ADVERTENCIA: NO LEAN EL ARTÍCULO ANTES DE VER LA PELI PORQUE ESTO ES UN SPOILER TREMEBUNDO. SIRVA DE AVISO.
La verdad, nunca entenderé el pertinaz empeño por parte de la industria cinematográfica en tergiversar la historia con tanto denuedo, cuando no con verdadera saña bíblica, como este caso, que ni es cine histórico ni la obra de Shakespeare de la que se supone es una adaptación. Pésima, pero adaptación mal adaptada. O sea es una versión inadaptada como el yonki que recae por octogésima cuarta vez a pesar de llevar metido en el cuerpo metadona como para desenganchar a 30 elefantes viciosos. Cuando vi el anuncio pensé, iluso de mí, que igual alguien de había decidido de una vez a narrar un hecho histórico tal cual fue pero, como no podía ser menos, al final ha resultado el enésimo fiasco absurdo sobre una batalla archiconocida, Azincourt o Agincourt, como prefieran, que hasta los cuñados se la saben al dedillo por repetida. Pues nada, un cagarro del que solo se pueden entresacar algunos detalles para que los obsesos como yo podamos decir lo de "¡anda, han acertado en eso!" dos o tres veces. En resumen, lastimoso. Bueno, al grano...
La cinta, un producto de la omnipresente Netflix estrenada hace menos de un mes, es una especie de amasijo de dramas shakespearianos y las mentes calenturientas de su director y guionista David Michôd junto a Joel Edgerton, que además da vida a sir John Falstaff. La verdad, el bodrio histórico es de tal magnificencia que no sé por dónde empezar, así que voy a echar una meada a ver si se me aclaran las ideas. Ahora vuelvo, un momento...
Coronación de Enrique IV según la Crónica de Froissart (c.1479-1483) |
En la siguiente obra, "Enrique V", este asume que debe portarse bien y ser un rey decente, manda al carajo a Falstaff y se larga a Francia (Dios maldiga al enano corso) a reclamar sus derechos a la corona gabacha. Esto, para los que no estén al tanto del tema, era un conflicto que venía arrastrándose desde tiempos de Felipe IV (sí, el del expolio al Temple), cuando toda su progenie viril palmó sin dejar su semilla bien plantada en la tierra, lo que dio lugar al advenimiento de la dinastía de Valois (Carlos, el hermano de Felipe). Pero había un heredero por línea materna: Eduardo III, hijo de Eduardo II de Inglaterra e Isabel de Francia, o sea, era nieto de Felipe IV. Los gabachos, agarrándose a la Ley Sálica, negaban los derechos al trono de Eduardo, lo que dio lugar al inicio de la Guerra de los Cien Años. Bien, tras "Enrique V", Shakespeare compuso "Enrique VI" (en tres partes), donde se narran los hechos que condujeron a la guerra civil, y en "Ricardo III" aparece el último York como un sujeto absolutamente malvado, más contrahecho de lo que era en realidad y que si lo comparamos con Hannibal Lecter convertiría al enloquecido y refinado psiquiatra antropófago en un discípulo aventajado de Teresa de Calcuta.
Orson Wells interpretando al desmedido Falstaff en "Campanadas a medianoche", dirigida por el mismo en 1965 |
Ricardo II (1367-1399) |
Estatua de Henry Percy, el fogoso Hotspur, en el castillo de Alnwick. En honor a la verdad, los Percy tenían motivos sobrados para estar un poco molestos con Enrique IV |
Recreación del castillo de Aberyswyth. Actualmente está en un estado un tanto... deplorable |
LOS PERSONAJES
Henry Percy, alias Hotspur (1364-1403)
Muerte de Hotspur en Shrewsbury. |
Thomas, I duque de Clarence (1388-1421)
Efigie funeraria del duque de Clarence en la catedral de Canterbury |
Sir William Gascoigne (c. 1350-1419)
Ni el puntillero de la Maestranza, leches... |
Este personaje aparece en la película como el comandante de los arqueros en Azincourt, siendo el enésimo camelo absurdo. Dorset, también retoño de la prole espuria de Juan de Gante y por lo tanto tío de Enrique V, tomó parte en la expedición a Francia, pero no en Azincourt porque, tras el asedio de Hartfleur, fue puesto al mando de una guarnición compuesta por 1.200 peones, 900 arqueros y 300 hombres de armas con la que el monarca inglés mantuvo la posesión de tan importante fortaleza. Los arqueros de Azincourt estuvieron al mando de sir Thomas Erpinhgham. En fin, en la peli pusieron a Dorset a hacer horas extras, y encima de gorra. Por cierto, el blasón que aparece en el ángulo inferior izquierdo luce las armas de la casa real inglesa por ser hijo de Juan de Gante.
Hermana de Enrique V y la más pequeña de la prole de Enrique IV, se casó en 1406 con Eric de Pomerania, rey de Dinamarca, Suecia y Noruega. Con solo 11 añitos fue mandada a aquellas gélidas tierras sin que haya constancia de que volviera más a Inglaterra, debido entre otras cosas a que los asuntos en su nuevo reino requirieron su presencia y donde llegó a ser regente durante un breve periodo. O sea, que no estuvo en la coronación de su hermano para que le regalaran copas chulas de cristal de Bohemia. Por cierto que, como curiosidad, parece ser que fue la primera reina de la que hay constancia de que se casó vestida de blanco, lo cual no deja de ser lógico siendo como era una impúber en aquel momento.
Exequias de Carlos VI. Obsérvese que al difunto lo llevan como si fuera en un paso de Semana Santa. Igual le cantaron una saeta y todo... |
Estaba como una cabra el pobre. De hecho le apodaban "el Loco". En 1392 tuvo su primer brote de no sabemos qué variedad de chaladura, pero que ya no le abandonó en toda su vida. Tras la derrota de Azincourt en 1415 se avino a firmar cinco años más tarde el Tratado de Troyes por el que desheredaba al príncipe delfín Carlos VII aprovechando la sospecha de que era un bastardo, rumor que más bien era un alarido porque todo el mundo estaba al tanto de que su madre, Isabel de Baviera, era una hembra extremadamente promiscua. Para no diluir la sangre de los Valois acordó casar a su hija Catalina con Enrique a raíz de la firma del tratado.
Carlos de Valois, príncipe delfín (1403-1461)
Carlos VII, un personaje que no tuvo nada que ver con la trama de la película |
Catalina de Valois (1401-1437)
Casada con Enrique V en junio de 1420 cuando aún no había cumplido los 19 años, la temprana muerte del monarca inglés en agosto de 1422 a causa de una feroz disentería durante el asedio a Meaux, apenas le dejó tiempo para una sola preñez que dio como fruto a Enrique VI, pseudo-rey de Francia entre 1422- cuando aún no había cumplido un año de edad- y 1453 por obra y gracia del Tratado de Troyes y último retoño de la Casa de Lancaster ya que con él comenzó la Guerra de las Dos Rosas.
Joel Edgerton en su rol de Falstaff, armándose para tomar parte en la batalla de Azincourt que él mismo se adjudicó en el guión |
Personaje ficticio que, como hemos comentado, aparece en las obras de Skakespeare "Enrique IV" y "Enrique V". Al parecer, el personaje estaba inspirado en un tal John Oldcastle, un miembro de los "lollards", una secta que precedió a la reforma protestante y que, por lo visto, contaba entre sus miembros al mismo Enrique IV. En la película no solo es uno de los principales personajes, sino que incluso comanda y plantea la estrategia del ejército inglés en Azincourt cuando el mismo Shakespeare había "matado" al personaje en "Enrique V" tras verse abandonado por su antiguo compañero de juergas al ser coronado rey. En fin, no veo la necesidad de perpetrar estas pifias. Si querían hacer una representación de la obra de Shakespeare, pues vale, pero no ha sido ni lo novelado ni lo real, habiendo material y personajes de sobra para haber logrado un producto históricamente fiel. Lo repito: no entiendo estas prácticas de la industria del cine.
El asesino gabacho (no se le da nombre en el reparto)
Bien, aquí es donde mezclan churras con merinas aprovechando también la parte shakespeariana del guión. Presentan a un hipotético asesino enviado por el príncipe delfín, que con unos 11 o 12 años ya tenía al parecer más peligro que una cobra con paperas. Según esta trama, el asesino lo había mandado sir William Gascoigne para forzar la guerra con Francia, lo cual es, aparte de falso, una chorrada innecesaria ya que Enrique tenía, como hemos visto, especial interés en darse un garbeo por el continente para reclamar sus derechos al trono. Para darle enjundia a la cosa, implica a Cambridge y Gray que son decapitados. Bien, ahora veamos como fue el verdadero complot de Southampton.
Cambridge y Gray a punto de dejar de sufrir migrañas para siempre |
En fin, ya vemos que, salvo los personajes menos relevantes de la trama, al resto los han masacrado históricamente hablando. Esto no son "licencias artísticas", sino verdaderas burradas que solo sirven para confundir a la gente y poner de mala leche a los que están un poco más puestos en la materia. Veamos el tema de atrezzo, que con eso al menos no se han ensañado tanto, y algún que otro gazapo digno de juzgado de guardia...
Este me provocó un sarpullido. Antes de comenzar la batalla (la de Azincourt, naturalmente), el sufrido Enrique acude al campamento gabacho donde el altivo y psicótico delfín lo recibe esperando su rendición. Pero no, el bravo Harry se postra como si fuera su vasallo y le pide resolver el asunto mediante combate singular. Por cierto, reparen en la extraña armadura del delfín, que luego veremos con más detalle.
Aquí acertaron, menos mal. El fotograma recoge el momento en que el ejército inglés llega al lugar donde plantarán cara al gabacho. La película está rodada en Hungría e Inglaterra, pero el sitio es clavado a como debió ser el original, una amplia vaguada flanqueada por espesas arboledas a ambos lados que servirán de apoyo a sus flancos. A la izquierda estaría el pueblecito de Azincourt, y a la derecha Tramecourt. En el centro es donde se dieron estopa a base de bien aprovechando la acumulación de agua por las lluvias.
Esta es grave. La espada de Enrique V. Todo el mundo sabe cómo es la espada de Enrique V. Los nenes lo aprenden antes de nacer, y si te quieres nacionalizar británico (puagggg...) te la incluyen en el test de buen ciudadano. Está expuesta en Westminster junto con el yelmo, el escudo y la silla de guerra del monarca. Bueno, coñas aparte, lo que se muestra como la espada del rey apareció en el triforio (sí, un sitio un poco raro) de la abadía en 1869, por lo que no se puede asegurar al cien por cien que fuera suya. Sin embargo, a mi entender todo apunta a que sí ya que se trata de un ejemplar característico del tipo XV de Oakeshott: espada de una mano con pomo de disco, hoja con sección de diamante y una nervadura central para darle aún más rigidez. Este tipo de espadas se diseñaron para penetrar en las lorigas y, sobre todo, en las cada vez más abundantes armaduras de placas. Estas espadas estuvieron vigentes entre 1290 y 1415. La que pende del costado del personaje es una espada de mano y media con toda la pinta de ser una XVIIIb, tipología vigente entre 1410 y 1510. Se trata de un arma con la hoja de sección similar a la anterior pero más larga y provistas a veces de guardalluvia. Las hojas de estas espadas prácticamente no tenían filo ya que su misión era herir de punta, por lo que su esgrima contemplaba empuñarlas por el tercio fuerte para ayudarse a empujar o a trabar el arma del enemigo.
Los combates están bastante bien traídos, las cosas como son. No aparecen esas estudiadas coreografías donde los contendientes se pasan media hora soltando insidiosas estocadas y fintando hábilmente ante los golpes del enemigo. En este caso se dan estopa a lo bestia, ya sea con las espadas o, caso de perderlas, a puñetazos, patadas o como sea con tal de acabar con el vencido metiéndole el puñal por el visor o bajo el mismo. En este sentido, las escenas de lucha vienen bastante bien para desmitificar los supuestamente caballerosos enfrentamientos medievales en los que, en realidad, se recurría a todas las artimañas, por sucias que fuesen, para matar al adversario.
A la mêlèe le damos un 9 por lo menos. Es lo mejor de la película: fangosa, asquerosa, hedionda, sudorosa, berreante, angustiosa y pútrida. Intuyo que deben haber intervenido todos los grupos de probos ciudadanos recreacionistas de Rusia y alrededores, que como sabemos son los más cafres del gremio y se dan unas sobas mortíferas los fines de semana. No me privo de proclamarlo: está muy bien presentada y, al igual que los combate singulares, desmitifican por completo esas batallitas donde todo el personal se empareja con un enemigo y se ponen a chocar las espadas hasta que a uno le toca caerse haciéndose el muerto. En esta no. Aquí la cosa va de todos contra todos y, francamente, hace pensar en cómo leches se podían identificar con las cotas de armas cubiertas de barro, sangre y vísceras. En fin, está muy bien, no se puede negar.
Y tras una batallita tan guay llega el cantamañanas del delfín con una armadura rarita y un almete aún más raro y, además, anacrónico por completo y todo se detiene porque se le ha antojado desafiar a combate singular al inglés. Es un poco bastante muy chorra meter ese corte cuando la batalla casi ha concluido y los gabachos están siendo bonitamente masacrados para recrear la humillación del abyecto y malvado príncipe delfín que, tras ser incapaz de mantener el equilibrio en el lodazal y caer varias veces, a una señal de Enrique varios peones se abalanzan contra él y lo trituran sin piedad. Pero, como ya avanzamos anteriormente en las descripciones de los personajes, el delfín estaba por aquella época en París sin poder imaginar que sería desheredado y que, si la disentería no hubiese acabado con Enrique, jamás habría sido rey de Francia por mucha Juana de Arco que llegase a la corte diciendo que oía voces porque la corte ya no sería de un rey francés, sino de uno anglo-francés. En fin, este personaje es la gran cagada de toda la película.
Una de cal y otra de arena. El cerco a Harfleur. Como vemos, fabricaron y pusieron en funcionamiento tres fastuosos fundíbulos con los que bombardean sin descanso el castillo y tal. Las escenas nocturnas lanzando pellas ardientes son chulísimas de la muerte. No se sabe con exactitud la tormentaria de que dispuso el inglés, pero sí se tiene constancia de que hizo uso tanto de artillería pirobalística como neurobalística. Aparte de eso, el campamento inglés está muy bien recreado, así como las naves que transportan al ejército del bravo Harry gracias a unos estupendos efectos digitales. Pero... Harfleur era en aquella época un puerto de mar en la costa normanda. De hecho, sus murallas daban paso a las naves que podían atracar en un puerto situado en el interior de las mismas. O sea, que ese castillo tan molón que aparece en lo alto de una colina pinta ahí lo mismo que un santo con dos pistolas. Digo yo que podrían haberlo recreado digitalmente, ¿no? En la foto de la derecha pueden ver una maqueta con el aspecto de la ciudad en la época que nos ocupa. El interés de Enrique por apoderarse de ella no era otro que establecer una cabeza de puente segura para poder moverse del continente a la isla sin tener que complicarse la vida.
El armamento está completito y surtido. Sin embargo, hay que puntualizar algunos detalles chorras. Aunque pueda parecer lo contrario, el que hasta ahora permanece imbatido por su fidelidad histórica es el del "Enrique V" de Laurence Olivier (foto de la izquierda), una cinta con nada menos que 73 años a cuestas, es decir, una época en la que, en teoría y como vemos en muchas otras películas de aquellas fechas, se solía fantasear bastante con esos temas. Sin embargo, Olivier recurrió a una fuente infalible y de cuya verosimilitud nadie podría dudar: las efigies mortuorias de los nobles contemporáneos al momento histórico en que transcurre la acción. Son "fotos" de principios del siglo XV que muestran con pelos y señales cada pieza, los diferentes tipos de yelmos, mallas, diseños en general, y hasta las hebillas que usaban, e Inglaterra está llena de tumbas con sus estatuas yacentes para tomar datos a mansalva. Las de la película que nos ocupa son básicamente correctas aunque cronológicamente hablando algunas de las que muestran son un poco posteriores. Sí, ya sé que hablamos de hilar demasiado fino, pero no conviene dejar nada al azar no sea que algún cuñado se haya empollado el tema.
En tiempos de Azincourt se había popularizado ya la armadura de placas, pero era una costumbre más o menos generalizada recubrirlas con una cota de armas ajustada a la misma con simples fines de identificación. También empezaba a proliferar el uso de las celadas góticas pero lo más característico era el bacinete cuyo camal había sido sustituido por una gorguera que permitía que el peso del mismo no descansase sobre la cabeza, sino sobre los hombros. En las fotos de la derecha tenemos un par de ejemplos. Como vemos, la enorme gorguera envolvía el cuello y no dejaba resquicios por donde meter una daga de arandelas. El único sitio vulnerable era la cara. El bacinete estaba desprovisto de visor, lo que permitía un campo de visión más amplio, de vital importancia en una época en que no era precisamente raro que los jinetes echasen pie a tierra para combatir a pie (como en Azincourt, por ejemplo). El burelete que por norma llevan en el bacinete, por lo general ricamente decorado, es una reminiscencia de los que se usaban para ajustarse sobre el mismo un yelmo de cimera o de justa. Caso de no usar este tipo de casco, lo habitual era recurrir a los bacinetes de pico de gorrión- con (foto A) o sin camal de malla (foto B)- o a un gran bacinete (foto C) que pesaba más que un fin de semana con la familia política.
También es meritorio que se hayan molestado en fabricar caparazones de malla para los sufridos pencos del reparto, pero en este caso se trata de un accesorio ya obsoleto (foto inferior). A principios del siglo XV las protecciones de los caballos, al igual que las de sus amos, eran de placas. Así, estos animalitos solían ir recubiertos con caparazones de tela con los colores o escudos de armas del jinete, y se les protegía la cabeza con la testera y el cuello con la capizana, una sucesión de placas como si del cuerpo de una langosta se tratase que llegaba desde la testera hasta la cruz. No obstante, en este aspecto y como en todo lo concerniente a la panoplia de cada caballero, la protección pasiva tanto de hombre como de animal dependía del poder económico de cada cual, y pocos eran los que se podían permitir adquirir, además de su armadura, la del caballo.
Y para terminar, las... muñequeras. De verdad, esto se está convirtiendo en algo obsesivo. ¿Quién las inventó? ¿De dónde sacaron la idea? ¿En qué se basaron? Juro por mis barbas de mariscal austro-húngaro que he visto miles, sí, miles de ilustraciones de la época, y jamás, en ni una sola, aparece nadie con esas muñequeras de cuero. Ídem de tiempos de los romanos, pero de eso ya hemos hablado cienes y cienes de veces. Los hombres cubiertos con una armadura no las necesitaban, y los peones, alabarderos, ballesteros, arqueros, etc. no las usaban. Por favor, si alguien ve una sola ilustración de la época donde salga una, que me lo diga. O si conoce a alguien dedicado a la industria del cine, que nos informe, porque ya es una cuestión de honra, carajo. Vean, vean...
Ah, lo olvidaba. Un detalle digno de mención y que solo por eso ya merece un reconocimiento: el típico chirrido de las espadas al desenvainarse lo han omitido. No suena ni una vez. DEO GRATIA.
Bueno, no creo que olvide ningún detalle de importancia. Como verán, de la batalla en sí prácticamente no se ha comentado nada porque es archiconocida, así que bastará con que comparen lo que vean en la película con lo que ya conocen. Por lo demás, como decíamos al principio, es la enésima oportunidad desaprovechada de hacer una buena película histórica. No obstante, y como hay gustos para todo, a los amantes de la acción y el fango ensangrentado les parecerá cojonuda como espectáculo visual, que eso sí lo han logrado, y merece un par de cartones gordos de palomitas por lo menos.
Bueno, ya'tá
Hale, he dicho
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