Caudillo galo con una torques al cuello. Hacerse con una significaba haber derrotado a un fiero bárbaro |
La torques o, según el término celta, torc, data aproximadamente del año 1200 a.C., cuando empezó a usarse como un distintivo de rango o estatus dentro de las tribus celtas que se habían ido expendiendo por Europa durante la Edad de Bronce. Básicamente, era una gargantilla circular que quedaba ajustada al cuello y cuya parte abierta se colocaba en la parte anterior del cuello. Se fabricaban con diversos metales: oro, plata, bronce e incluso hierro, lo que ha dado lugar a diversas teorías aunque aún son meras especulaciones ya que el verdadero significado de estos collares aún nos es desconocido. Con todo, lo más lógico es pensar que el metal con que estaban fabricadas estaba relacionado con la categoría del personaje que lo portaba, o bien que dicho metal se elegía en función de algún tipo de cuestión religiosa o espiritual. Otros aseguran que se trataba de amuletos o talismanes destinados a proteger a su dueño de los malos espíritus, así como para que no le flaqueara el ánimo en la batalla.
Detalle de la cabeza de la conocida escultura del galo moribundo en la que se aprecia la morfología de la torques |
Dentro del mundo celta, la torques estaba conformada por una serie de hilos retorcidos lo que, al parecer, estaba relacionado con una forma de continuidad vital, una manera de expresar que el camino trazado siempre acababa volviendo a la misma senda por muchas vueltas que diera la vida. En todo caso, no hay certeza sobre el simbolismo de estas joyas, así que nos tenemos que conformar con las teorías que se barajan al respecto. En cuanto al término torques, podemos tomarlo como la latinización de la voz celta torc aunque su significado original no tuviera nada que ver en este caso. De hecho, los romanos tomaron el término y lo debieron añadir a su vocabulario en función del aspecto del collar, por lo que TORQVEO significa torcer o retorcer. Por extensión, TORQVIS o TORQVES es como llamaban a los collares. Isidoro de Sevilla lo dejó bien claro en sus Etimologías: DICTÆ AVTEM TORQVES QVOD SINT TORTÆ (las torques se llaman así porque están retorcidas). Así mismo, las considera como un adorno propio de hombres al afirmar que TORQVES AVTEM ET BVLLÆ A VIRIS GERVNTVR (los hombres llevan torques y BVLLÆ (bolas de oro).
Bien, ese es grosso modo el origen de este peculiar tipo de collar. Pero, ¿cómo acabó una joya propia de bárbaros convirtiéndose en una condecoración militar, y más entre un pueblo que consideraba en aquellos tiempos este tipo de adornos como algo propio de afeminados? La explicación está seguramente en la SPOLIA OPIMA (despojos copiosos), que eran las armas y los ornamentos personales tomados a un enemigo muerto en combate singular, los cuales eran ofrecidos a su matador como botín. De ese modo, las torques que portaban por sistema todos los guerreros celtas y que, además de su valor simbólico como trofeo valían un buen dinero por el material con que estaban fabricadas, pasaron a convertirse en un premio otorgado a los hombres que se habían distinguido por su bravura en la batalla.
Torques militar romana de bronce datada hacia el siglo I a.C. Las diferencias con la joya mostrada arriba son apabullantes. |
La primera referencia que tenemos de la entrega de torques como recompensa militar data del 89 a.C. en el contexto de las Guerras Sociales, cuando Gneo Pompeyo Estrabón premió a los componentes de la TVRMA SALLVITANA, una unidad de caballería auxiliar hispana, con la ciudadanía romana, doble ración y DONA MILITARIA que incluía torques, PHALERÆ y ARMILLÆ. Para corroborar el hecho de que, en efecto, las torques se habían instituido como condecoración en el ejército romano tenemos la referencia que hizo Livio sobre el COGNOMEN adoptado por la familia Manlia: TORQVATVS. En el 361 a.C., durante un enfrentamiento entre los ejércitos galo y romano en el puente sobre el río Anio en la Via Salaria, los contingentes, muy igualados en efectivos, no acababan de ceder, quedándose la refriega en un punto muerto hasta que de entre las filas galas salió un tipo enorme desafiando al más valeroso romano para decidir el encuentro. El reto fue aceptado por Tito Manlio que, tras matar a su enemigo, solo pidió como recompensa el collar o torques que éste llevaba al cuello. A partir de aquel momento se le empezó a conocer como TORQVATVS por haberse apropiado de la torques del galo al que venció.
Lápida de Gaio Gavio Celer, centurión de la LEGIO III AVGVSTA. Las dos torques que vemos muestran una tipología bastante frecuente, prácticamente cerradas |
Cabe pues suponer que a partir de aquella época fue cuando pudo instituirse la torques como una recompensa militar como símbolo del trofeo arrebatado al enemigo derrotado y muerto. No ha trascendido en base a qué méritos era concedida, ni tampoco las limitaciones de rango caso de haberlas; no obstante parece ser que fue perdiendo valor ya que durante el Principado era considerada como la más inferior de todas las condecoraciones vigentes, siendo concedida a militares desde el grado de centurión para abajo. Con todo, no era una condecoración individual, sino también colectiva como quedó patente en la que fue precisamente la primera referencia sobre las torques, cuando la TVRMA SALLVITANA fue premiada con las mismas. Al parecer, las unidades que obtenían esta recompensa adquirían el título de TORQVATA, y colocaban en su estandarte una torques como testimonio de la recompensa obtenida. Sin embargo, hubo casos en los que una unidad era premiada de forma colectiva con otro tipo de recompensas mientras que era su comandante el que recibía la torques. Un ejemplo lo tenemos en la TVRMA CASSIANA, cuyos efectivos obtuvieron una paga extra mientras que su líder fue premiado con las torques.
En cuanto a su diseño como condecoración, aunque no había unos patrones establecidos no tenían la misma forma que las usadas por los galos. Aparte de ser de un tamaño más reducido, ya que no iban en el cuello sino en el pecho, justo debajo de las clavículas, no necesariamente estaban formadas por hilos retorcidos. Por otro lado, en bastantes casos solían tener los terminales casi pegados ya que, como se ha dicho, no se colocaban en el cuello, por lo que no era preciso dejar una abertura. Las torques se concedían por parejas, y en lo referente a su forma de colocarlas hay varias teorías, todas ellas igual de válidas. Una de ellas podemos verla en la ilustración superior, y está basada en el cenotafio de Marco Caelio, un centurión de la LEGIO XIX que fue escabechado con 53 años (no estaba nada mal para aquella época) por los germanos en la nefasta jornada en la que las legiones de Publio Quintilio Varo se dieron de bruces con estos belicosos sujetos en el bosque de Teutoburgo en el año 9 d.C. y no dejaron títere con cabeza. Según podemos observar, cada torques era trabada con una tira de tela o cuero de la forma que vemos en la ilustración, quedando ambas colgando del cuello sin más.
El otro método lo ofrece la lápida del AQVILIFER Gneo Musio que ya vimos en la entrada anterior y cuyo detalle podemos observar en la foto de la izquierda. En este caso, las torques están unidas al arnés de donde penden también las PHALERÆ, seguramente mediante tetones remachados por el reverso de cada pieza. En cuanto a los terminales, solían ser en forma de esferas, bien lisas, bien estriadas, o con motivos zoomorfos tales como cabezas de serpientes, bestias mitológicas y cosas así. Y sustituyendo al tradicional hilo retorcido se usaban piezas completamente lisas, con escamas o anillas. Otro diseño habitual era en forma de argolla casi cerrada y cuyos terminales se volvían hacia atrás tomando el aspecto de dos pequeñas anillas.
Centurión de fin de semana mostrando sus dos torques colgando del cuello. Esta recompensa era entregada junto a las PHALERÆ y las ARMILLÆ |
Poco más nos queda por reseñar. Si acaso, mencionar que se fabricaban de oro, plata y bronce aunque, como ya mencionamos en el caso de las PHALERÆ, las de metales preciosos solo debían tener unas micras de espesor en muchos casos. Con todo, los pueblos celtas siempre le siguieron dando el valor propio de los objetos que forman parte de la cultura de un pueblo. Buena muestra de ello fue la torques que los galos ofrecieron a Augusto como prueba de amistad: pesaba la friolera de 45 kilos de oro. Obviamente, el presente no era para chafarle las cervicales al Padre de la Patria, sino una muestra de que para tan gran personaje era preciso obsequiarlo con un presente digno de él. Por lo demás, las torques siguieron en uso el mismo tiempo que las PHALERÆ si bien, como ya avanzamos anteriormente, poco a poco fue perdiendo valor como condecoración. Así mismo, hacia el siglo II d.C. las torques fueron también desapareciendo de la cultura celta, lo que indica que en ese tiempo tuvieron lugar cambios en su sociedad.
Bueno, se acabó lo que se daba.
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