viernes, 14 de octubre de 2011

Armamento moderno: La bayoneta 1ª parte




Bueno, vamos a descansar un poco de tanto medioevo, así que en esta entrada se hablará del arma que relegó al olvido a la añeja pica que, durante siglos, fue el arma preferida de los infantes para detener y rechazar las cargas de caballería.

El origen del término bayoneta no está nada claro. Aunque generalmente se suele aceptar la conocida teoría de que fue en Bayona donde primero se fabricaron, hay otras muchas tan válidas como esa. En cualquier caso, brindo al Sr. Tormenta, que sabe de etimologías más que yo, a que nos exponga en el foro las diversas teorías al respecto, y así nos enteramos todos o nos liamos a debatir durante 77 lustros. Yo me limitaré a dar cuenta de su desarrollo. Bueno, al tema...

A mediados del siglo XVII, ya estaba muy claro entre los estrategas de la época que eran las armas de fuego las que decidían las batallas. Las armas enastadas que durante siglos habían sido el único freno ante la impetuosa caballería, tales como las alabardas, bisarmas y, especialmente, las picas, habían caído en la obsolescencia. Aunque algunos militares consideraban que esta última aún conservaba una plena vigencia, eran muchos más los que afirmaban que la infantería debía ir armada con mosquetes con los que podía diezmar a distancia al enemigo, ya fuese a caballo o a pie. Sin embargo, su lenta cadencia de tiro hacía que una carga llegase al contacto sin sufrir tan considerable número de bajas como para rechazarlos antes del mismo, así que aún era preciso contar con un arma capaz de detener los caballos del adversario. Y como no era nada práctico mantener unidades de piqueros destinados exclusivamente a tal fin, o equipar a la infantería tanto con mosquetes como con picas, se optó por dotar a las armas de fuego con un arma blanca que convirtiese el mosquete en pica llegado el caso. Así nació la bayoneta.


Aunque, al parecer, el primer regimiento oficialmente dotado de bayonetas fue el Regimiento del Rey, en Francia, en 1670, hay una teoría que afirma que fue en España donde primero se usaron, partiendo de unos cuchillos de caza mayor como el que aparece en la ilustración de la izquierda. Eran los que se conocían como "cuchillos o bayonetas de taco", un arma con una empuñadura fusiforme que se introducía en el cañón, tal como aparece en el dibujo, destinada a rematar la caza mayor peligrosa, como el jabalí. No sería de extrañar que esta teoría fuese cierta tanto en cuanto subsisten actualmente multitud de ejemplares de ese tipo de cuchillos de esa época, por lo general ricamente ornamentados con incrustaciones de plata, hueso, etc., y las hojas con gran profusión de grabados. En esto, como siempre, entraba en juego el poder adquisitivo de cada cual. Como se ve, era un arma de doble filo, como una daga medieval, cuya empuñadura iba provista de una protuberancia junto a la cruceta para hacer de tope a la hora de introducirla en el cañón. Al ser dicha empuñadura fusiforme, podía encajarse sin problema en cualquier cañón, fuese cual fuese su calibre.


En cualquier caso y sea cierta o no esta teoría, es un hecho que durante la segunda mitad del siglo XVII ya había unidades dotadas de bayonetas para sus mosquetes, introducidas en Francia por el teniente coronel Jean Martinet, y que en poco tiempo su uso de generalizó entre todos los ejércitos europeos. Sin embargo, estas bayonetas primitivas tenían un grave defecto: una vez montadas no se podía disparar por razones obvias. De ese modo, cuando la proximidad del enemigo hacían el contacto inminente, tras una última descarga de fusilería se ordenaba montar la bayoneta y se disponían a rechazar la carga de caballería o a entrar en un mortífero cuerpo a cuerpo contra la infantería enemiga.


Es evidente que inutilizar el arma de fuego para usarla como pica no dejaba de ser un problema, así que no se tardó mucho en idear la que se conoce como "bayoneta de cubo", creada por el general Hugh Mackay. Fue a raíz de la derrota que sufrió a manos de los escoceses en la batalla de Killiecrankie (1689), cuando sus tropas, ante el impetuoso avance enemigo, no tuvieron tiempo de montar las bayonetas, por lo que se vieron con los mosquetes en la mano, sin poder recargar, y sin nada con qué repeler al enemigo salvo usándolos como estacas.


Y el invento fue lo que vemos en la ilustración de la derecha: un cubo de hierro a través del cual se pasaba el cañón del mosquete, y del que salía un codo donde iba la hoja. Pero vayamos por partes, que conviene estudiar detenidamente cada pieza.
La figura de arriba lleva un cubo en el se aprecia una muesca a través de la cual pasa el punto de mira del arma, quedando encajada en el cañón tras girarla. Para fijar la bayoneta al mosquete va provista de una anilla con un tornillo que, una vez apretado, la deja solidamente unida. Esa anilla no era circular, sino ovalada, de forma que, al girarla, quedaba bloqueada. Eso permitía quitar y poner la bayoneta sin tener que aflojar el tornillo, si bien, generalmente, casi siempre iba montada. En B vemos que la hoja era de sección triangular en los modelos más primitivos, y en A la misma sección, pero con vaceos que la aligeraban de peso. El codo no tenía otro fin que permitir al fusilero recargar el arma disponiendo de un mínimo espacio para atacar la pólvora con la baqueta, si bien los desollones y los cortes en dedos y nudillos eran constantes por la poca distancia que quedaba entre mano y bayoneta. De ahí que, por lo general, la cara plana (en los tipos A y B) quedara mirando hacia el interior, a fin de dañar la mano lo menos posible.
Añadir que, una vez montada, la hoja quedaba en el lateral derecho del cañón, y no abajo como es habitual en las bayonetas modernas. Esto era para tener espacio libre usando la mano izquierda, que era la que manejaba la baqueta mientras que con la derecha se introducía la carga. La figura inferior muestra una bayoneta similar, pero con la hoja de sección cruciforme y acanaladuras en todas sus caras. Este tipo de sección es posterior, estando en uso hacia mediados de siglo XIX.

La longitud de las bayonetas de cubo oscilaba alrededor de los 40 cm. o incluso algo más. Eso, unido a los aproximadamente 140-150 cm. del mosquete nos da una "pica" de 1,90 metros, a veces un poco más, dependiendo del modelo tanto de bayoneta como de mosquete. O sea, una longitud muy cercana a la de las alabardas o bisarmas medievales. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX se crearon unas bayonetas más versátiles que valían tanto para ser montadas en el fusil como para ser usadas como cuchillo o como espada corta, o  incluso para cortar la mortadela para el bocata del intermedio de la batalla. Pero de eso ya hablaremos en otra entrada, porque esas armas eran totalmente diferentes a las que acabamos de estudiar.

Hale, he dicho...


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