Antes de empezar con ésta entrada, los que aún no se hayan hecho a la idea de como se trababa y partía la hoja de la espada de un enemigo con una daga de detener, en éste caso una daga de vela, sírvanse echar un vistazo a ese brevísimo pero ilustrativo vídeo:
Creo que las imágenes hablan por sí solas, incluyendo la jeta de memo que se le ha quedado al mosquetero cuando se ha visto privado de su hoja, que sería bastante similar a la que se le pondría a más de uno al verse a merced de un matasietes en un callejón oscuro como boca de lobo. Naturalmente, luego mata al malvado Rochefort, pero para eso es D'Artagnan, qué carajo. Bueno, a lo que vamos...
Como ya se puede suponer, éstas dagas son de origen alemán. Estuvieron en uso a lo largo de todo el siglo XVI, y las empuñaduras de los modelos iniciales era similares a las de las katzbalger usadas por estas tropas. Al parecer, este tipo de arma era una evolución de las dagas de arandelas usadas en el siglo anterior. A la derecha tenemos un ejemplar datado hacia mediados del siglo XVI. Como vemos, tiene poca apariencia de daga de detener. Incluso su hoja, claramente basada en la de las dagas de arandelas, tiene una punta de sección en diamante, más bien pensada para desmallar o incluso perforar una armadura de placas. Sin embargo, el desarrollo de la esgrima supuso al mismo tiempo una evolución en éstas armas para adaptarlas a tal fin.
A la izquierda tenemos un ejemplo, datado hacia la misma época que el anterior y provisto de una hoja de 29 cm. de largo. Como podemos ver, ésta se ha convertido en la típica hoja de detener de doble filo, y en éste caso vaciada a dos mesas. La cruceta recta ha dado paso a un pequeño arriaz curvado hacia la hoja y va provisto de una pequeña concha invertida para apoyar el pulgar. En el centro aparecen un cuchillo de mesa y un estilete que iban guardados en la vaina, pieza ésta que, por norma, era siempre metálica y de sección circular en éste tipo de dagas. Además, solían ir adornadas con grabados, apliques o incrustaciones en función del poder adquisitivo del dueño. Como vemos, aunque éstas dagas no fueron originariamente creadas como dagas de detener, pronto fueron adaptadas para tal fin.
Hacia finales del siglo XVI, la empuñadura también sufrió una drástica transformación a fin de hacerla más manejable como daga de detener. La empuñadura cónica se transforma, dando lugar a una fusiforme más ergonómica y provista del típico pomo grueso y masivo. Para el tipo de sujeción que requería su uso como daga de detener, las empuñaduras cónicas no eran precisamente las más adecuadas, ya que estaban pensadas para apuñalar empuñándolas como un punzón pica-hielos. En cuanto a la pequeña concha para apoyar el pulgar, ésta ha dado paso a la anilla habitual en las dagas de detener. Aunque no perdió del todo sus características principales, como la vaina metálica y los cuchillos accesorios alojados en la misma, podemos decir que se transformó en una verdadera daga de mano izquierda. Sin embargo, la moda de portar las armas a juego supusieron la decadencia de éste tipo de dagas en pro de las provistas de guarniciones más adecuadas para el fin al que estaban destinadas y, por supuesto, a juego con las de las espadas.
Así pues, y como colofón, a la izquierda podemos ver una daga datada hacia 1595 en la que, además de las variaciones mencionadas anteriormente, presenta también una sustanciosa modificación en el arriaz, el cual ya no es recto, sino curvado hacia la hoja y levemente girado sobre el eje axial del arma en dirección a la anilla guardadedos, al uso de las dagas italianas que veremos en una próxima entrada.
En fin, ya está. Ah, por cierto, añadir que todas las piezas mostradas en ésta entrada pertenecen a la Colección Wallace, y que las foto originales han sido obviamente modificadas para que podamos ver cada daga enfundada y sin envainar, que queda más molón.
Hale, he dicho...
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