domingo, 9 de junio de 2019

PISTOLERAS




No, no va de ciudadanas especialmente diestras en el manejo de armas cortas. Hoy toca hablar de chorraditas curiosas, de esas que los cuñados ahítos de documentales no se esperan y cuando se les plantea el tema se quedan más mohínos que un concejal pillado en Barajas con dos maletines petados de comisiones en billetes de 500. Hablamos de algo tan chorra y tan visto como las pistoleras. Las hemos visto cienes y cienes de veces en las pelis, incluso muchos puede que sean capaces de identificar el arma que contiene solo con verlas pero... ¿cómo eran por dentro? ¿Y por detrás? Puede que nos llevemos alguna que otra sorpresilla con este artículo cuando veamos detalles que desconocíamos. Por otro lado, es más que evidente que hay cientos de modelos. Cada país tiene los suyos aunque hayan usado el mismo modelo de pistola e incluso hay variantes para la misma arma en el mismo país. Como es de suponer no vamos a verlas una por una porque para eso haría falta escribir un libro, pero sí estudiaremos las más significativas. Otrosí, las variaciones suelen ser en muchos casos cuasi irrelevantes, como una simple hebilla o el tipo de piel, pero la base de la pistolera es la misma. Así pues, veamos las más emblemáticas porque tampoco es plan de incluir los modelos húngaros de la época soviética, digo yo...


En primer lugar debemos tener en cuenta que las pistoleras son un invento reciente o, al menos, relativamente reciente ya que no surgieron hasta aproximadamente a mediados del siglo XIX, cuando los revólveres mandaron al baúl de los recuerdos las engorrosas pistolas de avancarga. Anteriormente solo habían se habían usado fundas en las pistolas de arzón, las que llevaban los reitres y unidades a caballo surgidas posteriormente como coraceros, dragones, etc. A la izquierda podemos ver un reitre con dos pistolas de arzón colocadas en la parte delantera de la silla. Como recordaremos, y el que no lo recuerde o no lo sepa que pinche aquí, llevaban dos, cuatro o incluso seis pistolas de rueda para hostigar bonitamente los cuadros de picas enemigos e intentar abrir una brecha por la que colarse y romper la formación. Es evidente que no les quedaba más opción que llevarlas a mano, pero no encima de su persona. Los combatientes de la época solo ceñían la espada, y las pistolas, que además eran de un tamaño considerable, estaban prácticamente relegadas a los jinetes. La infantería se aviaba con arcabuces y mosquetes, y los oficiales con espadas, espontones y partesanas  por lo general.


Durante el siglo XVIII y las primeras décadas del XIX la oficialidad seguía limitándose a ir a la batalla con espadas o sables. Las pistolas eran un complemento que cada cual usaba si quería, pero no formaban parte del armamento reglamentario. Aunque de un tamaño más reducido que las pistolas de rueda, las de chispa y pistón seguían siendo unos trastos enormes y pesados que o bien se llevaban metidas en el cinturón o sujetándolas al mismo con un largo gancho como vemos en los ejemplares de la foto de la derecha. Los oficiales avanzaban impertérritos al frente de sus tropas mientras las balas enemigas silbaban por todas partes con su espada apoyada en el hombro como en un desfile, y solo cuando se llegaba al cuerpo a cuerpo se echaba mano a la pistola para un caso de necesidad extrema. Disponían de un solo tiro, así que no era plan de desaprovecharlo. Luego siempre quedaba la opción de empuñar la pistola por el cañón con la mano izquierda y usarla como maza gracias a sus sólidas culatas rematadas con cantoneras de bronce o hierro y con las que podían partir cráneos y/o jetas de enemigos de forma relativamente cómoda.


Las primeras pistoleras surgen durante la guerra de Crimea, un conflicto que duró desde 1853 a 1856 en la que turcos, british (Dios maldiga a Nelson) y gabachos (ídem al enano corso) formaron una coalición para darle estopa a los rusos, que por aquellos tiempos empezaban a despertar al oso. Hasta nosotros han llegado gran cantidad de testimonios fotográficos gracias a Roger Fenton, un probo fotógrafo británico que acompañó al contingente al mando de lord Raglan y que hizo cientos y cientos de fotos del personal desplazado a aquel sitio tan remoto. En aquella época la pistola seguía siendo un arma destinada sobre todo a jinetes, y al igual que sus ancestros de dos siglos antes seguían usando las fundas de arzón para llevar un par de ellas por si las cosas se ponían complicadas, la carga fracasaba y se veía uno rodeado de enemigos muy cabreados enfilando sus bayonetas contra sus barrigas llenas de plum cake de pepinos y naranjas amargas. Valga como ejemplo la foto superior, perteneciente al capitán Kirkwall, del 71º Rgto. de Highlanders. Delante de su pierna vemos la funda de arzón con una amplia solapa de cuero para impedir tanto que el arma salga despedida como para que no le entre mugre.


Pero la oficialidad de infantería ya  debía de empezar a aburrirse de tener como única defensa una simple espada, arma cuyo rendimiento ante un enemigo armado con un fusil y una bayoneta de medio metro dejaba mucho que desear. Y aprovechando que el talentoso Sr. Colt había mejorado los primitivos revólveres haciendo de ellos armas verdaderamente eficaces y que, encima, hasta puso una fábrica en Londres, pues los flemáticos e impertérritos oficiales británicos optaron por adquirirlos por su cuenta porque, como es lógico, era más fácil volarle los sesos a un enemigo a una distancia prudencial que liarse a sablazos con él. En aquella época las armas cortas aún no formaban parte del armamento reglamentario de la oficialidad, por lo que no les quedaba otra opción de pagárselas de su propio bolsillo, pero todo fuera por volver vivo a casa para seguir acudiendo a las carreras de caballos y degustando el té de las cinco apaciblemente apalancado ante la chimenea. En la foto que mostramos aparecen dos oficiales con sendos revólveres cuyas fundas, colocadas en el cinturón por delante de la empuñadura del sable, estaban fabricadas por encargo conforme al gusto personal de cada uno. Aún no había una reglamentación al respecto y, de hecho, en las típicas láminas de uniformes de la época nunca veremos a un oficial de los ejércitos de aquel momento con otra cosa que no sea su espada o sable.

Bien, hecha esta pequeña introducción para, al menos, tener una idea del origen de estos accesorios, veamos algunos de los modelos más representativos. Para ello aprovecharemos fotogramas de pelis molonas, y así aprovecharé para recomendar a vuecedes que, si como supongo son amantes del género bélico, no dejen de verlas porque algunas son un tanto desconocidas y, francamente, en mi modesta opinión son espléndidas producciones. Así pues, al grano...

Como ya podrán imaginar, cuando se habla de algo relacionado con pistolas la primera que sale a relucir es la mítica P-08 que, curiosamente, no fueron los alemanes los primeros en adoptar, sino los suizos. Sí, no se extrañen, el ejército suizo la adoptó en 1906, pero en vez de ser de 9 mm. era de 7'65 mm. Parabellum, una vaina abotellada 9 mm. para recibir una bala de 7'65 mm. Bueno, las pistoleras tedescas eran simplemente soberbias, con unos acabados espléndidos. 



El ejemplo que hemos tomado procede de un fotograma de la película "La zona gris" (2001) de Tim Blake Nelson. No es apta para espíritus sensibles, pero refleja a mi entender de forma cruda pero magistral los entresijos de los campos de exterminio. El fotograma muestra a una niña judía ante uno de los guardianes en cuyo cinto pende una P-08. Esta funda se fabricó inicialmente con piel de vacuno endurecida- llegó a usarse hasta piel de cerdo-, con un moldeado que permitía un ajuste perfecto del arma en el interior. Se fabricaban con dos tipos de cierre, uno militar formado por una hebilla, más seguro para la ajetreada vida militar, y otro de botón, más fácil de abrir y más apto para policías de uniforme que se movían sin tener que corretear esquivando obuses. 



En la imagen superior podemos verla de cerca. El cargador de repuesto, que mostramos en la parte superior derecha, se colocaba en el bolsillo frontal. Los usados durante la Gran Guerra tenían hasta el refinamiento de tener el tacón de madera, que al final hubo que sustituir por otros metálicos porque, como podemos suponer, los de madera se deterioraban una cosa mala. Y es que esta pistola, primorosamente fabricada y ajustada a mano, solo funcionaba perfectamente con sus cargadores de origen (todas las piezas del arma estaban punzonadas con las dos últimas cifras del número de serie de la misma), así que solo cambiar el cargador podía producir interrupciones. 


Pistolera de policía. Era idéntica a la militar
salvo en el cierre, en este caso mediante una
tira pasada por una trabilla y abrochada con
un botón de bronce
Dentro del bolsillo que se ve en el interior de la tapa se guardaba la curiosa herramienta que vemos en la parte superior izquierda. Con esa cosa podía desmontarse totalmente el arma sin precisar de ningún otro útil. En el centro y señalado con una flecha vemos un botón de cuero del que salía una correa que estaba en el interior de la funda y su misión era facilitar la extracción de la pistola si el frío había contraído el material o, simplemente, costaba más trabajo por llevar puestos unos guantes. Bastaba coger el botón entre los dedos índice y corazón de la mano derecha, tirar y sacar la correa, que a su vez empujaba el arma hacia arriba. Una pijada, ¿que no? Por último, a la derecha podemos ver la parte trasera, con las trabillas dispuestas de forma que la pistolera quedase levemente inclinada cuando se ceñía en el cinturón para tenerla más a mano. Los tedescos, como por ejemplo también es costumbre en el ejército español, siempre han llevado la pistola en el costado izquierdo, haciendo lo que se conocer como desenfunde cruzado. La extracción es un poco más rápida y cómoda ya que al tirar del arma no se arrastra hacia arriba la pistolera y el cinturón.

La segunda de esta relación no puede ser otra que la P-38, un arma fabulosa y con una precisión fuera de serie. De hecho, muchos tiradores deportivos usan armas de este modelo con más años que el hilo negro para las competiciones de Pistola 9 mm. Además, su sistema de cierre por rampón ha sido profusamente copiado por otras firmas. La famosa Beretta 92 o la Llama 92, que fue la última pistola reglamentaria del ejército español fabricada en España, lo usan. Bueno, para este modelo hemos tomado otro fotograma de la peli anterior.



Ahí tenemos al archimalvado, supercanalla, despiadado y alcohólico SS-Oberscharführer Muhsfeldt encarnado en la persona del incomparable Harvey Keitel. La pistolera de la P-38 era básicamente igual a la anterior pero con el cierre similar al de la policía, aunque invertido y sin botón. La correa pasaba por una presilla metálica sin más, lo que daba un cierre seguro y, al mismo tiempo, más facilidad para abrir y desenfundar. El modelo para la policía siguió conservando el mismo sistema que para la P-08.



Ahí tenemos el primer modelo de pistolera que entró en servicio en 1938. Como salta a la vista, es muy similar en su aspecto exterior a la de la P-08 con la salvedad del cierre. Obsérvese que las trabillas para el cinturón siguen conservando el mismo grado el inclinación. El bolsillo para el cargador de respeto también estaba situado en la parte delantera de la pistolera, si bien en este caso era más voluminoso porque era más ancho que el de la 08. En el centro tenemos una funda abierta que nos deja ver el interior. El bolsillo para la herramienta ha desaparecido ya que esta pistola no precisaba de útiles especiales para un desmontaje de limpieza, y la correa que vemos dentro era el sustituto de la que vimos anteriormente para ayudar a extraer el arma. Pero en este caso no había que tirar de ella con los dedos sino que al abrir la solapa tiraba hacia arriba, sacando un poco la pistola. La correa estaba cosida a dicha solapa y remachada por la parte interna de la presilla metálica.

En 1943 se introdujo un segundo modelo menos complejo de fabricar. Desapareció el costoso modelado del anterior y se convirtió en una funda más racional y más barata de producir.



En este caso nos la ilustra el aún más malvado, sádico, canallesco y también alcoholizado SS-Unterstumführer Amon Göth por el que Ralph Fiennes obtuvo mogollón de premios y unas críticas inmejorables en la celebérrima cinta "La Lista de Schindler", dirigida en 1994 por Steven Spielberg (manda coxones, un cuarto de siglo ha pasado ya desde que la estrenaron). Como vemos, la pistolera es menos redondeada y estaba fabricada con una piel más blanda. Pero solo se limitó lo superfluo, porque el diseño era incluso más acertado que en el del modelo de 1938.



Veamos la foto superior. A la izquierda tenemos la pistolera cerrada mediante una tira de cuero abrochada a un botón de bronce colocado en una segunda solapa. Cuando abrimos la pistolera, esa segunda solapa que rodea el guardamonte queda liberada según se aprecia en la tercera foto, lo que facilita la extracción metiendo el índice en el guardamonte. Por lo demás, el bolsillo del cargador pasa a situarse en el plano frontal. En la cuarta foto vemos el reverso de la funda. Este modelo estuvo operativo hasta el final de la guerra, lo que no quiere decir que las unidades del primero modelo fuera desechadas sino que, simplemente, dejaron de fabricarse aunque muchas duraron muchos años. A la derecha mostramos la pistolera para policía que, del mismo modo que en los casos anteriores, solo se diferencia en el cierre, que en este caso está cosido a la solapa interior y se abrocha mediante un botón de bronce remachado en la solapa superior. A los tedescos les ha privado siempre eso de diferenciar al personal, son más clasistas que un WASP de Alabama en los años 60.

Bien, prosigamos con la última muestra de pistoleras tedescas, en este caso para la Walther PPK, un arma pequeña, de calibre 7'65 mm. muy habitual entre los oficiales de alto rango o cuando se movían lejos del frente porque la P-38 pesaba más que un mulo ajogao como decimos en mi tierra.



Para ilustrar este modelo hemos tomado un fotograma de "Walkiria", dirigida en 2008 y en la que Tom Cruise interpreta al abnegado coronel Klaus, conde von Stauffenberg que estuvo a punto de mandar a hacer puñetas al ciudadano Adolf. Se han hecho varias películas sobre el famoso atentado del 20 de julio de 1944 y, al menos en lo que a mí respecta, esta cinta es la que narra con más verosimilitud los hechos cuidando bastante la fidelidad histórica. Un error un poco chorra, pero de difícil solución: Tom Cruise apenas mide 1'70, mientras que Stauffenberg superaba los 1'90.



Bueno, la pequeña pistolera para la PPK era básicamente igual a la de la P-38, una funda de doble solapa y la tira del cierre cosida en la interna para abrocharse en un botón en la superior. Por lo demás, en este caso también tiene el bolsillo para el cargador de respeto delante. En lo tocante al sistema de fijación, al tratarse de pistoleras más pequeñas en vez de las dos trabillas lleva solo una pero mucho más ancha. Conviene aclarar que este tipo de funda se usaba también para otras pistolas de dimensiones similares como la Mauser HSc, la Sauer modelo 38 y la Mauser modelo 34. Ah, por cierto, todas las pistoleras mostradas se fabricaron indistintamente con cuero color marrón o negro.

Bien, pasemos a las rusas. Para ello he elegido este fotograma de la película "La muerte de Stalin", dirigida en 2017 por Armando Iannucci con un elenco de lujo y que es una de las comedias más divertidas que he visto últimamente, representando una despiadada sátira del estado de paranoia que imperaba en la URSS durante y después de que el psicópata del padrecito Iósif entregase la cuchara. Si no la han visto y quieren pasar un rato entretenido, no lo duden, merece la pena.



Los tres fulanos del NKVD que enrollan la alfombra llevan la pistolera reglamentaria para la pistola Tokarev TT-33 que fue sustituyendo poco a poco a lo vetustos Nagant. Esta pistola estaba inspirada en la estética de la FN 1903 con una versión en plan soviético de la munición de la Mauser C-96: 7'62 x 25 mm. la rusa y 7'63 x 25 mm. la tedesca, lo que las hacía intercambiables sin problemas. Los bolcheviques estos se tomaron muy enserio eso de "que inventen otros" tan atribuido a los españoles, porque hasta la famosa Makarov usada por la policía de paisano era otra copia a la soviética de la Walther PPK. 




A la izquierda podemos ver la funda de la TT-33. La del modelo anterior, la TT-30, era igual pero con el bolsillo del cargador colocado horizontalmente bajo la solapa de cierre. Las presillas podían tener en sus extremos dos anillas en forma de D para colgarla de una bandolera que, a su vez, se sujetaba ciñendo el cinturón por encima. Las versiones posteriores carecían de dichas anillas y se sujetaban directamente al cinturón. En la parte frontal tenían dos trabillas de cuero para la baqueta. Por último, si observamos la foto central, vemos que en el interior había una pequeña solapa que cubría el tacón de la empuñadura, pero dejando espacio de sobra para que el guardamonte permaneciera descubierto y facilitar el desenfunde. El cierre, como vemos era una simple correa abrochada en un botón de bronce. Por cierto que he tenido en mis manos fundas fabricadas con kirza (foto de la derecha), un material creado en la URSS a partir de 1939 que imitaba el cuero. Estaba formado por varias capas textiles imitando piel de cerdo pero cuyo tacto se asemeja más al plástico, y a nivel militar se usaba para la fabricación de atalajes, pistoleras, cartucheras y botas. El bolsillo del cargador y el ribeteado del contorno sí eran de piel auténtica. En fin, bastante feuchas como se puede ver en la foto, la verdad...

Bueno, la otra arma emblemática de estos abnegados sufridores del padrecito Iósif es el Nagant, que en manos de los comisarios políticos era una eficaz herramienta para convencer al personal de las bondades del comunismo y de lo importante que era entregar sus miserables vidas en bien de la santa madre Rusia, de los gerifaltes del partido y de sus lujosas dachas en Crimea. Presentamos el aspecto de su funda en un fotograma de "Enemigo a las puertas" (2001), de Jean Jacques Annaud, una entretenida peli para amantes de los francotiradores implacables pero que muestra a un Vassili Záitsev, cuyo parecido con el personaje real es pura coincidencia, manteniendo un duelo de a ver quién la tiene más grande con un coronel König que nunca existió. No obstante, la cinta está muy bien ambientada, sus efectos especiales son muy sugestivos y, salvo dos o tres chorraditas, es bastante aceptable.



La funda del Nagant era bastante funcional, como todo lo fabricado en la URSS. Estaba hecha de una sola pieza con el único añadido del bolsillo frontal que vemos en la foto. En su interior había dos cananas para siete cartuchos cada una, por lo que se disponía de dos recargas completas. Al igual que la pistolera de la Tokarev, podía llevarse colgando directamente del cinturón o mediante una bandolera cruzada en el pecho. Este modelo se estuvo fabricando desde la  introducción del Nagant en 1895 hasta después de la 2ª Guerra Mundial, conservándose operativos años y años ya que cuando se deterioraban no eran desechados, sino que se reparaban y se ponían nuevamente en servicio. En el centro hemos puesto la versión fabricada con kirza que, contrariamente al modelo inicial, tenía las dos trabillas para la baqueta.



Y de la misma familia que el Nagant tenemos el Lebel modelo 1892 del ejército gabacho (Dios maldiga al..., bueno, ya saben). Para ilustrar su pistolera hemos elegido esta estupenda película, "Largo domingo de noviazgo" (2004), de Jean-Pierre Jeunet, en la que aparecen unas de las mejores puestas en escena de las terroríficas preparaciones artilleras de la Gran Guerra. Quiero recordar que esta cinta ya la mencioné en una ocasión no recuerdo a santo de qué, pero la verdad es que me gustó muchísimo y, en realidad, más que una película de guerra es un melodrama romántico del que no digo una palabra más para no chingársela a los que quieran verla.



El primer modelo de funda para el Lebel, que es el que lleva el oficial de la foto interpretado por Tchéky Karyo, estaba muy bien fabricado, conforme a los cánones de la época. La solapa era una gruesa pieza de cuero moldeado y endurecido bajo la cual había un bolsillo con tres particiones en su interior para seis cartuchos cada una. En la parte trasera tenía prevista una trabilla para colgarla del cinturón o dos anillas para una bandolera.





El cierre se efectuaba mediante un botón de bronce, pero con un sistema que era más fiable que los típicos botones abrochados en un ojal sin más. La pieza ovalada que vemos remachada en la tira de cuero tiene un orificio con forma de ojo de cerradura en el que, una vez introducido el botón por la parte de arriba, se tiraba un poco hasta encajarlo a presión en la parte inferior, más estrecha. Para abrir la funda se daba un leve tirón hacia abajo de la correa del cierre y se liberaba el botón. Por lo demás, la amplia solapa moldeada envolvía la parte superior del revólver e impedía que entraran las cantidades industriales de mugre que se generaba en las trincheras o durante los combates. También se fabricó una versión de cuero blando como la que vemos en la foto de la derecha. En este caso se suprimió el bolsillo de munición, quedando a la vista  los tres más pequeños que ya tenía antes con capacidad para 6 cartuchos cada uno. Con todo, como ya sabemos, la oficialidad gabacha acusaba el grave inconveniente de este tipo de revólver cuyo lentísimo sistema de recarga, extrayendo e introduciendo uno a uno las vainas servidas y los cartuchos, hacía que a la hora de la verdad se dispusiera solo de seis disparos porque a ver quién leches se ponía a recargarlo en plena refriega. De ahí que muchos de ellos adquirieran por su cuenta pistolas semi-automáticas de calibre 7'65 en las fábricas de Eibar, donde se forraron a costa de la Gran Guerra.



Varios países copiaron literalmente esta funda tanto para revólver como para pistola. Uno de ellos fue Japón para su Nambu Tipo 14, una peculiar pistola cuya morfología nos recuerda un poco a la P-08 pero que, en realidad, a nivel mecánico se parecen tanto como un huevo a una castaña. La hemos recreado con un fotograma de "Ciudad de vida y muerte", una fabulosa película de 2009 dirigida por Lu Chuan que tampoco es apta para espíritus sensibles ya que narra tanto la ocupación japonesa de Nankin como las bestialidades que los honolables guelelos del mikado perpetraron contra la población civil, que no tenían nada que envidiar a los más selectos Einsatzgruppen de los tedescos incluyendo a sus más celebrados psicópatas, Dirlewanger y Kaminski.





Salta a la vista que se trata de un fusilamiento puro y duro respecto al modelo gabacho, pero el detalle del bolsillo para la munición es sublime. Copiaron la pistolera tan meticulosamente que a nadie se le ocurrió reemplazar el bolsillo con canana pon un bolsillo para cargador, así que el atlibulado guelelo del mikado que se quedaba sin munición tenía que sacar el cargador, guardar la pistola o metérsela bajo el brazo y ponerse a recargar cartucho a cartucho mientras que el enemigo se permitía tomarse su tiempo para volarle los sesos. El bolsillo en cuestión tenía capacidad para 16 cartuchos si bien se aprovechó el espacio interior disponible entre el guardamonte de la pistola y la boca del cañón para alojar un cargador completo. Obsérvese la pequeña costura en forma de triángulo escaleno invertido que hacía de separador. También llevaba en la parte posterior interna de la funda un bolsillo para la baqueta. Como no podía ser menos, la baqueta también era distinta a las usadas habitualmente por los ejércitos occidentales. Como vemos en la foto de la izquierda, en vez de la anilla de toda la vida tenía el extremo con forma como de pequeño manubrio que, en realidad, era para facilitar el llenado de los cargadores (véase la entrada dedicada a esta pistola). En la funda se ve asomar la dichosa baqueta mostrando su posición dentro de la misma.


Por cierto que esta arma siempre se llevaba en el costado derecho, no por comodidad en sí, sino porque en el izquierdo pendía la katana que, aunque más trasnochada que Drácula para usarla en la guerra moderna, daba mucho morbo al personal cuando realizaban sus cargas suicidas para palmar como auténticos y verdaderos héroes del imperio del sol naciente. Y aunque disponía de su presilla para colgarla del cinturón, lo cierto es que lo más habitual era verla colgando de una bandolera. Aprovecho para añadir una chorradita de regalo con la que dejarán perplejos a sus cuñados porque dudo mucho que la conozcan. El guardamonte original de la Nambu era más pequeño y circular, muy parecido al de la P-08. Pero fue precisamente la invasión de Manchuria lo que obligó a aumentar su tamaño y forma, que es el que la mayoría conoce. Bien, el motivo no fue otro que el frío. En Manchuria hacía un frío que te dejaba los testículos como perdigones del 7, y los gruesos guantes que usaban los honolables guelelos del mikado no permitían introducir el dedo en el guardamonte para apretar el gatillo y masacrar chinos, así que tuvieron que modificarlos. En la foto de la derecha podemos ver ambas versiones, la original y la surgida en Manchuria.

Posteriormente se modificó el bolsillo para la munición eliminando las dos pequeñas cananas interiores y haciéndolo más cuadrado de manera que pudiera alojar dos cajas de munición de 15 cartuchos. Esto demuestra que la mentalidad japonesa es un arcano dentro de un misterio encerrado en un enigma, porque los cargadores de la Nambu eran de 8 cartuchos, así que lo lógico es que las cajas fueran de 16 y no de 15. Imagino que en su mentalidad tan distanciada de la nuestra se daba por sentado que se usarían inicialmente ocho cartuchos para llenar el cargador, quedando siete en la caja, y que cuando se agotase el cargador no se dispararía el último, por lo que con los siete restantes se volvían a tener ocho. Esto es obviamente una conjetura mía de occidental que no entiende un carajo a esta gente, así que vete a saber. Por lo demás, como vemos en la foto, se dispuso un pequeño bolsillo junto al de la munición para una aguja percutora de repuesto como la que vemos a la derecha. Total, que a lo tonto a lo tonto convirtieron esta pistolera en la más completita de todas las habidas y por haber, y solo le faltaban los palillos y el platito  del sake para redondearlas.



Sin embargo, las pistoleras usadas por los british eran más simples que el cerebro de un político si bien tenían unas peculiaridades bastante curiosas. Para recrearla tenemos un fotograma de "Journey's End", que creo que aún no se ha estrenado en España. Es una cinta de 2018 dirigida por Saul Dibb que muestra con gran realismo la angustiosa y a la vez monótona vida trincheril hasta que las cosas se ponen feas, el hastío, el agotamiento psicológico, etc. Está muy bien ambientada y sin recurrir a lo "gore" de algunas películas sobre este tema no deja a nadie indiferente.  Por cierto, el fiador que lleva al cuello el oficial que avanza por la trinchera se convirtió en un espléndido auxiliar de los tedescos cuando llegaban al cuerpo a cuerpo para estrangular al que no había caído en la cuenta de que era mejor colocarlo en la hombrera derecha de la guerrera. 



Se fabricaron tres modelos para el revólver Webley de armazón basculante que sirvieron a partir de la Gran Guerra para, años después, ser sustituidos por otros de lona feos de castigo y de los que ya hablaremos otro día. Los de cuero, que son los chulos y elegantes, los veremos ahora. El primero lo tenemos en la foto superior. Era una funda hecha de una sola pieza cuya peculiaridad radicaba en el sistema de fijación al cinturón. Como podemos ver, era una lengüeta que pasaba por una presilla. Al final estaba provista de un botón que permitía quitarse la pistolera sin necesidad de desabrocharse el cinto. Este sistema se adoptó en España hace unos 40 años para facilitar el manejo de los atalajes de material sintético, de forma que las trinchas, cartucheras, bolsas para bombas de mano, pistoleras, etc. se quitaban y ponían tomando el cinturón como base sin necesidad de desabrocharlo y que se le cayeran a uno los pantalones. Y nada más, esta pistolera ni siquiera disponía de una mísera canana. La munición se llevaba en una bolsa aparte como la que aparece a la derecha. Sobre la solapa vemos 6 presillas para otros tantos cartuchos de uso inmediato, y en el interior iba el resto de munición en dos hileras más,  o sea, 12 cartuchos.




La foto muestra la posición de la bolsa de munición para el
Webley. Alguno se dirá por qué si el arma va a la derecha la
trincha cruzada está al revés. Respuesta: porque en teoría
esa trincha está tradicionalmente asociada a la espada aunque
no se use más que en contadas ocasiones. Obviamente, cada
país tiene sus normas al respecto, pero en este caso es así
En la foto superior tenemos los otros dos tipos. El de la izquierda es todo un alarde de pijerío made in England, como los oficiales que saltaban la trinchera con un alfiler de oro en el cuello de la camisa. Obsérvese la extensión de la amplia trabilla ideada para que la pistolera no se moviera en absoluto, permaneciendo con su grado de inclinación adecuado. Y fíjense en el botón de bronce. Bien, pues esa extensión y ese botón eran para abrocharlo en uno de los agujeros del cinturón por su cara interna de forma que la pistolera se quedase en el sitio exacto y no se moviera de adelante hacia detrás ni aunque un metrallero tedesco alcanzase de lleno a su propietario. Además, la extensión estaba orientada de forma que quedase hacia atrás, por lo que no era visible. Por último, la pistolera de la derecha era el tercer tipo al uso en aquella época y que, como vemos, carecía de solapa. Solo llevaba la correa del cierre para sujetar el arma. Cabe suponer que las usaban los que no estaban por la labor de perder ni medio segundo si un sturmtropper tedesco asomaba la jeta por el recodo de una trinchera. En la esquina superior derecha tenemos otro tipo de bolsa para munición más simple, sin la canana exterior. Añadir solo que los british llevaban la pistolera en el costado derecho por la misma razón que los honolables guelelos del mikado: el izquierdo quedaba reservado para el tahalí de la espada aunque no la usaran más que en las paradas y demás eventos militares, pero ya sabemos que las costumbres al final siempre perduran aunque las razones por las que surgieron hayan desaparecido. De hecho, si observamos el cinturón del sujeto de la foto superior vemos que en su parte izquierda lleva una de las anillas donde se suspendía el tahalí en cuestión

Bueno, dilectos malvados, con esto terminamos. Sí, ya sé que me dejo atrás unas cuantas, pero ya las veremos otro día que por hoy ya me he prodigado más de la cuenta y con esto tienen material para apabullar a los cuñados más contumaces.

Hale, he dicho

POST SCRIPTVM: No quiero dejar de hacer una aclaración. Como ya habrán notado, varios de los ejemplos mostrados son piezas flamantes. Como es lógico suponer, se trata de réplicas modernas a las que he tenido que recurrir para mostrar vistas que no he encontrado en ejemplares originales. No obstante, quede claro que son copias rigurosas de las de época y cuya fidelidad respecto a las auténticas es incuestionable.


La pistolera, además de ser un accesorio muy útil, ha sido y es un símbolo estatus. En el ejército las usan casi siempre los
oficiales- de unos años acá también la tropa para servicios de guardia y escolta, pero bueno...- y en la vida civil la policía
y la Guardia Civil, que son la autoridad (Fotograma de "La trinchera"(1999), de William Boyd)

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