Carro de guerra egipcio en plena acción |
Esto de los puentes lo amorcilla a uno más que un bonobo después de comerse dieciocho kilos de plátanos, leches... Bueno, a ver si así me despabilo. Tras la entrada referente a las tropas egipcias, creo que ésta quedaría un tanto incompleta si no se habla un poco de los carros de guerra que tanto aparecen en sus bajorrelieves y pinturas funerarias, generalmente guiados por un victorioso faraón que mata más enemigos que la gripe española. Así pues, vamos a ello...
El carro de guerra fue introducido por los hicsos, un pueblo procedente de Canaán que se introdujo en Egipto hacia el siglo XVIII a.C. y que llegaron a fundar dos dinastías, gobernando durante unos 200 años. De hecho, el término hicso es la helenización del término egipcio heka khaswt, que significa "los gobernantes de tierras extranjeras". Fue precisamente el carro de guerra el que permitió tiempo después expulsar a los hicsos tras sucesivas batallas y, en manos de Tutmosis III y Ramsés II, crear unidades de carros que aportaron una poderosa fuerza de choque a los ejércitos egipcios de la época.
El carro egipcio era ligero y maniobrable. Iba tirado por dos caballos y tripulado por dos hombres: un conductor-escudero, cuya misión consistía en, además de conducir el carro, protegerse a sí mismo con un escudo y, al mismo tiempo, a un compañero armado con un arco, dos venablos y un kopesh, una espada en forma de hoz bastante contundente y a la que dedicaré una entrada más adelante para ella sola. Dichas armas iban colocadas en los costados del carro, en fundas adecuadas para tenerlas a mano en todo momento. Como vemos en la ilustración, en el costado derecho iban el arco y una aljaba con flechas, y a la izquierda los venablos. Estos carros eran llamados por los egipcios wereret o merkebet, términos de origen cananeo al igual que los hicsos.
Como es lógico, los carros que los hicsos introdujeron en Egipto fueron evolucionando con el tiempo, haciéndose cada vez más robustos y maniobrables. Si tomamos un carro de la XII dinastía como el que aparece en la ilustración de la izquierda, veremos que su chasis mide un metro de ancho por 50 cm. de profundo y 75 cm. de alto. Dicho chasis se limita a su mera estructura, no llevando ningún tipo de protección. Su eje mide 150 cm. y usa ruedas de 80 cm. de diámetro provistas de cuatro radios. Sin embargo, uno de la XVIII dinastía como el hallado en la tumba de Tut-Ank-Amón tenía un chasis igual de ancho y profundo, pero de 125 cm. de altura. Por otro lado, el eje estaba colocado más atrás y su anchura llegaba a los 175 cm. Las ruedas también habían aumentado su diámetro hasta los 90 cm. y eran mucho más robustas ya que iban provistas de seis radios. En cuanto al armamento, inicialmente solo estaban equipados con el arco, mientras que posteriormente, en tiempos de Seti I, se les añadió la panoplia que vimos en el párrafo anterior.
Para fabricar el chasis del carro se recurría a maderas ligeras y resistentes, como el olmo o el fresno que, a su vez, se recubría con piel de vacuno. Para evitar incrementar el peso tenían dos ventanas laterales. Cada parte se fabricaba de una sola pieza doblada mediante calor, evitando así debilitar su ya de por sí ligera estructura. En la ilustración de la derecha tenemos un ejemplo que muestra perfectamente estas características, incluyendo la panoplia de armamento. Las ruedas tenían un proceso de elaboración bastante curioso: para su fabricación se usaban diversos tipos de madera, tales como el fresno, el olmo, el ciruelo o el almendro. Los radios se unían formando tres V's que eran unidas al buje del eje mediante intestinos frescos que, al secarse, proporcionaban una sólida unión. Las llantas se fabricaban con la misma madera, y estaban formadas por cuatro fragmentos ensamblados por machihembrado reforzado con alambre de bronce. Dichos fragmentos se unían con tiras de corteza de abedul que, a su vez, se recubrían con cuero crudo destinado a compactar sólidamente todos los componentes de la rueda. Se montaban en los ejes asegurándolas mediante un pasador que, a su vez, era reforzado mediante una tira de cuero.
En la foto de la izquierda podemos ver con detalle todo lo explicado en el párrafo anterior. Se aprecian perfectamente las uniones de los radios a la llanta, así como el pasador del buje que impedía la salida de la rueda. También se puede ver con claridad la unión del eje al chasis, realizada, como todas las piezas del carro, con tiras de cuero crudo que al secarse proporcionaban una sólida unión.
Fabricantes de carros en plena faena. Obsérvese la figura superior derecha que, con una hachuela, desbasta una pieza del carro. |
Pero claro, los carros y los caballos precisos para su uso eran caros y, además, requerían de un constante entrenamiento para obtener la destreza adecuada para su uso en combate. De ahí que las unidades de carros se nutrieran de una aristocracia guerrera (como ocurría con la caballería romana de tiempos de la república) denominada maryanuu o jóvenes héroes. Su tripulación, como se ha dicho anteriormente, la formaban dos hombres: el conductor-escudero, denominado kedjen (conductor) o ger'iu (portador de escudo) y el carrista guerrero o seneny. Éste último iba protegido con una coraza fabricada con varias capas de lino pegadas unas a otras con resina que podían resistir el disparo de los poco potentes arcos de la época, o con escamas de bronce o cuero hervido, mucho más resistentes. La cabeza la protegían con un yelmo formado por una peluca recubierta con escamas de bronce. En lo tocante a la protección de los caballos, consistía en un caparazón similar al del carrista a base de escamas de bronce o, más modestamente, de esparto. Como apoyo y para defender la zaga del carro, cada vehículo tenía agregado un peherer o corredor, un guerrero que marchaba a pie junto al carro y que iba armado con un escudo ligero y una jabalina.
Ramsés II ataca al enemigo seguido de varios carros de guerra |
En cuanto a su uso táctico, contrariamente a lo que se pueda pensar, los carros no eran utilizados como arma de choque a pesar de ser esa la imagen que dan en las películas, sino que eran usados como plataformas de tiro móviles. Cada carro disponía de unas 80 flechas en su aljaba, lo que supone una provisión de proyectiles notable y más si eran disparados por veloces carros que se movían por el campo de batalla de un lado a otro. La unidad básica la formaban diez carros al mando de un kedjen-tepy o primer carrista. Cinco unidades formaban un escuadrón de cincuenta carros a las que, de forma similar a las legiones romanas, apodaban con un mote o nombre más o menos belicoso por aquello del espíritu de cuerpo. Así pues, uno de estos escuadrones disponía de una reserva de 4.000 proyectiles nada menos que, lanzados en masa contra las filas enemigas, podían hacer verdadero daño y abrir brechas por las que la infantería propia podría infiltrarse sin problema para masacrar bonitamente al odiado adversario.
En fin, básicamente creo que está todo explicado, así que ya está.
Hale, he dicho
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