Bueno, proseguimos...
Ante todo, una aclaración: como ya pudieron observar vuecedes en la entrada anterior, me detuve en la época correspondiente a la Gran Guerra, sin ahondar en conflictos posteriores como la Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam, etc. Ello es debido simplemente a que, como ya es de casi todos sabido, no me extiendo más allá del primer conflicto mundial tanto en cuanto ya es pasarme varios pueblos en lo tocante a la época de estudio que abarca el blog. Así pues, esta entrada se dedicará a analizar los efectos y la operatividad de este tipo de armas que, al cabo, son los mismos en cualquier época salvo en la actualidad. Hoy día, los nuevos diseños de escopetas de combate así como las municiones usadas tienen ya poco que ver con las que se empleaban hace un siglo y, obviamente, serían objeto de un estudio aparte. Así pues, veamos las escopetas de combate desde su perspectiva de inicios del siglo XX...
En primer lugar, el calibre real. El calibre de las escopetas se da mediante un sistema inglés que, como todo lo inglés, es absolutamente absurdo y de difícil comprensión para una mente normal. Así pues, un calibre 12 significa que de una libra inglesa de plomo saldrían 12 bolas de ese diámetro. Surrealista, ¿no? El calibre en milímetros es de 18,5 pero, a pesar de todo, se sigue usando en todas partes el ridículo sistema británico. Por otro lado, conviene explicar los entresijos de los calibres de este tipo de armas. Por si alguno lo desconoce, que serán bastantes si nunca han manejado escopetas, estas se fabrican con un estrangulamiento en los últimos 10 cm. del ánima a fin de que el cono formado por los perdigones o las postas se abran a más o menos distancia de la boca de fuego. Hay dos sistemas de medidas: el europeo y, como no, el anglo-sajón usado por los ingleses (Dios maldiga a Nelson) y los yankees. Así pues, el estrechamiento mencionado, el cual recibe el nombre de "choke", se distribuye de mayor a menor de la siguiente forma:
- Una estrella (i) o full choke. Es un estrechamiento de entre 9 y 11 centésima de milímetro. Por lo tanto, el calibre en la boca del ánima será de unos 17,5 mm. de media. Eso hace que el cono de fuego se abra más distancia y, por ende, el alcance sea mayor. Para entendernos: un disparo a unos 5 metros con un cañón así lo que hace es un boquete bestial ya que la munición aún va entacada.
- Dos estrellas (i i) o 3/4 de chocke. El estrechamiento es menor, de entre 7 y 8 décimas, lo que nos daría un calibre final de 17,7 mm.
- Tres estrellas (i i i) o 1/2 de choke. El estrechamiento es de 4 a 6 décimas, así que el calibre final sería de 17,9 mm.
- Cuatro estrellas (i i i i ) o 1/4 de chocke, con un estrechamiento de 1 a 3 décimas que dan un calibre de 17,95 mm.
- Cilíndrico. En este caso, el ánima mantiene su diámetro de forma uniforme en toda su extensión. Por lo tanto, el cono de fuego será el más amplio.
Efectos de un disparo, en este caso accidental, de una escopeta en una pierna. Sobran los comentarios |
Comparativa entre una bala de 9 mm. y postas del 00 |
Soldado de las Stoßtrupp armado con un MP-18. El cargador de tambor o caracol era del mismo tipo que el empleado para la P-08 de estas unidades de asalto. |
Otro aspecto es la contundencia en sí de los disparos realizados por las escopetas. Podemos relacionarlo con dos aspectos, a saber:
- Las postas al uso eran de plomo, material este que, al ser más maleable, se deformaba al impactar contra el cuerpo del enemigo, cediéndole su energía cinética y, por ende, produciendo un shock que lo dejaría, caso de no caer muerto en el acto, muy aturdido por el impacto. En situaciones de combate extremo como era el de las trincheras, en el que la tensión le hacía a uno partirse la lengua a mordiscos sin darse ni cuenta, era muy importante dejar al enemigo literalmente fuera de combate. O sea, que un herido, si conservaba un mínimo de consciencia, podía hacerle a uno una faena disparándole desde el suelo o arrojando una granada de mano y morir matando.
- El cono de fuego de una escopeta estaba mucho más concentrado que el de un subfusil ya que, debido al retroceso, su trayectoria tendía a desplazarse hacia arriba y a derecha o izquierda dependiendo del sentido del rayado del ánima. Eso implicaba que si no se realizaban ráfagas cortas que permitieran mantener el control del arma, el enemigo recibiría uno o dos disparos antes de que el resto de la ráfaga se perdiera en el vacío. La escopeta, sin embargo, le metía a uno las nueve postas en el pecho ya que estas salían entacadas en un solo disparo. Y nueve postas en el pecho eran más que suficientes para mandar al soldado Fritz junto al abuelo Klaus sin problema. Por otro lado, mientras que un disparo de 9 mm. en una extremidad no anulaban al combatiente ya que, al ser munición blindada, la cesión de energía era mínima (doy fe porque en una ocasión me metieron un balazo encima de una rodilla y casi ni me enteré), un postazo podía separar literalmente el brazo del cuerpo o dejar una pierna tan destrozada que, en ambos casos, el shock hipovolémico producido por la hemorragia también acabarían con el enemigo en cuestión de pocos segundos. Sobran mencionar los efectos de un postazo en la cabeza porque ya pueden suponerse: no queda prácticamente cabeza.
P-08 de artillería con cargador de caracol de 32 disparos. Esta pistola era, junto con el MP-18, las armas que las Stürmtruppen podían oponer a las escopetas de trinchera de los yankees |
En todo caso, para facilitar al máximo la recarga del arma no se empleaban cananas convencionales, sino una bolsas de lona que pendían del cuello con capacidad para 32 cartuchos como la que vemos a la izquierda, denominada como bolsa mod. 1918. Al quedar apoyadas en la parte superior del pecho, esto permitía al tirador ir recargando sin perder el encare, o sea, manteniendo el arma apoyada en el hombro y sujetándola con la mano derecha mientras que con la izquierda recarga la munición servida cada vez que tenga oportunidad de hacerlo, de forma que podría disparar si se veía sorprendido durante su avance por la trinchera ya que siempre mantendría un cartucho en la recámara. Con todo, algunos autores mencionan la posibilidad, nada descabellada por cierto, de que los grupos de asalto dispusieran de equipos de dos hombres con sendas escopetas, actuando uno como tirador y el otro como cargador. Por último, mencionar que estas armas no solo eran válidas para freír tedescos en el fango pútrido de las trincheras, sino también para abatir palomas mensajeras- que aún se usaban muchísimo en el frente- e incluso, según algunos autores, desviar granadas como si de un tiro al plato se tratase si bien me inclino a pensar que, en casos así, era más útil tirarse al suelo o esconderse que vacilarle al personal pegando tiritos a una granada que, si fallabas, te convertiría en comida para gatos sin problema.
Antes de terminar, un dato curioso. Durante la guerra de Vietnam, el gobierno de Vietnam del sur paralizó la distribución de diez mil escopetas Mossberg e Ithaca enviadas por sus aliados yankees por temor a que cayeran en manos del Vietcong y las usaran contra ellos, así que ya vemos que lo último que querían era ver sus carnes agujereadas a postazos por los malvados charlies. Bueno, no creo olvidar nada relevante, así que ya está.
Hale, he dicho
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