sábado, 23 de mayo de 2015

Mitos y leyendas: los pasadizos secretos


Pasadizo de apariencia horripilante que se sumerge en las entrañas del castillo de Castelo Rodrigo (Portugal). En
realidad, y a pesar de su siniestro aspecto, no es más que un túnel de acceso a un manantial que fluye bajo el
mismo castillo


Cloacas romanas de Itálica. Si las ubicamos en un contexto
distinto, como por ejemplo bajo un edificio medieval,
ya tenemos un pasadizo secreto sin que nadie repare en
que el edificio fue construido siglos después
Juraría por mis sacrosantas barbas que alguien no haya oído hablar nunca de los pasadizos secretos, y menos aún que no haya quien mantenga con firmeza y denuedo que en el castillo de su pueblo hay un pasadizo que va desde el mismo a la iglesia, o que emerge de las profundidades a gran distancia. De la misma forma, también hay mogollón de pasadizos en los que se esconden fabulosos tesoros y, faltaría más, los consabidos pasadizos que iban desde las iglesias o catedrales a las casas de lenocinio cercanas para que los clérigos pudieran refocilarse sin el riesgo que suponía acceder a estos putiferios entrando por la puerta como todo el mundo sin ser reconocidos. No obstante y a pesar de ser supuestamente "secretos" hasta el Tato tiene constancia de los mismos si bien, aún siendo un secreto a voces, nadie los ha visto jamás, lo cual no deja de ser un tanto incongruente por razones obvias. O sea, hablamos de pasadizos secretos que no tienen nada de secretos y que, a pesar del secretismo, todo el mundo ha oído hablar de ellos pero, sin embargo, no hay una sola prueba acerca de su existencia. Así pues, ¿de dónde proceden estas leyendas urbanas, qué es lo que ha hecho pensar al personal que en verdad existen y qué hay de cierto en ellas? Esto es lo que trataremos de dilucidar hoy...

Aunque las iglesias cuentan con un amplio surtido de bulos acerca de estas cuestiones, los pasadizos en los castillos son quizás los que acaparan el mayor número de leyendas por aquello de tener disponibles vías de escape de cara a un posible asedio, pero basta fijarse un poco en la estructura es estos edificios para comprender enseguida que esa teoría es un poco chorra. Veamos el por qué:




Asedio de Beziers. La ilustración muestra como en
realidad las distancias entre sitiadores y sitiados eran mucho
mayores que lo que se suele pensar.

La fastuosa ilustración es obra de José Daniel Cabrera
1. La imagen que se tiene de los asedios es la de una mesnada que se planta poco menos que pegada a la muralla, levantando su campamento a escasa distancia del edificio. Esto es otro tópico absurdo ya que, de actuar así, los defensores lo tendrían a huevo para ir diezmándolos bonitamente desde la muralla sin riesgo para ellos. Recordemos que lo que se conocía como "un tiro de ballesta", o sea, el alcance efectivo y razonablemente preciso de estas armas, era la distancia mínima para aproximarse a un castillo sin que a uno lo aliñaran de un virotazo antes siquiera de poder dar los buenos días. Hablamos pues de un mínimo de unos cien metros ya que, como recordaremos, las ballestas de torno tenían una potencia terrorífica. Por lo tanto, a la hora de decidir el emplazamiento del campamento había que alejarse bastante más si los sitiadores no querían verse convertidos en acericos en pocos días por lo que el supuesto pasadizo tendría que tener una longitud mayor, lo cual era todo un desafío considerando que, casi siempre, los castillos se edificaban sobre terrenos rocosos precisamente para impedir al enemigo minar sus murallas.


Pozo de escape del castillo de Nogales (Badajoz), situado
en el lado suroeste de la muralla. Al estar cegado, se
desconoce dónde va a dar el pasadizo inferior

2. Eso del pasadizo para permitir que un mensajero saliera a pedir ayuda es otra de las chorradas que han contribuido a propalar este camelo. La guarnición de un castillo tenía conocimiento de la presencia enemiga en el territorio o lo avistaba con tiempo más que sobrado para enviar, no ya un mensajero, sino hasta para mandarle la carta a los Reyes Magos mucho antes de que se estableciera el cerco. Aparte de esto era habitual, como ya se ha explicado alguna que otra vez, que se pactaran una serie de condiciones entre sitiadores y sitiados entre las que se solían incluir precisamente el permitir buscar ayuda y que, si se rebasaba un plazo establecido, la fortaleza se rindiera sin más historias. Ojo, lo que sí existían eran poternas situadas en lugares discretos, fuera del ángulo visual de los sitiadores o que daban a zonas de difícil acceso que obligaba, para llegar hasta el exterior, a escavar un pequeño túnel a fin de salvar el posible desnivel entre el interior de la fortaleza y la salida oculta. Pero eso no es un "pasadizo secreto" conforme a lo que la gente entiende como tal, sino una mera puerta de escape con muchas finalidades, entre otras el permitir a la guarnición hacer una salida nocturna sin que nadie se diera cuenta para atacar al campamento enemigo e incendiarlo aprovechando que estarían en el limbo y con los centinelas atocinados por la falta de sueño.

Así son los tesoros que han aparecido en los castillos.
Como se puede apreciar, nada que ver con los cofres
rebosantes de monedas y joyas que solemos imaginar
3. En cuanto a los tesoros ocultos, no crean vuecedes que en los castillos sobraba el oro. A lo más, un pequeño cofre en los que el alcaide guardaba los dineros enviados por la chancillería o el concejo de quien dependía la fortaleza para los gastos de mantenimiento de la misma y la paga de la guarnición. Sí, ya sé que alguna vez se han encontrado "tesoros" en algún castillo, pero estos tesoros no estaban en una cámara subterránea atestada de oro como se suele imaginar, sino que consistían en pequeñas vasijas con unas decenas de monedas a lo sumo o, en contadísimas ocasiones, más del centenar. Por otro lado, nunca han aparecido en ningún pasadizo, sino enterrados o emparedados en muros. ¿Que por qué han aparecido ahí? Bueno, las explicaciones pueden ser de lo más variopinto, pero yo me inclinaría a pensar que, en la mayoría de los casos, fueron ocultados con el fin de poder volver pasado un tiempo a recuperar esos dineros y que, bien por resultar imposible, bien por pasar a mejor vida el que los escondió y no dijo a nadie donde los puso, ahí se quedaron hasta que alguien con mucha suerte encontró la orza llena de peluconas de oro. Y como eso siempre ha dado un morbo bestial al personal, pues lo que en origen eran veinte o treinta sueldos de plata, al pasar por una docena de bocas se convirtieron en un enorme cofre lleno de monedas de oro, y al superar las dos docenas de bocas ya se habían añadido piedras preciosas y joyas procedentes del tesoro del califa de Damasco. En cualquier caso, se han encontrado más tesoros en los ajuares funerarios procedentes del Mundo Antiguo que en los castillos medievales.


Bien, ya vemos que los motivos para cavar un pasadizo secreto kilométrico no tenían mucho sentido pero, no obstante y como se suele decir, "cuando el río suena agua lleva", por lo que algo ha habido que ha dado pie a tanta leyenda urbana. ¿Cuál ha sido la causa de que la gente de por sentado que esos pasadizos existían? Pues que ciertamente existían túneles y pasadizos, pero cuyo cometido no era ocultar nada, sino que tenían funciones de lo más dispar. Veamos algunos ejemplos:

Contramina del fuerte de Santa Luzia, en Elvas. Alguno que
otro hasta asegura que se trata de un pasadizo que une el
fuerte con la ciudad, a más de 600 metros de distancia
1. En primer lugar podríamos citar las contraminas que se solían excavar en las fortificaciones pirobalísticas, muchas de ellas edificadas encima o alrededor de antiguas fortalezas medievales lo que, a la vista de una ciudadanía ignorante sobre esos temas, alimentaría el bulo de esos supuestos pasadizos. Es evidente que si una persona que no sabe de qué va la cosa se ve de repente en uno de esos túneles, algunos de ellos bastante largos y con varios ramales que parten en varias direcciones, pues pensaría que se trata de un laberinto subterráneo, y que los hornillos de la contramina eran a todas luces las cámaras para ocultar los tesoros. Obviamente, también incluiríamos en esta opción las minas cavadas por los sitiadores en algún momento de la historia y que, por el motivo que fuese, no llegaron a ser detonadas, quedando abandonadas sin más.


Túnel de aguada del castillo de Ucero (Soria), del que aún
restan unos 30 metros. Su misión no era otra que poder
acceder desde el castillo al río Chico, situado en la ladera
norte del cerro donde se yergue, para asegurarse el
suministro de agua en caso de asedio

2. Los túneles de aguada, o sea, túneles que ciertamente salían del interior de algunas fortalezas pero no para escaparse a ninguna parte, sino para poder acceder a la fuente de agua más cercana y no quedarse secos. Es evidente que no era plan de exponer el principal medio de subsistencia de los defensores a la vista de los atacantes los cuales, como ya podemos suponer, tardarían menos que canta un gallo en cortarles el suministro de agua para acelerar la rendición. Otros elementos que se prestarían a confusión son las minas de agua, que son pozos en cuyo fondo parten varios ramales en diferentes direcciones para asegurarse el suministro vital.



Siniestro pasadizo en el castillo de Almansa que en realidad
no es tal. Simplemente se trata de un espacio libre entre la
antigua fortaleza árabe, a la derecha, y la castellana, a
la izquierda
3. Restos de antiguas dependencias. Como es de todos sabido, la inmensa mayoría de los castillos se yerguen sobre fortificaciones de origen muy remoto, en algunos casos incluso romano o cartaginés. Cuando se construye encima de edificios viejos sin previamente arrasarlos, es evidente que basta arañar el suelo para que aparezcan los restos del mismo. De ese modo, lo que antaño era un simple corredor o una serie de dependencias que estaban por encima del nivel del suelo de la época, pasaron a formar parte del subsuelo, dando una idea errónea de su verdadero origen y, del mismo modo, haciendo suponer que, en vez de tratarse de restos de un edificio anterior, eran parte del castillo y construidos con fines ocultos. Cualquiera que haya visto los documentales esos de "Ciudades bajo tierra" habrá comprobado que, bajo las modernas poblaciones, hay infinidad de restos de casas y túneles que harían hervir de morbo a las mentes más proclives a creerse a pies juntillas estas leyendas. 

Acueducto de la Cartuja de Jerez. Cualquiera que no sepa
de que va la cosa juraría por sus ancestros que se trata
del pasadizo secreto de turno con tesoro incluido.
Foto del ameno blog Minasdeagua, cuya visita recomiendo
4. En el caso de castillos emplazados en núcleos urbanos, las cloacas o los acueductos subterráneos se prestaban de maravilla a la propagación de estas fábulas. Entre una población que desconocía lo que era el agua corriente o las alcantarillas, ver una de estas era automáticamente entendido como un pasadizo secreto ya que, como nadie las había visto antes o, mejor dicho, nadie aún con vida, pues es evidente que la ignorancia sobre este tipo de construcciones permitía dar pábulo a la leyenda. El proceso del bulo podría ser el siguiente:

- He visto un túnel bajo el castillo y, como me he acojonado y hasta puede que haya bichos, no he entrado en el mismo porque además estaba muy oscuro. 

- Fulano ha visto un pasadizo bajo el castillo y dice que, aunque estaba muy oscuro, se perdía en dirección a... (la iglesia, el exterior de la ciudad, el palacio de don Mengano, etc.).

- Mi abuelo me contó que un tipo del pueblo había encontrado un pasadizo secreto bajo el castillo, y que encontraron un tesoro de tiempos de los moros (el abuelo mentía como un bellaco, pero así tenía al nieto entretenido un rato).

- Se dice que, hace ya más de ciento cincuenta años, un vecino encontró un pasadizo secreto bajo el castillo en el que encontró un tesoro tras lo cual el vecino se marchó del pueblo y nunca más se supo (así nadie buscaría a los descendientes del vecino para corroborar si era cierto lo del tesoro). 

- Según don Saturnino Peláez, cronista de la ciudad, hace doscientos años un vecino encontró un pasadizo secreto bajo el castillo cuya existencia no pudo ser corroborada por él ya que, debido a un derrumbe provocado por las recientes obras llevadas a cabo en el aparcamiento subterráneo anejo al castillo, más de la mitad del recinto se ha ido al carajo. El concejal de urbanismo que autorizó dichas obras no dimite porque, además de asegurar que tiene fe en la justicia, dice que la culpa es del arquitecto municipal, en cuyo informe afirmaba que las obras no afectarían en nada a la estructura del castillo, el cual estaba previsto destinarlo como centro de interpretación del botijo autóctono y sus connotaciones socio-culturales en el entorno rural de la España del caciquismo a comienzos del siglo XX.

- Kiyo, estava el otro dia con la Vane hechando un polbo en el kastillo y bi un bujero mu raro me kise mete dentro pero la Vane se cagó de miedo y nos fuimos xke la Vane esta tela de wena pero es tonta del culo y se caga toa xdxd mola venirte el domingo a verlo?? fijo ke es un pasadizo secreto xdxd mira que si ai un tesoro?? xdxd


Plano del castillo de Vila Viçosa, en Portugal. En rojo
vemos el pasadizo que lo circunvala y, a la derecha, su
aspecto actual. Su misión no era nada secreta, sino
simplemente permitir a la guarnición circular entre los dos
bastiones incluso con el enemigo dentro del recinto
Posiblemente, a estas alturas del relato se le habrán derrumbado sus esquemas a más de uno, y esas leyendas sobre pasadizos secretos que tanto le molaban de crío se habrán ido al garete. No obstante, pueden dormir tranquilos porque lo cierto es que los pasadizos secretos sí existen. No, no me estoy contradiciendo. Existen, pero no en los castillos, ni como sitios para guardar tesoros ni para escapar de los malos malosos. Los pasadizos existen en los palacios y en los grandes edificios en los que, en muchas ocasiones, era necesario disponer de sitios por los que moverse a resguardo de las miradas indiscretas de los criados o los guardias. Así pues, disimulados en la recargada decoración barroca de las paredes, tras pesados tapices o mediante ingeniosos trampantojos se abrían puertas que daban a estrechos pasillos que permitían ir de unas dependencias a otras sin que nadie lo viera a uno, pudiendo así acudir a la alcoba de doña Fulana, camarera de la reina, sin que la reina se enterase del desliz conyugal mientras ella ponía bonitamente los cuernos a la coronada testa de su marido con un alabardero de muy buen ver. O también para poder tener una entrevista de vital importancia con el embajador de Prusia sin que el embajador de Austria se enterase gracias a los criados de palacio que tenía sobornados. O también para que los guardias reales pudieran acceder con prontitud a las dependencias del monarca en caso de necesidad. O para llevarse arrestado al ministro don Mengano, que resulta que robaba en la hacienda real hasta las telarañas y no conviene que nadie se entere hasta que lo pongan a buen recaudo en el castillo  de Irásynovolverás. 

Pasadizo encontrado en la catedral de Ávila y, aunque
derrumbado, parece ser que su cometido no era otro que
unir el templo con el palacio arzobispal situado junto
al mismo.
En fin, que una cosa son esos pasadizos secretos palaciegos destinados a moverse por los mismos lejos de miradas indiscretas, y otra cosa los pasadizos legendarios que son meras leyendas urbanas. En mi Sebiya natal hay mogollón de ellos: desde la catedral salen más pasadizos que del metro de Nueva York sin que nadie, naturalmente, haya podido nunca constatar su destino o, en la mayoría de los casos, su mera existencia. Algunos incluso se aventuran a decir que pasan por debajo del río en dirección al Aljarafe, si bien nadie es capaz de explicar qué sentido tendría hacer un túnel tan larguísimo y por un sitio tan peligroso. Obviamente, se tratarían de antiguas alcantarillas árabes o romanas que desaguaban en el río, o de dependencias de la anterior mezquita sobre la que se edificó la catedral gótica, o incluso restos de casas romanas, que están a escasos metros de profundidad sobre el nivel actual del suelo en muchos casos. Hay otro en el colegio de los Salesianos de la Trinidad, las "Sagradas Cárceles", que, si mal no recuerdo, en realidad se trata de una cripta, una necrópolis medieval o algo similar. También los hay en las añejas casas solariegas del casco histórico. Yo vi uno de ellos en una casona nobiliaria en la calle Guzmán el Bueno y que, aunque lo tenían cerrado con una cancela y nadie había entrado nunca allí porque les daba bastante yu-yu, con toda seguridad se trataría de un pasadizo destinado a unir esa casa con alguna otra del mismo dueño en épocas muy anteriores, cosa que creo también sucede en el casco antiguo de Cáceres. En fin, son pasadizos, sí, pero de secretos tienen lo mismo que las cuentas en Suiza de los políticos.

Una de las contraminas de Cádiz, conocidas como Cuevas
de Mariamoco. Se trata de cientos y cientos de metros de
túneles que partían de la Puerta de Tierra formando un
dédalo que, tras perder su uso militar, se convirtieron en
alojamiento de gitanos y gente de baja estofa, de donde
tomaron el nombre con que se las conoce actualmente
Como hemos podido ver, hay mil y una explicaciones perfectamente válidas y bastante más lógicas para no tener que afirmar de manera categórica que cualquier túnel es un "pasadizo secreto". El morbo tremendo que siempre ha despertado en el ser humano todo lo arcano ha facilitado la creación de tropocientos bulos cada vez que alguien ha encontrado un túnel cuya finalidad podía ser, como hemos ido viendo a lo largo de la entrada, de lo más variopinta y, en cualquier caso, muy alejada de cualquier actividad relacionada con fines ocultos y malévolos. El que muchos de ellos estén derrumbados ha contribuido a aumentar dichas leyendas ya que, al no poder constatar su longitud real y su término, pues cualquier explicación se considera válida por peregrina que sea ya que nadie puede refutarla. En definitiva, la ignorancia y el miedo a lo oculto es lo que ha dado lugar casi siempre a estos mitos que, aunque molan una bestialidad, no dejan de ser eso, un bulo. Debemos recordar que estas historias provienen de antaño, de una época en que el personal andaba justito de conocimientos y eran en su mayoría analfabetos incapaces de distinguir una cloaca de unas ruinas árabes o de un acueducto subterráneo abandonados. De hecho, si hacemos un meticuloso examen de conciencia, ¿cuántos de estos "pasadizos secretos" de los que hemos tenido noticia hemos podido constatar? Yo, ni uno, y eso que me he pateado cientos de castillos, y las únicas monedas que he encontrado han sido la calderilla que los turistas tiran a los pozos y fuentes porque, al parecer, da suerte según dicen.

En fin, eso es lo que hay.

Hale, he dicho


Acceso a un pasadizo secreto en el palacio Vecchio, en Florencia. En estos edificios sí es donde, según hemos
explicado, se pueden encontrar este tipo de lugares ocultos cuyo cometido era en realidad más prosaico de lo que
el imaginario popular les ha otorgado

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