lunes, 11 de julio de 2016

Curiosidades: las armas de los pistoleros. Los buenos


Muchos pistoleros y matones a los que no se les daban bien las armas cortas optaban por las carabinas o las escopetas.
Por cierto, esta escena me sulibella cuando William Munny dice a Little Bill Daggett eso de "Así es, he matado mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarle a usted por lo que ha hecho a Ned"


Cuando salen a relucir los pistoleros del Lejano Oeste, inmediatamente salta en el magín del personal la imagen de un Colt 1873 Single Action Army (SAA), el famoso Pacemaker que, en realidad, fue diseñado con vistas a suministrar al ejército yankee para dejar atrás los revólveres de avancarga. Sobre esta mítica arma, como está mandado, se dicen bastantes incorrecciones pero bueno, son meros bulos y camelos propalados por cuñados sabihondos y por la industria cinematográfica. Uno de ellos es el afirmar categóricamente que dicho revólver era por norma de calibre .45, lo cual es cierto, pero casi nadie quiere enterarse de que se fabricaron en otros calibres incluyendo el 44-40, preferido por muchos ciudadanos por la simple razón de que esa munición era la misma que usaban para sus rifles de palanca, lo que era una evidente ventaja para no tener que andar por el mundo teniendo que usar dos calibres diferentes.


Famosa foto de la Comisión de Paz de Dodge City que acabó con el caos
que sumió a la ciudad entre abril y julio de 1883. Entre ellos se encuentran
dos de los más legendarios pistoleros, Wyatt Earp y Bat Masterson
Pero el camelo más propalado, en este caso por los mismos yankees a través de los cienes de miles de películas del Oeste que han rodado, es que este eficaz y longevo revólver era el que, sin discusión de ningún tipo, utilizaban todos y cada uno de los sheriffs, marshals, lawmen y, por supuesto, los temibles outlaws (fuera de la ley) que tanto abundaban en aquellos turbulentos tiempos. Estos prendas eran como nuestros bandoleros, a los que se adjudica el trabuco como parte fundamental de su panoplia junto a sus inseparables facas con las que se apuñalaban bonitamente entre ellos y se dejaban sus curtidas jetas llenas de chirlos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. De hecho, el Colt 1873 no fue ni remotamente el revólver preferente entre los policías y chorizos made in USA y, como veremos a continuación, no se decantaron por un modelo o marca en concreto sino que, contrariamente a la común creencia, portaban armas de lo más variopinto. ¿Que por qué no usaban el Colt, que eran tan molón y tan eficiente? Y yo qué sé, criaturas... Los motivos acerca de la elección de un arma son muy personales. Personalísimos más bien, y lo dice uno que durante años ha manejado esos chismes y que siempre se ha guiado por una serie de criterios que no necesariamente tenían que ser compartidos por el resto del planeta: ergonomía, peso, equilibrio, adaptación a la mano, facilidad de recarga, meras cuestiones estéticas, precio... incluso la simple confianza en tal o cual arma es suficiente, aunque se roce la superstición, para que uno obtenga mejor rendimiento de ella aunque no sea precisamente la mejor del mercado. Sea como fuere, la cuestión es que los pistoleros usaron armas de diferentes tipos, marcas, modelos y tamaños, y seguramente más de uno se sorprenderá al ver que, en algunos casos, se trata de revólveres un tanto birriosos, impropios de gente tan malvada, pendenciera y falta de escrúpulos a la hora de escabechar a tiros a cualquier cuñado por hacerle trampas en las cartas o pedir un Cola-Cao en el saloon en vez de güisqui de ese que le dejaba al personal el gañote en carne viva y que valía, además de para coger una cogorza fastuosa, para sustituir el queroseno de los quinqués. Ah, una advertencia: muchos de estos sujetos usaban más de un arma o cambiaron de modelo o marca a lo largo de sus existencias, lo que aumenta aún más el surtido de ellas en la lista de los revólveres predilectos de los pistoleros. Bueno, al grano...

Wyatt Berry Stapp Earp

O sea, Wyatt Earp, fue sin duda el pistolero más famoso del mundo mundial, del que se han hecho mogollón de pelis más o menos acertadas y que, incuestionablemente, se convirtió en el arquetipo del lawman del salvaje oeste. Todos conocemos su tiroteo más famoso en el O.K. Corral de Tombstone el 26 de octubre de 1881 junto a sus hermanos Morgan y Virgil acompañados de Doc Hollyday, y en el que se enfrentaron a los Clanton y los McLaury, a los que odiaban más que si fuesen cuñados y compadres al mismo tiempo. Por norma, se ha adjudicado a este eficiente policía el uso de un Colt Buntline en dicha refriega a raíz la publicación en 1931 de una biografía (Earp había palmado dos años antes, por lo que no lo pudo desmentir) escrita por un tal Stuart N. Lake y en la que se afirmaba que se enfrentó a sus enemigos con un chisme tan impropio e incómodo como este revólver, una versión del Colt 1873 con cañón de 12 pulgadas ideada para, adaptándole un culatín en forma de armazón metálico, usarlo como carabina de circunstancias gracias a su cañón de 30 centímetros de longitud. 

Supuesto Buntline de Earp con su chapita de plata y todo en
la que se afirma que perteneció a este famoso personaje
Obviamente, el Buntline era lo menos apropiado del mundo para un tiroteo a corta distancia, pero su espectacular aspecto hizo que todo el mundo creyera sin dudar ni un instante la afirmación que se hizo en la citada biografía. Sin embargo, la realidad fue otra. El revólver que usó Earp en aquella ocasión fue un Smith & Wesson Nº 3 modelo 1869 en calibre .44 S&W American con cañón de 8 pulgadas. Este calibre, que estuvo en el mercado hasta le década de los 40 del pasado siglo, tenía una potencia algo inferior a la de un 9 Parabellum, o sea, que no era precisamente un martillo pilón. 

Smith&Wesson nº 3. Este modelo fue diseñado inicialmente
para suministrar al ejército ruso, si bien luego alcanzó una
gran popularidad en su país de origen. Su recarga era mucho
más rápida gracias a su armazón basculante, lo que al mismo
tiempo debilitaba la estructura del arma en favor del Colt, más
lento de recargar pero de armazón enterizo y, por ende, más
robusto.
Pero además del Smith & Wesson, Earp sí usó un Colt 1873, concretamente un revólver customizado por encargo con cañón de 3 pulgadas y sin la varilla de extracción (ver foto inferior). El motivo de acortar el cañón era para desenvainar antes- a menos longitud antes salía de la funda, obviamente- y la eliminación de la varilla era simplemente a causa de la reducción de la longitud del cañón, la cual era de 5,5 pulgadas en su versión más corta. Así pues, si cortamos el cañón había que eliminar la puñetera varilla salvo que uno se gastara la pasta para que el armero la adaptase adecuadamente, lo cual tampoco era muy complejo que digamos. Con todo, los seis cartuchos de calibre .45 eran suficientes para solventar cualquier desafío, y más a la escasísima distancia a la que se dirimían estos intercambios de pareceres tan violentos. 

Por cierto que, según podemos observar, ni se molestaron en reponerle el punto de mira, eliminado junto al exceso de cañón, lo que indica claramente que, en casos así, el disparo era totalmente instintivo. Es posible incluso que usara este arma para llevarla oculta en una sobaquera ya que, al parecer, Earp no era muy proclive a ir luciendo armamento. De hecho, durante el famoso tiroteo de Tombstone no usó la típica pistolera con canana sino que portaba el revólver en el bolsillo derecho de su guardapolvo, el cual estaba especialmente confeccionado con tela encerada para contener el arma. Por otro lado y según su propio testimonio jamás llevó encima armas de ningún tipo salvo en la época en que fue policía (lo siento, pero el término "agente de la ley" lo tengo atragantado, para no hablar de esa frase que aparece en mogollón de pelis: "yo también tuve problemas con la ley").

John Henry Holliday

Doc Holliday para los amigos, fue un elemento que estaba entre dos aguas. Por un lado, su amistad con Earp lo pone del lado de los buenos pero, por otro, su oficio de tahúr podría decantarlo del de los malos. Así pues, como en realidad era dentista aunque ejerció más bien poco, pues diremos que Holliday era un buen mal chico. Por cierto que el mote de Doc le fue otorgado, como podemos suponer, por su profesión primigenia de sacamuelas diplomado, si bien para ello, al igual que ocurre en nuestros días, no era necesario obtener la licenciatura de medicina. Obviamente, un sujeto tan polifacético debía disponer de una panoplia razonablemente surtida ya que, dependiendo del momento, debería usar un arma acorde a las circunstancias. No es lo mismo sentarse en una mesa de juego armado hasta las cejas, lo que despertaría las suspicacias de los demás participantes de la timba, que aparecer como un dandi sin más armas que la baraja. Y, por otro, no era nada conveniente liarse a tiros con un enemigo tramposo armado solo con un cortaplumas así que había que buscar un término medio.

Así pues, cuando ejercía como tahúr optaba por llevar encima la típica pistolita propia de los de su oficio, una cosilla pequeña muy útil para llevarla en el bolsillo del chaleco sin que diera mucho cante. En este caso se trata de una Remington Rider Magazine, una pistola que, aunque no lo parezca es de repetición y no como la típica Derringer de dos cañones. El arma salió al mercado hacia 1870 fruto del diseño de Joseph Rider, uno de los ingenieros de la firma, que ideó el cargador tubular que se aprecia bajo el cañón. Dicho cargador tenía capacidad para cinco diminutos cartuchos de calibre .32 extra corto de percusión anular, una munición que valía para matar gatos y gorriones además de fulleros y tramposos siempre y cuando se les disparase a bocajarro y no estuvieran cubiertos por una gruesa capa de ropa porque esos mínimos cartuchitos andaban más bien escasos de potencia. Su funcionamiento era bastante simple: lo que parece el martillo de mayor tamaño era en realidad la palanca de carga que abría el cierre e introducía el cartucho en la recámara mientras que, al mismo tiempo, amartillaba el verdadero martillo, que es el más pequeño. Su vida operativa apenas llegó a 1888, por lo que cabe suponer que los jugadores y demás fauna de los salones preferían la tradicional Derringer Remington de dos tiros de calibre .41 corto de percusión anular, mucho más potente.

Pero cuando la cosa se podía verdaderamente chunga y tenía que dar satisfacción a algún jugador disconforme con el resultado de la partida, o bien con algún antiguo cliente al que se le habían caído los empastes comiendo flan o le había practicado una extracción especialmente dolorosa, nuestro hombre recurría a un Colt, pero no el mentado modelo 1873. Para los casos extremos, Holliday iba armado con un Colt Thunderer de calibre .41 largo, un arma de doble acción que desplegaba gran potencia de fuego si se sabía usar. Para los que no lo sepan, doble acción significa que no era preciso amartillar el arma para dispararla, sino que bastaba con apretar el gatillo. Por cierto que este revólver adolecía de un defectillo, y no era otro que su delicado mecanismo de doble acción el cual se averiaba con más frecuencia de la deseable.

Y para grandes fastos y eventos en los que era preciso hacer uso de algo verdaderamente contundente, Holliday poseía una escopeta W.W. Greener en calibre 10, un arma de categoría fabricada en Inglaterra la cual portaba bajo el guardapolvo colgando de una correa sujeta al hombro. De hecho, la misma firma asegura que tanto el sacamuelas como su amigo Earp habían efectuado sendos pedidos de escopetas de dos cañones, por lo que es seguro que tuvo una en propiedad ya que de las pocas cosas de las que me fío de los ingleses es de sus libros de cuentas y registros. Sin embargo, parece ser que la escopeta que usó Holliday en el famoso tiroteo de Tombstone no fue esta, sino una Eclipse Meteor de calibre 10 fabricada en Bélgica a la que se le había cortado la culata y los cañones hasta dejarlos en 18 pulgadas de longitud. Dicha escopeta se la entregó Virgil Earp, el cual la había tomado de la oficina de la Wells Fargo cuando se dirigían hacia el O.K. Corral. En la imagen vemos una réplica con el aspecto que tendría la que usó Holliday.

Patrick Floyd Garrett

El cual pasó a la historia como Pat Garrett unido de forma indisoluble a la persona de William H. McCarty, al que pocos conocen por este nombre y todos por el de Billy el Niño, del que hablaremos en el apartado de los pistoleros malos malosos como no podía ser de otra forma. Garret, como otros tantos hombres que acabaron siendo policías, había desempeñado a lo largo de su vida multitud de oficios, y con el paso del tiempo se fue haciendo con un buen surtido de armas entre las que se encontraban un Colt 1873 que, quieras que no, fue un revólver con una difusión enorme. No obstante, debemos tener en cuenta que en Yankeelandia, paraíso de las armas de fuego por obra y gracia de su constitución, hubo muchos más fabricantes y no precisamente malos, sino todo lo contrario. Nuestro hombre fue propietario de algunas de ellas, que casi siempre fueron obsequios de amigos y admiradores entre los que se incluían el mismísimo Theodor Roosevelt.

A la derecha tenemos dos armas de las que se tiene certeza fueron de su propiedad. La que vemos en la parte superior de la imagen es un Merwin & Hulbert modelo Pocket, o sea, de bolsillo, un arma de calibre .38 con tambor para cinco cartuchos. Como se puede apreciar, en sus cachas de marfil aparece grabado el nombre del famoso lawman. Este tipo de revólver se hizo muy popular tanto entre policías como personas decentes ya que permitía usarlo de forma discreta bajo la ropa, motivo por el que el espolón del martillo era plegable precisamente para evitar que se enganchara a la hora de extraerlo. El que vemos en la parte inferior es un Hopkins & Allen de calibre .32, similar en prestaciones al modelo anterior. Ambos revólveres eran de doble acción, por lo que eran muy eficaces a la hora de deshacerse de un enemigo paliza ya que se podía vaciar el tambor en sus asquerosas barrigas en menos de tres segundos.

Naturalmente, también poseyó armas largas, que eso de abatir chicos malos a distancia siempre era más saludable que de cerca, por si acaso. A la derecha tenemos un ejemplar que, aunque bastante maltrecho, llegó a nuestros días de forma asaz curiosa. Se trata de una carabina Winchester modelo 1873 de calibre 44-40 a la que se recortó el cañón hasta una longitud de 12 ¾ pulgadas, para lo cual se recortó también el cargador tubular hasta dejarlo a la mitad de su longitud original. El pedazo de cuero que se ve en la culata fue una reparación hecha con ese material por haberse agrietado la madera. Al parecer, la carabina fue a parar a manos de otro policía, un tal Florentine Baca, ganada por éste a Garrett en una partida de cartas. El hijo de Baca la vendió en los años 20 a un tal Stanley cuyos descendientes la acabaron vendiendo en una subasta no hace muchos años por 30.000 dólares.

James Butler Hickok 

Muchísimo más famoso por su apodo: Wild Bill, o sea, Bill el Salvaje. Es indiscutible que Hickok fue uno de los personajes más legendarios del Oeste, hasta el extremo de que incluso ha pasado a la historia su famosa mano de póquer- la Mano del Hombre Muerto, una doble pareja de ases y ochos- cuando un tal Jack McCall, que se la tenía jurada, le reventó la tapa de los sesos a traición el 2 de agosto de 1876 en el saloon de Deadwood, cuando nuestro hombre aún no había cumplido los 40 años de edad. La trayectoria profesional de Hickok fue similar a la de sus colegas: fue conductor de diligencias, explorador del ejército, tahúr e incluso actuó en el espectáculo de Búfalo Bill gracias a su implacable puntería. De hecho, solía montar exhibiciones por su cuenta incluso cuando ejercía como sheriff, siendo capaz de acertar a monedas lanzadas al aire o partir por la mitad un naipe colocado en el extremo de la barra de sus amados saloons. Ojo, les acertaba con el naipe puesto de canto, que no es cosa baladí.

Al parecer, siempre había tenido por norma portar dos revólveres si bien se sabe que ni era ambidextro y que ni siquiera se le vio nunca disparar con la zurda, por lo que solo cabe pensar que el que pendía de su costado izquierdo lo llevaba como reserva para echar mano del mismo en caso de agotar la munición del otro sin haber podido resolver el tiroteo. Sus armas preferidas eran dos Colt Navy modelo 1851 en calibre .36, de los que podemos ver uno de ellos en la foto superior. Las armas, grabadas y con cachas de marfil, eran una verdadera virguería. Muchos se preguntarán por qué un personaje como este, que se pasaba la vida dependiendo de la eficacia de sus revólveres, no prefería usar los modelos de retrocarga recientemente introducidos en aquella época. Al parecer, Hickok no se fiaba mucho de la munición comercial ya que, aparte de ser mucho más cara, era en sus comienzos de una calidad dudosa debido a que muchos cartuchos salían de fábrica con menos carga de la cuenta o con un sellado defectuoso, por lo que la humedad que se introducía entre la bala y la vaina arruinaba la pólvora, dejándolo vendido en el momento supremo.

Sin embargo, aunque conservó siempre sus dos Colt Navy, a la vista de lo complicado de su oficio como policía y tahúr optó por armas más modernas o incluso reciclar algún viejo Colt para su uso con cartuchería metálica. Para ello había empresas que, por un importe muchísimo menor que el de un revólver nuevo, adaptaban los revólveres de avancarga a la munición moderna. Una de estas conversiones fue instalada en dos armas de Hickok, concretamente la que ofrecía la firma Richards en la que, como vemos en la foto superior, se cambiaba el martillo original por uno con percutor, se perforaba el tambor para admitir los cartuchos metálicos, y se acoplaba una ventana de expulsión así como una varilla de extracción para las vainas servidas. Aparte de eso, se recalibraba para usar cartuchos del .44, mucho más potentes que el .36 original.

Una enfermedad ocular hizo que empezara a perder visión de forma alarmante, por lo que sus ojos estropeados no podían apuntar con los rudimentarios elementos de puntería de los revólveres de avancarga cuya alza era una simple muesca en V situada en el extremo superior del martillo. De ahí que la compañía de Búfalo Bill le regalara una pareja de Smith & Wesson nº 3 como el que vimos al inicio de esta entrada, más cómodos para apuntar con la vista averiada. Con el paso del tiempo parece ser que prefirió acudir a sus partidas de cartas sin hacer tanta ostentación de armamento, por lo que adquirió un revólver Smith & Wesson Nº1 ½ de acción simple en calibre .32 de percusión anular como el que vemos en la foto superior. Este revólver, con capacidad para cinco cartuchos, tenía un proceso de recarga lento como un Purgatorio pero, como era habitual, se pensaba que con cinco tiros era suficiente para solventar cualquier diferencia de opinión en la mesa de juego. Una vez agotada la munición había que bascular el cañón hacia arriba y extraer el tambor. Para sacar las vainas se introducía cada recámara en el vástago que vemos bajo el cañón. Genial por los cojones. En todo caso, este tipo de armas tuvo bastante aceptación entre jugadores o paisanos que preferían no hacer ostentación de armas de ningún tipo.

En fin, como hemos visto, ninguno de los famosos pistoleros que hemos visto hoy usaron el Pacemaker que se les suele adjudicar, con lo que espero haber desmontado algún que otro esquema, así como proporcionar "munición" a mis dilectos lectores para dejar callados a esos cuñados que tanto saben de armas pero que los únicos tiros que han pegado en su vida fueron con el CETME si es que hicieron la mili, que esa es otra. Bueno, con esto vale por hoy, que no me gusta enrollarme más de la cuenta. 

Hale, he dicho

Desenlace habitual de los debates presididos por las armas de fuego. La foto es del funeral de los hermanos Tom y Frank
McLaury y Billy Clanton, los cuales, previamente embalados en sus respectivos féretros, serían sepultados bajo una
lápida en la que se afirmaba que habían sido "asesinados" en las calles de Tombstone. Creo que el mensaje tenía cierto
contenido subliminal, como acusando a los Earp y a Holliday del fatal desenlace, ¿verdad?

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