo de 1938, siendo reasignados a la Bandera de Carros de Combate de la Legión. Esta unidad estaba formada por dos Grupos de tres compañías cada uno, numeradas del 1 al 3 y del 4 al 6 respectivamente. Parece ser que los Panzer Breda fueron destinados a las compañías 1ª, 2ª(según las fuentes pudo ser la 5ª), 3ª y 4ª. Pero mientras empezaba la misteriosa vida operativa de estos vehículos, porque la cuestión es que no se sabe gran cosa acerca de la misma ni de sus resultados en combate, el 6 de enero de 1938 el general Pallasar había ordenado al teniente coronel José Pujales Carrasco, jefe de la Agrupación de Carros de la Legión, que entregara seis  PzKpfw I más para su reconversión, pero Von Thoma se cabreó y envió un informe al Cuartel General de Franco manifestando su disconformidad con el proyecto en base a algo tan chorra como que la mínima ventana de puntería, carente de protección, dejaba vendido al ocupante de la torreta ya que una bala enemiga podría entrar por la misma.

Panzer Breda del 1er. Batallón. Obsérvese el T-26 del fondo a la izquierda,
uno de los muchos capturados al ejército republicano
Para colmo, incluso afirmó que las tripulaciones de los Panzer Breda se negaban a usar los vehículos, a los que según él apodaron con el siniestro y a la vez ridículo mote de "coches de la muerte" porque daban por sentado que los malvados enemigos se percatarían de la puñetera ventanita y dejarían seco de un certero balazo al comandante del carro. A todo ello, y ahí sí podía tener algo de razón, añadió que no había vehículos disponibles para andarse con más experimentos ya que, al cabo, sus enfrentamientos con los carros rusos habían mermado las existencias a pesar de que, en realidad, la proporción de bajas entre ambos bandos favorecía con gran diferencia a los nacionales ya que estos supieron dar un uso táctico más inteligente a sus carros que los republicanos muy a pesar de los instructores rusos que, todo hay que decirlo, se pringaron a base de bien. Pero bueno, de eso ya hemos dicho que hablaremos en mejor ocasión, así que nos limitaremos al hecho de que Von Thoma se salió con la suya y la orden de Pallasar fue inmediatamente cancelada para mayor cabreo de este, que como está mandado protestó con la debida energía hispánica cuando se nos lleva la contraria.

Panzer Breda de la 3ª compañía. La letra E negra que aparece en el rombo
significa según algunos autores "especial", aunque no hay certeza al respecto
Como hemos visto en la foto anterior, el orificio de puntería era tan pequeño que solo un disparo muy afortunado podría acertar y colarse dentro del vehículo, por lo que Pallasar sugirió si era una postura inteligente limitar la producción del único medio con el que podía hacer frente a los carros rusos ante la ínfima posibilidad de que alguien acertara en el agujerito, el cual podría proveerse de un cierre que se abriría en el instante de apuntar y disparar, lo que supondrían escasos segundos, o incluso de un cristal blindado. Según sus propias palabras en un informe enviado a Franco, afirmaba que "...en nuestra opinión, esta dificultad debe ser sometida a la decisión de Su Excelencia lo que es mejor: privarnos del recurso de combatir a los carros enemigos con otros capaces de destruirlos o dejar que los soldados del coronel Von Thoma corran el riesgo de morir dentro de los carros porque un disparo de fusil se introduce a través de una pequeña ventana que, por otro lado, puede y debe mantenerse cerrada hasta el momento de apuntar".

Compañía de Negrillos con su Panzer Breda
Al parecer, Von Thoma se la tuvo que enfundar de momento porque Pallasar tenía más razón que un santo, así que se encargó a Alemania una partida de cristal antibalas por la suculenta cifra de 4.831 Reichsmarks y 8 pfennigs, un verdadero pastizal que, para hacernos una idea, podemos comparar con las 333 pesetas con 33 céntimos que cobraba al mes un alférez provisional por tener una muerte heroica a las dos semanas de salir de la Academia de Ávila. Pero Von Thoma no paraba de dar la murga sacando más y más pegas sin que en realidad se sepa actualmente cuáles fueron los motivos para ello cuando, según vimos al principio, él mismo informó en su momento a Berlín de que, ante la llegada del material ruso, era de vital importancia equipar a los carros con un cañón de 20 mm. y, de hecho, hasta se probó con el Solothurn. Puede que fuera por mera cabezonería y/o soberbia (aunque aliados, los tedescos siempre miraron a los militares españoles por encima del hombro), puede que intentase forzar al gobierno de Franco a adquirir más unidades de PzKpfw I, o puede que incluso del II o, simplemente, puede que en su cuadriculada mentalidad germánica no cupiese la idea de que el escudo de una torreta pudiese tener un agujerito aunque fuera del tamaño de una mosca. 

Carristas italianos del CTV muy contentitos ante un T-26 capturado y, en
apariencia, en perfecto estado. Quizás sufrió una avería y fue abandonado
por sus tripulantes o fue alcanzado en algún punto que logró inmovilizarlo.
En todo caso, lo más probable es que pasase a engrosar la fuerza acorazada
del bando nacional una vez puesto a punto
Pero, por otro lado, y esto sí influyó en el Cuartel General, las tropas nacionales habían ido capturando bastantes cantidades de material ruso, especialmente T-26, BA-3 y BA-6 que, naturalmente, pasaron a nutrir sus filas. Algunos, en perfecto estado, fueron repintados sin más y destinados a unidades acorazadas. Otros fueron puestos en orden de combate canibalizando piezas de los que estaban más deteriorados, pero la cosa es que en 1938 la fuerza acorazada nacional disponía de un buen número de carros con los que combatir de igual a igual, y nunca mejor dicho, a los enemigos. Así pues, y sin más historias, el Panzer Breda no pasó de las cuatro unidades iniciales que, no obstante, fueron una buena muestra de como con una mera improvisación se podía haber salido del brete y reciclar carros muy inferiores en otros con una capacidad ofensiva superior. La última noticia que hay de ellos data de finales de 1938, concretamente en una nota fechada el 11 de noviembre en la que se solicitaban dos cañones Breda para sustituir los deteriorados en dos Negrillos, especificando no obstante que ambos vehículos estaban en perfecto estado. La respuesta fue que no había Bredas disponibles, por lo que debían ser enviados al Arsenal de Artillería de Zaragoza para su revisión. Desgraciadamente, no se conserva ningún Panzer Breda, y ni siquiera se sabe qué fue de ellos, así que solo nos quedan los testimonios gráficos del mismo como prueba de la inventiva española.

En fin, s'acabó por hoy

Hale, he dicho

Monografía completa pinchando exactamente aquí: AQUÍ

Panzer Breda en el que podemos apreciar su esquema de camuflaje con el perfilado sin difuminar. Este vehículo debía
estar recién incorporado al frente ya que carece de distintivos y, además, muestra todo el equipo que se instalaba en los
guardabarros completo. La foto nos deja ver las proporciones del escudo del cañón, muy pronunciado para permitir
alcanzar el mayor ángulo vertical posible. Obsérvese el grueso cordón de soldadura que une la torreta original con el
añadido posterior, así como la tapa de la escotilla entreabierta

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