Bueno, al hilo de las dos entradas anteriores, dedicadas al armamento de estos belicosos individuos, como colofón creo que viene bien comentar algunas curiosidades acerca de sus costumbres y demás, que ya sabemos que los cuñados se suelen empapar de todos los documentales que pillan para intentar humillarnos, especialmente cuando tiene lugar un evento familiar para, de ese modo, ponernos en evidencia delante de todo el clan. Así pues, oído al parche y tomen vuecedes buena nota, porque estas curiosidades curiosas no podrán ser rebatidas por ningún miembro de la familia política.
Curiosidad 1
Grabado que representa la batalla de Isandlwana, una de las más contundentes derrotas infligidas por los zulúes a los british |
Como ya se comentó anteriormente, fue Shaka el que llevó a la nación zulú a su máximo poderío militar gracias a su indudable capacidad como estratega y sus reformas en lo tocante al armamento y la distribución de sus tropas. Sin embargo, su nombre tiene un significado cuanto menos asquerosillo ya que Shaka viene a significar parásito intestinal. El motivo de llamar de ese modo a nuestro hombre provenía de que su padre, un noble zulú llamado Senkangakhona, se prendó de una hermosa muchacha llamada Nandi, perteneciente a otro clan. Cuando esta se quedó embarazada, lo cual ha sido siempre lo habitual cuando el personal se pone tierno, los demás picatostes zulúes de cabrearon bastante ya que la muchacha no era de los suyos, y afirmaron que, en realidad, lo que albergaba en su seno no era un crío, sino un parásito. Cuando el nene vino al mundo, Nandi le puso ese absurdo nombre, y se vio desterrada junto a su retoño ya que al tal Senzangakhona se le pasó el capricho y no quería verse enfrentado con su monarca, así que envío a madre e hijo con los mthethwa, otra tribu zulú en la que Shaka creció y se convirtió en el gran guerrero que luego dirigió a su nación. Digo yo que podría haberle puesto Sisenando, Petronilo o algo así antes que Parásito, ¿no?
Curiosidad 2
Una de las cosas en que Shaka puso más empeño a la hora de crear su ejército fue en que sus componentes se mantuvieran célibes. Esto no tenía otra explicación que el empeño por mantenerlos el máximo tiempo posible bajo la tutela real ya que, según las costumbres de los zulúes, los hombres casados podían marcharse donde quisieran y dedicarse a cualquier otro oficio que no fueran las armas. Además, podían trocar su fidelidad y ponerse al servicio de otros clanes. De ahí que la moral entre los zulúes fuese un tanto relajada y permitiera a los hombres refocilarse a destajo con las mozuelas de su tribu a fin de tenerlos contentitos, que ya sabemos que más tiran dos tetas que dos carretas y no era plan de ver desertar en masa a medio ejército por verse faltos de cariño. A la derecha vemos a un joven zulú soltero, perfectamente distinguible por su peculiar peinado, totalmente distinto al aro capilar de los casados que se explica más abajo.
Curiosidad 3
En su pertinaz empeño por crear lo que hoy denominaríamos como una fuerza de élite, Shaka prohibió terminantemente el uso de sandalias entre su gente. Tanto los zulúes como su tribu adoptiva, los mthethwa, tenían la sana costumbre de ir calzados, pero este hombre llevó a la ruina a los fabricantes de sandalias ya que afirmaba que sus tropas debían endurecerse al máximo, así que todo quisque tuvo que caminar descalzo. Eso sí, los podólogos se debieron hacer de oro, fijo.
Curiosidad 4
Cuando las tropas debían partir a alguna guerra, un isangoma- una especie de hombre-medicina entre esta gente- espolvoreaba sobre ellos diversas substancias que, en teoría, les harían más fuertes, valientes y, lo más importante, invulnerables. Esto último, al parecer, siempre fallaba por razones obvias, pero en fin... Bien, aparte de eso les hacía beber una pócima vomitiva con el mismo propósito, tras lo cual todos partían a la batalla con el ánimo bien dispuesto. Con todo, siempre había alguno que se rajaba y daba la espalda al enemigo, por lo que era inmediatamente castigado. De hecho, la cobardía en combate significaba una ejecución sumaria. En todo caso, las posibilidades de salir vivo de las heridas producidas por las armas de fuego de británicos y boers eran mínimas, ya que sus hechiceros no disponían más que de hierbas y purgas para curar al personal. Obviamente, los destrozos producidos por la munición de los Martini-Henry estaban fuera del alcance de sus pócimas. A la derecha tenemos un isangoma con su "equipo de primeros auxilios" repartidos por el cuerpo en forma de pequeños envases que contenían los yerbajos y demás substancias con las que se suponía podría curar a los heridos en combate.
Curiosidad 5
Los guerreros zulúes tenían por costumbre abrir en canal a sus enemigos muertos con el fin de liberar sus almas, ya que creían que estas residían en el estómago. Hacían esto por temor a que los espíritus de sus víctimas, encerrados para siempre en sus pútridas envolturas carnales, los persiguieran durante toda su vida y acabaran volviéndolos locos. Así acabó por cierto el príncipe Napoleón Bonaparte, hijo de Napoleón III y Eugenia de Montijo, que palmó con apenas 23 años cuando, en junio de 1879, participaba como observador en el ejército británico con la finalidad de mejorar su preparación militar. Durante una escaramuza chorra se vio sorprendido por varios zulúes y, tras una corta pero intensa batallita, al pobre le endilgaron dieciocho cuchilladas con sus azagayas, una de las cuales le sacó un ojo y le alcanzó el cerebro. Esas cosas suelen pasar cuando uno se va de excursión donde no se le ha perdido nada, digo yo. En todo caso, al valeroso príncipe lo encontraron en pelota picada y con las tripas fueras según la costumbre zulú, tal como podemos ver en la ilustración superior. Mal final para un joven tan prometedor, ¿no?
Curiosidad 6
Shaka no solo se preocupó de reorganizar el ejército zulú y en convertirles las plantas de los pies en verdaderas suelas, sino que logró acabar con un grave problema heredado de las tradiciones de su pueblo. La cosa es que, por norma, los guerreros eran acompañados por muchachos que aún eran demasiado jóvenes para combatir a modo de pajes o, como ocurría en los Tercios españoles, mochileros. Estos mozalbetes, llamados udibi, cargaban con las provisiones y demás bastimentos, pero solo durante un día tras el cual volvían al poblado. Esto no suponía ningún problema ya que, hasta el advenimiento al poder de Shaka, las guerras entre zulúes tenían lugar a distancias escasas. Pero cuando este fiero ciudadano se puso al mando y empezó a expandir sus dominios, obviamente el tema logístico se convirtió en un problema ya que los ubidi eran incapaces de seguir el despiadado ritmo del ejército, que era capaz de caminar hasta 80 km. en una sola etapa. Así pues, la solución fue elemental: cada guerrero llevaba sus propios bastimentos y santas pascuas.
Curiosidad 7
La más conocida formación de ataque de los zulúes era una que imitaba la testuz de un búfalo: un cuerpo central, que representaba la testuz del animal, atacaba en primer lugar y atraía sobre sí el empuje del enemigo. Este cuerpo estaba formado por los guerreros más veteranos y los casados. Mientras que la testuz mantenía a rayas a los enemigos, las dos alas, que eran los cuernos, se desplegaban a ambos lados para cerrar la bolsa y cercar a los atacantes. Estas alas se nutrían con los hombres más jóvenes y los solteros. Tras la testuz se colocaba otra unidad, el lomo del búfalo, que quedaba en reserva para atacar en caso de que la testuz flaquease.
Curiosidad 8
Los guerreros zulúes solían portar en el cuello, además de amuletos y otras chorradas, unos pequeños envases como los que vemos en la foto de la derecha. Eran unos esnifadores que contenían diversas substancias proporcionadas por sus hombres-medicina para sanarlos, darles más valor, etc. En definitiva, dosis de farlopa para ponerlos a tono en caso de verse heridos o acojonados en plena batalla. Un antecesor de las modernas anfetaminas de combate, ¿no? Los fabricaban con diversos materiales, como la madera, el hueso o cerámica.
Curiosidad 9
En el pueblo zulú se premiaba a los hombres valerosos con armas o con ganado. Sin embargo, existía lo que actualmente podríamos comparar a las condecoraciones propiamente dichas. Se trataba de los izingxotha, unos brazaletes de bronce de gran tamaño con que los monarcas zulúes premiaban a sus nobles por los servicios prestados a su persona. Básicamente, se construían con dos tipos de decoración: la de prismas que vemos a la derecha o ángulos más o menos pronunciados y distribuidos en hileras. Para colocarlos bastaba abrirlos (recordemos que el bronce es muy dúctil), y plantarlos en el antebrazo. Cabe suponer que, además de su función decorativa, servían como defensa.
Curiosidad 10
El distintivo para los hombres casados era el isicoco, que consistía en un aro colocado en lo alto de la cabeza y que llevarían ya para siempre. Para darle forma, se ponía una tira de fibra vegetal alrededor del cráneo y se ataba con el pelo, tras lo cual se afeitaba el resto de la cabeza. A continuación se fijaba con una capa de resina y se pulía a conciencia. Este tipo de peinado, por llamarlo de alguna forma, era común para todos los varones zulúes, monarcas incluidos, desde el momento en que se casaban.
Bueno, con estas diez curiosidades curiosas creo que es bastante por hoy.
Hale, he dicho
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