AVISO: CONTIENE SEVEROS DESTRIPAMIENTOS
Portada de la novela que leí siendo apenas un crío. Me fascinó de tal modo que llegué a sabérmela de memoria. Por cierto, la imagen de la misma es de otra peli famosa, "The Blue Max" (1966) |
Colijo que los amantes de las películas de guerra se estarán frotando las manos de gustito ante la perspectiva de visionar esta cinta de dos horas y media bien pertrechados de palomitas. Sin embargo, aviso de antemano, los que hayan leído previamente la incomparable novela de Remarque mejor será que dediquen el tiempo a ver la enésima entrega de "La Sirenita" porque, de lo contrario, se llevarán un chasco monumental, como me ha pasado a mí. Ciertamente, esta película, de la que he leído elogiosas críticas y que creo que incluso es ya candidata a los Oscar, solo tiene de la obra original el título, algunos personajes y un número mínimo de escenas de la misma para poder decir que es una adaptación. En realidad, diría que se han basado en la archifamosa novela para dar el pego, porque lo que verán será un amasijo de escenas sin hilar mezcladas con otras tomadas del original sin ligazón alguna, o sea, un auténtico bodrio. Un guion incoherente que va al salto de la mata y que deforma o, simplemente, elimina la esencia de la obra para ofrecer un espectáculo donde solo merecen la pena la cuidada ambientación y las realistas escenas del cuerpo a cuerpo, si bien estas se desarrollan en un contexto totalmente increíble para cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de lo que fue la guerra de trincheras.
Carteles de las dos películas anteriores, la de 1930 y la de 1979 |
Con todo, y por si no lo saben, ya se han hecho dos adaptaciones de esta obra que resultaron mucho más acertadas. La primera data de 1930, y se filmó nada más estrenarse la novela que, de inmediato, logró un éxito fastuoso, traduciéndose a 26 idiomas y alcanzando una enorme popularidad en todo el mundo. La cinta, dirigida por Lewis Milestone, ganó dos Oscar: a la mejor película y al mejor director. Posteriormente se realizó otra en 1979, un telefilme en esta ocasión, protagonizado por Richard Thomas y un Ernest Borgnine en el rol de Stanislaus Katczinsky unos 20 años más viejo (tenía 60 tacos cuando se hizo la peli) y 20 kilos más gordo que el original. No obstante, es la adaptación más fiel a la novela y, a mi entender, un producto bastante digno para una peli destinada a la televisión que, por lo general, suelen ser producciones un tanto cutres. Sin embargo, esta ganó el Globo de Oro en 1980, lo que le da un marchamo de calidad. En resumen, de las tres que se han hecho es la que indudablemente me parece la mejor con diferencia. No es difícil de encontrar, de modo que, si no la han visto, ya tienen una candidata mejor para el atracón de palomitas.
Lapso de unas 48 horas más o menos desde que escribí los párrafos anteriores.
Tras pasar laaaago rato rumiando la elaboración de este articulillo y acaparando imágenes para el mismo, he decidido que no merece la pena dedicarle más tiempo que el necesario para redactar estas líneas. Como muchos ya sabrán, suelo enumerar con pelos y señales tanto los errores y anacronismos de este tipo de películas, así como los aciertos si los hubiere. Sin embargo, en esta ocasión paso de invertir horas en una película que es simple y llanamente una mierda y de la que nadie se acordará dentro de una semana. En honor a la verdad, es un insulto tanto a la obra original como al autor. Si querían rodar una peli desgarradora sobre la Gran Guerra en la que los tedescos no sean los malos, como es habitual, pues podían haber hecho un guion libre y titularlo "Detesto ir a la guerra" o "Mi cuñado me alistó por error", pero no recurrir a una celebérrima novela para engatusar al personal.
Como ya comentaba al principio, la sucesión de forma inconexa de escenas extraídas del relato con los personajes cambiados ya me empezó a irritar apenas comencé a verla, pero a medida que avanzaba se me contraían las neuronas ante tamaño desafuero. Incrustar a los gerifaltes tedescos camino de Compiègne para firmar el armisticio ya me provocó leves convulsiones, pero el paroxismo llegó cuando el pseudo-Tjaden, al que amputan una pierna en lugar del infortunado Kemmerich, se practica una autolisis bastante cruenta clavándose repetidas veces un tenedor en el pescuezo, por no hablar del ataque en masa de carros gabachos Saint-Chamond que los tedescos pretenden rechazar con un intenso fuego de fusilería o cuando al pseudo-Katczinsky lo liquida un crío de un escopetazo en la barriga. La lista de desafueros es muy extensa pero, por si eso fuera poco, el final es digno de tomatazos.
Con el armisticio ya firmado, un mandamás reúne a sus maltrechas tropas y los exhorta a palmar en busca de una postrera victoria cuando falta poco rato para las 11:00 horas del 11 de noviembre de 1918, momento en que las armas deberían callar para siempre. El pseudo-Bäumer, junto a mogollón de compadres, perpetran un ataque a pelo contra unas posiciones gabachas cuando apenas faltan 15 minutos para la hora final, y fenece atravesado de parte a parte por una Rosalie durante el feroz cuerpo a cuerpo que tiene lugar. El canalla del guionista hasta le niega a nuestro hombre su poética e indolora muerte en las postrimerías de la matanza. En fin, la verdadera masacre es la que se comete con la novela.
Bueno, eximios lectores, si no quieren perder el tiempo mejor lean la obra original o, a lo sumo, vean la peli de 1979, que le da 500 vueltas a este engendro.
Hale, he dicho
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