miércoles, 14 de enero de 2015

Asesinatos 15. Yeshua bar Yosef




A pesar de que la crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret es un tema que lleva ya 20 siglos representado en la iconografía del cristianismo, no deja de ser curioso que se hayan establecido una serie de estereotipos que siguen más inamovibles que el Himalaya. Sin embargo, si dedicamos un rato a una lectura de los evangelios en los que se menciona la ejecución de Jesucristo, resulta que no se hace la más mínima referencia a ciertos detalles que estamos acostumbrados a ver tanto en las imágenes como cuadros en los que se representan escenas de la Pasión. Y precisamente por ser un tema tan manido ni siquiera nos preocupamos de corroborar su certeza, así que dedicaremos esta entrada a comparar lo escrito con lo que llevamos viendo desde hace la torta de tiempo.

Por cierto que no voy a entrar en el debate de como era la cruz, o que si solo transportó el travesaño al lugar de ejecución porque eso es que no aparece en ninguna parte, por lo que solo nos podríamos ceñir a hipótesis y de esas se han escrito ya decenas de ellas. En todo caso, creo que el principal motivo de confusión se debe a las copias de los originales y sus posteriores traducciones del griego al latín, de modo que como no tenemos dichos originales, es para nada divagar sin sentido. Bueno, al grano...

El relato de los hechos

De todos los evangelios conocidos, tanto sinópticos como apócrifos, la Pasión solo se detalla en los cuatro primeros y en dos apócrifos: el evangelio de Pedro y el de Nicodemo. En cada un de ellos podemos leer una relación más o menos detallada del proceso completo desde que Jesucristo es condenado y conducido al Gólgota hasta que finalmente muere. Así pues y, como dijo Pilatos, lo escrito escrito está, daremos un repaso a lo escrito a fin de compararlo con la interpretación que se ha hecho de la Pasión.

Los clavos

En ninguno de los evangelios citados se hace referencia a que Jesús fuese clavado en la cruz en el momento de la crucifixión. De hecho, no hay constancia histórica que especifique qué sistema era el habitual, si clavar al reo o simplemente atarlo a la cruz. Sólo encontramos tres menciones a los dichosos clavos, pero cuando se narran pasajes de la Resurrección: una, en el capítulo 20, versículo 25 del evangelio de Juan, concretamente cuando Tomás cuestiona la resurrección del Maestro:
"Él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no creeré."
Ocho días más tarde, Jesucristo hace acto de presencia e invita al incrédulo Tomás a que compruebe que es Él. El versículo 27 nos dice:
"Luego dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí, y ve mis manos; y por tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente."
Tomás dándose cuenta de que ha metido la
pata hasta el mismísimo corvejón
Bueno, independientemente de que desde ese día Tomás, conocido también como Dídimo, pasara a la historia como el sujeto más desconfiado del mundo, solo encontramos ahí una alusión a los clavos, y concretamente en las manos, pero no dice nada de pies. Ya sabemos que ser clavado en las manos era imposible y nos han repetido ya mil veces que tuvo que ser por las muñecas, así que casi con seguridad puede que el error proceda simplemente de la traducción del griego mano, Ceòr, que significa además "parte del brazo conectada al antebrazo por la muñeca". La otra mención la podemos ver en el apócrifo de Pedro VI:1, cuando Jesucristo, ya muerto, es bajado de la cruz
"Entonces los judíos arrancaron los clavos de las manos del Señor y lo pusieron en tierra."
Por último, en  Lucas 24:39, cuando Jesucristo se aparece a sus atribulados apóstoles les dice:
"Ved mis manos y mis pies, que soy yo"
Así pues, si consideramos que los demás evangelistas no mencionaban ese detalle es porque se daba por sentado, por lo que cabría la posibilidad de que el sistema de fijación del reo a la cruz fuera clavándole las manos mientras que las extremidades inferiores serían atadas.

La lanzada

El lanzazo que en teoría remató a Jesucristo solo aparece en en el evangelio de Juan. En 19:33-34 lo especifica claramente:
"... pero llegando a Jesús, como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua."
Por otro lado, el nombre de este legionario solo aparece en el apócrifo de Nicodemo X:5
"Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua."
Y en ninguna parte se dice que este Longinos fuera centurión, estuviera medio cegato y que, según la tradición, el agua que manó del costado de Jesucristo, posiblemente líquido de la pleura perforada, le curase la vista al caer sobre sus ojos. Así mismo, por norma se representa la herida en el costado derecho, cuando en realidad en ninguna parte se menciona en qué zona del cuerpo fue clavada. En mi opinión personal, siempre he pensado que lo lógico es que un lanzazo destinado a rematar a un reo debería haber sido hecho bajo el esternón ya que de ese modo atravesaría el corazón sin problema, y más teniendo en cuenta que la trayectoria era de abajo hacia arriba. Además, un soldado profesional sabía de sobras cual era el mejor sitio para herir, digo yo.

En todo caso, la tradicional llaga alargada es quizás uno de los mayores gazapos de la iconografía de la Pasión, obviamente debido a algo tan simple como al hecho de que en la Edad Media y posteriormente se desconocía el aspecto del PILVM romano. Los artistas de esas épocas daban por sentado que la lanza romana iba provista de una moharra convencional, de forma lanceolada, la cual produciría la herida en forma de corte que siempre se representa. Pero si verdaderamente un romano remató a Jesucristo con el PILVM, no le pudo hacer una herida semejante, sino un boquete de un tamaño algo mayor que el de una moneda de dos euros, el cual se correspondería con la punta en forma de pirámide cuadrangular de la lanza reglamentaria romana. Por cierto que lo de romper las piernas era para acelerar la muerte del reo el cual, al carecer de apoyo, se asfixiaría rápidamente. Este detalle aparece también en el apócrifo de Pedro IV:5. Por cierto que la asfixia no se producía por la incapacidad de tomar aire, sino al contrario, uséase, expulsarlo.

Los dos ladrones

Dimas, a la izquierda de la imagen
mostrando la aureola de santidad
Aunque en todos los relatos sobre la Pasión se narra que, en efecto, Jesucristo fue ejecutado entre dos ladrones, los nombres de ambos aparecen únicamente en un apócrifo, concretamente en Nicodemo IX:12
"Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda."
Más adelante, en el versículo 7, se especifica que el bueno era Dimas y el gilipollas era Gestas. Sin embargo, en ninguno de los cuatro evangelios sinópticos se menciona para nada el nombre de estos sujetos. Por otro lado, en Mateo 27:44 no solo no se concuerda con la tradición de ladrón bueno-ladrón gilipollas, sino que especifica que ambos eran igual de bordes:
"Así mismo, los bandidos que con Él estaban crucificados le ultrajaban"
Que cosa más rara, ¿no?

Los testigos de la ejecución

Aparte de las mujeres que estuvieron presentes durante la crucifixión, se suele representar también a Juan, el discípulo más joven. Sin embargo, este detalle solo aparece curiosamente en el evangelio de Juan 19:26-27
"Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego  dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa"
En el resto de evangelios, repito, no se menciona para nada la presencia del joven apóstol que hoy día muchos aseguran que, en realidad, era María de Magdala travestida en hombre a causa del tradicional machismo de la Iglesia lo cual, honestamente, considero una chorrada monumental independientemente de que Jesucristo hubiese tenido o no contacto carnal con dicha mujer. En todo caso, la escena que vemos arriba se ha repetido hasta la saciedad en todo tipo de representaciones sobre la Pasión. No obstante, como digo, solo la relata el supuesto protagonista de la misma.

Las tres caídas y el paño de la Verónica

Estos episodios no son mencionados en ninguna parte. Así pues, los templos en los que se veneran supuestos paños de Verónicas con el rostro de Jesucristo estampado en el mismo de forma milagrosa pues ya saben...

En fin, quería hacer esta serie de especificaciones ya que como las próximas festividades están dedicadas a la Pasión de Jesucristo, pues cuando vuecedes vean las prodigiosas imágenes fruto del genio de los mejores imagineros que ha dado el mundo tendrán al menos la certeza de que lo que ven no se corresponde con la realidad, sino a una serie de tradiciones con más o menos fundamento y, en algunos casos, totalmente falsas.

Hale, he dicho

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