Batalla de Azincourt (1415). La difusión de los bacinetes en el siglo XV se había extendido por toda Europa |
El primero que veremos en la entrada de hoy es una tipología que, al parecer, tuvo una escasa repercusión y su presencia se localizó exclusivamente en el norte de Italia. Hablamos de una variante del klappvisier que se caracterizaba por tener un visor más estrecho y largo, cuya reconstrucción podemos ver en la imagen de la derecha. Y se trata de una reconstrucción porque, por desgracia, no se conserva ninguno de estos yelmos completos, sino solo sus peculiares visores. No obstante, las representaciones artísticas que veremos más adelante nos han permitido recrearlo de una forma bastante aproximada a la realidad. Como podemos ver, la máscara facial es notablemente más larga que las normales en este tipo de yelmos, alcanzando casi los 25 centímetros de largo. Alguna que otra firma que se dedica a la fabricación y venta de material para recreacionistas disponen de un par de modelos de este tipo, los cuales presentan con una correa ciñendo el visor al yelmo (lo que no deja de tener su lógica, ciertamente), pero en los visores que se conservan no se ven orificios ni nada semejante que permitiese sustentar dicha correa.
Esa peculiar morfología les da ese aspecto un tanto siniestrillo, como de androide con mala leche. Sea como fuere, arriba tenemos cuatro ejemplares que he podido recabar tras buscar desaforadamente y, según me temo, no debe haber muchos más. Así pues, de izquierda a derecha tenemos:
Vista interior del visor Stibbert. Salta a la vista la mediocridad de su manufactura |
A la izquierda podemos contemplar algunas de las escasísimas representaciones artísticas en las que aparece esta peculiar tipología. En la parte superior vemos un fragmento de los frescos del Palacio Trinci, en Foligno (Italia), obra realizada entre 1411 y 1412 por Gentile da Fabriano (los dibujó) y Jacopo Bellino (los pintó). El detalle corresponde a la escena en que Rea Silvia, madre de Rómulo y Remo, va a ser ejecutada por orden de Amulio. En el mismo vemos a dos soldados con bacinetes de visor estrecho a la izquierda de la imagen, y otro con un visor normal a la derecha. Podríamos decir que esos dos visores son prácticamente iguales al que hemos visto en primer lugar anteriormente, en los que la parte superior tiene una acusada tendencia a la circunferencia. Abajo aparecen dos escenas del SPECVLVM HVMANÆ SALVATIONIS, manuscrito datado hacia 1370. Por todo ello, podemos afirmar que la vida operativa de esta tipología se desarrolló brevemente entre el último cuarto del siglo XIV y, a lo sumo, los primeros años del XV.
¿Que por qué desaparecieron tan pronto? Pues no disponemos de datos al respecto. Las referencias a este tipo de visor son prácticamente nulas en las fuentes habituales, y solo podemos guiarnos por conjeturas. Personalmente me inclinaría por el hecho de que un visor tan largo no ofrecía ninguna protección extra y sí más peso, lo que supone una incomodidad en una pieza colocada delante de la cara y que se sustenta por una simple bisagra en la frente. Además, su estrechez podía suponer verlo hundido en plena jeta a causa de un mazazo, tajo de hacha, alabarda, etc. ya que esa parte del visor carece de apoyo en los laterales del bacinete, justo al contrario que la tipología habitual. Lo único medianamente similar lo aporta Viollet-le-Duc, que sugiere que un golpe en la parte inferior de "la trompa", como denomina al curioso visor que ilustra en su Dictionnaire Raisonné du Mobilier Français y que podemos ver a la izquierda, podría dañar las bisagras por la mera fuerza de palanca que se ejercería sobre esa pieza al ser golpeada por un arma muy pesada. No obstante, debemos reparar en que el bacinete que muestra es de una tipología posterior, cuando el anclaje frontal dio paso a las bisagras laterales. Así pues, yo pondría en duda de donde se sacó monsieur Viollet ese chisme de aspecto tan extraño ya que cita como fuente el breviario de San Luis de Poissy, elaborado entre 1310 y 1315 por orden de Felipe IV de Francia, cosa que no puedo corroborar porque dicho breviario no está digitalizado aún. En todo caso, cronológicamente no corresponde con la datación que tenemos de esta tipología, por lo que conviene poner en cuarentena la afirmación de Viollet.
En fin, aunque no se trata de una variante que alcanzase gran difusión, creo que su peculiar morfología lo hace digno de tenerse en cuenta. En lo tocante a los visores de costillas- o de parrilla (grill), como dicen los ingleses (Dios maldiga a Nelson)-, estamos en una situación similar en lo referente a datos que nos permitan conocerlo en profundidad. De hecho, en este caso no tengo constancia de ejemplares de época conservados en museos o colecciones particulares, si bien aparecen en bastantes más representaciones artísticas que la tipología anterior. Debido a ello, también he tenido que recurrir a una recreación virtual de este modelo, la cual podemos ver a la izquierda. Según podemos observar, se trata de una robusta estructura en forma de reja que emerge de una barra central vertical, de la misma forma que las costillas de una columna vertebral. Este visor era anclado al bacinete mediante el mismo sistema de sus hermanos, y no sería ningún dislate pensar que se trata de un accesorio creado para combatir a pie. Recordemos que era habitual desprenderse del visor cerrado a la hora de echar pie a tierra a fin de disponer de un campo visual más amplio, por lo que este tipo de visor proporcionaría una espléndida protección sin mermar la capacidad visual del combatiente y, también muy importante, una buena renovación de aire durante la fatigosa batalla. Cabe pues pensar que bien podrían adquirirse como complemento del bacinete a fin de intercambiarlo con el cerrado según lo requiriesen las circunstancias.
Arriba tenemos dos testimonios gráficos de la época. A la izquierda aparece un fragmento del denominado "Altar de la Angustia", en la iglesia de Santa Catalina de Nuremberg. Está datado hacia 1490 y muestra a uno de los guardias del Santo Sepulcro cuya cabeza está cubierta con un bacinete provisto de un visor de tres costillas. El otro representa una escena similar, si bien en este caso el visor presenta cinco costillas. Corresponde al retablo de la iglesia del monasterio de Santa Inés de Bohemia, en Praga, y está datado entre 1380 y 1385, lo que ya de por sí es una clara referencia a la longevidad de esta tipología ya que hablamos de más de más de un siglo de diferencia entre ambas obras.
Arriba tenemos otras dos más. El de la izquierda corresponde a una escena de la Pasión procedente del retablo del Benedikterklosterkirche que se conserva en el Museo Estatal de Berlín. Junto a él vemos la escena del Prendimiento de "La Pasión Pequeña", una colección de grabados en cobre obra de Durero realizada en 1512. Y aún podemos añadir otro ejemplo más, el cual podemos ver a la derecha. Se trata de un fragmento de un retablo obra de un autor anónimo denominado Meister der Karlruhrer Passion (Maestro de la Pasión de Karlruhe), datado en 1450. En el detalle se atisban dos cabezas cubiertas con sendos bacinetes: uno de costillas que está cerrado y el otro de rejilla, alzado en este caso, una tipología derivada de la primera con la misma finalidad: combatir a pie. Con esto podemos concluir que este tipo de visores estuvo operativo prácticamente siglo y medio, que no es moco de pavo.
De este modelo hay gran abundancia entre la oferta de material para recreacionistas, supongo que por la buena protección que ofrece cuando se dan bonitamente estopa a mansalva, sobre todos los camaradas de la antigua URSS. He visto algún vídeo en Youtube sobre sus batallitas y jurovos que no parecen desmerecer nada de las de verdad, porque hasta alguno que otro sale en camilla de la liza literalmente molido a testarazos. Se endilgan hachazos, martillazos, espadazos, etc. con saña bíblica, y al parecer todos contra todos porque al final suele quedar solo un superviviente. A la vista del empeño que ponen en despedazarse deben tratarse de torneos entre cuñados, digo yo.
Bueno, sirvan estas dos ignotas tipologías para aumentar las que ya conocen la mayoría del personal.
Y como es hora de merendar, me piro.
Hale, he dicho
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