Este tipo de escudo fue el heredero del de cometa a finales del siglo XII o principios del XIII. Las mejoras en el armamento defensivo de los caballeros y hombres de armas hicieron innecesario el enorme escudo normando, pasando a usarse desde esa época un escudo de apenas 60 cms. de largo, lo suficiente para proteger el cuerpo y lo suficientemente ligero para manejarlo con soltura en los cuerpo a cuerpo.
El tipo que vemos en la lámina de la izquierda pertenece a esa primera época. Su parte superior tiene un poco de curvatura y ofrece un perfil convexo. El embrace se sigue llevando a cabo de forma diferente, ya que en este caso se embraza el escudo de abajo arriba mediante tres correas, dos para el brazo y la otra para agarrarlo con la mano. También se sigue usando el tiracol y, naturalmente, el almohadillado de fustán para amortiguar los golpes. Además, este escudo va dotado de una bloca, una modificación del habitual umbo globular. Como se ve, es un cono terminado en una afilada punta que convertía el escudo en un arma temible, ya que un golpe propinado en una zona desprotegida podía resultar fatal.
En cuanto a la decoración, como se puede apreciar, ya obedece a patrones heráldicos, y no a simples motivos al gusto del usuario. En esa época, la heráldica ya había nacido, y los blasones eran portados por todos los miembros de una misma familia, así como de la gente de guerra a su servicio.
Una variante de este tipo de escudos fue el de punta semicircular, típico de España y que, con el paso del tiempo, pasó a ser el diseño para la elaboración de escudos de armas y diferenciarlos de los blasones extranjeros. En la lámina de la derecha se puede ver su apariencia: su tamaño era similar al de la lámina anterior. Se diferencia del mismo en que, en este caso, el embrace se realiza en diagonal. Este tipo de escudo estuvo en uso en la primera mitad del siglo XIV, coexistiendo con el triangular.
En la lámina izquierda se puede ver una variante más de este tipo. La diferencia radica en las correas de embrace que, como se puede ver, han desaparecido, permaneciendo solo la de empuñe. El tiracol, que aún conserva el modelo de la lámina, desapareció en esa época, por lo que para transportarlo se recurría a la misma correa de empuñe que, mediante unas hebillas, se alargaba o se acortaba a voluntad.
A mediados del siglo XV, como ya se ha comentado, las armaduras de placas relegaron al olvido a los hasta entonces imprescindibles escudos. Sólo perduraron unas décadas más las rodelas, de las que hablaremos en otra entrada, y los broqueles, ambos en manos de una infantería que aún precisaba de protección a la hora de hacer frente a las picas del enemigo. Como ya se comentó en una entrada anterior, los espaderos que formaban parte de los tercios se infiltraban entre el bosque de picas del adversario desviando sus afiladas moharras con los escudos para, una vez llegados al contacto y con un enemigo prácticamente a su merced, acuchillarlos sin piedad.
En cuanto a su fabricación, se usaban los mismos materiales que para los escudos de cometa.
Con esto, ya solo resta hablar de las adargas, las rodelas y las tablachinas, con lo que dejaré de dar la murga con los escudos de marras. Da para rato el tema, ¿eh?
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