jueves, 20 de octubre de 2016

Revólver Nagant, un arma apolítica 1ª parte


¿Que por qué apolítica? Muy sencillo. Porque sirvió tanto al ejército imperial del zar como al rojo, así como a los miembros de la Ojrana- la policía secreta zarista- como a los de la Cheka, la GPU, la NKVD, la KGB y hasta a los funcionarios de correos, los ferroviarios y los guardas forestales de la época post-soviética. O sea, que fueron empleados por los personajes más variopintos desde su entrada en servicio en 1895 hasta 2003, por lo que ha sido una de las armas que han permanecido en activo durante más tiempo exceptuando los pedruscos rurales y los garrotes campestres. Y, con todo, aún seguirá en manos de policías rusos, chinos, vietnamitas y, en definitiva, de cualquier país nutrido por la otrora poderosa industria militar soviética. Sin embargo, a pesar de que el Nagant es una de las armas más emblemáticas de Rusia, ni su origen, ni su diseño ni su creador tenían nada que ver con dicho país, y aunque lo asociamos de momento con los archi-malvados comisarios políticos comunistas que endilgaban un tiro en la nuca antes y después del desayuno a todo aquel que fuese señalado por el siniestro dedo del padrecito Iósif Vissariónovich, sirvieron en países tan apacibles como Bélgica, Suecia, Noruega o Grecia. En fin, es un arma que siempre me ha resultado especialmente atractiva a pesar de su anticuado aspecto, si bien su peculiar calibre y su ingenioso sistema de disparo le hacen merecedor de una entrada monográfica de las buenas. En fin, ahí va eso...

Emile y Henry-Léon Nagant
La gestación del revólver Nagant comenzó allá por 1859, cuando los hermanos Emile y Léon Nagant fundaron una fábrica de utillaje mecánico radicada en la ciudad belga de Lieja, cambiando apenas un año más tarde la actividad de la empresa para dedicarse a la manufactura de armas. Recordemos que Lieja era desde mucho tiempo atrás un importante enclave para la producción de armamento ligero. En 1873 participaron en el diseño de un revólver destinado al ejército holandés para el que se adoptó su sistema de bloqueo. Cinco años más tarde, en 1878, presentaron un revólver enteramente diseñado por ellos con el fin de proveer al ejército belga. Se trataba de un arma orientada a cumplir las especificaciones habituales en los ejércitos de la época que, a raíz de la aparición de la pólvora sin humo, empezaron a optar por armas más ligeras de calibres más pequeños. 

Nagant modelo 1878. En el detalle vemos el cartucho que
disparaba, de calibre 9,4 x 21R
Así pues, presentaron el que sería el modelo 1878, un arma con un acabado francamente bueno con capacidad para seis cartuchos de calibre 9,4 mm. que fue también adquirido, con las variaciones y calibres requeridas por cada país, por Suecia, Dinamarca, Argentina, Brasil y Noruega. Pero lo más peculiar de este modelo consistía en que era fabricado en simple y doble acción, destinando los primeros a tropa y suboficiales y los segundos a los oficiales. Y en este particular conviene señalar que muchos creen que en el caso del Nagant ruso, que tenía también esas características inicialmente, se debía a un requerimiento destinado a marcar la diferencia entre sus aristocráticos oficiales y su "carne de cañón nutrida por analfabetos". Sin embargo, como vemos, esta característica era anterior al modelo ruso, y se debía a la creencia de que un soldado o un clase de tropa no sabría mantener una adecuada disciplina de fuego, por lo que agotaría inmediatamente la munición en una situación de combate. Por el contrario, se daba por sentado que la oficialidad, militares profesionales, mantendrían la sangre fría en semejante brete y solo dispararían de forma ordenada y conforme al reglamento. Obviamente, eso era un gilipollez, pero en aquella época se consideraba que todo un oficial jamás perdería la compostura aunque diez batallones enemigos psicóticos enfilaran sus bayonetas mohosas llenas de tétanos hacia sus refinadas tripas. No obstante, había una razón más para mantener esa diferencia, y no era otra más que el precio. Los de acción simple eran obviamente más baratos, y como oficiales había menos que soldados, pues eso que se ahorraban.

Vista comparativa de los  Nagant 1878 y 1895.
Cualquier parecido no era mera coincidencia.
Pero los Nagant no solo se dedicaban a diseñar y fabricar armas según la moda del momento, sino que también se preocupaban de las relaciones públicas. Emile, el mayor de los hermanos, había participado en el diseño del no menos famoso Russkaya trekhlineinaya vintovna obrazets 1891-ogo goda, o sea, el fusil ruso de 3 líneas modelo 1891 que todos conocemos como, simplemente, Mosin-Nagant en referencia a sus dos diseñadores, nuestro hombre y el coronel Sergei Ivanóvich Mosin. Debido a esta colaboración con los rusos, Emile Nagant logró hacerse de un nombre entre la aristocracia que formaba parte de los más elevados estamentos gubernamentales, así que lo tuvieron a huevo cuando los rusos se empezaron a plantear dejar de lado sus Smith & Wesson nº 3, unas magníficas armas que, a mi modo de ver, superaban en diseño al de los "Nagant broders" con creces, sobre todo por su sistema de recarga, muchísimo más eficiente en el caso del yankee que, gracias a su armazón basculante, podía eyectar de golpe todas las vainas servidas y recargar el tambor con mucha más rapidez. Con todo, colijo que fue Mr. Emile el que se encargó de convencer a sus amigos rusos de que su diseño era más guay, y que estaba más acorde con los requerimientos de los ejércitos modernos de la Europa que, al cabo, era donde estaban sus enemigos potenciales. Sea como fuere, la cosa es que en 1892 ya presentaron un proyecto para ir poniendo los dientes largos a los mandamases del Ejército Imperial.

Sin embargo, lo que debió decidir a los rusos fue el sistema de sellado del gas producido por la deflagración de la pólvora, sistema este que, además de novedoso, aprovechaba la totalidad de los mismos con el resultado de un incremento de entre 60 y 90 metros por segundo. Y como en este ingenioso invento está la madre del cordero, vamos a detenernos para explicarlo con detalle. Observemos la foto de la derecha, la cual nos muestra el instante en que un revólver acaba de disparar. Salta a la vista la enorme cantidad de gas que sale por el espacio libre entre el tambor y el cañón, gases estos que, lógicamente, se pierden porque salen antes de que la bala abandone el cañón. Bien, pues el invento en cuestión lo que hacía era impulsar hacia adelante el tambor de forma que ese espacio libre quedaba sellado, a lo que ayudaba el peculiar cartucho diseñado para tal fin. Hoy día se sabe que la pérdida de gases es tan despreciable que nadie se ha preocupado de impedirla, pero en aquellos tiempos, cuando no era posible realizar mediciones verdaderamente precisas, se consideraba que el sellado podía afectar notablemente a la velocidad del proyectil.

Caja para 14 cartuchos: siete en el tambor y otros siete en
la pequeña canana que iba en la funda del arma
La munición diseñada para este revólver fue el 7,62 38R la cual, como podemos ver en la foto de la izquierda, tenía la peculiaridad de que la bala estaba introducida por completo en la vaina. La idea, como ya hemos comentado, era que al amartillar el arma, o al final del recorrido del martillo cuando se disparaba en doble acción, una pieza del mecanismo empujaba hacia adelante el tambor unos 2 mm., de forma que la boca de la vaina entraba en el cono de forzamiento del cañón, quedando totalmente sellado. De ese modo, la totalidad de los gases producidos durante el disparo se aprovecharían para impulsar un proyectil de 97 grains a una velocidad de alrededor de los 330 m/seg., lo que le daba una energía similar a un .32 Smith&Wesson Long o algo inferior a la de un .38 Special. Para hacernos una idea, la potencia del 7,62 Nagant estaba en línea con la de otros calibres reglamentarios de arma corta de la época ya que aún no se concebía eso de dejar literalmente escabechado de un solo disparo a los enemigos porque, además de estar muy feo y ser poco caballeroso, se ponía uno perdido de sangre y restos de vísceras.

Y como una imagen vale más que un plato de gambas blancas, veamos paso a paso la secuencia de disparo en los gráficos de la derecha.

A. El revólver está amartillado o en su punto de máximo retroceso disparando a doble acción. El tambor ha avanzado hasta quedar unido al cañón mediante una pieza que actúa al mismo tiempo que la leva que lo hace girar y el bloqueo, situado encima del gatillo. Enfrentado al cañón tenemos un cartucho a punto de ser disparado.

B. El martillo cae, percutiendo el fulminante e iniciando la carga de pólvora. La bala inicia su avance dilatando el gollete de la vaina, haciendo que se ajuste al cono de forzamiento y sellando por completo el cañón.

C. La bala comienza a avanzar hasta que abandona la vaina. Obsérvese que el gatillo aún sigue en su posición más atrasada, y mientras que el dedo que lo oprime no afloje la presión el tambor no retrodecerá.

D. La bala ha salido del cañón. El gatillo vuelve a su posición inicial y en el tambor queda la vaina ya servida. Para repetir el ciclo bastará volver a amartillar el arma o apretar el gatillo.



Para ayudar a obtener una obturación perfecta, el tambor tenía por su cara frontal una serie de rebajes delante de cada recámara tal como se puede ver en la foto de la derecha. Estos rebajes permitían la dilatación del gollete de la vaina sin que, debido a dicha dilatación, esta se atorase e impidiese girar el tambor. En realidad, este sistema no era ninguna novedad ya que hacía años que algunos fabricantes habían desarrollado algunos diseños similares, e incluso tenía un competidor, la  Anciens Etablissements Pieper radicada en Herstal y propiedad de Henri Pieper. Sin embargo, el revólver diseñado por éste, mucho más avanzado tanto en cuanto tenía el tambor basculante, estaba considerado como demasiado sofisticado, caro y delicado de manejar, así que el buen Emile se salió con la suya, logrando un contrato para fabricar alrededor de 20.000 unidades. El arma en cuestión era un revólver de 800 gramos de peso, con un tambor con capacidad para siete cartuchos, uno más de lo habitual, robusto y bien acabado, y provisto de ciertos detalles bastante interesantes de los que daremos cuenta en la próxima entrada porque ya es tarde y paso de escribir más.

Así pues, mañana seguimos.

Hale, he dicho

La continuación de esta entrada pinchando aquí.

 
Nagant con el fiador que unía el arma a la hombrera, y la funda reglamentaria provista de una canana para
siete cartuchos. En la misma se llevaba tanto la baqueta como el destornillador


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