Al hilo del ominoso suceso ocurrido con el castillo de Matrera, en esta entrada quiero mencionar otro caso similar que, aunque ocurrió hace ya tres años, es una muestra palmaria de como se hacen las cosas en la Hispania. Ojo, como se hacen las cosas en lo tocante a la defensa del patrimonio, ya que en otras cuestiones es totalmente diferente, léase subvenciones a ONG's que no las conoce ni controla nadie, sueldazos a asesores que ni Cristo sabe qué leches asesoran porque no tienen ni el graduado escolar y el larguííísimo et cetera de parásitos que ya podemos imaginar. Bueno, al grano...
Para no enrollarme mucho, sírvanse vuecedes echar un vistazo a la noticia tal como apareció en la prensa:
¿Ya? Vale, prosigamos. A continuación, vean algunas fotos de mi archivo realizadas hará cosa de diez años antes del desastre, las cuales me costaron por cierto una bronca con la Guardia Civil porque decían que subir a la torre "iba contra la Ley de Patrimonio Histórico". Cuando le pregunté qué artículo había violado me salieron por peteneras, pero eso es ya otra historia. Bueno, vean, vean...
Ahí tenemos la torre en cuestión. Como se puede apreciar perfectamente, su estado de conservación era de lo más deficiente, con arbustos y vegetación parasitaria por todas partes. Para aquellos que lo desconozcan, esos jaramagos son asaz dañinos tanto en cuando sus raíces van cada vez profundizando más en el secular motero, provocando la desunión entre los materiales del edificio. Por otro lado, el material de relleno de las partes macizas de una de estas torres no es otra cosa que tierra colmatada y mezclada con fragmentos cerámicos y cantería menuda. Las raíces de los arbustos tienen en esa tierra un elemento de primera para fijar sus raíces a costa de lo mismo: el debilitamiento de la estructura de la torre o muralla donde se haya agarrado. Sin embargo, el diligente ayuntamiento de Constantina que tanta prisa dice que se dio en comunicar la pérdida de materiales en la base de la torre que provocó el derrumbre no se preocupó lo más mínimo por, simplemente, limpiar del nocivo forraje el entorno del castillo. Es de todos sabido que nuestros políticos siempre echan la patata caliente a otro, faltaría más.
Ahí tenemos otra vista de la torre en la que podemos corroborar todo lo dicho anteriormente. Fíjense vuecedes en los huecos de las ventanas, totalmente descarnados por obra del tiempo, los jaramagos y demás artífices de la ruina. Habría bastado que uno de los albañiles municipales hubiera gastado unos cuantos ladrillos de adobe, que en aquella época costaban alrededor de las 25 ptas. la unidad, arena rubia y una arroba de cal para impedir el avance del deterioro.
Están viendo vuecedes una de las escasísimas imágenes que hay en la red del interior de la torre. Una vez más podemos comprobar que el ayuntamiento no ponía lo que se dice interés, no ya en rehabilitar el recinto, sino siquiera en consolidar la ruina. En el suelo, fuera de encuadre, había un enorme boquete por el que se veía la cámara inferior. Tampoco lo taparon nunca.
Acceso a la escalera que comunicaba con la tercera planta. Según se aprecia en la imagen, el "acceso" no es más que un simple agujero deforme en la pared. Los primeros escalones ni existen, y los muros estaban en un estado de degradación notable por la pérdida de mortero. Poco habría costado al diligente ayuntamiento llaguearlo para detener el deterioro galopante.
Esta foto es la "continuación" de la anterior (obsérvese el arranque de la bóveda de ladrillo). Aunque no se aprecie bien en la imagen, esa zona del muro estaba bastante ennegrecida debido al humo de fogatas hechas por los niñatos y gamberros de turno. El diligente ayuntamiento tampoco se preocupó demasiado por alejarlos.
Bien, así era la torre del homenaje antes de irse al garete a eso de las cinco de la mañana del 10 de marzo del 2010. Y tras el colapso del edificio, la cosa quedó tal como vemos en la foto de la derecha: destrucción total. Obsérven vuecedes los enormes fragmentos de la torre, los cuales se usaron para la restauración ya que eran lo suficientemente grandes como para conocer su disposición en la torre original.
Y aquí tenemos el origen del desastre. La base del paramento de la torre se vino abajo, por lo que toda la masa del edificio ejerció una presión en dirección a la ladera que provocó el colapso. Esta foto fue tomada dos días antes del desplome, siendo cierto que el ayuntamiento ya había puesto sobre aviso a la Junta de Andalucía debido a unas grietas que aparecieron el día 28 de febrero anterior, lo cual fue comunicado por el arquitecto municipal. Curiosamente, en años anteriores se habían llevado a cabo diversas intervenciones para consolidar el recinto, si bien a la vista de lo visto la consolidación no fue muy afortunada que digamos.
El final de la historia es que hace ahora un año se abrió de nuevo el castillo una vez concluidas una serie de obras de consolidación en el acceso al mismo y, según una noticia de hace pocos días, ya se han iniciado las obras para la reconstrucción de la torre, la cual se llevará a cabo por anastilosis, método éste que consiste en reconstruir el edificio ajustando los principales elementos que se conservan, o sea, volver a poner en su sitio los grandes fragmentos de muros que vimos en las fotos de más arriba. La broma tendrá un costo de 786.955 € concedidos por el ministerio de Fomento con cargo al fondo del 1% cultural de la contratación de obra pública más 259.318 € que pagará la Junta de Andalucía, lo que hace un montante total de 1.049.273 euracos, que no es moco de pavo.
Bien, y ahora el personal se preguntará que qué tiene todo lo contado de absurdo. Y yo digo: todo. ¿Que por qué? Pues muy sencillo, dilectos contertulios. Veamos...
1. Desde hace ya muchos años, el estado del castillo es de ruina progresiva. Y no hablamos del típico castillo en la cima del monte más canallesco y empinado del mundo, sino de uno al que se llega en coche y que es visitado por la chiquillería del pueblo para jugar al balón en su amplio y llano albácar. O sea, que hablamos de un edificio cuyo estado puede ser constantmente controlado.
2. Como suele ser habitual en la Hispania, esperamos a que ocurra lo irreparable para proceder a repararlo. Mi pregunta es: si el castillo hace ya décadas que presenta un constante avance en el deterioro del mismo, ¿por qué hay que esperar a que se venga abajo?
3. Está de más decir que una consolidación habría costado muchísimo menos dinero. Y además, con el costo de esta obra se podrían hacer las reparaciones necesarias en otras fortificaciones en un estado de ruina progresiva aún peor, como la torre del Águila, la del Bollo o la de Lopera solo por citar algunos ejemplos.
4. Y, naturalmente, luego salen los políticos echándose flores y poniéndose medallas. Cito un párrafo del portal de noticias del ayuntamiento de Constantina que lo dice todo:
Ahí tenemos otra vista de la torre en la que podemos corroborar todo lo dicho anteriormente. Fíjense vuecedes en los huecos de las ventanas, totalmente descarnados por obra del tiempo, los jaramagos y demás artífices de la ruina. Habría bastado que uno de los albañiles municipales hubiera gastado unos cuantos ladrillos de adobe, que en aquella época costaban alrededor de las 25 ptas. la unidad, arena rubia y una arroba de cal para impedir el avance del deterioro.
Están viendo vuecedes una de las escasísimas imágenes que hay en la red del interior de la torre. Una vez más podemos comprobar que el ayuntamiento no ponía lo que se dice interés, no ya en rehabilitar el recinto, sino siquiera en consolidar la ruina. En el suelo, fuera de encuadre, había un enorme boquete por el que se veía la cámara inferior. Tampoco lo taparon nunca.
Acceso a la escalera que comunicaba con la tercera planta. Según se aprecia en la imagen, el "acceso" no es más que un simple agujero deforme en la pared. Los primeros escalones ni existen, y los muros estaban en un estado de degradación notable por la pérdida de mortero. Poco habría costado al diligente ayuntamiento llaguearlo para detener el deterioro galopante.
Esta foto es la "continuación" de la anterior (obsérvese el arranque de la bóveda de ladrillo). Aunque no se aprecie bien en la imagen, esa zona del muro estaba bastante ennegrecida debido al humo de fogatas hechas por los niñatos y gamberros de turno. El diligente ayuntamiento tampoco se preocupó demasiado por alejarlos.
Foto tomada del blog de noticias del ayuntamiento de Constantina |
Bien, así era la torre del homenaje antes de irse al garete a eso de las cinco de la mañana del 10 de marzo del 2010. Y tras el colapso del edificio, la cosa quedó tal como vemos en la foto de la derecha: destrucción total. Obsérven vuecedes los enormes fragmentos de la torre, los cuales se usaron para la restauración ya que eran lo suficientemente grandes como para conocer su disposición en la torre original.
Vista aérea de la catástrofe. Como queda patente, de la torre no quedó literalmente piedra sobre piedra. Foto tomada del blog de noticias del ayuntamiento de Constantina |
Y aquí tenemos el origen del desastre. La base del paramento de la torre se vino abajo, por lo que toda la masa del edificio ejerció una presión en dirección a la ladera que provocó el colapso. Esta foto fue tomada dos días antes del desplome, siendo cierto que el ayuntamiento ya había puesto sobre aviso a la Junta de Andalucía debido a unas grietas que aparecieron el día 28 de febrero anterior, lo cual fue comunicado por el arquitecto municipal. Curiosamente, en años anteriores se habían llevado a cabo diversas intervenciones para consolidar el recinto, si bien a la vista de lo visto la consolidación no fue muy afortunada que digamos.
El final de la historia es que hace ahora un año se abrió de nuevo el castillo una vez concluidas una serie de obras de consolidación en el acceso al mismo y, según una noticia de hace pocos días, ya se han iniciado las obras para la reconstrucción de la torre, la cual se llevará a cabo por anastilosis, método éste que consiste en reconstruir el edificio ajustando los principales elementos que se conservan, o sea, volver a poner en su sitio los grandes fragmentos de muros que vimos en las fotos de más arriba. La broma tendrá un costo de 786.955 € concedidos por el ministerio de Fomento con cargo al fondo del 1% cultural de la contratación de obra pública más 259.318 € que pagará la Junta de Andalucía, lo que hace un montante total de 1.049.273 euracos, que no es moco de pavo.
Bien, y ahora el personal se preguntará que qué tiene todo lo contado de absurdo. Y yo digo: todo. ¿Que por qué? Pues muy sencillo, dilectos contertulios. Veamos...
1. Desde hace ya muchos años, el estado del castillo es de ruina progresiva. Y no hablamos del típico castillo en la cima del monte más canallesco y empinado del mundo, sino de uno al que se llega en coche y que es visitado por la chiquillería del pueblo para jugar al balón en su amplio y llano albácar. O sea, que hablamos de un edificio cuyo estado puede ser constantmente controlado.
2. Como suele ser habitual en la Hispania, esperamos a que ocurra lo irreparable para proceder a repararlo. Mi pregunta es: si el castillo hace ya décadas que presenta un constante avance en el deterioro del mismo, ¿por qué hay que esperar a que se venga abajo?
3. Está de más decir que una consolidación habría costado muchísimo menos dinero. Y además, con el costo de esta obra se podrían hacer las reparaciones necesarias en otras fortificaciones en un estado de ruina progresiva aún peor, como la torre del Águila, la del Bollo o la de Lopera solo por citar algunos ejemplos.
4. Y, naturalmente, luego salen los políticos echándose flores y poniéndose medallas. Cito un párrafo del portal de noticias del ayuntamiento de Constantina que lo dice todo:
El Alcalde ha respondido al sentir de sus ciudadanos y a la obligación, como máximo dirigente, de luchar por conseguir que Constantina recuperara este monumento tan emblemático de nuestro patrimonio.
Este regidor municipal que tanto luchó y tal (antes de ser alcalde era policía municipal) lleva en el cargo desde el año 2007 y, según la noticia del enlace de abajo, parece ser que planean sobre su persona ciertas dudas en lo tocante a la ética exigible (pero rara vez cumplida) de nuestra inefable casta política.
Bueno, dilectos lectores, espero que ahora se entienda por qué titulaba esta entrada como caso absurdo. Todo es absurdo en la Hispania. Los políticos se echan flores, se creen sus propios embustes, nos toman por memos de solemnidad y, en fin, se dedican a saciar su voracidad de poder y dineros a costa de todos. Ah, un detallito final a modo de insultante ejemplo de lo dicho, pero a lo bestia... ¿saben vuecedes lo que se pulió la Junta de Andalucía en la rehabilitación del Palacio de San Telmo? Lo comento solo porque, aunque no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa, es un claro exponente del despilfarro habitual. El anterior cacique, estoooo... quiero decir anterior presidente de la Junta, Sr. Cháves, se gastó la friolera de 52 millones cuando el presupuesto inicial era de "solo" 34 (según la oposición fueron más de 60 millones), con la intención entre otras cosas de convertir el susodicho palacio, que en su día fue de los duques de Montpensier, como residencia oficial del presidente de la Junta. Al día de hoy nadie vive allí. Se usa solo para determinados actos protocolarios un salón inmenso cuyo mobiliario es de una parquedad insólita (parco en cantidad, no en precio porque las lámparas, diseñadas por un sueco, costaron 8.000 pavos cada una): un tresillo y una mesa, usados para hacerse la fotito con el visitante de turno y aparentar que hablan de temas trascendentales. Para eso se pulieron CINCUENTA Y DOS MILLONES DE EUROS, o sea, casi NUEVE MIL MILLONES de las antiguas pesetas. Bueno, ahí dejo un enlace sobre el tema por si alguien quiere que le rechinen los dientes:
Esta es pues la absurda historia del castillo de Constantina, que se cayó como se ha caído el de Matrera y como se llevan ya caídos tantos y tantos. Somos la nación con mayor patrimonio castellológico del mundo, más de 4.000 y, de ellos, 800 en la Andalucía. Sí, más que en Francia, Inglaterra o Alemania. Y somos tan chulos, o tan gilipollas, que permitimos que dicho patrimonio disminuya porque los dineros que hoy precisamente no sobran se los siguen llevando los mismos que se los llevaban cuando sobraba.
La cólera me domina, así que me largo a merendar.
Hale, he dicho
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