Siniestro de cojones, ¿qué no? |
Bien, en la entrada anterior dejamos al capitán Linnarz sacando brillo al paragolpes del LZ38, aprestándose para su misión histórica: llevar la guerra al corazón de Londres. Prosigamos pues...
El jefe de policía Charles Hunt sostiene en sus manos una bomba incendiaria Goldschmidt recuperada sin estallar del ataque sobre King's Lynn por el L3 y el L4 |
El día elegido fue el viernes, 31 de mayo. En plena primavera el clima no debería ser problema, y tres días antes había habido luna llena, por lo que dispondrían de claridad suficiente para saber por dónde se movían. Hay que tener en cuenta que por aquella época, y a la vista de que la isla ya había sido vulnerada, se habían dictado normas para dar el menor número de facilidades a los tedescos. Por ello, y considerando que los ataques siempre se llevaban a cabo de noche, era obligatorio usar cortinas que no dejasen pasar la luz, y las farolas permanecían apagadas durante la noche. No obstante, y a pesar de que los bombardeos ya habían incluso producido víctimas y daños materiales nada desdeñables, los londinenses seguían en su feliz inopia, pensando quizás que nadie osaría ponerse en la vertical de la ciudad y bombardearlos. Pero sí había osados que estaban deseando dar muestras de su osadía, naturalmente. Además del LZ38 tomaría parte en el ataque el LZ37, un dirigible tipo M al mando del Oberleutnant zur See von der Hägen. Esta nave había efectuado su primer vuelo el 4 de marzo de 1915, apenas un mes antes que el dirigible de Linnarz, y aunque su base estaba establecida en Gontrode, para esta misión despegaría de Namur. Sin embargo, apenas levantó el vuelo se produjeron una serie de daños en la cubierta de la estructura, por lo que tuvo que retornar a su base de partida, dejando al LZ38 la responsabilidad de llevar a cabo la misión él solo.
El dirigible partió durante el ocaso desde su base de Evere, una población del cinturón metropolitano de Bruselas situada a apenas 5 Km. al NE de la misma. La carga bélica, estibada en unos raíles colocados en el exterior de las góndolas, ascendía a unos 1.400 kilos de bombas de dos tipos: de alto explosivo e incendiarias. Estas últimas, denominadas "bombas cónicas", cuyo aspecto podemos ver en la foto, tenían una altura de unos 40 cm. y estaban formadas por un contenedor con 3,5 litros de benzol. En el centro había otro envase lleno de termita, un compuesto a base de aluminio y óxido de hierro que ardía a temperaturas muy elevadas, por lo que con el añadido del benzol convertía uno de esos chismes en una fuente de calor capaz de producir virulentos incendios en las estructuras de madera de las techumbres de la época, así como en el mobiliario y entresuelos de las viviendas. En la foto de la izquierda vemos la bomba con la espoleta en la parte superior, y en la de la derecha lista para su lanzamiento, envuelta en una gruesa cuerda empapada de alquitrán para favorecer la propagación del fuego. Pesaban alrededor de 10 kilos.
En la foto de la derecha podemos ver la ruta que siguió el LZ38 camino de su objetivo, situado a unos 325 km. de distancia. Tras cruzar el Canal se dirigió hacia Margate, población que sobrevoló a las 21:42 para, a continuación dirigirse a Southend-on-Sea. Allí viró hacia el oeste y puso rumbo a Londres, donde se avisó a la policía de la inminencia de un ataque a las 22:55, dejando al personal un tanto perplejos porque pensaban que el ataque sería, como venía siendo habitual, contra la costa este de la isla. Pero aquella noche les tocaba a ellos.
Ruta seguida por el LZ38. Las explosiones muestran las zonas que fueron bombardeadas |
En la ortofoto podemos ver la ruta que siguió el LZ38 durante su mortífero itinerario sembrando muerte y destrucción + IVA sobre los sorprendidos british (Dios maldiga a Nelson), que a aquellas horas estaban ya en sus piltras digiriendo la cena. El dirigible entró por el norte de la ciudad, siendo avistado por un policía sobre la estación del metro de Stoke Newington, momento ese en el que soltó las primeras bombas incendiarias sobre la ciudad. La primera de todas, remarcada en un tono rojo fuerte, cayó en el tejado del número 16 de Alkham Road, que en aquella época era el domicilio de un clérigo llamado Albert Lowell. La bomba atravesó el tejado y prendió en el dormitorio, propagándose el fuego en el entresuelo de madera.
No obstante, la familia Lowell más dos invitados que tenían en casa pudieron salir medio chamuscados del interior de la misma mientras que el LZ38 seguía soltando su carga letal en dirección sur, hacia la Torre de Londres. En ese barrio descargó alrededor de 35 bombas en un tramo de unos 2 km. En esa fase inicial del ataque fue donde hubo mayor concentración de bombas. Además, fue donde se produjeron las primeras víctimas al ser alcanzada una casa en Cowper Road, a poco más de 1 km. al sur de Alkham Road, donde vivía un matrimonio con cinco críos. El cabeza de familia, Samuel Legatt, saltó de la piltra para poner a salvo a su prole formada por cinco niños, y ayudado por su mujer y el vecindario fue soltando a los críos por una ventana. Pero, por desgracia, pensando que los vecinos se habrían echo cargo de ellos no se percató de que le faltaban dos, Elsie, de apenas 3 años, y su hermana May, de 7, que aparecieron al día siguiente achicharradas bajo la cama en la que se habían ocultado intentando huir del fuego. Un poco más al sur, en el 187 de Balls Pond Road, cayeron dos bombas en un edificio donde aparecieron al día siguiente otras dos víctimas carbonizadas, un tal Henry Good y su mujer Caroline, que estaban ambos como arrodillados junto a la cama, en actitud orante. No les sirvió de mucho, me temo.
Pero la fiesta solo acababa de empezar. A continuación le tocó el turno a Hoxton, donde cayeron unas 15 bombas en un trayecto de 1,5 km. aproximadamente. A las 23:08 tres de ellas alcanzaron un teatro de variedades, el Shoreditch Empire, donde se estaba representando un musical. Afortunadamente, el público no se dejó llevar por el pánico y abandonaron el local en buen orden, en plan Titanic que se hunde mientras la orquesta ameniza el ahogamiento del personal con valses vieneses. Tras Hoxton le tocó a Whitechapel, donde aún se acordaban de las inquietantes visitas de Jack el Destripador en busca de putas para filetearlas. Allí cayeron otras 15 bombas más. Llegado a ese punto, el LZ38 viró hacia el este, dejando caer en Stepney 4 bombas de alto explosivo y dos bombas incendiarias. Llegados a este punto, la nave del capitán Linnarz llevaba ya 20 minutos bombardeando impunemente Londres, paseándose tranquilamente mientras soltaba su mortífera carga. Finalmente, se dirigió hacia el nordeste hasta alcanzar Leytonstone, donde lanzó las últimas cinco bombas para, a continuación, virar hacia el este y ponerse camino de la costa para regresar a su base.
La foto muestra los restos del incendio del nº 27 de Neville Road, en Stoke Newington |
Durante el ataque se produjeron multitud de incendios que, si bien muchos pudieron ser sofocados por el vecindario, al menos 41 de ellos requirieron la intervención de los bomberos por ser especialmente virulentos. El balance, aunque ínfimo si lo comparamos con los devastadores bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, dejó al personal chafado con una mezcla de asombro y de ira contenida. De hecho, la turba enfurecida llegó a destrozar algunos comercios de gente que pensaban eran de origen alemán. EL LZ38 dejó tras de sí siete víctimas mortales, cuatro de ellas críos, y 35 heridos. Los daños materiales fueron tasados por el cuerpo de bomberos en 18.596 libras esterlinas. Pero lo peor fue quizás la impunidad con que la nave de Linnarz se paseó por el cielo londinense dejando caer bombas como quien echa migas a las palomas. Se contabilizaron 91 bombas incendiarias, 28 de alto explosivo y dos bombas de mano, que igual las tiraron porque se les acabaron las otras.
Aspecto de las carcasas de las bombas incendiarias tras haber ardido |
Incomprensiblemente, los reflectores no pudieron localizarlo, por lo que la artillería antiaérea ni siquiera abrió fuego. El LZ38 se paseó como un ángel de la muerte tan campante, sin que nada ni nadie le impidiera proseguir con su siniestra ruta. Los aviones del RNAS organizado por Churchill se cubrieron de gloria por que quince aparatos salieron en busca del LZ38, y solo un piloto pudo avistar al dirigible cuando estaba llegando a Southend-on-Sea para, encima, ver como se perdía en las alturas sin que pudiera perseguirlo. En fin, que los tedescos los chulearon a todos bonitamente, amén. Al día siguiente, los alemanes anunciaron a bombo y platillo que habían alcanzado multitud de objetivos situados en la zona portuaria, naturalmente con fines propagandísticos porque la bomba que cayó más cerca del puerto lo hizo a medio kilómetro, en Christian Street, donde también murió otro crío, Samuel Reuben, que volvía a casa del cine. Lógicamente, de cara a su propia gente era preferible decir eso antes que el bombardeo solo había servido para sembrar el terror y matar a varios inocentes. En cuanto a los cabreados british, para evitar que la moral se fuese a hacer gárgaras y que los derrotistas de turno empezasen a dar la murga, el gobierno británico ordenó a la prensa que la única información sobre los ataques aéreos debería ceñirse a los partes oficiales, y ni una palabra más.
Farman F-27. Obsérvese que este aparato tiene el motror detrás, o sea, la hélice es impulsora, no propulsora |
Sin embargo, el bombardeo fue vengado en apenas una semana. El LZ38 había partido la noche del 6 de junio para efectuar un nuevo ataque sobre Londres junto con dos dirigibles más, el Lz37 y el LZ39, pero cuando estaban en camino recibió por radio un mensaje cancelando la misión para que se dirigiera a bombardear un nudo ferroviario en Calais (otras fuentes dicen que tuvo que volver por una avería en un motor). Al parecer, el mensaje fue interceptado por la Sala 40 del Almirantazgo, pasando la información al 1er. Escuadrón del RNAS en Dunquerque para que le dieran caza.
Un Farman F-27 tripulado por el teniente John Philip Wilson y el subteniente John Stanley Mills partió en su busca provisto de 3 bombas de 65 libras (29,5 kg.). Según el parte en el que informaban de la operación, despegaron de su base a las 00:40 horas del día 7 de junio armados con las bombas y combustible para 5 horas y 45 minutos de autonomía. La distancia hasta el objetivo era de unos 150 km. aproximadamente. Según el informe, "... la noche estaba clara, pero no había luna" (en realidad la luna nueva fue cinco días más tarde, el 12 de junio), pero les bastó para localizar el LZ38 en su hangar de Evere, donde fue bombardeado y destruido. Los dos british, la mar de contentitos, volvieron a su base a celebrarlo con un chute en vena de güisqui del bueno y a recibir mogollón de palmaditas en el lomo por su meritoria actuación. Sus compatriotas habían sido vengados. Por la hazaña, el día 21 de aquel mismo mes les fue concedida a ambos la Cruz de Servicios Distinguidos.
Un Farman F-27 tripulado por el teniente John Philip Wilson y el subteniente John Stanley Mills partió en su busca provisto de 3 bombas de 65 libras (29,5 kg.). Según el parte en el que informaban de la operación, despegaron de su base a las 00:40 horas del día 7 de junio armados con las bombas y combustible para 5 horas y 45 minutos de autonomía. La distancia hasta el objetivo era de unos 150 km. aproximadamente. Según el informe, "... la noche estaba clara, pero no había luna" (en realidad la luna nueva fue cinco días más tarde, el 12 de junio), pero les bastó para localizar el LZ38 en su hangar de Evere, donde fue bombardeado y destruido. Los dos british, la mar de contentitos, volvieron a su base a celebrarlo con un chute en vena de güisqui del bueno y a recibir mogollón de palmaditas en el lomo por su meritoria actuación. Sus compatriotas habían sido vengados. Por la hazaña, el día 21 de aquel mismo mes les fue concedida a ambos la Cruz de Servicios Distinguidos.
En fin, así fue el primer bombardeo estratégico sobre Londres. Está de más decir que, aunque el LZ38 tuvo una vida operativa más corta que la de un pavo en Navidad, eso no supuso en modo alguno el fin de los ataques contra la capital. Antes al contrario, siguieron con una frecuencia de lo más irritante, y más tarde se sumaron a los dirigibles los enormes bombarderos Gotha para animar el cotarro, pero de eso ya hablaremos otro día. Por cierto que, tras la destrucción del LZ38, el capitán Linnarz se dio algún paseo más por Londres, llegando al final de la contienda con el grado de comandante.
Bueno, ya'tá. Ahí queda eso.
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