viernes, 19 de junio de 2015

El icónico casco alemán




Cualquier ciudadano aficionado a estos temas belicosos coincidirá conmigo en que, indudablemente, el casco más emblemático y estéticamente más significativo fue el diseñado para el ejército alemán durante la Gran Guerra. Su generoso tamaño y su perfil característico le daban un aspecto formidable y, al mismo tiempo, una austera elegancia germánica que recuerda vagamente a las celadas góticas que tanta difusión tuvieron por toda la Europa Occidental durante el siglo XV. Aunque el ejército del káiser entró en el conflicto con sus cráneos más protegidos que los de sus enemigos gracias al pickelhaube fabricado con cuero hervido, ya en 1915 se dieron cuenta de que el nivel de bajas por heridas en la cabeza era escandalosamente elevado. Un 80% de estas heridas eran producidas por esquirlas de metralla, por las mortíferas bolas de los schrapnells y las piedras y cascotes que llovían sobre las tropas tras cada explosión cercana, las cuales enviaban a diario a cientos de hombres a los hospitales de campaña con heridas de todo tipo, desde simples brechas que se solucionaban con un par de puntos a fracturas de cráneo que podrían ser fácilmente evitables si las germánicas y cuadriculadas testas tedescas eran adecuadamente protegidas por algo más consistente que su elegante pero ineficaz pickelhaube. Cierto es que quedaban sumamente chulos en las paradas militares en Berlín, pero en el frente dejaban totalmente desprotegidos los cogotes, los ojos y los laterales de las cabezas de sus portadores así que, con la habitual eficacia germánica, rápidamente empezaron a buscar una solución al problema. 

El primer intento por proporcionar una protección más adecuada partió de una iniciativa a título personal del general Hans Gaede, jefe del Armeeabteilung B situado en el sector de los Vosgos, cerca de la frontera suiza, en 1915. En realidad no era un casco propiamente dicho, sino una especie de calota con una barra nasal que cubría solo la mitad delantera de la cabeza según podemos ver en la foto de la izquierda. El chisme en cuestión constaba de una guarnición de cuero a la cual se fijaba un casquete de hierro de entre 5 y 7 mm. de espesor que alcanzaba los 2 kg. de peso y, tal como se aprecia en la imagen, para lo único que podía servir era para detener un impacto que viniese de frente y poco más. Se fabricó de forma cuasi artesanal en el parque de artillería de Mulhouse, una población alsaciana que en aquella época pertenecía aún a Alemania, y su producción alcanzó apenas las 1.500 unidades. No obstante, aunque el pseudo-casco ingeniado por Gaede era bastante defectuoso, fue el germen para que los cerebros pensantes del ejército alemán se pusieran en marcha con su habitual eficacia.

Entre noviembre y diciembre de 1915, el ingeniero del Instituto Técnico de Hannover Friedrich Magnus Schwerd, a la sazón capitán del ejército imperial durante la guerra, junto al cirujano August Bier, desarrollaron el que sin duda sería el casco mejor concebido de todo el conflicto, muy alejado del básico y medievalesco diseño del Brodie inglés o del elegante pero blandengue francés del general Adrian. El motivo de elegir a estos dos personajes era una preclara muestra del sentido común: mientras el general Adrian se puso al frente de un equipo de escultores y artistas varios para diseñar un casco ante todo bonito y de corte clásico, los alemanes recurrieron a un médico militar que se pateó mogollón de hospitales para estudiar a fondo las heridas en las cabezas de los soldados, aportando de ese modo los datos necesarios a Schwerd que sería el encargado del diseño y el proceso de fabricación.

Así pues, Bier sugirió que era especialmente importante que el cuello, los laterales de la cabeza y los ojos debían estar bajo la protección del casco, por lo que el diseño resultante fue una calota de generoso tamaño provista de una enorme ala que lo circunvalaba hasta la altura de las sienes. Del mismo modo, una gran visera protegería la frente y los ojos del soldado tanto de la metralla como de los cascotes e incluso del sol y la lluvia. La producción comenzó a cargo de la firma Eisen und Hüttenwerke AG  radicada en Thale, una ciudad perteneciente al distrito de Harz, en el estado de Sajonia-Anhalt, la cual comenzó la fabricación a finales de enero de 1916. En apenas un mes pudieron suministrar las primeras 30.000 unidades, las cuales fueron rápidamente distribuidas entre las tropas del frente Occidental. Para fabricarlo se recurrió a una chapa de 1 mm. de espesor de una aleación de acero y níquel-silicio endurecida a la martensita, lo que proporcionaba al material una dureza increíble. El proceso de manufactura se realizaba mediante prensado en diversas fases que podemos ver en la ilustración superior: partiendo de un disco de acero, tras los pasos que vemos en el gráfico quedaba completado el casco a falta solo de las guarniciones y los gruesos tetones perforados situados en los laterales y destinados como orificios de ventilación y para sustentar el stirnpanzer (foto 4, abajo). El peso una vez concluida cada pieza era de 1,2 kg., y entró en servicio bajo la denominación oficial de stahlhelm M1916, o sea, casco de acero M1916.

La guarnición constaba de un grueso aro de cuero sobre el que se remachaban tres lengüetas bífidas (foto 1) del mismo material provistas de unos bolsillos que se rellenaban con crin (foto 2). Esta guarnición iba fijada al casco mediante tres remaches removibles a fin de poder sustituir dicha guarnición en caso de necesidad. Para regularla según la altura de la cabeza se recurría a un cordel de algodón que pasaba por sendos orificios en los extremos de cada una de las seis lengüetas (foto 3). Los cascos se fabricaban en seis tallas, desde 60 a 70 cm. de diámetro, siendo estampada la medida en el interior del faldón. Esto puede parecer una burrada, pero tenía su explicación la cual no era otra que, gracias al relleno de crin, poder mantener la cabeza separada a unos dos dedos de distancia del casco a fin de que las abolladuras producidas por la metralla no la alcanzaran. Los ejemplares de las tallas 60, 62 y 64 tenían en los tetones laterales un resalte para ajustar el stirnpanzer ya que este añadido, al fabricarse en una sola medida, quedaba un poco grande en las tallas medianas y pequeñas del casco. Por lo demás, para asegurarlo a la cabeza de su usuario iban provistos de un barbuquejo de cuero con dos hebillas fijado a las alas mediante remaches aproximadamente a la altura de las orejas.

Durante la primavera del siguiente año entró en servicio una variante del modelo 1916 que, en realidad, solo aportaba una modificación en lo referente a la guarnición. En este caso, en la del modelo 1917 se había sustituido el aro de cuero por otro aro metálico y, al parecer, a lo largo del tiempo se fueron cambiando las guarniciones gastadas en los cascos modelo 1916 por las del modelo 1917. Aparte de ese detalle, ambos modelos eran idénticos. Lo mismo ocurrió con la versión aparecida en 1918 la cual era igual a la del año anterior con la salvedad de que, en este caso, las presillas para el barbuquejo iban fijadas directamente en el aro de la guarnición. No obstante, en ese mismo año se fabricó una variante que ha sido motivo de debate por su peculiar morfología, la cual podemos ver en la foto superior. 

Se ha afirmado que esta versión con el faldón recortado a la altura de las orejas estaba destinada a los operadores de transmisiones, de forma que el corte les facilitase pegar el auricular de los teléfonos de campaña al oído. Otros aseguraban que se trataba de un casco para caballería ya que el citado corte mejoraba la capacidad auditiva del jinete, pero a esas alturas de la guerra hacía mucho tiempo que la caballería había sido desmontada de sus briosos pencos. En cualquier caso, ambas versiones son erróneas ya el diseño obedecía simplemente a un requerimiento por parte de las tropas, las cuales se quejaban de que el amplio faldón del casco les daba problemas para oír bien. No obstante, también hay quien afirma que la idea era impedir las perforaciones de tímpanos causadas por la onda expansiva de las explosiones, la cual quedaba aprisionada entre la cabeza y el faldón del casco. En cualquier caso y fuere el motivo que fuere el que hizo llevar a cabo este modelo, la cosa es que solo se fabricaron unas 2.100 unidades en la talla 64, las cuales fueron manufacturadas por la Eisen und Hüttenwerke a partir de agosto de 1918.


Casco Marte IV del ejército español
En fin, esta es grosso modo la historia de este icónico casco el cual siguió evolucionando a raíz del rearme alemán llevado a cabo por Hitler durante los años 30. En 1935 fue sustituido por una nueva versión más ligera con la visera y el faldón de un tamaño más reducido, siendo este modelo el que, indudablemente, ha pasado a convertirse en el mayor símbolo del belicismo en todo el mundo. Pero lo que sí está claro es que el diseño creado por Bier y Schwerd se ha mostrado como el más eficaz de todos los tiempos ya que los modernos cascos de kevlar al uso en los ejércitos actuales se rigen exactamente por el mismo patrón con mínimas variaciones, lo que indica de forma palmaria la perfección del mismo.



Algunas curiosidades curiosas


1. Los aliados de Alemania adoptaron también el stahlhelm. En el caso del ejército austro-húngaro, adquirieron alrededor de medio millón de unidades del modelo 1916 si bien al año siguiente compraron la licencia de fabricación. El modelo austriaco se fabricaba en cuatro tallas, de la 62 a la 68, y la única diferencia apreciable con el alemán radicaba en el barbuquejo, fabricado con lona de color kaki.


2. Del mismo modo, el ejército turco hizo uso del modelo 1916 y de una versión del modelo 1918 con el faldón y la visera recortadas sobre el que hay un debate bastante intenso ya que se pensaba que la eliminación de la visera obedecía a cuestiones religiosas. Al parecer, los motivos de esta modificación eran similares al modelo de faldón cortado alemán: las tropas se quejaban de que era excesivamente pesado, así como que la visera y el amplio faldón les restaban visibilidad y capacidad auditiva. En cualquier caso, solo se entregaron 5.400 unidades y el ejército turco prefirió de forma mayoritaria seguir con su tradicional y característico bashlik. No obstante, aunque muchos afirman que el modelo recortado no llegó a entrar en servicio, hay fotos como la que vemos arriba que demuestran lo contrario.  


3. La pintura con que eran entregados los cascos era de un color gris verdoso satinado, si bien no había una estandarización en la tonalidad del mismo. De lo que no se dieron cuenta hasta inicios de 1917 es que dicha pintura emitía algunos reflejos tanto de día como a la luz de la luna, por lo que se suministraron fundas de lona gris para mitigar dicho efecto. En 1918 se optó por un esquema de camuflaje con una base en verde y figuras geométricas de color marrón y ocre perfiladas en negro. En todo caso, tampoco había un patrón fijo ya que los cascos en servicio en color gris eran pintados en el mismo frente, así que cada cual le daba un aspecto distinto.

4. El stahlhelm fue el casco más pesado usado en todo el conflicto. Contra los 1,2 kg. del mismo, el Adrián francés pesaba solo 760 gramos mientras el Brodie británico solo alcanzaba los 590 gramos. Obviamente, el nivel de protección del modelo alemán superaba con creces al que ofrecían los modelos enemigos por razones obvias. 


5. El casco modelo 1916 se convirtió en un símbolo tan arraigado en los tedescos que una de las organizaciones paramilitares más importantes surgidas en Alemania tras la derrota llevó ese mismo nombre: stahlhelm, también conocidos como Liga de Soldados del Frente. Esta organización acabó fusionada con las SA nazis tras la llegada al poder de Hitler en 1933. De hecho, hasta el inefable Göring se fotografió con uno de ellos en 1923 cuando era el mandamás de las tropas de asalto del partido. 

6. La vida operativa asignada a estos cascos era de 25 años.


7. Se llegó a fabricar un curioso híbrido del modelo 1916 y el casquete Gaede, aunque en un número muy reducido. De hecho, las unidades distribuidas fueron mínimas si bien hay alguna foto del frente en el que aparecen. Básicamente era un casco 1916 con la característica barra nasal del Gaede y, como podemos imaginar, aparte de las dificultades para su fabricación tampoco aportaban nada especial en lo tocante a la protección de su usuario, de ahí su nula repercusión. Eso sí, a nivel coleccionista son rarísimos y muy difíciles de conseguir.



8. La producción del modelo 1916, la más numerosa, superó los siete millones de unidades. Con la entrada en servicio del modelo 1935, muchos de ellos acabaron coronando las testas de las temibles unidades de SS cuando aún eran un cuerpo paramilitar en ciernes. Pintados de negro y con los distintivos del cuerpo a cada lado del casco, la verdad es que eran chulísimos de la muerte, las cosas como son. De hecho, es el casco en el que se inspiraron para diseñar el del malvado Darth Vader. 

Bueno, ya me he enrollado bastante.

Hale, he dicho 


A este desdichado no le sirvió de gran cosa la protección que le brindaba el casco





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