Es de todos sabido que los húsares eran un tipo de caballería originaria de Hungría. La etimología del nombre no puede ser más arcana, siendo una de las teorías más aceptadas la que dice que el término provenía de un sistema de levas húngaro mediante el cual se reclutaba a uno de cada veinte campesinos cuando se llamaba al personal a la guerra. Así pues, y siendo húsz como los húngaros denominan al número veinte, pues así se quedó la cosa. Otros dicen que el palabro tiene su origen en los componentes de la caballería serbia que tuvieron que huir de su país a raíz de las invasiones turcas habidas en el siglo XIV. Estos jinetes, llamados gusar, se refugiaron en Hungría y, por mera corrupción fonética, los húngaros los llamaron húszar. En fin, como suele pasar, en estas cosas hay teorías para todos los gustos.
Húsar lituano. El escudo que porta a la espalda podemos verlo con más detalle en el recuadro blanco |
Los húsares aparecieron en Polonia hacia el año 1500, que es cuando se tiene noticia de pagos a este tipo de jinetes. Aunque originariamente eran de origen polaco y serbio, pronto se reclutaron hombres procedentes de Hungría y Lituania. Los llamaron husaria (húsar en plural). Inicialmente, el equipo de estas unidades no se asemejaba en lo más mínimo a la armería andante en que se convirtieron posteriormente los húsares alados, ya que su armamento defensivo se limitaba a un escudo de forma asimétrica y a una lanza. Al parecer, la ausencia de corazas se debía a que durante los crudos inviernos, en los que las temperaturas eran extremadamente frías, el metal podía facilitar la congelación del personal, así que por ello preferían el escudo mondo y lirondo. Sin embargo, hacia mediados del siglo XVI los húsares empezaron a dejar de lado su peculiar escudo y optaron por un tipo de defensa pasiva al estilo de los húngaros, que disponían de armamento corporal en forma de cota de malla, una coraza y una borgoñota.
Húsar equipado conforme a la guardia de Stefan I. Como vemos aún no le han salido las alas. |
Fue en 1576 cuando el armamento y la equipación de los húsares se uniformizó. En ese año subió al trono Stefan Báthory tras la renuncia de Enrique de Valois (el que acabó con el duque de Guisa). Éste príncipe de origen transilvano, por cierto tío por parte materna de la tristemente célebre Erzsébet Báthory, famosa por su extraña afición usar sangre de doncellas como gel de baño en vez de gel de Mercadona, ya contaba con una guardia personal formada por medio millar de húsares de nacionalidad húngara y transilvana cuando era voivoda de Valquia, así que ordenó que todas las unidades de este tipo del ejército polaco se armaran y vistieran conforme a sus guardias. Así pues, se creó un tipo de húsar totalmente atípico ya que estas tropas se habían caracterizado desde sus inicios como una caballería ligera, muy adecuada para labores de hostigamiento, persecución y exploración. Sin embargo, el húsar creado por Stefan I era mucho más parecido a un jinete de caballería pesada ya que su misión era cargar en formaciones muy cerradas, de estribo contra estribo, y con lanza, un arma que ya a finales del siglo XVI había caído en la obsolescencia por la masificación en los campos de batalla de las armas de fuego.
Stefan Czarniecki, un famoso hetman considerado como un héroe nacional en Polonia. Obsérvese su peculiar corte de pelo, habitual en los húsares |
Por otro lado, su organización táctica seguía siendo medieval. De hecho, se basaba en unas ordenanzas francesas del siglo XIV nada menos. Se dividían en compañías o rotes al mando de un rotmistrz, para lo cual se recurría a la nobleza terrateniente ya que estos disponían de medios económicos para pagar el levantamiento de una de estas compañías. De ese modo, el rotmistrz recibía una especie de contrato o list przypowiedni que le autorizaba a formar una de estas compañías en el que se especificaban los efectivos de la misma, generalmente entre 100 y 150 jinetes, o de entre 200 y 300 en caso de los hetmans o generales. Estos húsares eran reclutados entre la nobleza, pasando a ser considerados como compañeros o towarszysz del rotmistrz , el cual les costeaba si era preciso las armas y la montura ya que eran muy habituales los nobles venidos a menos los cuales, por otro lado, estaban ansiosos por formar parte de estas selectas unidades como forma de medrar y salir de su decadente y aristocrática inopia. El periodo de servicio oscilaba entre tres y cinco años durante los cuales se adquiría un fuerte espíritu de cuerpo, llamándose entre ellos pan brat, que quiere decir "mi hermano y señor". Con todo, en caso de necesidad se podían alistar todos los que quisieran aunque no fuesen nobles ya que en los polacos, desde tiempos inmemoriales, el sentimiento patrio y de defensa de la nación ha sido muy fuerte.
Pacholik |
Hacia el segundo cuarto del siglo XVII, los towarszysz recibían una paga equivalente a la de tres combatientes, y aparte una cantidad para mantener a dos criados o pacholiks, los cuales actuaban como pajes o escuderos. Estos pacholiks solían proceder de la baja nobleza o incluso de la plebe y ni siquiera figuraban entre los efectivos de la compañía. Su equipo y caballos pertenecían a los towarszysz, los cuales solían tratarlos poco menos que como esclavos ya que su paga era cuasi inexistente. Debido a ello, las deserciones eran cosa habitual como ya podemos imaginar, que una cosa era servir a la patria y otra hacer el memo. Con todo, había pacholiks que se empeñaban en medrar como fuese a fin de elevar su estatus social, por lo que se partían el pecho para obtener los medios económicos con los que adquirir el equipo y un caballo y, de ese modo, poder alistarse en una pancerny-kozak, unidades de caballería pesada en las que no era necesario pertenecer a la nobleza para ingresar en las mismas. Por debajo de estos pajes solo había unos sirvientes cuyo número por compañía no se conoce ya que no figuraban en los roles de cada unidad. Cabe suponer que sus cometidos eran los más bajos: forrajeo de los caballos, limpieza, montar los campamentos y cosas así de desagradables. Recibían el nombre de czeladz luzna, que viene a querer decir algo así como sirvientes libres.
Armamento
El yelmo o szyszak es quizás una de las piezas que más identifican a este tipo de tropas. A la derecha tenemos, en primer lugar, una borgoñota con barra nasal y cubrenucas articulado. La barra nasal fue complementada posteriormente con la adición de una pequeña más cara facial que protegía la nariz y la boca del combatiente tal como vemos en la foto inferior.
A continuación tenemos otro modelo que lleva fijados en los laterales unas rudimentarias alas de metal. Estos yelmos solían llevar los remaches de bronce cincelado en forma de rosa en honor a la Virgen María a modo de invocación a su protección. Debemos recordar que los polacos siempre han sido unos fervientes católicos. Por último, en el extremo derecho de la imagen, aparece el yelmo usado por los pocholiks, que consistía en una capelina a la que se le había añadido un cubrenucas articulado como el de las borgoñotas más un portaplumas. Cabe suponer que se les asignaba ese tipo de yelmo más por marcar la diferencia de estatus respecto a los towarszysz, ya que la protección que proporcionaban tanto unos como otros era similar.
En cuanto a la armadura, inicialmente portaban el modelo de estilo húngaro que usaban los guardias del rey Stefan y que vimos en la ilustración de más arriba, la cual se componía de launas unidas mediante remaches. Sin embargo, hacia 1600 se cambió por el tipo que vemos a la derecha, en el que la mitad superior estaba fabricada en una sola pieza, mientras que la inferior conservaba la morfología de la antigua armadura húngara en forma de cuatro launas que permitían al jinete una movilidad superior a la que los modelos occidentales. El modelo de la izquierda carece de protección para los brazos, confiada a una cota de malla. La siguiente ya va provista de unos karwasze, o "brazos de hierro" en húngaro. Como vemos, son una protección que llegaba desde el codo a la muñeca y abiertos por el lado de dentro, sujetándose mediante correas al antebrazo. Estas piezas aparecen hacia 1590 si bien en forma individual, llevándose solo en el brazo izquierdo como ayuda para detener los golpes de las espadas enemigas. Posteriormente se usaban por pares. A continuación podemos ver el espaldar de una coraza en la que, señaladas por dos flechas, aparecen las presillas en las que se fijaban las alas que vemos en la foto de al lado mediante unos simples ganchos. Por último, abajo tenemos la prenda que se vestía bajo la armadura, que no era otra cosa que el típico jubón acolchado similar a los usados en Occidente con las mangas, axilas y parte del pecho de malla.
En lo tocante al armamento ofensivo, los húsares hacían uso de varios tipos de armas contundentes. En primer lugar tenemos los martillos de guerra que, según su morfología, se denominaban obuch o nazdiak, los cuales se estudiaron a fondo en esta entrada y cuya lectura recomiendo ya que, además de ser usados como armas, eran un distintivo de mando y de estatus social. Aparte de estos martillos, a la izquierda tenemos en primer lugar el czekan, un arma combinada mezcla de hacha y martillo de guerra. Podemos ver en el talón de las mismas un saliente de forma cuadrangular que era bastante contundente. En el centro tenemos la piernaczs, unas mazas de cabeza esférica usadas, al igual que el nazdiak, como distintivo de mando tal como vimos en la imagen anterior de Stefan Czarniecki. Por último, a la derecha de la imagen, tenemos dos ejemplares de buzdygans, mazas barradas que estuvieron en uso hasta el siglo XVIII y bastante efectivas para el cuerpo a cuerpo.
En cuanto a las espadas, los húsares alados portaban dos: el sable o szabla, un arma de origen húngaro cuyo diseño, según vemos en la ilustración de la derecha, era de clara inspiración turca. El que aparece en la parte superior es el modelo inicial usado por los húsares creados por Stefan I, mientras que en la parte inferior vemos las diferentes tipologías de empuñaduras que estuvieron en uso a lo largo del tiempo. La argolla que muestra el ejemplar superior era para introducir el pulgar, de forma que quedase protegido contra los tajos del enemigo, así como para afianzarlo en la mano ya que, como vemos, la empuñadura carecía de guarnición. Estos sables ganaron fama en toda Europa tanto por su calidad como su contundente efectividad a la hora de soltar la lanza y liarse a sablazos.
Pero no solo hacían uso del sable, sino que también iban provistos de espadas las cuales usaban dependiendo del tipo de acción que iban a llevar a cabo. Como ya sabemos, el sable es capaz de producir grandes heridas de filo, pero contra enemigos mal armados. Si el adversario iba por el contrario cubierto con una armadura, el sable se tornaba en un arma totalmente ineficaz por lo que había que recurrir a espadas capaces de atravesar las corazas o, al menos, herir de punta en los pocos lugares vulnerables que ofrecieran las mismas. Para ello, en el lado izquierdo de la silla llevaban un koncerz o una palasz, las cuales ya fueron estudiadas en una entrada dedicada a ellas solas y que pueden vuecedes ver pinchando aquí. Al parecer, la palasz gozaban de más popularidad que el descomunal koncerz lo cual no deja de ser lógico ya que no todo el mundo era capaz de manejar una espada provista de una hoja de alrededor de metro y medio. En fin, en la entrada de marras se habla con detalle de ambas armas, así que sobran más explicaciones aquí.
Pistolas de rueda del siglo XVII usadas por húsares alados. Bajo las mismas aparecen el frasco de pólvora metálico y la llave para cargar el arma |
En cuanto a las armas de fuego, estas desbancaron a comienzos del siglo XVI a los arcos que podemos ver en algunas ilustraciones de la época. Inicialmente, las armas de fuego, en forma de pistolas, se destinaron al parecer para la defensa del tren de bagajes y los campamentos si bien pronto fueron sustituidas por mosquetes y arcabuces, más precisos y efectivos, siendo las pistolas relegadas al uso por la caballería si bien hacia 1560 solo un 30% de los efectivos disponían de las mismas. Tuvieron que pasar setenta años para que las pistolas se convirtieran en un arma de uso general, portando una con llave de rueda en el lado izquierdo de la silla a fin de no interferir en el uso de la lanza. Aunque las ordenanzas marcaban que solo era preciso tener una, lo habitual es que cada jinete se hiciera con un par de ellas que, hacia 1630, pasaron a ser de chispa.
Y por último, el arma estrella de los húsares: la lanza. La lanza o kopie era la única arma que costeaba el estado, proporcionando tres ejemplares a cada jinete. La lanza era un arma también descomunal, de entre 3,8 y 5,6 metros. La finalidad de esta longitud tan desmesurada era alcanzar a los piqueros antes de ponerse al alcance de sus picas. Obviamente, un arma semejante debía pesar enormemente, por lo que las hacían huecas para aligerarlas de peso, el cual oscilaba por los dos o tres kg. solamente. Para embrazarla, el jinete se ayudaba de la tuleja, que es esa especie de contera hueca provista de una correa que iba unida a la silla de montar. El extremo trasero de la lanza se metía en la tuleja y, además de ayudar al jinete a soportar su peso, hacía que fuera el impulso y la fuerza del caballo lo que ayudaba a clavarla en vez del brazo del jinete tal como vemos en la ilustración superior. O sea, que debía ser absolutamente bestial ser embestido por una de esas lanzas. Como tope para la mano llevaba la bola o galka que vemos en la foto de al lado. Por último, tenemos los estandartes que portaban en el extremo de las lanzas y que podemos ver en la parte inferior. Por lo general iban pintados de dos colores: rojo y blanco, azul y blanco, amarillo y negro o blanco y negro. Pero su finalidad no solo era meramente identificativa, sino para espantar a los caballos enemigos. Eran de una longitud enorme, a veces de más de tres metros. Eso hacía que, al flamear cuando cargaban, la visión de los mismos asustase a la caballería enemiga. Sin embargo y aunque estaban fabricados de seda para no hacerlos muy pesados, cuando se mojaban o hacía viento convertían la lanza en un palo inmanejable por lo que muchos autores piensan que estos estandartes enormes deberían estar destinados a las paradas militares, mientras que en combate usaban otros más pequeños, de alrededor de un metro (que ya es bastante por cierto).
Y como colofón, las alas que les daban nombre. ¿Desde cuándo las usaban y qué misión tenían? Como está mandado, hay teorías para todos los gustos: al parecer, fueron los jinetes de origen balcánico antecesores de los húsares los que ya usaban plumas de águila en su atuendo, así que bien podría ser ese el origen. Pero si nos ceñimos a los dos soportes alados que todos conocemos, nos tenemos que ir un tiempo más adelante, concretamente a 1635 ya que, anteriormente, las alas solían portarse en la silla de montar (v. imagen inferior) y no necesariamente a pares, sino que podía ser una sola. La primera representación de las alas a pares y enganchadas en la espalda tal como las solemos ver la tenemos a la derecha: se trata del coronel Krzysztof Szczodrowski (al que lo sepa pronunciar correctamente le damos un premio), que formó parte de la delegación que fue a París a hacerse cargo de María Luisa de Gonzaga, futura reina de Polonia.
En cuanto a su utilidad, parece ser que era meramente ornamental, lo cual no es ningún disparate si consideramos que los húsares alados han sido la unidad militar más vistosa de todos los tiempos. Como ya podemos suponer, había otras teorías de lo más dispar, como que las plumas hacían un ruido especial al cabalgar que atemorizaba al enemigo, o que servían de protección contra los tajos provenientes de atrás si bien poca protección podría dar un mero armazón de madera ligera. Ciertamente, en los cuadros de la época aparecen en escenas de batallas, pero algunos autores cuestionan esto pensando que pueden ser representaciones idealizadas y que, en realidad, a la hora de combatir se las quitaban. En cualquier caso, de momento seguirá siendo un misterio.
Bueno, esto es todo de momento. Creo que con lo explicado hay de sobra para conocer a esta peculiar y llamativa unidad de caballería. Solo añadir que la disolución de los húsares alados tuvo lugar en 1775, siendo las compañías disueltas y reorganizadas en la Caballería Nacional o Kawaleria Nadorowa, en la que ya no era preciso ser noble para ingresar en la misma y en la que fueron relegados al olvido las alas, las pieles de leopardo con que se cubrían y demás chorradas lujosas en pro de una uniformidad más barata y asequible si bien no menos efectiva.
Y como cierre, una curiosidad: las voces de mando antes de iniciar una carga de sables:
Uciszcie sie!....................................¡Silencio!
Scisniejcie kolano z kolanem! .¡Apretad filas rodilla contra rodilla!
Szable na temblaki!....................¡Afianzad los sables! (Pasar el fiador por la muñeca)
Szable w reku!.............................¡Desenvainen sables!
Dalej!.............................................¡En marcha!
A partir de ahí, la unidad iniciaba el avance con un galope corto y, una vez llegados a unos 60 pasos de distancia del enemigo, iniciar la carga a galope tendido a fin de que el tiempo hasta el contacto fuese lo más breve posible de forma que estuviesen el mínimo tiempo posible bajo la acción de la arcabucería enemiga.
Bueno, ya está. A merendar tocan, amén.
Hale, he dicho
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