Mis cervicales me odian. Es un odio profundo, atávico, visceral. Más que cervicales parecen cuñados. Y lo peor es que cuando el tiempo se pone en plan invernal, lo que no es frecuente en estos lares, se rebelan, les domina la ira y me declaran una guerra total. Así pues y ya que no estoy para temas enjundiosos, que el metamizol magnésico me sale ya por las orejas y que la llegada del hombre a Marte aún no ha tenido lugar, aprovecharé para comentar algunas cosas sobre esta serie televisiva de la que tanta propaganda llevan hecha y por la cosa de que la acción transcurre en la ciudad que me vio nacer y, posiblemente, me vea entregar la cuchara dentro de muchos años, espero. Además, hacía muchísimo tiempo que no dedicaba ninguna entrada a temas cinematográficos (por cierto que no sé dónde carajo han ido a parar todas las entradas que se publicaron sobre se tema), por lo que no vendrá mal dedicarle una a esta serie. Ojo, esto no será una crítica, porque para gustos colores. De hecho, las críticas cinematográficas siempre me han parecido absurdas, entre otras cosas porque serán buenas o malas en función de lo que los productores unten a los críticos de cine, esos ciudadanos que juzgarán con benevolencia o rigor extremo una película en función de la cuantía de la untada. No obstante, y si alguien me pregunta, le diré que me ha parecido enrevesada, demasiado oscura, con un sonido pésimo y, aparte de eso, no he logrado enterarme de qué carajo va la cosa ni siquiera cuando acaba.
Pero de lo que hablaremos será de los curiosos gazapos que he visto en la serie que, en teoría, esta cuidada al máximo en lo tocante al rigor histórico, así que nos vendrán de muerte para chinchar al cuñado que, seguramente, ya se ha bajado todos los capítulos y pretenda largarnos una filípica acerca de las bondades del producto. Veamos pues...
Gazapo 1. Dan las distancias en metros en vez de en varas, pasos, etc. No deja de ser curioso que en los doblajes de las pelis anglosajonas respeten su sistema de medidas hablando de millas, pies, pulgadas, galones o libras y que en una película española rodada en español digan en pleno siglo XVI que tal cosa está a 200 metros en vez de a 142 pasos o 238 varas.
Gazapo 2. Sale mucha gente rezando, pero en español. En aquella época se rezaba en latín y, de hecho, las oraciones se aprendían en latín, y la misa por supuesto se decía también en ese idioma tan cristiano. Hasta un ciudadano analfabeto rezaba el padrenuestro en latín porque, simplemente, no existía en otras lenguas, y se rezaba igual en España que en Inglaterra o en Francia.
Gazapo 3. Mencionan que las casas de lenocinio estaban regidas por la Iglesia. No sé de dónde habrán sacado ese dato, pero es absurdo. Intuyo que lo habrán deducido, erróneamente, por el hecho de que el cabildo catedralicio alquiló varias dependencias del antiguo Patio de los Olmos, anejo a la catedral, para negocios particulares cuando el edificio del ayuntamiento fue terminado. Al abandonar el concejo hispalense las dependencias que ocupaban en dicho recinto este quedó solo como alojamiento para clérigos de paso y locales comerciales precisamente para despejar de mercaderes las gradas que en esta serie aparecen llenas de tratantes. Si en alguno de dichos locales había un putiferio no quiere decir que fuese gestionado por la Iglesia que, de hecho, acabó demoliendo el patio de marras precisamente porque se había convertido en un nido de antros para timbas, tahúres, jugadores de ventaja, robacapas y, por supuesto, putas a mansalva.
Gazapo 4. Los personajes se hablan entre ellos de usted, forma abreviada del vuesa merced que se usaba en aquella época y que luego degeneró en vuecé para, finalmente, acabar como usted, muy posterior a la época que nos ocupa. En el siglo XVI la gente se trataba de vos salvo familiares y allegados muy íntimos y a veces ni eso.
Gazapo 5. Los pozos de nieve. Vean la imagen, en la que el protagonista, Mateo Núñez, comparte condumio con el padre Celso de Guevara que le ofrece vino que mantiene fresquito en una cubitera. Le dice que es nieve de la Sierra Norte, y que han descubierto que se conserva bien en algunos pozos. Anda un poco atrasado el padre Celso ya que los pozos de nieve los usaban los romanos, y en España eran empleados por los moros desde siempre.
Gazapo 6. ¿Recuerdan aquella escena de "El silencio de los corderos", cuando van a estudiar el cadáver de una de las víctimas del malvado desollador? Los presentes se untan en el bigote una substancia para tapar el hedor del cadáver en descomposición. Bueno, pues aquí hacen lo mismo cuando van a hacer la autopsia a un muerto. No sé de dónde habrán sacado eso de untarse potingues aromáticos, la verdad. Aparte de que en aquella época diseccionar a un cadáver era la mejor forma de acabar procesado, el término autopsia no existía, como tampoco disección o disecar. Estas historias en plan CSI renacentista no cuadran mucho, la verdad.
Gazapo 7. Teresa Pinelo, personaje que aparece como pintora y viuda de un sedero que firma los cuadros con el nombre de su padre, un tal Francisco Pinelo, porque las féminas lo tenían chungo para vender arte en aquella época. Que yo sepa, y si estoy equivocado que me corrijan, el único Pinelo dedicado a la pintura fue José Pinello Llull (1861-1922). En los "Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla" de Ortiz de Zúñiga de 1796 solo aparece una Teresa Pinelo, en la que es mencionada únicamente como querida de don Per Afán de Ribera, muerto en Nápoles el 2 de abril de 1572 siendo virrey. Esta mujer, a la que trata como "doncella noble", dio un hijo espurio a don Per Afán con el nombre de Juan de Ribera que, metido a clérigo conforme era habitual en los bastardos de la nobleza, llegó a arzobispo de Valencia y a ostentar el patriarcado de Antioquía. Los Pinelo fueron una familia de comerciantes de origen genovés asentada en Sevilla cuya cabeza visible fue Francisco Pinelo (¿? -1509) que desempeñó el cargo de factor de la Casa de Contratación, pero pintar parece ser que pintaba poco. Estuvo casado con María de la Torre y de cuyo matrimonio nacieron dos hijos: Jerónimo y Pedro. Así pues, no sé de dónde habrá salido esta Teresa salvo que sea un personaje de ficción y lo hayan querido hacer pasar como histórico para cubrir la cuota feminista obligatoria.
Gazapo 10. El protagonista, ya dentro de la ciudad, se ve ante la majestuosa sede hispalense tal como podemos apreciar en el fotograma. Bien, esa panorámica es la que se contempla cuando se llega por la actual calle Mateos Gago, y para orientarnos mejor tenemos marcada con la flecha la Capilla Real. Pero la cosa es que precisamente delante de esa fachada era donde estaba el Patio de los Olmos, por lo que para verla era imprescindible acceder al mismo, lo que se hacía desde una puerta situada junto a la Giralda, a la derecha de la imagen, o bien por otra junto a la Capilla Real, a la izquierda. En esta entrada pueden vuecedes enterarse de más entresijos sobre este recinto tan peculiar que se encontraba donde actualmente está la plaza de la Virgen de los Reyes. Unos transeúntes situados donde aparecen los personajes de la imagen solo verían un alto muro y la catedral asomando por detrás del mismo.
Gazapo 11. El saturnismo del probo impresor. El sujeto de la imagen, impresor de oficio, hace una breve aparición tosiendo como un tísico en estado terminal. El protagonista, que es asaz observador, afirma que se debe al plomo, que es venenoso, en referencia a los tipos de imprenta que usa en su oficio. Veamos, la manipulación del plomo no tiene ningún efecto nocivo si no entra en el cuerpo pero, en fin, aceptemos que el impresor es un guarro que no se lavaba las manos tras manejar los tipos y luego se rechupeteaba los dedos. Pero la cosa es que, entre la extensa sintomatología del saturnismo, no aparece la tos que no abandona a este hombre. Los que son apreciables a simple vista, o sea, los que se manifiestan exteriormente aparte de que por dentro esté en las últimas, son vómitos, vértigos, letargo, ataxia (descoordinación en los movimientos) y dolores abdominales, pero nada de toses. Igual es que estaba acatarrado y el protagonista se confundió, quién sabe...
Gazapo 12. Este fotograma nos ofrece una interesante vista del aspecto de la Torre del Oro cuando era una albarrana que cerraba el paso al arenal mediante una coracha que la unía a la Torre de la Plata, que vemos a la izquierda de la imagen. En realidad, aquí tenemos más que un gazapo un error en las proporciones. La entrada a la torre, como ya se explicó en su día, es la misma por la que se accedía a ella a través del adarve de la coracha, que correspondía aproximadamente a la altura que marca la flecha o quizás incluso más abajo. Puede que el error se deba a un detalle, y es el desconocimiento de que hay una planta baja que fue macizada a raíz del terremoto de Lisboa para reforzar su estructura, que quedó bastante dañada hasta el extremo de plantearse su derribo. En todo caso, lo cierto es que la torre era al menos 4 o 5 metros más alta de lo que vemos en esa foto. Por lo demás, la recreación está bastante lograda, y han tenido en cuenta que el tercer cuerpo, que no vemos en la foto, fue añadido en el siglo XVIII, precisamente tras las obras de consolidación efectuadas a raíz del puñetero terremoto. En cuanto a la Torre de la Plata, es más estrecha en relación a su hermana mayor, pero bueno, tampoco es plan de cogérsela con un papel de fumar.
Gazapo 13. Ahí tenemos una recreación del castillo de Triana, en aquella época denominado también como castillo de San Jorge y sede del Santo Oficio hispalense. La flecha roja marca el puente de barcas que unía Sevilla con el arrabal trianero hasta que se construyó el puente de Isabel II entre 1845 y 1852. Sin embargo, la flecha azul marca unos arcos que serían los Caños de Carmona, el antiguo acueducto romano que traía agua desde la fuente de Santa Lucía, en Alcalá de Guadaría. Este acueducto entraba en la población por la Puerta de Carmona, situada al este, o sea, justamente al fondo de la imagen, que correspondería a la zona del Alcor. Aparte de eso, el castillo debería aparecer enlucido y encalado, y no con el mampuesto a la vista. Como eso ya se explicó años ha no es plan de repetirlo, pero esa imagen de los castillos de piedra vista es simplemente a consecuencia de que casi todos han llegado a nuestros días con los enlucidos prácticamente desaparecidos. Por cierto, en esta toma han omitido la cúpula de la iglesia del Salvador que comentamos antes.
Gazapo 15. Esta escena nos muestran las fosas comunes en las que van enterrando a las víctimas de la peste. Por la posición del castillo de Triana, que vemos al fondo, después del río, se desarrollaría aproximadamente en lo que hoy es la zona de La Barqueta, al final de la calle Torneo. En aquella época, los que palmaban a consecuencia de estas epidemias los mandaban al Prado de San Sebastián, un extenso ejido situado al este, lejos del río. Enterrar gente en esa zona, que todos los años se anegaba por las crecidas del Guadalquivir, sería la mejor forma de desenterrarlos con las consecuencias de tipo sanitario que tendría ya que las aguas entraban en la población con bastante facilidad. En esta entrada se explicó ese tema en su momento.
Gazapo 16. Este es fastuoso. Ahí vemos a un probo matasanos deambulando por un hospital lleno de apestados con la jeta cubierta con la típica máscara con forma de cabeza de pájaro que se usaba pensando que protegía contra la enfermedad. Pero lo bueno no es la máscara, que es correcta, sino el sombrero de tres picos con que se cubre. Aunque la calidad de la imagen pueda hacer pensar a alguno que no es así, puedo asegurar que es un sombrero de tres picos. Qué despiste, ¿no?
Gazapo 18. Aquí también se nos adelantan en el tiempo unos añitos de nada con ese fabuloso espejo estilo barroco que aún estaba por nacer. Surgido en Italia a principios del siglo XVII, no tardó mucho en llegar a España, donde alcanzó un esplendor magnificente. Pero, en este caso, la mentada magnificencia estaba por llegar.
Gazapo 19. Sí, ya sabemos que las llaves de chispa surgieron en el último cuarto del siglo XVI (la acción transcurre en 1597), pero si el mismísimo césar Carlos, amante apasionado de las armas al que proveían los mejores armeros de España, Alemania e Italia seguía usando pistolas con llave de rueda, dudo mucho que un Veinticuatro del cabildo hispalense ya tuviera una de chispa. De hecho, la proliferación ese tipo de armas no empezó hasta un tanto avanzado el siglo XVII con las llaves de patilla.
Gazapo 20. En el auto de fe vemos a los cuatro malditos herejes a punto de ser condenados a formar parte de una barbacoa. Eran relajados, o sea, entregados al brazo secular ya que la Iglesia no podía condenar a muerte a nadie. Como vemos, van vestidos con unos sambenitos y sus respectivas corozas, que son esos cucuruchos que llevan sobre la cabeza, todo ello de un color gris oscuro. En este caso, en realidad los sambenitos eran negros con llamas y demonios pintados en rojo, a modo de amable recordatorio de lo que les esperaba en el Más Allá tras partir convertidos en torreznos del Más Acá. En cuanto a las corozas, iban pintadas de rojo.
Gazapo 21. El probo ciudadano que vemos depositando una moneda sobre el pecho del aspirante a difunto le dice: "Para el barquero, buen viaje", costumbre que como sabemos era propia de los paganos romanos, que ponían una moneda en la boca del difunto, cuando ya había palmado, para pagarle a Caronte por cruzar la Laguna Estigia. Qué gazapo más chorra, ¿no?
Curiosidad 1. Esta secuencia está rodada en el pasillo inferior del anfiteatro de Itálica, de donde parten las escaleras que conducen a la IMA CAVEA, o sea, la situada en el nivel más bajo y reservada a los patricios y caballeros. El protagonista ha accedido a ella directamente desde la arena, y frente a él se ve uno de los accesos al graderío superior. Todas las escenas que aparecen a continuación están rodadas en el anfiteatro, así como en el túnel que conduce a la FOSSA BESTIARIA del mismo.
Curiosidad 2. Esta también les vendrá de muerte por si al cuñado aún no se le han atragantado las almendritas con que acompaña al whisky. Lo que ven no es de Sevilla, sino la alcazaba de Alcalá de Guadaíra. Esa escalera de madera es falsa o, más bien, un recurso para forrar la que hicieron nueva cuando restauraron el recinto hace pocos años y que es un adefesio de hormigón que entona con el resto del edificio tanto como a un santo dos pistolas. La puerta por donde está entrando el soldado es precisamente la que da acceso a esa escalera, la cual comunica con el adarve.
Curiosidad 4. Aquí tenemos la consumación del auto de fe con la cremación de los malditos herejes, que han situado en el Patio de los Silos del alcázar de Alcalá de Guadaíra. El caserío urbano que se ve tras las murallas es un efecto virtual ya que tras las mismas solo se verían los enormes eucaliptos que hay en lo que antaño fue la villa medieval, terreno que hoy solo está ocupado por la iglesia de Ntra. Señora del Águila. Como ya explicamos en su día, el quemadero del Santo Oficio estaba situado a extramuros, justo donde se encuentra actualmente la majestuosa estatua de nuestro héroe nacional, Rodrigo Díaz, que en su día donó Doña Margaret Huntington a la ciudad a raíz de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Bueno, si con esta serie de gazapos y curiosidades curiosas no logran que sus aborrecidos cuñados se corten las venas longitudinalmente, recurran a la escopeta del abuelo y les endilgan una posta lobera en la caja del pecho y aquí paz y después gloria, amén de los amenes.
Es tiempo de merendar y de ponerme la manta eléctrica en el maldito cogote, a ver si estas malvadas dejan de soliviantarse y las adormezco.
Hale, he dicho
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