Como ya podemos dar por sentado, si los pistoleros buenos iban armados hasta los dientes, los malos no podían ser menos tanto en cuanto las armas eran sus herramientas de trabajo. En aquella época, e incluso en esta, es muy difícil, por no decir imposible, plantarse en un tren con el ánimo de esquilmar a todo el pasaje amenazándolos con un bolígrafo o incluso con la foto de un cuñado asegurando que se trata de un virus de nueva generación que, si lo dejan suelto, es capaz de exterminar la raza humana en media hora. Era una época complicada la que se debió vivir en los Estados Juntitos desde que, a raíz del término de la guerra civil, mogollón de inadaptados optaron por ganarse el sustento bajo el lema de "usted a currar y a callar, que yo me llevo el producto de su trabajo". Algo semejante ocurrió en nuestra venerable piel de toro cuando expulsamos en buena hora a las hordas de gabachos del enano corso y hubo que disolver partidas de guerrilleros cuyos miembros no estaban por la labor de retomar sus antiguos y pacíficos oficios de la vida civil.
Y del mismo modo que en el suelo patrio se acabaron convirtiendo en mitos personajes tan detestables como "El Tempranillo", "Sacabuches", "El Barbudo" o Los Siete Niños de Écija, pues los yankees otorgaron el estatus de leyendas vivientes a vulgares chorizos desalmados como los Dalton, los James o los Younger, aparte de otros sujetos que actuaron en su propio nombre y no bajo el de la familia en pleno. Así pues, esta entrada la dedicaremos al armamento utilizado por estos ciudadanos tan amantes del latrocinio y que, como es lógico, coincidía casi siempre con el de sus perseguidores.
Los hermanos James
Los hermanos Frank y Jesse James en sus años mozos |
En cuanto a su hermano mayor Frank, que en realidad era un mote y no su nombre ya se llamaba Alexander Franklin, hacía uso, al igual que Jesse, de un revólver de sus tiempos guerracivilistas, concretamente un Colt Army 1860 de calibre .44 que vemos en la parte superior de la foto. A continuación vemos a un cuasi omnipresente Smith & Wesson Nº 3, que por cierto era más conocido como Schofield por el mayor George Schofield, el cual llevó a cabo una serie de mejoras en el diseño original destinado al ejército ruso, en calibre .44. Por último tenemos un arma que no había aparecido hasta ahora en estas entradas pistoleriles, concretamente un Remington 1875, un revólver que también fue un serio competidor del Pacemaker. En este caso se trata de un arma de calibre 44-40 si bien también se fabricó en .44 Remington y .45 Colt, y su estética está inspirada en su hermano mayor de avancarga ya que la varilla de extracción conserva la misma forma que la palanca de carga del modelo 1858. A este modelo se le añadió una generosa anilla para un fiador, accesorio especialmente importante en las unidades de caballería por razones obvias.
Thomas Coleman Younger
Conocido universalmente como Cole Younger, era la cabeza visible del clan formado por él mismo y sus hermanos James, John y Robert si bien la familia era muchísimo más extensa ya que éste era el séptimo de una prole de catorce hermanos en total (la Sra. Younger era de una fertilidad admirable, ciertamente). Al igual que los hermanos James, provenían de antiguos miembros del ejército confederado que no aceptaban ni a tiros, y nunca mejor dicho, la victoria de la Unión. En el caso de los Younger con más razón ya que el progenitor de la estirpe era un honrado y próspero granjero de Missouri que, a pesar de ser unionista, fue asesinado por tropas del ejército federal. Eso hizo que Cole y varios de sus hermanos se unieran a la horda guerrillera de Quantrill. La foto de la derecha, tomada en 1889, muestra a Younger en la madurez, cuando aún estaba purgando sus fechorías en la cárcel de Stillwater, en Minnesota, tras ser condenado a cadena perpetua en 1876 junto a sus hermanos James y Robert por el atraco a un banco. Este último la palmó de tuberculosis estando en el trullo, mientras que James y nuestro hombre pudieron salir en libertad condicional en 1901. Por cierto que en el tiroteo que tuvo lugar durante el asalto- la población tuvo noticia de cuándo tendría lugar y los estaban esperando para freírlos a tiros- Younger recibió nada menos que once heridas de bala, a las que hay que añadir otras nueve anteriores. Era incombustible el fulano ese.
Por lo demás, Younger, como todos los bandidos de su época, tuvo una extensa panoplia de armas por lo que hemos entresacado cuatro de ellas por ser quizás más significativas y, además, haber comprobado que fueron de su propiedad. En la parte superior tenemos un revólver Colt 1860 modificado para ser usado con munición metálica de calibre 44-40. En este caso además se le acortó el cañón, quizás para portarlo en una sobaquera o un bolsillo, costumbre esta que, como hemos ido viendo, era habitual. A continuación vemos un revólver Moore de calibre .32 de percusión anular, un arma con capacidad para siete disparos que, en el caso de Younger, era empleado como arma para casos extremos o de último recurso. A pesar de tratarse de un arma de retrocarga, su aspecto induce a pensar otra cosa, y ello era debido a que la empresa Moore perdió un pleito con la Smith & Wesson por la patente del sistema de expulsión de las vainas servidas. Más abajo tenemos un Colt 1860 también modificado para emplear munición del 44-40. Tanto este como el que vimos más arriba fueron adaptados mediante el sistema de conversión de la firma Richards que ya vimos en un Colt perteneciente a Hickok en la entrada anterior y que, según recordaremos, era un método bastante eficaz para reaprovechar armas obsoletas. Por último tenemos al ya muy mencionado Smith & Wesson que, como vemos, estaba hasta en la sopa. Por cierto que, como curiosidad añadida, los dos Colt 1860 tienen números de serie casi correlativos, el 5.093 y el 5.090 respectivamente, lo que indica que debió comprarlos en la misma tienda el mismo día.
Robert Newton Ford
Más conocido como Bob Ford o incluso como little dirty coward, el pequeño y sucio cobarde, fue el hombre que mató por la espalda a Jesse James el 3 de abril de 1882. Por cierto que no deja de ser curiosa la actitud de los seres humanos cuando liquidan a uno de nuestros iconos aunque estos hayan sido unos auténticos canallas, como fue el caso de James. ¿Qué no? A ver, que dé un paso al frente todo aquel que haya deseado fervientemente que la tenaz agente Clarice Starling diera caza al refinado, seductor e hipnótico Hannibal Lecter. Ni uno, ¿verdad? Pues eso. En fin, la cosa es que Ford se unió a la banda de James precisamente por ser su más preciado e icónico ciudadano de todo el planeta, y solo soñaba con verse convertido en socio de aquel personaje que tanto dio que hablar durante y después de la guerra civil. En la foto superior podemos verlo en plan pose heroica tras el alevoso choricidio, el cual tramó para trincar la jugosa recompensa que ofrecían por la cabeza de su ídolo, nada menos que 10.000 dólares, un pastizal en aquella época.
La foto lo muestra empuñando un Pacemaker, pero Ford no usó ese revólver para escabechar a su antaño admirado Jesse, sino el Smith & Wesson Nº 3 que vemos a la derecha. La historia hasta aparece gradada en el mismo, para que nadie lo cuestione, y en ella se afirma que con ese chisme voló la tapa de los sesos al famoso bandido mientras éste colgaba un cuadro, lo que demuestra que semejante actividad conlleva más peligros que caerse de la escalera o de un taburete y partirse la crisma. Por cierto que Ford tampoco la diñó de viejo en su piltra, sino con la cabeza literalmente reventada de dos tiros efectuados al mismo tiempo con una escopeta. Su asesino, mira por dónde, fue un tal Edward O'Kelly, otro ferviente admirador de James que no le había perdonado que se cargase a su ídolo. Le disparó sin previo aviso mientras que Ford estaba en un saloon pasando el rato.
James "Dick" Liddil
Este fue otro miembro de la banda de James procedente de la inagotable cantera de inadaptados surgidos de la extinta Confederación. Este sujeto formó parte de la temible partida de guerrilleros capitaneada por William Quantrill, asesino y psicópata cum laude hasta que fue jubilado anticipadamente en las postrimerías del sangriento conflicto. La verdad es que Liddil no fue ni remotamente lo que conocemos como un pistolero famoso, pero se agarró a la historia al ser el coadyuvador de Ford cuando éste decidió asesinar a James. Es evidente que Liddil debió hacer uso de otro tipo de arma que no fuera el revólver de avancarga que muestra en la foto, hecha en plena guerra civil. y que sostiene adoptando una pose desafiante, costumbre bastante extendida en aquellos tiempos ciertamente. Parece ser que eso de sacarse un daguerrotipo arma en mano se puso muy de moda, porque la mayoría de los protagonistas de la guerra aparecen de aquesta guisa. Ah, un detalle curioso: el arma está cargada, lo cual puede comprobarse si nos fijamos en que las chimeneas del tambor están cebadas con sus correspondientes pistones.
A la derecha tenemos un arma como la que aparece en la foto del tal Liddil, un Whitney Navy de calibre .36 y con cañón de 7½ pulgadas. Ese revólver, introducido en 1857, es asombrosamente similar al Remington New Model 1858 que vimos más arriba, y la razón de tanta semejanza no fue un plagio por parte de la Remington, sino que el que lo diseñó, Fordyce Beal, empezó trabajando en la Whitney antes de largarse con la competencia. De hecho, salvo por la palanca de carga se podría decir que son casi idénticos.
John Wesley Hardin
Este sujeto con jeta de cuñado de esos que te dejan la bodega llena de aire y te sablean sin misericordia todos los días pares de cada mes fue uno de los más fríos asesinos de toda la pléyade de criminales de aquellos tiempos tan turbulentos. Sin embargo, el hecho de que no haya protagonizado ninguna peli del Oeste ha hecho que sea bastante menos conocido que los James, los Dalton o tantos otros criminales famosos si bien en USA lo conocen de sobra, como es natural. No obstante, como digo, su trayectoria criminal fue de primera clase, y se le atribuyen al menos 40 muertes cuyo cómputo comenzó a una edad tan temprana como los quince años. O sea, era un mal bicho el tal Hardin. Curiosamente, su larga lista de asesinatos no fue debida a robos ni nada semejante, sino a simples broncas producidas a raíz del juego. De hecho, no dudaba incluso en dispararle a los sheriffs que pretendían detenerlo por tales actividades tan insalubres y siendo como era un tirador excelente, pocas probabilidades tenían los que se enfrentaban a él. Con todo, acabó en prisión para, tras pasar 17 años en la trena durante los cuales se sacó la carrera de derecho, acabar abatido por la espalda por el constable Selman mientras jugaba una partida de dados. Es evidente que el constable prefirió no jugársela con un sujeto tan hábil con las armas y le metió un balazo en la nuca el 19 de agosto de 1895 en El Paso. Tenía solo 42 años.
A la derecha tenemos tres armas que pertenecieron a este prenda. De arriba abajo tenemos en primer lugar un Colt Thunderer en calibre .41 Long Colt con cachas de marfil, lujo éste al que eran muy dados en aquella época muchos pistoleros. Sin embargo, tanto el marfil como el nácar o el asta no eran precisamente los materiales más adecuados para efectuar un empuñe firme ya que sus superficies, pulidas en grado sumo, los hacían proclives sobre todo a que resbalaran en la mano a causa del retroceso. De ahí que, en realidad, las cachas de madera, aunque fuesen lisas, o las de ebonita que solían traer de fábrica, fuesen mucho más adecuadas. A continuación vemos un Smith & Wesson Nº 3 niquelado, cachas de marfil y con cañón de 7". Por último tenemos un Colt 1873 de acción simple en calibre .45 con cachas también de marfil, a las que al parecer era muy aficionado Hardin. Además, a este revólver se le suprimió en su momento la varilla de extracción, lo que hemos visto ya varias veces en algunos Colts. No he podido dar con el motivo de esta modificación que, a la hora de recargar, retardaría enormemente este proceso. Sin embargo, colijo que la razón debía ser una, y bastante relevante por cierto: la varilla iba dentro de un tubo y rodeada por un muelle helicoidal, por lo que no sería ningún dislate pensar que a más de uno se le bloqueó el tambor en pleno tiroteo debido a que la varilla en cuestión se desplazó hacia atrás, inmovilizándolo con las consecuencias que podemos imaginar. Es evidente que si hombres cuya vida dependía del buen funcionamiento de sus armas llevaban a cabo esta modificación con cierta frecuencia debía ser por un motivo importante.
Bueno, como es más que evidente, se nos han quedado varios malos malosos en el tintero porque, como es lógico, los malvados siempre superan en número a los bondadosos. Así pues, ya proseguiremos con la relación de armamento pistoleril.
Es hora de la siesta, así que reciban vuecedes mis bendiciones y tal.
Hale, he dicho
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