Es de todos sabido que los italianos han sido, y puede que aún sean, unos probos ciudadanos especialmente proclives a convertir cualquier chisme en motivo de regodeo estético. O sea, que si el resto de europeos compran a sus cachorros chupetes para que se callen un rato y no den mucho la murga, pues ellos les añaden mil virguerías para que sea un chupete tan bonito que de cosa dárselo a un crío para que lo llene de babas. Este es el caso de los peculiares yelmos a los que dedicaremos la entrada de hoy: unas celadas tan chulísimas de la muerte que uno preferiría dejarlas en una vitrina antes que ponérselas en la cabeza. Veamos pues...
Antes de nada, conviene hacer un inciso sobre la denominación de estos elegantes yelmos. Por lo general, en los catálogos y libros sobre el tema veremos que son designados como celadas, un tipo de yelmo de origen alemán que gozó de gran popularidad en toda Europa y, de hecho, eran el complemento de las famosas armaduras góticas. Sin embargo, la morfología de las celadas venecianas es la misma que la de las barbotas, un modelo surgido precisamente en Italia durante el siglo XV emulando los antiguos yelmos corintios del mundo helénico. En su día ya se publicaron sendas entradas sobre estas tipologías que pueden repasar vuecedes pinchando aquí y aquí pero, si no tienen ganas de leer mucho, pues limítense a observar la foto superior: el ejemplar de la izquierda es una barbota y el de la derecha una celada, en este caso milanesa.
Como se puede comprobar respecto al yelmo que vemos a la izquierda, una fastuosa celada veneciana de mediados del siglo XVII que podemos ver tanto de frente como de perfil, su apariencia es talmente la de una barbota, y no la de una celada. Así pues, que conste que la denominación que se les da actualmente no tiene nada que ver con su morfología, cosa que por cierto suele ser bastante habitual ya que, desconocedores de los nombres reales de muchas armas, se les asignan otros que no tienen nada que ver con la realidad o, simplemente, un "experto" se lo inventa y santas pascuas. En cualquier caso y para no liarnos, pues optaremos por llamarlas de la forma más habitual, o sea, celadas.
Celada veneciana c. siglo XV |
Como todos sabemos, la Italia medieval era una miríada de ciudades estado y de territorios bajo el mando de nobles que, aunque no eran reyes, actuaban como tales en sus dominios. Cabe pues suponer que cada cual procuraba hacer gala de la mayor ostentación posible, no solo en sus ropajes, sino también en su panoplia a fin de demostrar a propios y extraños que eran hombres de posibles y, de paso, apabullar a sus cuñados más envidiosos. Así debieron surgir estos peculiares yelmos, destinados a dejar bien claro al personal que uno estaba forrado de pasta portando en la cabeza esas obras de arte más cercanas a la orfebrería que a la armería y que, curiosamente, eran exclusivos de la poderosa Venecia, ciudad estado donde el dinero entraba literalmente a mansalva en aquella época.
Por norma, las celadas venecianas partían de una barbota convencional, ya fuese abierta o, como la que vemos en la foto superior, cerrada y con una abertura de ojo de cíclope. Para darles vistosidad, se revestían con telas de precio, seda o terciopelo generalmente rojo, y a continuación se añadía una decoración a base de bronce dorado que, como mínimo, recorría todo el borde del yelmo. Esta decoración, casi siempre basada en motivos florales, daba lugar a piezas sumamente elaboradas que, obviamente, encarecían el precio final. Pero algunos, deseosos de señalarse como más pudientes o con el cuñado más odioso, añadían aún más motivos en bronce repartidos por toda la superficie de la barbota, llegando en algunos casos casi a cubrir por completo el revestimiento de tela, como vemos en el ejemplar de la izquierda. Por último, también podremos ver incluso pequeñas cimeras como las de la fila superior de la colección que presentamos a continuación y que son una preclara muestra del primoroso nivel de acabado que alcanzaban estas piezas. El del centro, por ejemplo, muestra el león que representa al evangelista San Marcos, patrón de Venecia, mientras que el de la derecha porta un grifo, animalito mitológico muy extendido en la heráldica medieval ya que representaba el valor y la fuerza.
Ejemplar perteneciente a Giandomenico Tiepolo. La pieza base es una barbota milanesa fabricada por Missaglia hacia mediados del siglo XV, mientras que la decoración está datada entre 1660 y 1710 |
En fin, vale por hoy.
Hale, he dicho
Hale, he dicho
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.