Dilectos lectores, al pan pan y al vino vino. Que nadie tenga la osadía de negar que, en algún momento de su vida, no ha soñado con ser un caballero de los buenos. Sí, de esos que iban por el mundo desfaziendo entuertos, masacrando bonitamente a sus enemigos y viendo como el hembrerío caía rendido ante su viril prestancia y su gallarda apostura. Todos hemos leído alguna vez sobre la ceremonia en la que los neófitos eran armados caballeros, y eso de que te calzara las espuelas un pibón con una trenza rubia hasta por debajo del culete daba un morbo fastuoso, para no hablar de la que te ceñía la espada, arma que constituía la quintaesencia del espíritu caballeresco. Sin embargo, esa idílica imagen es, una vez más, el enésimo tópico sobre el medioevo que conviene clarificar. Vamos a ello...
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DEL CABALLERO MEDIEVAL
De entrada, debemos recordar que en todas las sociedades de Occidente anteriores a la Edad Media ya existía el concepto de "caballero". Dentro de las castas sociales de cada cultura había por norma una dedicada a la milicia con el mero fin de disponer de hombres con un entrenamiento militar adecuado para rechazar hipotéticos invasores y, dentro de dicha casta o estamento, los que disponían de medios económicos tenían la posibilidad de combatir a caballo o en un carro de guerra. Esto no solo tenía unas connotaciones de tipo social que los colocaba en un estatus superior al resto, sino que les permitía aumentar notablemente las posibilidades de salir vivos y razonablemente enteros de las guerras y poder volver a casa a contar batallitas a los cuñados mientras estos, aprovechando la ocasión, le dejaban al héroe la bodega llena de aire.
Buena prueba de ello lo tenemos en el ORDO EQVESTER romano, el segundo estrato social en categoría tras los PATRITII, cuyos miembros, los EQVITES, provenían de las tropas que se podían costear el caballo y todos los arreos mientras que el resto, que por cierto también se tenían que pagar el equipo, tenían que combatir a pie por falta de medios económicos. Esta superioridad social y económica implicaba poder escalar en el poder político, lo que finalmente convertía al combatiente a caballo, o sea, el caballero, no solo en un miembro de la élite militar y social, sino también en un dirigente que podía alcanzar los más altos cargos en la administración del estado. Recordemos que era precisamente de los EQVITES de donde salían los COMITIS o compañeros, un grupo de selectos entre los selectos destinados a servir como séquito a los PATRITII. Más tarde, en tiempos de los visigodos, los COMITIS siguieron formando una élite política y militar que en la Baja Edad Media dio lugar al COMES, o sea, al conde.
No obstante, el caballero medieval tal como lo conocemos tiene su origen en los pueblos germánicos que dominaron Europa tras la caída del imperio romano en base a una diferencia de tipo social: mientras que el EQVES romano era un ciudadano que pertenecía a un estrato social simplemente por su forma de combatir, los pueblos germánicos se consideraban a sí mismos como una raza de guerreros. El EQVES romano luchaba a cambio de un estipendio, mientras que el guerrero germano (franco, visigodo, lombardo, etc. ) lo hacía porque su honra y su condición de guerrero así se lo demandaban, y sus hijos actuarían igual porque formar parte de una casta guerrera era algo hereditario. Así pues, para pertenecer al estamento militar no era necesario tener sangre noble o un determinado patrimonio sino, simplemente, ser un hombre libre que había heredado su condición militar de sus ancestros. De hecho, a partir del siglo IV d.C. muchos germanos que pasaban de dedicarse a las labores rurales se enrolaban en las escoltas personales de la aristocracia terrateniente y militar romana a cambio de una paga y el sustento, de donde les dieron el mote de BVCELLARII que no significa otra cosa que comedores de BVCELLATVM, un bizcocho que sustituía al pan cuando estaban en campaña.
La desaparición del imperio conllevó además la extinción de los ejércitos permanentes que habían distinguido ese período histórico. Recordemos que no fue hasta el Renacimiento cuando volvió a aparecer el concepto de ejército profesional al servicio del estado así que, una vez que las legiones pasaron a la historia, la única forma de levantar un ejército era llamando a la guerra a los súbditos del reino. No obstante, algunos gobernantes que se lo podían permitir conservaron a su servicio de forma permanente grupos de BELLATORES (guerreros) como los antiguos BVCELLARII conforme a lo que hoy conocemos como guardia personal. Estos hombres de armas, que seguían sin tener que ser nobles o terratenientes sino simplemente diestros en su oficio, recibían un estipendio a cambio de permanecer al servicio del rey, gobernador, jefe tribal o lo que fuera; por otro lado, siempre podían actuar como pequeña mesnada en caso de emergencia ante un inesperado ataque ya que, como hemos comentado muchas veces, los efectivos de los ejércitos de la Alta Edad Media no eran ni remotamente tan numerosos como narran las crónicas.
DEL CABALLERO MEDIEVAL
EQVES de tiempos de la república |
Buena prueba de ello lo tenemos en el ORDO EQVESTER romano, el segundo estrato social en categoría tras los PATRITII, cuyos miembros, los EQVITES, provenían de las tropas que se podían costear el caballo y todos los arreos mientras que el resto, que por cierto también se tenían que pagar el equipo, tenían que combatir a pie por falta de medios económicos. Esta superioridad social y económica implicaba poder escalar en el poder político, lo que finalmente convertía al combatiente a caballo, o sea, el caballero, no solo en un miembro de la élite militar y social, sino también en un dirigente que podía alcanzar los más altos cargos en la administración del estado. Recordemos que era precisamente de los EQVITES de donde salían los COMITIS o compañeros, un grupo de selectos entre los selectos destinados a servir como séquito a los PATRITII. Más tarde, en tiempos de los visigodos, los COMITIS siguieron formando una élite política y militar que en la Baja Edad Media dio lugar al COMES, o sea, al conde.
BVCELLARIVS del siglo V d.C. |
La desaparición del imperio conllevó además la extinción de los ejércitos permanentes que habían distinguido ese período histórico. Recordemos que no fue hasta el Renacimiento cuando volvió a aparecer el concepto de ejército profesional al servicio del estado así que, una vez que las legiones pasaron a la historia, la única forma de levantar un ejército era llamando a la guerra a los súbditos del reino. No obstante, algunos gobernantes que se lo podían permitir conservaron a su servicio de forma permanente grupos de BELLATORES (guerreros) como los antiguos BVCELLARII conforme a lo que hoy conocemos como guardia personal. Estos hombres de armas, que seguían sin tener que ser nobles o terratenientes sino simplemente diestros en su oficio, recibían un estipendio a cambio de permanecer al servicio del rey, gobernador, jefe tribal o lo que fuera; por otro lado, siempre podían actuar como pequeña mesnada en caso de emergencia ante un inesperado ataque ya que, como hemos comentado muchas veces, los efectivos de los ejércitos de la Alta Edad Media no eran ni remotamente tan numerosos como narran las crónicas.
Miniatura del Salterio de Stuttgart (c.825) que muestra un jinete aún sin estribos |
La ausencia de estribos no permitía cargar embrazando la lanza, ni golpear apoyando los pies para imprimir más fuerza |
- Los monarcas ofrecen como pago a los servicios prestados por estos jinetes tierras de cuyas rentas no solo podrán vivir, sino pagarse sus onerosos equipos.
- Estos jinetes son el germen de una nobleza terrateniente que forma a su vez grupos de seguidores, o sea, hombres de armas a caballo que luchan a cambio de un estipendio. Esto permite a la nobleza terrateniente disponer de su propio ejército para hacer frente a otros señores con afán de apoderarse de las tierras del vecino y, lo más importante, poder acudir a las llamadas a la guerra por parte de los monarcas de forma que, como pago a dicha llamada, obtenían más tierras por lo que sus patrimonios aumentaban de forma ostensible.
- De ese modo se acaba creando una red clientelar en la que la corona -o sea, el estado- no mantiene a los profesionales de las armas, sino que dicha carga corre a cargo de la nobleza tanto secular como eclesiástica. A cambio, el rey concede a la nobleza tierras y privilegios.
Fragmento del Tapiz de Bayeux. Estos jinetes del siglo XI son el germen del caballero medieval que todos conocemos |
Hale, he dicho
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