Los que siguen mi blog con regularidad habrán visto que, hasta ahora, prácticamente todas las fortificaciones mostradas estaban en un estado bastante aceptable. Restauraciones llevadas a cabo con mayor o menor fortuna, procurando casi siempre no poner elementos fuera de contexto, alguna que otra "gamberrada" pero, en lo que cabe, todas estaban en un estado que no ofendían a la vista.
Sin embargo, por desgracia, no es lo más frecuente. Digamos que he puesto antes de nada las que están en mejor estado porque los profanos en la materia son más susceptibles de ser "enganchados" por esta afición, viendo fortalezas bonitas y tal, que viendo las infamias que se permiten con el patrimonio histórico.
Pero como callar u omitir las perpetraciones que se llevan a cabo con la complicidad, el silencio o, lo que es peor, el beneplácito de las autoridades, no sirve más que para propalarlas, es por ello por lo que inicio esta nueva serie de entradas que irán etiquetadas como "PRO PATRIMONIUM", a favor del patrimonio. Y aquí no solo mencionaré las lusitanas, sino también las hispanas, que por cierto son bastante más numerosas.
Sé que estas denuncias serán un grano de arena en el desierto, pero grano a grano se hace una montaña y cuantos más sean los conocedores de las aberraciones que se cometen, más complicado será para los que las toleran ir más allá. Por supuesto, no solo mencionaré la desidia de los organismos competentes, sino los actos vandálicos de los inopes mentales que, a falta de mejor distracción, se dedican a profanar el patrimonio cultura de todos. Y sin más dilación, vamos a saco con la primera de ellas. Y para que no se me tilde de xenófobo, pues que sea española, qué puñetas...
El castillo de Medellín ha sufrido una profunda... restauración que lo ha mantenido cerrado al público durante una larga temporada. Si mal no recuerdo, hasta mediados del 2010 no volvió a abrir sus puertas al público. Y para asombro de generaciones venideras, la restauración ha dejado al descubierto hallazgos que marcarán un antes y un después en la historia de nuestro vapuleado patrimonio. Veamos el primero:
Observad las dos puertas de esa torre. Asombroso, ¿no? Resulta que el vidrio securit, que todos pensábamos era un invento del siglo XX, ya se usaba en el siglo XIV. Tras una profunda limpieza de lo que parecían dos puertas de roble han aparecido gruesas láminas de vidrio cuya procedencia se ignora. A falta de una datación fiable tras pasar la prueba del carbono 14, parece ser proceden del taller de un afamado moro cristalero de Granada llamado Ibn Baso, al que se le atribuye además la idea del conocido vaso que todos usamos a diario y del que tomó el nombre. Por respeto al entorno, las misteriosas puertas no han sido movidas de su sitio a pesar de haber recibido jugosas ofertas por parte de los más afamados museos del mundo. Todo sea por preservar de la forma más fiel el entorno del yacimiento. Veamos otro asombroso hallazgo:
Ahí tenemos una de las cámaras de la torre, que es toda ella un cúmulo de sorpresas. Obsérvese la curiosa técnica usada por los castellanos para alumbrarse. Por lo visto, eso de las antorchas y las lámparas de aceite es un camelo de las películas. Mediante un ingenioso sistema, al parecer sacado de las obras de Aristóteles (ya sabemos que los griegos habían inventado algo parecido a la pila eléctrica), disponían de luz sin necesidad de recurrir a medios tan primitivos como una vela. Ah, y para apagarlas no hacía falta soplar. Bastaba pulsar uno de los botones que se ven dentro del círculo negro. ¿Verdad que es asombroso?
Pero la cosa no termina ahí. Resulta que la azotea de esta torre fascinante nos reservaba más sorpresas. La salida al exterior estaba fabricada con el mismo vidrio securit de las puertas. Parece ser que la dureza de este tipo de material era muy superior a la piedra habitual, lo que impedía que, en caso de asedio, un bolaño destruyera la bóveda impidiendo con ello a la guarnición acudir en defensa de la torre. A todo ello, añadir la curiosa estructura a base de perfiles de hierro, una técnica de laminado que se creía inventada siglos después. Ni los Pergaminos del Mar Muerto han desvelado tanto en tan poco tiempo. Debo decir que la visión de tanto prodigio me marcó profundamente, echando por tierra tantos prejuicios acumulados durante años. Ah, lo olvidaba. La torre no tenía necesidad de parapeto ni almenado. Al fondo se ve una barra de hierro galvanizado que, por lo visto, se mostraba mucho más efectiva a la hora de procurar refugio a los defensores. Además, según una crónica de la época, era muy útil para tender la ropa, ahorcar a los traidores y incluso para orinar estado de guardia sin dejar pringada la azotea, ya que los orines caían a los pies de la torre. Pero la cosa no acaba aquí, no...
Ahí tenemos otra torre que, como la que hemos visto, también tiene su puerta de misterioso securit. Y además, su claraboya y hasta una marquesina para que los guardias no se mojaran si llovía, lo que echa por tierra la común creencia de que los señores feudales eran unos desalmados que no se preocupaban por el bienestar de sus tropas. De ese modo, si hacían guardia en la azotea se veían resguardados de las inclemencias el tiempo con la claraboya, y si estaban en el adarve con la marquesina. No se han hallado restos de aparatos de aire acondicionado, pero están realizando una cata arqueológica que parece prometer al respecto. Aún restan algunas sorpresas, pero no quiero abusar de la capacidad de asombro del personal, que sé que derrumbar de forma tan traumática las creencias más arraigadas no es nada bueno para el cerebro.
Termino esta entrada con un testimonio único: las órdenes del alarife que llevó a cabo las obras de este gallardo castillo allá por el siglo XIV, donde se ven claramente las indicaciones para la colocación de esos elementos que creíamos fruto de la inventiva de los tiempos modernos. De hecho, la NASA ha mostrado interés por el documento, ya que podría tratarse de algún alienígena que vino a ayudar a su construcción, como pasó con las pirámides de Egipto o de los mayas. Ahí queda eso. Aviso: No me hago responsable de los estados de ansiedad que produzca su visionado.
Hale, he dicho...
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