sábado, 20 de junio de 2015

El primer carro lanzallamas




Apostaría mis regias barbas a que al leer el título de la entrada más de uno daba por sentado que, como no, el primer carro lanzallamas era alemán. Pues no, nada de alemán. Para asombro de vuecedes, fue un invento de los italianos, unos sujetos que desde la caída de su imperio no han dado mucho que hablar militarmente hablando. Sin embargo, en este caso fueron los primeros en poner en liza un vehículo acorazado provisto de calcinadores portátiles, idea esta que, está de más decirlo, copiaron rápidamente los tedescos si bien de sus inventos ya tocará hablar en mejor ocasión. Hoy se merece una entrada para él solito el pequeño CV-33 que inauguró esta adaptación de una de las armas más terroríficas que han entrado en combate hasta nuestros días: los lanzallamas. Bueno, al grano...

Limpiando una trinchera enemiga
Según vimos en la entrada dedicada a estas armas, los lanzallamas se mostraron especialmente eficaces a la hora de desincrustar a los enemigos de sus fortificaciones a las que se agarraban como garrapata en pellejo perruno. Al ser prácticamente invulnerables al armamento convencional, solo restaba hacerles ver que, o salían echando leches de sus refugios, o serían bonitamente cremados a base de rociadas de gasofa ardiente. Obviamente, los portadores de los lanzallamas corrían sus riesgos ya que los enemigos no se quedaban embobados esperando a que los convirtiesen en torreznos, y el nivel de exposición que debían sufrir para alcanzar las angostas troneras de las casamatas era muy elevado, y muchos de ellos palmaron como héroes acribillados a tiros o volados en pedazos en plena acción a base de granadas de mano .

Benito, en pleno éxtasis místico, discursea a las tropas
encaramado en un CV-33 adoptando una de sus
características poses heroicas durante
la campaña de Etiopía
Tras los felices 20 y con la llegada de la década de los 30, mientras que los germanos rumiaban mil venganzas bíblicas por la humillación sufrida tras su derrota en 1918, los únicos europeos que andaban metidos en fregados internacionales eran los italianos los cuales, guiados por el inefable duce, pretendían hacer ver al mundo que resurgían de sus cenizas y que una nueva era imperial se estaba gestando. Para ello, qué mejor que invadir un país birrioso con un ejército del neolítico como era el de Etiopía, al cual arrollaron en una campaña de siete meses que abarcó desde octubre de 1935 a mayo del año siguiente. Y en este contexto es donde se desarrolló el invento en cuestión aprovechando un pequeño carro de asalto cuyas características veremos a continuación.

Carden Loyd Mk. VI
En 1929, el Regio Esercito adquirió veinticinco vehículos acorazados ligeros Carden Loyd Mk. VI para su evaluación. Eran lo que se suele denominar vulgarmente como "tanquetas", o sea, unos pequeños blindados provistos de armamento ligero destinados a la exploración y reconocimiento o a llevar a cabo avances fulgurantes con el apoyo de la infantería, rompiendo las líneas enemigas e infiltrándose entre las mismas aprovechando su velocidad y la mínima defensa que proporcionaba a su tripulación el blindaje del vehículo, capaz de detener solo el fuego de armas ligeras como fusiles o ametralladoras. Básicamente, era el mismo concepto que se había mostrado tan eficaz en la Gran Guerra, cuando las oleadas de pequeños Renault FT lograban colarse entre las posiciones alemanas seguidos de su infantería.

CV-33 versión II
El Carden Loyd fue adoptado por el ejército italiano bajo la denominación de CV-29, o sea, Carro Veloce modelo 29. No obstante, inspirados en el diseño británico se encargó a la Fiat y a la Ansaldo la creación de un vehículo similar pero de producción nacional a fin de no depender de suministros foráneos. Al fin y al cabo, una de las obsesiones de Benito era implantar una autarquía que permitiera a Italia auto-suministrarse de todo lo habido y por haber. En 1933 vio la luz la criatura, la cual recibió la denominación de CV-33; su precio era de 89.980 liras de la época. Básicamente, este chisme estaba diseñado bajo los mismos conceptos que el Carden Loyd: motor trasero y una cámara central donde iban el conductor y el jefe de carro-tirador. En la parte delantera se ubicaba la transmisión del motor ya que la rueda tractora iba en esa parte del carro. No obstante, mientras que la cámara de combate del modelo británico iba abierta por el techo, la del vehículo italiano estaba provista de escotillas que mejoraban la seguridad de sus tripulantes. Es obvio que debía resultar enormemente desagradable ver caer en el interior del mismo una granada enemiga, por lo que el aditamento fue muy bienvenido. 

CV-33 versión I armados con una sola ametralladora
Inicialmente, el CV-33 iba armado con una ametralladora Fiat mod. 14 de 6,4 mm. en la versión I, y con dos máquinas gemelas de la misma marca modelo 35 de 8 mm. en la versión II. El blindaje era más que suficiente para protegerse del armamento ligero enemigo: 13,5 mm. en las partes frontales y 8,5 en las laterales. Dicho blindaje lo conformaban planchas remachadas a un armazón. El peso en orden de combate era de 3.400 kg. que eran movidos por un motor Fiat de 4 cilindros y 43 CV de potencia, lo que le permitía circular a unos 40 km/h. por carretera y a unos 15 km/h. campo a través. Su depósito de combustible tenía una capacidad de 67 litros, lo que le daba una autonomía de 120 km. aproximadamente dependiendo del terreno. Gastaba una burrada, pero la gasofa no estaba tan cara en aquellos tiempos. 

En plena acción
En 1935 fue cuando se ideó el acoplarle un lanzallamas a un carro de la versión II sustituyendo la ametralladora del lado exterior por la boca del mismo. De ese modo, el carro mantenía una buena capacidad ofensiva con la máquina que le quedaba, y tenía la posibilidad de expulsar a los enemigos resguardados en fortificaciones sin tener que exponerse al fuego de los mismos. Para identificar esta versión se le añadieron las letras LF (lanciafiamme). Su estreno tuvo lugar el 17 de abril de 1936 en Etiopía, logrando un demoledor efecto psicológico contra las tropas del rey de reyes si bien para eso tampoco hacían falta muchas virguerías ya que muchos de ellos iban a combatir con lanzas.

CV-33 LF
La primera versión iba provista de un depósito de 520 litros de capacidad colocado en un remolque. El contenido era de un 70% de petróleo y un 30% de aceite a fin de aumentar la viscosidad de la mezcla, la cual era lanzada mediante una bomba conectada al motor del vehículo y que le proporcionaba un alcance de unos 60 metros en condiciones óptimas, o sea, sin viento en contra y con el vehículo detenido. La autonomía del depósito daba para unos dos minutos y medio de fuego, lo que se traduciría en 75 ráfagas de 2 segundos, duración esta que era la habitual cuando se manejaban estos chismes.

La imagen muestra un CV-33 LF equipado con un depósito
de una capacidad evidentemente superior a 60 litros, quizás
producto de una modificación posterior para aumentar su
autonomía de fuego durante la Segunda Guerra Mundial
El remolque, con un peso total de 830 kg., iba provisto de dos ruedas impinchables de goma maciza y de una manguera corrugada- necesaria para que la aspiración de la bomba no la aplastase- que conducía la mezcla inflamable a la boca de fuego, la cual se iniciaba mediante tres bujías colocadas en la boquilla. Estaba blindado con chapas de 8,5 mm. de espesor. Sin embargo, el remolque limitaba mucho la maniobrabilidad del vehículo ya que le restaba capacidad de vadeo de trincheras y de franqueo de obstáculos verticales, así como una notable disminución del radio de giro. Por otro lado, en caso de tener que combatir en terrenos abruptos se podía convertir en una verdadera rémora por lo que se diseñó un depósito en forma de bidón con una capacidad de 60 litros que se colocaba justo detrás de la cámara de combate por si era necesario sustituir el remolque según vemos en la foto superior. Obviamente, la autonomía de fuego se veía enormemente reducida en este caso. 

Al parecer, según la obra "Blindados italianos en el ejército de Franco", la idea de eliminar el remolque en favor del bidón surgió durante la guerra civil española, posiblemente por lo complicado del terreno en el que se tenían que desenvolver estos carros, muy distinto al que habían conocido durante la guerra de Etiopía. Así pues, en diciembre de 1938 se cursó una petición a la fábrica de artillería de Trubia para la construcción de ocho de estos depósitos. Posteriormente se fabricaron unos tanques prismáticos menos voluminosos y que sobresalían menos del vehículo a fin de no romper la baja silueta del mismo, los cuales tenían la misma capacidad e iban ubicados en el mismo sitio según vemos en la imagen de arriba. Aunque la significativa reducción de autonomía del lanzallamas era un inconveniente, esta solución se acabó imponiendo al pesado y engorroso remolque.

CV-33 LF en acción durante la guerra civil española
tripulado por dos miembros del CTV
A pesar de sus muchas limitaciones, el CV-33 LF fue el germen que sirvió de inspiración a los modelos de carros lanzallamas creados por alemanes, ingleses y norteamericanos los cuales fueron de una importancia vital para desalojar las fortificaciones de la Línea Maginot, la Muralla del Atlántico y la Línea Sigfrido y los laberintos de túneles y fortificaciones japonesas de las islas del Pacífico respectivamente. En España, el CV-33 LF estuvo presente desde los primeros momentos del conflicto ya que en octubre de 1936 llegaron tres unidades que formaron una sección de carros lanzallamas agregada a la compañía al mando del capitán Vidal-Cuadras, la cual actuó en el sector de Navalcarnero, en el frente de Madrid. Ya en la Segunda Guerra Mundial sirvieron en el norte de África y en los Balcanes principalmente, si bien para aquella época era un vehículo totalmente obsoleto y presa fácil de las armas contra-carro de la infantería enemiga, por no hablar de los carros de combate en uso en aquel momento. En todo caso, al menos sirvieron de ejemplo a seguir, que ya es bastante. De hecho, en un conflicto como el de Vietnam, en el que los yankees pusieron en juego lo más sofisticado de su carísimo y avanzado arsenal, aún se mantenía vigente el concepto de carro lanzallamas.

Bueno, no creo que olvide nada relevante, así que vale por hoy.

Hale, he dicho

La ilustración muestra un CV-33 LF en pleno proceso de repostaje. Como vemos, el remolque tenía en su parte trasera
una tapa blindada tras la que se encontraba una manivela y una goma para bombear el combustible al depósito. En
la parte delantera se aprecia el tubo que conectaba el remolque con la bomba que llevaba la mezcla incendiaria hasta
la boca de fuego. 

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