sábado, 10 de abril de 2021

CURIOSIDADES: EL SS-OBERSTURMBANNFÜHRER GARCÍA

 

García Valdajos con el uniforme de las SS. En el cuello vemos el
parche de SS-Obersturmführer (teniente)

Sí, suena a chiste, pero como que no. De hecho, los aficionados a la 2ª Guerra Mundial posiblemente ya hayan intuido de qué va la cosa, pero lo más probable es que la mayoría piensen que se trata de un desvarío producido por la musa, esa malvada ingrata que, como suele ser habitual por esta época del año, me deja la sección creativa de la sesera más mustia que un bonobo en la Antártida, donde no hay plátanos y hace un frío que pela. Aparte de eso, unos problemillas familiares me tienen bastante disperso porque, las cosas como son, los que de verdad viven del carajo son los tigres, que no quieren saber nada de nadie, su existencia se desarrolla en la más absoluta soledad y solo se arrejuntan un par de días al año para refocilarse con la tigresa del barrio, tras lo cual le largan el consabido "si te vi no me acuerdo" y retornar a su apacible existencia.

Bien, el ciudadano García del que hablamos es Rufino Luis García Valdajos, un auténtico y verdadero friki de la guerra cuya ajetreada existencia daría lugar a varias pelis molonas o incluso a una miniserie si no fuera porque el ciudadano García combatió con los nacionales durante nuestra guerra fratricida y, para remate, no dudó en largarse a Rusia a agradecerle personalmente al padrecito Iósif la ayuda prestada- mejor dicho, vendida por unos cientos de toneladas de oro de la reserva del Banco de España- en dicho conflicto. Sí, ya sé que el ciudadano García fue uno más de los 47.000 paisanos que se fueron al quinto carajo a seguir pegando tiros, pero su caso es más especial porque hablamos de un español en las SS. De hecho, no fue el único, pero es junto con Miguel Ezquerra de los más conocidos. Como ya hemos visto en los artículos que dedicamos a la formación de este siniestro cuerpo desde su cometido primigenio como guardia de corps del ciudadano Adolf hasta ser unidades militares de élite, las SS eran una especie de reserva genética con la que el Reichsführer pretendía llenar el planeta de especímenes absolutamente arios. 

Bronislav V. Kaminski (1899-1944) Este prenda
también daría para una serie y tres palículas, pero
de psicópatas en plan "Matanza de Tejas"

Sin embargo, cuando las cosas empezaron a ponerse chungas y los especímenes selectos empezaron a escasear, el ciudadano Adolf olvidó temporalmente sus escrúpulos raciales y permitió que cualquiera lo suficientemente chalado, fanático o, simplemente, aburrido de la vida, se alistara en las Waffen SS para fardar de uniforme guay y palmarla como un auténtico y verdadero héroe por el Reich de los Mil Años que estaba ya a punto de irse a hacer gárgaras. No sé dónde pudo encontrar pureza racial en los miembros de la Indische Freiwilligen Legión, nutrida obviamente por súbditos hindúes, o la 13ª Gebirgs-Division "Handschar" formada por bosnios y croatas musulmanes, para no hablar de la tenebrosa SS-Sturmbrigade RONA, formada por "untermenschen" rusos y dirigida por el aún más tenebroso Bronislav Vladislavovich Kaminski, un psicópata de manual empeñado en hacer la competencia a Oskar Dirlewanger, pero es posible que los eugenistas del partido encontrasen algún parentesco con los arios remontándose unos cuántos miles de años para justificarlo. Sea como fuere, lo cierto es que cuando hace falta personal se deja uno de chorradas y se acepta a todo quisque con tal de que tenga operativo un dedo para disparar y un ojo con el que apuntar.

Bueno, a lo que vamos...

El ciudadano García era uno de esos sujetos "nasío pa matá", porque la cosa bélica le tiraba mogollón. Nacido en Tordesillas en mayo de 1918 en el seno de una familia acomodada y absolutamente católica, se apuntó en la Falange siendo un adolescente, por lo que cuando empezó la guerra civil acababa de cumplir 18 añitos. Afortunadamente, el estallido del conflicto pilló a la familia García Valdajo en su pueblo, donde se habían ido a pasar las vacaciones estivales porque, en realidad, llevaban viviendo en Madrid desde 1923. O sea, que si el destino no les hubiese sido favorable pues nuestro hombre habría acabado seguramente en alguna cheka o paseado por algún grupúsculo de milicianos por su pertenencia a Falange, pero estos tipos tan belicosos suelen tener bastante suerte por lo general. Ya saben eso de que AVDENTES FORTVNA IVVAT. Inicialmente se sumó a la Guardia Civil como voluntario, que en aquellos momentos hacía falta personal para purgar los pueblos que iban cayendo en manos de los nacionales. Un mes más tarde, en agosto de 1936, se unió a la Bandera Castilla, una de las muchas milicias que se formaron con miembros de Falange y Requetés, similares a las milicias del bando opuesto organizadas por comunistas, anarquistas, etc. y que, debido a su fanatismo político, solían ser tanto unos como otros bastante expeditivos.

El general Orgaz, "inventor" de los alféreces provisionales
y organizador de las academias de los mismos. En el pecho
luce la insignia que él mismo diseñó y que llevó desde junio
de 1938, cuando Franco lo nombró "alférez honorario"

El 11 de enero de 1937 pudo ingresar en la Academia de Alféreces Provisionales de Granada- había otras en Sevilla, Burgos y Ávila-, cuando aún le faltaba casi año y medio para cumplir los 20 años mínimos exigidos para ingresar en dicha academia, pero cómo los provisionales caían como moscas debieron hacer la vista gorda tanto con él cómo con muchos otros. Sus índices de bajas eran tan abrumadores que se hizo famoso un remoquete que decía "alférez provisional, cadáver efectivo: la primera paga para el uniforme, la segunda para el entierro", así que ya pueden hacerse una idea de cómo estaba el patio. En fin, tras pasar la guerra sirviendo en los frentes de Madrid y Extremadura en el Batallón de Cazadores del Serrallo Nº 8, al término de la masacre decidió quedarse en el ejército, que por lo visto era lo que de verdad le gustaba. Según me contó mi venerable abuelo, que también combatió como alférez provisional, al acabar la guerra les daban la opción de hacer un curso de transformación en la academia de Zaragoza y pasar de la escala de complemento a la escala regular como teniente, que es lo que haría el ciudadano García. Lo destinaron a Madrid, donde su familia pudo volver tras la guerra, y allí pasó apaciblemente el tiempo hasta que una nueva llamada a las armas lo puso muy contentito porque, como ocurrió con muchos hombres, el ciudadano García debió convertirse en realidad en un inadaptado, gente que por haberse visto enfrentados a diario con la muerte desde muy jóvenes ya no concebían otra forma de vida.

Partida del primer contingente de voluntarios de la División Azul
La petición de voluntarios para largarse a Rusia a devolver la visita al padrecito Iósif fue de lo más exitosa. La proclama del cuñadísimo Serrano Suñer (en realidad, concuñado de Franco. Estaba casado con Zita, la hermana de Carmen Polo) asegurando que "Rusia es culpable" hizo que decenas de miles de hombres muy motivados ideológicamente, además de muchos que veían en esta movida la oportunidad de "lavar" su pasado, tanto político como criminal, se apuntaran a la fiesta. Y entre ellos estaba el ciudadano García, que por lo visto se aburría como un galápago con la vida cuartelera en la capital. Sin embargo, inicialmente le fue denegado sumarse a la División Azul por estar cubierto el cupo de oficiales, así que se tuvo que chinchar y permanecer en Madrid ávido de vísceras comunistas. Tuvo que esperar hasta septiembre de 1942 para poder alistarse, y buena muestra de su pertinaz obsesión por ir a Rusia es que lo hizo como soldado raso ya que cómo oficial no podía. Así pues, se quitó las dos estrellas de la bocamanga y se largó con sus colegas de una nueva hornada de voluntarios a Logroño, desde dónde partieron hacia Alemania el mes de noviembre siguiente cruzando por la Francia ocupada y luciendo ya los galones de cabo.

Tropas españolas en Krasni-Bor. 5.900 hombres contuvieron el avance
de 44.000 soviéticos apoyados por un centenar de carros de combate
y 800 piezas de artillería

En Rusia, el ciudadano García debió disfrutar como un enano, porque no se perdió una sola movida de las gordas incluyendo la suntuaria escabechina de Krasni-Bor, donde los divisionarios españoles demostraron que una desproporción de diez a uno no era suficiente para meterlos en cintura y, al parecer, sirvió para convencer definitivamente al ciudadano Adolf que invadir España para apoderarse de Gibraltar no era una opción sensata. Decía que "no se puede entrar España sin permiso de los españoles", y bastantes frentes tenía abiertos como para vivir en sus propias carnes las tribulaciones que padecieron los violadores y saqueadores de tumbas enviados por el enano corso 130 años antes. En noviembre de 1943, a la vista del cariz que tomaba la guerra más la presión política de los aliados sobre Franco, hicieron que éste se viera obligado a repatriar a la ya famosa 250 división, pero hubo muchos españoles que aún no habían tendido bastante y optaron por permanecer en el frente ruso chinchando al padrecito Iósif.

A la izquierda vemos al coronel Antonio García Navarro (1890-
1985), que se hizo cargo del mando de la Legión Azul

Entre dos y tres mil ex-divisionarios pasaron a formar la Spanische Freiwilligen Legion (Legión de Voluntarios Españoles), o Legión Azul, donde el ciudadano García sirvió como suboficial. Pero esta unidad tuvo una vida operativa más bien corta, y en marzo de 1944, apenas cinco meses después de liquidar la División Azul, fueron retirados del frente y enviados al campo de maniobras de Stablack, cerca de Königsberg, en Prusia Oriental, para ser debidamente reagrupados y preparados para su repatriación. Sin embargo, nuestro hombre aún seguía pensando que no había pegado bastantes tiros ni liquidado bastantes comunistas, así que optó por desertar del contingente que se encaminaba hacia España en ferrocarril. El 3 de junio de aquel mismo año se envió un oficio a Madrid informando que el día 5 de abril 52 fulanos habían tomado las de Villadiego tirándose del tren en las cercanías de Hanau, por lo que oficialmente eran considerados como desertores y entre ellos estaba, como no podía ser menos, el ciudadano García, que junto a sus colegas se personaron en la oficina de reclutamiento de la Wehrmacht que les pilló más a mano. De allí los remitieron al Quartier de la Reine, un vetusto acuartelamiento donde se agrupaban todos los españoles que pasaban la frontera de estrangis para unirse al ejército alemán. Recordemos que Franco había pasado un año antes de la "no beligerancia" a "qué mal me cae Adolf", por lo que cruzar la frontera para unirse a un ejército extranjero estaba feo y, además, era un delito chungo. Pero había mogollón de falangistas, carlistas y franquistas con ganas de acción, así que la afluencia de súbditos españoles no era un goteo, sino más bien un chorreo.

Postal que muestra el Quartier de la Reine hacia 1917, cuando
servía de acantonamiento a una unidad ferroviaria

Diez días más tarde, el ciudadano García es nuevamente enviado a Stablack con cuarenta camaradas, arribando a su nuevo destino el día 20. Una vez allí, nuestro belicoso paisano recupera su rango de teniente y es cuando comienza su peculiar travesía como miembro de las SS y el SD. Al parecer, lo de pasar a formar parte de estas unidades no fue cosa suya, sino un ofrecimiento de los tedescos para, aprovechando su obvio conocimiento sobre el tema, ayudar a combatir a los maquis de la Resistencia, donde habían ido a parar muchos excombatientes republicanos cuando tuvieron que salir de naja al término de la guerra en España. Junto a él tomó parte en estas actividades su compañero de fatigas Ricardo Botet Moro, que había servido como sargento en la División Azul y que, al igual que el ciudadano García, se había negado a volver a España. Tras pasar el verano de 1944 desempeñando acciones contra el maquis en Normandía, en octubre es enviado a Berlín, donde contacta con el general Wilhelm Faupel, ex-embajador alemán en España y director de Iberoamerikanische Institut, un organismo cuya verdadera misión era coordinar a los españoles que combatían en Alemania contra las órdenes del Caudillo, que ya había pasado del "qué mal me cae Adolf" al "yo no conozco de nada a ese sujeto".

Ricardo Botet Moro luciendo en el cuello
el distintivo de SS-Oberscharführer

Y mientras trapicheaba con el ex-embajador, por mediación de Botet nuestro hombre conoció al famoso líder del partido rexista y mandamás del nazismo en Bélgica, León Degrelle, que en aquel momento estaba formando la que sería la 28ª SS-Division "Wallonien". Botet había conocido a Degrelle cuando el español actuaba como traductor de francés y alemán en el legendario hotel Adlon, en Berlín, tomando buena nota de que el belga estaba buscando como loco voluntarios para su división, hasta el extremo de que no le importaría admitir en ella a los españoles que andaban un tanto dispersos en unidades de todo tipo tras su deserción. Nadie mejor que el ciudadano García para captar al mayor número posible de paisanos para, siguiendo las instrucciones de Degrelle, formar una compañía de españoles en su división, la cual quedaría bajo su mando con los suboficiales Botet, Lorenzo Ocaña y Rafael Lafuente como subalternos con el rango de SS-Oberscharführer, que equivalía al brigada del ejército español. El número de efectivos españoles en la "Wallonien" no está claro, como no podía ser menos, barajándose cifras dispares que van desde los 240 hasta los 400 hombres. En todo caso, la fuente que se considera más fiable es la del SS-Untersturmführer Albert Steiver, que confirma un máximo de 240 efectivos que, debido a los continuos combates en que se veían comprometidos, disminuyeron de forma notable a medida que avanzaba la guerra o, mejor dicho, se aproximaba el fin de la guerra.

Miguel Ezquerra (1913-1984) en su domicilio
madrileño  ya en plena vejez

Con todo, a pesar de que no estaba el horno para bollos y que la "Wallonien" estaba zambullida en todos los fregados para contener el avance aliado, incluyendo la ofensiva de Las Ardenas, el ciudadano García se prendó de una tedesca llamada Jutt María von Lutzon, por lo que tuvo que trasladarse a Berlín a cumplir con los requerimientos de la SS Rasse und Siedlungshauptamt, la Oficina de Raza y Asentamiento de las SS que investigaba los orígenes raciales de los novios para corroborar que la preciosa sangre aria no se vería contaminada por genes raritos. Dudo mucho que el ciudadano García fuese un ario de cabo a rabo, pero supongo que sus méritos bélicos permitieron que no le pusieran muchas pegas. Tras cumplir con sus deberes raciales y poner contentita a la tedesca con su furia ibérica, a principios de 1945 nuestro hombre se reincorporó a su destino, donde apenas quedaban un centenar o poco más de españoles que fueron agregados a la Einheit Ezquerra, una unidad formada por dos compañías al mando de otro ex-combatiente de la División Azul, el SS-Hauptsturmführer Miguel Ezquerra Sánchez, un aragonés del mismo pelaje que el ciudadano García que, privado del mando, fue encargado de actuar como enlace entre la unidad y el mando de las SS.

Dos elementos de cuidado: León Degrelle junto a
Otto Skorzeny. La foto se tomó en los años 50 en
España, donde ambos hallaron refugio tras la guerra

Los pocos españoles que quedaban operativos, fieles a la ancestral testarudez hispánica, fueron más leales al ciudadano Adolf que muchos de sus más allegados, que no dudaron en salir echando leches cuando los soviéticos llegaron a los arrabales de Berlín. De hecho, combatieron hasta las puertas de la cancillería codo con codo junto a miembros de la "Wallonien" y de la Legión Letona. Cuando el Reich de los Mil Años se derrumbó y el ciudadano Adolf partió de este mundo con una pastilla de cianuro y un disparo en la boca (no quiso fallar porque sabía lo que le esperaba si lo trincaban con vida), nuestro hombre se quedó totalmente perdido en un Berlín lleno de rusos victoriosos y ávidos de venganza. Durante unos días anduvo merodeando de un lado a otro, intentando escaquearse hasta llegar a la embajada española para pedir refugio, pero se la encontró ocupada por tropas españolas que, al contrario que él y sus compañeros, se habían unido al Ejército Rojo. Finalmente, pudo poner tierra de por medio haciéndose pasar por uno de los trabajadores forzosos que habían sido enviados a Alemania para cubrir la carestía de mano de obra para la industria bélica.

A la vista de esta foto se convence uno de que es cierto
eso de que no hay lugar en el mundo sin una tumba
española

Como pudo, logró alejarse de la zona controlada por los soviéticos, iniciando un periplo por diversos campos de refugiados procurando en todo momento no ser identificado como miembro de las SS, porque entonces lo tenía crudo. Finalmente, el 14 de diciembre de 1945 pudo cruzar la frontera franco-española en Irún, y cinco días más tarde se presentó en su antiguo destino de Madrid como si fuera un recluta que ha faltado a la lista de retreta. No lo recibieron precisamente como un héroe, sino todo lo contrario. El ciudadano García era un puñetero desertor y, peor aún, se había negado a obedecer las órdenes del Caudillo, que sufrió presiones de los aliados durante toda la guerra precisamente a causa de los contingentes de españoles que, a pesar de las órdenes recibidas, fueron a su bola y siguieron dando guerra. De hecho, no solo se enfrentaron a los rusos y a los maquis gabachos, sino también con yankees y con todo el que se les puso delante. Dos años lo tuvieron empapelado por aquella historia pero, al cabo, los mismos oficiales que formaron parte del consejo de guerra estarían más por la labor de darle un aplauso que meterle un paquete, así que el 1 de marzo de 1947 fue absuelto y todos contentos.

En fin, esa fue la curiosa historia del SS-Obersturmbannführer (teniente coronel) Luis García Valdajos que, como habrán podido comprobar y como comenté al principio, da para una serie molona. Tras retomar la vida civil se dedicó a negocios vinateros y a desempeñar cargos de gerifalte falangista. Palmó en Madrid en octubre de 1988, e imagino que no habría sido precisamente aburrido pasar una tarde con el ciudadano García escuchándole narrar sus batallitas.

Bueno, vale por hoy, que ando más liado que una puñetera persiana.

Hale, he dicho 

Sobran los comentarios. A los tedescos, ni en sueños se les ocurriría montar un chiringuito de coña en pleno frente, y encima adornado con una bomba de aviación


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