martes, 10 de mayo de 2022

DEFENSA PERSONAL. PISTOLA Vs. REVÓLVER

 

Está de más decir que una escena como esta es impensable en España. En ella vemos como varios probos ciudadanos- y ciudadanas, naturalmente- de todas las edades y constitución física entrenan con sus armas de fuego para adquirir la destreza necesaria y poder así proteger sus vidas, las de sus familias incluyendo al chucho y sus patrimonios de los criminales cuyos derechos protegemos por ley.

Sí, la malvada ingrata sigue desaparecida. Pero bueno, ya volverá, y si no vuelve pues tampoco pasa nada. Por lo tanto, seguiremos recurriendo a articulillos que no requieran mucha enjundia porque, debo reconocerlo, estoy en plan piltrafilla a causa de mi innata abominación a los cambios estacionales. Y como no es plan de seguir dando la matraca con las paranoias del camarada Vladimiro, que por cierto se está cubriendo de gloria, pues hoy hablaremos de algunas chorraditas sobre armas cortas que posiblemente muchos desconozcan. Son pijadas de escasa relevancia pero que vendrán muy bien para lo que debe ser nuestra principal misión en esta vida: chinchar cuñados sabiondos. Bueno, procedamos...

El debate entre los defensores de revólveres y pistolas como armas de defensa personal es tan interminable como las discusiones bizantinas en las que se pretendía dirimir el sexo de los ángeles. En España, dónde la legislación sobre la tenencia de armas cortas es una de las más restrictivas del mundo y, encima, la eximente completa por defensa propia es más improbable que acertar la combinación ganadora de la Primitiva, pues no es una cuestión que preocupe demasiado al personal. Más aún, colijo que más de uno preferiría no tener un arma a mano para repeler una agresión ya que es de todos sabido que en este vapuleado país se valoran más los derechos del victimario que los de la víctima, y pegarle dos tiros a un bondadoso ladrón, para no hablar de un beatífico asesino, es la mejor forma de acabar en la trena una larga temporada porque, como es lógico, el criminal es un pobre descarriado al que la malvada sociedad capitalista ha obligado a tomar el camino desviado sin que nadie se haya dignado redimirlo. 

No obstante, en otros países mucho menos guays y enrollados que el nuestro sí se concibe que un ciudadano decente pueda defender su vida y la de los suyos contra un probo canalla miserable y dejarlo seco metiéndole una bala en el cráneo, y es en esos países dónde el mentado debate subsiste y subsistirá hasta que llegue el momento de volver a las hachas de piedra y los garrotes. Así pues, iremos enumerando los principales defectos y virtudes de cada arma y que cada cual saque sus conclusiones si bien no le servirán de gran cosa porque aquí, por no poder, no se puede ni usar una navajita frutera para repeler a un agresor armado con un destornillador de dos palmos de largo porque, como es lógico, la navajita frutera es un arma letal mientras que el destornillador es una inofensiva herramienta propia de honrados aflojatornillos. 

Dos cajas de munición como esta forman la ridícula dotación de
cartuchos que la ley permite adquirir anualmente. Como para ir a
una guerra, vaya...

Dicho esto, lo cierto es que la inmensa mayoría de los sufridos aspirantes a víctima creen que para defenderse con un arma corta basta con ir a una armería, comprar la cacharra más chula y más baratita, una funda y los cien ínfimos cartuchos que la legislación actual permite adquirir ANUALMENTE a los poseedores de la licencia tipo B. Sí, cien, no se me descojonen. Antes solo permitían 25, o sea, para llenar tres cargadores de 8 cartuchos AL AÑO. Esto da una idea bastante clara del concepto de defensa personal que tenemos en España, donde el número de cartuchos para caza menor es ilimitado y se pueden tener en casa hasta 5.000, y si se trata de munición para caza mayor es de 1.000 al año. Absurdo, pero es que en España no hay gobierno que no le tenga pavor a una población armada aunque, como son políticos ergo ignaros parasitarios, no se enteran de un detallito inane: un cartucho de perdigones disparado a corta distancia es muchísimo más letal que una bala de 9 mm. A las distancias normales en que tienen lugar las situaciones de defensa personal, menos de 5 o 6 metros cuando no literalmente a bocajarro, un cartucho de calibre 12 cargado con 34 gramos de perdigones del 5 le volatiliza literalmente la cabeza a un agresor, le puede arrancar de cuajo un brazo o abrirle un boquete en la caja del pecho por el que cabe una pila de las gordas. O sea, que un disparo con la escopeta del abuelo es muchísimo más peligroso y dañino que uno con un arma corta chulísima de la muerte, de esas con linternita debajo, miras de puntero láser, optrónicas, réflex o cualquier otro tipo a cuál más guay y un grifo delante del guardamonte por donde sale güisqui del bueno.

Cooper desenfundando su inseparable Colt 1911. Creo que hasta
se duchaba con ella

Obviamente, los botarates que legislaron esa sarta de memeces no tuvieron en cuenta que un ciudadano con un arma corta encima necesita entrenar con ella para no ser un peligro para sí mismo y para los demás, y que 100 cartuchos no dan ni para una sesión porque, en este caso, no hablamos de pausados entrenamientos de tiro de precisión, sino de lo que se conoce como Recorridos de Tiro, una modalidad de tiro de acción creada por un yankee- cómo no-, que creó escuela en lo tocante a la defensa personal, el coronel Jeff Cooper, del que hablaremos más adelante. O sea, que para entrenar con la sana intención de no convertirse en víctima de uno mismo, habría que federarse con el gasto que conlleva, comprar un arma aparte para practicar esa modalidad ya que las armas de defensa personal son totalmente inadecuadas para eso, y desembolsar además un pastizal en el equipo necesario: funda, cinturones, portacargadores, munición a porrillo o equipo de recarga manual, etc., y puedo dar fe y la doy que el gasto de tanto accesorio es absolutamente suntuario.

Bala tipo brenneke. Las estrías son para imprimirle giro a la misma y
mejorar su precisión. Recordemos que, salvo excepciones, los cañones
de las escopetas son de ánima lisa. Pero esta no es la única, hay infinidad
de diseños a cuál más resolutivo y eficaz

Como ven, todo son facilidades. Sin embargo, el chorizo que se ha agenciado una escopeta recortada solo tiene que ir a una armería donde le venderán la munición que le de la gana incluyendo cartuchos de balas. Sí, las escopetas pueden disparar balas como la que ve en la foto, y doy fe de que son absolutamente devastadoras. En la época en que era un malvado asesino de inocentes animalitos silvestres, antes llamados cazadores, usé y vi usar infinidad de veces este tipo de munición y sus efectos son rotundos. Una recortada de dos cañones cargada con una de esas cosas podría dejar a cualquier agresor en un estado tan lamentable que daría hasta penita al verlo convertido en una despojillo. Por todo ello, como vemos, las leyes hispanas son totalmente contradictorias ya que ponen infinidad de pegas al que quiere un arma para defenderse y se lo ponen a huevo al delincuente que tiene un extenso mercado negro a su disposición y al que, naturalmente, ser condenado por tenencia ilícita de armas le da una higa tanto en cuanto cumplirá la pena al mismo tiempo que la de asesinato, más larga obviamente.

Escopeta recortada. Son más dañinas que un cuñado en pleno
brote psicótico

Por otro lado, portar un arma no garantiza en absoluto la seguridad por una cuestión psicológica bastante chorra pero que, me temo, pocos la consideran cuando se les aparece la Virgen con la licencia tipo B en la mano, porque para que te la den tienes que tener recomendación divina como poco. Bien, nos referimos a algo bastante elemental, pero que pasan por alto la mayoría de los agraciados. La cuestión es: ¿Soy capaz de sacar el arma y pegarle un tiro a un fulano aunque me caiga peor que mi familia política? No es fácil disparar a un homínido aunque sea odioso. Muchos de los que me leen serían incapaces de matar al ratón que les devora el relleno de su butaca predilecta, y hasta compran trampas en las que el animalito queda atrapado para, posteriormente, dejarlo en libertad en cualquier descampado mientras toda la familia aplaude y sonríen contemplando como el ratoncito, al que incluso han bautizado como Romualdo o Luis Alberto, sale cagando leches en busca de un agujero donde meterse. ¿Alguien así sería capaz de volarle la tapa de los sesos a un fulano que esgrime una navaja enorme ante su misma jeta? Dúdolo.

Pero hay otra cosilla más a considerar, y es que si el agresor atisba la más mínima flaqueza o falta de decisión, y tengan por seguro que se percatará de ello tanto en cuanto son gentuza habituada a verse implicada en situaciones de ese tipo, no dudará en desafiarnos e incluso intentará arrebatarnos el arma. Si lo consigue, y no sería el primero, no solo se encontrará con una pistola gratis con la que perpetrar multitud de fechorías, sino que puede que incluso le suelte un balazo, bien durante el forcejeo, bien porque el homínido agresor está un poco alterado anímicamente debido a un preocupante síndrome de abstinencia y su autocontrol está bajo mínimos, así que no se complica la vida y le mete un tiro en la barriga a la víctima para asegurarse de que su capacidad de reacción habrá sido neutralizada. Ojo, esto sale mucho en las pelis, pero me temo que ocurre muchas más veces de lo que imaginan. Repito: disparar contra alguien no es fácil. Nada fácil, puedo asegurarlo.

José Lomas, de 77 años, se enfrenta a 15 de prisión por
librar a la sociedad de un criminal que entró a robar en su sacrosanto
hogar, por lo que lo despachó de un escopetazo. Sr. Lomas, gracias
por su valor y suerte con la "justicia" de los cojones

Con todo, imaginemos que el sujeto no se deja alobar por el miedo y, gracias a que se ha preocupado de saber manejar su arma, es capaz de apuntar con precisión a una zona no letal, como brazos y piernas- ojo, un tiro en la pierna te pilla la femoral y vacías en segundos-, pero para eso hay que reunir una serie de cualidades que no todos tienen aunque quieran: valor, decisión y frialdad. ¿Todo el que lleva encima un arma las tiene? ¿Portar un arma confiere esa serie de virtudes sin más? Ni hablar, portar un arma solo añade peso en la cadera derecha y una sensación de seguridad o, mejor dicho, de falsa seguridad si no tenemos claro que estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias llegado el caso. Y a eso tenemos que añadir que una persona decente, además de tener miedo al agresor que va hasta las cejas de farlopa y no tiene nada que perder, tiene miedo a la ley, a acabar en la trena y a jugarse el pan de su familia si le cae- que le caerá fijo- una condena por defenderse de un hijoputa que, para colmo, hasta tendrá un leguleyo de esos que aspiran a ser estrellas del firmamento judicial y que convertirá al victimario en víctima, le sacará al pseudo-agresor una indemnización suntuaria e incluso recurrirá a alguna ONG tipo "Redentores de Despojos Sociales en Acción" para que le den una paguita.

En resumen, que ir armado no garantiza nada si el ciudadano no tiene claro que si saca el arma tendrá que usarla en caso de que el agresor no se vea intimidado, que tendrá que matarlo si se muestra especialmente agresivo o también dispone de un arma de fuego, y tendrá que asumir el costo que tiene aliviar al mundo de la presencia de un sub-humano que, aunque lo hayan detenido 274 veces y haya pasado dos tercios de su vida en el trullo, tiene más derechos que la gente decente frita a impuestos y que las pasa putas para llegar a fin de mes. Los políticos, cómplices por omisión de los homínidos, no se tienen que preocupar de eso ya que viajan en coches blindados y hasta van a mear acompañados de fulanos de "incógnito" vestidos de negro, con el cráneo rapado y pinganillo en la oreja para que todo el mundo sepa quiénes son los escoltas y poder así liquidarlos los primeros. ¿Nunca se ha preguntado cómo es posible que a los políticos nunca los atraquen, les violen a sus parientas o hijas o les pongan una navaja en el pescuezo en un callejón para robarles el reloj y la cartera? ¿O, caso de ser políticas, cómo es que nunca les dan un tirón o las violan una banda de menas para encima filmarlo todo y colgarlo en las redes sociales? Qué raro, ¿verdad? Todo le pasa a la gente normal, pero a los parásitos nunca o casi nunca, qué cosas...

Sí, ya sé que alguno se morirá de ganas de dejarme en los comentarios donde ya nadie puede comentar eso de que sí ha habido víctimas entre los políticos. Ya, ya sé qué hay algún que otro voluntarioso defensor de esos sheriffs de Nottingham redivivos, pero esos fueron víctimas de terroristas, no de delincuentes comunes, y si el terrorismo duró lo que duró fue precisamente por falta de voluntad de los políticos para cercenar de raíz el problema. Por muchos homínidos que haya con la boina atornillada y la neurona llena de paranoias identitarias, con la formidable fuerza del estado y los medios de que dispone podían haberlos aplastado como cucarachas, pero el político prefiere palmarla antes que ser señalado como un vulnerador de los derechos humanos de los inhumanos, así que a otro con ese cuento. Sea como fuere, el terrorismo se sale de los conceptos que tratamos hoy, así que lo dejamos de lado. Este párrafo es solo una réplica a posibles mentes atribuladas por mi postura tan radical al respecto. 

Bueno, creo que estos pormenores ya los tenemos claros, así que vamos al meollo de la cuestión. Mientras dormitaba ante la caja tonta, un arcángel se le ha aparecido al fulano del Ministerio del Interior que tramita las peticiones de licencias tipo B, lo ha amenazado con una espada llameante, el fulano se ha despertado con los cojones en la garganta y, nada más llegar a su tabuco, rebusca en las montañas de expedientes hasta dar con nuestra petición y le da curso. Damos por sentado que somos unos ciudadanos valerosos, decididos y dispuestos a usar el arma de defensa personal si nos vemos obligados a ello; además, nos hemos apuntado en la Federación de Tiro Olímpico para poder entrenar con regularidad y adquirir un mejor control sobre nuestra arma, así como la destreza necesaria para usarla en situaciones de todo tipo, por lo que es la hora de meditar profundamente en compañía de nuestra amada butaca y con el esmarfon apagado cuál es la opción más acertada. ¿Pistola o revólver? He ahí el dilema.

Bueno, ya me he cansado de disertar porque este introito más que introducción ha sido una filípica en toda regla, así que dejamos el debate sobre el dilema para la siguiente entrada.

Hale, he dicho

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