Grupo de tedescos armados con sus Sappenpanzer. Con las granadas de mango que se asemejan a mazas medievales casi parecen sacados por un túnel del tiempo desde cuatro siglos atrás |
Soldado alemán vistiendo una Sappenpanzer del modelo inicial |
Prosiguiendo con la serie monográfica dedicada a la armaduras empleadas durante la Gran Guerra, en esta ocasión hablaremos del modelo diseñado por el ejército alemán, la denominada como Sappenpanzer (armadura de trinchera) o también como Brustpanzer (armadura de pecho) y Grabenpanzer (armadura de zanja). Como ya vimos en la entrada dedicada a la coraza Ansaldo empleada por los italianos, dicho diseño era bastante versátil ya que podía ser empleada tanto como armadura de trinchera, como parapeto para tiradores e incluso por los arditi que se infiltraban en las trincheras enemigas para dar golpes de mano. Sin embargo, la Sappenpanzer no ofrecía tantas opciones y, aunque con un peso similar a la Ansaldo, su diseño mostraba claramente que su empleo estaría limitado a posiciones estáticas como centinelas, observadores de primera línea, escuchas, ametralladores, artilleros y, en definitiva, cualquier soldado cuya misión le obligara a permanecer en lugares expuestos, especialmente a la metralla de la artillería enemiga. No hay evidencias de que los tedescos se preocupasen de buscar un diseño alternativo más ligero para su empleo por parte de infantería o tropas de asalto, por lo que podemos dar por sentado que se limitaron a buscar una armadura lo suficientemente sólida como para reducir el número de bajas entre las tropas más expuestas al fuego enemigo en determinados cometidos.
Dos observadores con la coraza colgando a la espalda, lo que les protegería de proyectiles de artillería o metralleros que explotasen detrás o encima de ellos |
La Sappenpanzer debió hacer su aparición hacia la segunda mitad de 1916 ya que, aparte de ser la época en que comenzó a ser vista en el frente por las tropas aliadas, un año más tarde cayó en manos de estas un documento firmado por el mariscal Ludendorff procedente de un oficial alemán prisionero en el que se apremiaba a llevar a cabo una serie de reformas en la citada armadura, lo que indica que ya llevaba meses operativa y que había sido testada en el frente el tiempo suficiente como para tener claros los defectos a corregir en su diseño. En dicho documento dejaba constancia demás de que no era en modo alguno recomendable usar la Sappenpanzer durante operaciones propias de la infantería, y que correr, saltar o gatear con aquel chisme encima solo servía para agotarse y verse entorpecido.
La coraza original, pintada con el típico feldgrau (gris de campaña) alemán, estaba conformada por un peto de 47 cm. de largo rematado por la parte superior por dos largas extensiones curvadas cuyo cometido era sustentar la coraza sin necesidad de correas. De ese modo, la Sappenpanzer quedaba colgando de los hombros, pudiéndose quitar en un periquete en caso de necesidad; por otro lado, este sistema permitía usarla tanto del derecho como del revés colgándola a la espalda si era preciso. Para proteger el abdomen y la zona púbica estaba provista de tres placas a modo de cola de langosta unidas con dos correas de lona tal como se aprecia en la imagen superior. Para eliminar la posibilidad de que el roce entre ellas hiciese ruido se añadían dos capas de fieltro de pelo de vacuno por placa.
Los tedescos, gente pragmática como nadie, se preocuparon de producir estos chismes en base a un razonamiento impepinable: había soldados bajitos y soldados grandotes, así que se fabricaron en dos tallas, señalando la misma en la parte interior izquierda tal como vemos en la foto, dentro del círculo. Esta toma podemos también apreciar las amplias hombreras que permitían usarla sin necesidad de correas de ajuste, si bien este sistema tenía un defecto: si el soldado se tenía que tumbar y avanzar a rastras lo tenía más que complicado. Por lo demás, era una coraza fabricada con acero Krupp aleado con silicio-níquel que le proporcionaba una dureza superior a 360 HB, o sea, que era más duro que un cuerno porque el acero inoxidable se queda en 250 HB. Su peso, dependiendo de la talla, iba desde los 8,6 a los 10,8 kilos, siendo el grosor de la chapa de 3,3 mm. en la talla grande y de 3,5 en la pequeña. Sí, no es un baile de números. La coraza de mayor tamaño se fabricaba con una chapa 0,2 mm. más fina para ahorrar peso. Esto es hilar finísimo, pero ya sabemos como las gastan los germanos, ¿no? En todo caso, dicho grosor le permitía resistir disparos directos con munición de calibre 30-06 a 55 metros y, lo más importante, protegía de la infinidad de fragmentos y esquirlas de metralla que volaban por los campos de batalla y que producían cientos de bajas diarias.
Pero, como ya comentamos anteriormente, la Sappenpanzer tenía un uso restringido. El Alto Mando se dio por enterado en cuanto empezaron a llegar informes del frente en los que se hacía referencia a lo engorrosa que era para tropas en movimiento, así como la dificultad que suponía cualquier actividad con ella puesta, principalmente lanzar granadas y disparar. Esto último se debía a que el borde de la coraza impedía mover el brazo hacia adelante y, por otro lado, la cantonera de acero de los fusiles alemanes resbalaba sobre su superficie, también metálica. En la foto de la derecha podremos apreciar mejor este detalle. Como vemos, la flecha señala la zona mencionada, y se puede ver como, en efecto, deja muy poco espacio para poder mover el brazo con la libertad necesaria a la hora de arrojar bombas de mano o apoyar la culata del fusil. Así mismo, la imagen nos muestra el alto nivel de protección que ofrecía la Sappenpanzer ya que cubría por completo el bajo vientre y la zona púbica, siendo la primera de ellas una parte de la anatomía humana donde las heridas son más dolorosas en caso de que una bala o la metralla alcancen el estómago. También conviene señalar la embocadura para el cuello, que impedía que un proyectil que impactase en el pecho y saliese desviado hacia arriba entrase por la parte inferior de la mandíbula.
Estas y otras modificaciones fueron sugeridas durante un periodo de varios meses de pruebas en el que se entregaron gran cantidad de corazas a las tropas del Sexto Ejército para su evaluación. Tras contrastar todos los informes recibidos se recomendó llevar a cabo las siguientes mejoras:
En primer lugar, rebajar la parte del peto que limitaba el movimiento del brazo, la cual hemos sombreado en rojo en el gráfico de la izquierda. De ese modo se ganaba movilidad especialmente a la hora de lanzar granadas. Para mejorar el apoyo de la culata del fusil se añadió un tope como el que vemos en el detalle y que era fijado en la zona señalada por la flecha. Este tope impedía que al apretar la culata contra el hombro o al disparar resbalase hacia afuera debido al retroceso. También se sugería dotar a la Sappenpanzer de dos correas para impedir que colgase cuando el usuario tuviese que permanecer o avanzar tumbado. Estas correas se fijarían mediante unos ganchos a la pieza E, de las que iría una en cada costado. Sin embargo, parece ser que, finalmente, se prefirió un cinturón que rodeaba la espalda de lado a lado por la zona lumbar en vez de las dos correas cruzadas ya que ese sistema requeriría de menos tiempo para quitársela con rapidez.
Soldado yankee posando con una Sappenpanzer delante de una pila de armaduras capturadas a los alemanes |
También se recomendaba que las hombreras estuviesen fabricadas con piezas aparte fijadas con tres tornillos para poder ajustarla a la anchura de la espalda y la caja torácica del usuario, y para aliviar la presión que ejercía la coraza tras largos periodos de tiempo con ella puesta se recomendaba forrar dichas hombreras por dentro con algún tipo de acolchado. Por último, se añadirían dos ganchos F para poder llevar colgando bolsas de herramientas, granadas o, en definitiva, cualquier impedimenta. Así pues, para testar toda esta serie de reformas se fabricó inicialmente una pequeña partida de dos unidades por compañía que fueron enviadas al 2º batallón del 95 Rgto. de Infantería. Los resultados debieron ser altamente satisfactorios ya que hasta el final de la contienda se fabricaron nada menos que medio millón de Sappenpanzer.
En fin, nada más resta que contar. Si acaso, añadir que la Sappenpanzer debió ser objeto de la codicia de los british (Dios maldiga a Nelson) ya que se conservan fotos como la de la izquierda, en las que se ven tommies usando estas corazas, y eso que el ejército británico (Dios maldiga de nuevo a Nelson) fabricó varios modelos, los cuales ya podremos ver con detenimiento en una próxima entrada. En todo caso, lo que sí quedó claro es que la Sappenpanzer fue el modelo que más difusión tuvo y el que se fabricó en más cantidad, así que debió funcionar bastante bien, digo yo...
Bueno, ya'tá.
Hale, he dicho
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