El...¿"arquitecto"? que llevó a cabo la...¿"restauración"? de este castillo debería publicar un libro titulado: "Cómo no restaurar una fortificación", en la que de cuente de todo el proceso que se llevó a cabo para perpetrar esta añeja fortaleza. Seguramente, sería más útil a la humanidad que la monstruosidad que culminó con el placet de los regidores municipales de turno y de la Consejería de "Curtura" de la Junta de Andalucía.
No deja de causarme cierto estupor que, a la hora de rehabilitar un caserón viejo sin el más mérito artístico, te exijan mantener la fachada tal cual y, sin embargo, permitan e incluso aplaudan que un Bien Cultural sea vilmente mancillado. Pero es de todos sabido que los políticos se rigen por unos baremos muy distantes del sentir popular, que eso de que representan al pueblo es algo que solo se creen ellos, si es que de verdad se lo creen, cosa que dudo.
Bueno, al grano...
El castillo de Montemolín es una fortificación de origen árabe datada en el siglo XII que, tras la conquista de Sevilla en noviembre de 1248, fue dado en tenencia a la Orden de Santiago, pasando a formar parte de la vicaría de Tudía, que a su vez dependía del priorato de San Marcos de León. La todopoderosa orden la reconstruyó y llevó a cabo ciertas modificaciones para adaptarla a sus usos, entre otras la edificación de una torre del homenaje. El castillo se yergue sobre un cabezo de poca altura al oeste de la actual población. Tiene forma de óvalo alargado, siguiendo la morfología del terreno sobre el que está edificado.
En el año 99 se urdió la perpetración que podemos contemplar actualmente, y de la cual doy cuenta a continuación. Vean, vean... Aviso: acojona, ¿eh?
Antes de entrar, nos topamos con esa maravillosa recreación de puerta en arco de herradura, muy molona con sus columnitas y tal. Ah, y la reja, un ejemplo de buen hacer y, sobre todo, de respeto por el uso de elementos totalmente dentro del contexto del conjunto. Eso sí, las dos torres de flanqueo en tapial que, como se ve, están en un estado próximo a la ruina definitiva, siguen tal cual. Quizás sea lo mejor, no sea que las alicaten con azulejos de restos de serie a 3 euros el m2.
Una vez dentro, las sorpresas y las ganas de vomitar aumentan de forma inquietante: ahí tenemos unas magnificentes zapatas de hormigón armado para consolidar la muralla. Pregunto: ¿no hay otro medio para ello, como por ejemplo introducir postes de hierro, o simplemente rehacer la muralla con tapial calicantado? Aunque igual hicieron las zapatas esas para que los visitantes puedan sentarse a contemplar la desolación más cómodamente, quién sabe...
A medida que avanza la visita, a uno se le inflaman hasta las almorranas aún sin tener ese desagradable e irritante padecimiento. He ahí lo que antaño fue la altiva torre del homenaje, lugar donde los freires santiaguistas se reunían en cónclave para ver como hacer la puñeta a la morisma y a los templarios de la encomienda de Jerez de los Caballeros. Hoy día no se podrían reunir porque la ventolera que pasaría por esas descomunales ventanas les llevaría hasta los almófares de malla.
Un homenaje le daba yo al artista que la perpetró. Por lo visto, aún no había llegado al capítulo que explica que esas ventanas quedan chulas en un apartamento en Matalascañas, pero no en el macho de un castillo.
Pero lo peor no es el abominable resultado exterior. No, nada de eso... el exterior es un logro comparado con la aberración que cometieron en la zona interior. Vean, vean...
Sobran los comentarios, ¿verdad? Una torre diseñada por un estilista sueco estilo zen o algo así parece. O sacada de un catálogo de Ikea, o qué se yo. Un crío de 3 añitos y un Exin Castillos la haría infinitamente mejor, qué carajo... ¿Cómo se puede hacer tanto daño en algo que ya está bastante dañado? He ahí la muestra. El ser humano no conoce límites a la hora de hacer burradas.
En fin, no redundo más, que me entran arcadas. Creo que con lo mostrado, sobra para que cualquiera que pretenda acercarse allí sepa de sobras lo que se va a encontrar.
Ya no hablo más...
Siento náuseas...
Y no pongo foto molona de cierre, no lo merece...
He dicho...
Puag...
A medida que avanza la visita, a uno se le inflaman hasta las almorranas aún sin tener ese desagradable e irritante padecimiento. He ahí lo que antaño fue la altiva torre del homenaje, lugar donde los freires santiaguistas se reunían en cónclave para ver como hacer la puñeta a la morisma y a los templarios de la encomienda de Jerez de los Caballeros. Hoy día no se podrían reunir porque la ventolera que pasaría por esas descomunales ventanas les llevaría hasta los almófares de malla.
Un homenaje le daba yo al artista que la perpetró. Por lo visto, aún no había llegado al capítulo que explica que esas ventanas quedan chulas en un apartamento en Matalascañas, pero no en el macho de un castillo.
Pero lo peor no es el abominable resultado exterior. No, nada de eso... el exterior es un logro comparado con la aberración que cometieron en la zona interior. Vean, vean...
Sobran los comentarios, ¿verdad? Una torre diseñada por un estilista sueco estilo zen o algo así parece. O sacada de un catálogo de Ikea, o qué se yo. Un crío de 3 añitos y un Exin Castillos la haría infinitamente mejor, qué carajo... ¿Cómo se puede hacer tanto daño en algo que ya está bastante dañado? He ahí la muestra. El ser humano no conoce límites a la hora de hacer burradas.
En fin, no redundo más, que me entran arcadas. Creo que con lo mostrado, sobra para que cualquiera que pretenda acercarse allí sepa de sobras lo que se va a encontrar.
Ya no hablo más...
Siento náuseas...
Y no pongo foto molona de cierre, no lo merece...
He dicho...
Puag...
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