miércoles, 9 de octubre de 2019

Martini-Henry. Bayonetas y accesorios


Cuadro de infantería preparada para rechazar una carga de caballería. Esta obsoleta formación acabó resultando de
bastante utilidad para hacer frente a ejércitos que los superaban con creces para impedir ser rodeados. Una muralla
de bayonetas era lo más parecido a un cuadro de picas del Renacimiento y eso, unido a una disciplina adecuada,
hacía muy difícil romper las formaciones británicas para los abnegados enemigos de la civilización occidental

Bueno, con esto llegamos al término de esta pequeña monografía sobre el mítico fusil. Pero antes de comenzar, una aclaración para que no haya confusiones al respecto. Se fabricaron bastantes modelos de bayonetas para esta familia de armas, pero en algunos casos podemos liarnos porque algunas de ellas aparecen como bayonetas de Martini-Henry cuando en realidad eran para el Martini-Enfield o el Martini-Metford. Ya comentamos en su momento que, básicamente, eran armas similares con la diferencia del calibre y algún detallito más, como las miras. Sea como fuere, en puridad hablamos de armas distintas que, tal como avanzamos, serán tratadas como tales por lo que sus accesorios serán así mismo estudiados por separado. Por lo tanto, en este artículo hablaremos solo de las bayonetas reglamentarias para el Martini-Henry calibre .450. Y aclarado esto, vamos al grano granulado.


Aspecto de la bayoneta con su funda y el tahalí
Cuando nació la criatura, había un solo modelo de bayoneta de uso general en circulación, la Pattern 1853 Socket Bayonet, conocida vulgarmente como "common socket bayonet". Esto, traducido a una lengua hermosa y descriptiva como el español se traduciría como bayoneta de cubo modelo 1853, conocida como bayoneta de cubo común, o sea, que valía para cualquier fusil aunque en realidad fue diseñada para armar el Enfield 1853 y era también usada por el Snider-Enfield ya que ambas armas eran del mismo calibre, .577. Las enormes existencias de este modelo hacían inviable dedicar tiempo y dinero a fabricar una bayoneta ex-profeso para el Martini-Henry, así que no se calentaron mucho la cabeza y se limitaron a adaptar el modelo existente al diámetro del cañón, de menor diámetro en el caso del nuevo fusil por la diferencia de calibre. La adaptación consistía en algo tan simple como soldar en el interior del cubo un casquillo para reducir su diámetro y santas pascuas. La denominación oficial que recibió la bayoneta reciclada fue modelo 1853/72, siendo la segunda cifra el año en que se autorizó su fabricación, concretamente en diciembre de ese año. La conversión fue llevada a cabo por la Royal Small Arms Factory (RSAF) de Enfield exclusivamente, modificando un total de 224.278 unidades entre 1872 y 1879.


Esta bayoneta era similar a las que por aquel entonces funcionaban en todas partes donde disponían de fusiles en los que colocarlas. Se trataba de un arma de 52 cm. de longitud con una hoja de sección triangular de 43 cm. con un leve vaceo en cada una de sus caras. Como vemos, su longitud era suficiente para metérsela a un enemigo por la barriga y sacársela por la espalda. Lo más característico de esta bayoneta era que su hoja, ideada en principio para armar un fusil de avancarga, estaba curvada hacia fuera para dejar más espacio a la mano que debía manejar la baqueta a la hora de cargar sin desollársela o darse un puntazo con su aguzada hoja. En la foto de la derecha podemos apreciar esa peculiaridad. La vaina, como vemos en el párrafo anterior, era de cuero con el brocal y la contera de latón, y se fijaba al tahalí de cuero mediante un botón con forma de almendra.


En las fotos vemos el proceso de anclaje completo. Como podemos observar,
la hoja de la bayoneta quedaba situada en el costado derecho del fusil
El sistema de fijación al cañón era el convencional en estas armas, pero por si alguno lo desconoce pues lo explicamos. Veamos el gráfico de la izquierda. La figura A muestra el cubo ya colocado en el cañón. Lo hemos girado hacia la derecha hasta hacer tope con el punto de mira marcado de azul. En la figura B hemos empujado el cubo hasta el fondo, de forma que el punto de mira ha pasado por debajo de la anilla de presión. Finalmente, en la figura C giramos dicha anilla hacia la derecha para fijar la bayoneta. ¿Que cómo es posible que la anilla no se mueva, si carece de un resorte que la inmovilice? Porque se fijaba a presión. El tornillo que une los dos extremos de la anilla- cuyo interior era de forma aovada- se apretaba de forma que al girarlo presionaba el cubo. Cuando se obtenía el punto de apriete adecuado se dejaba en esa posición y no se tocaba más salvo que por el uso o el desgaste se aflojase. Este sistema perduró en todas las bayonetas de cubo planetarias hasta que, por ejemplo, la del Mosin-Nagant ruso o el modelo de pica del Enfield Nº 4, fueron provistas de sistemas de retención mediante un resorte, pero estas son la excepción, no la regla.


Bayoneta modelo 1876 con su vaina
A medida que las existencias del modelo 1853 empezaron a disminuir se empezó a plantear poner en producción un nuevo modelo diseñado para el Martini-Henry, dando lugar al modelo 1876 o Long Common Bayonet (Bayoneta común larga), que salvo en el sistema de engarce de cubo era un arma totalmente distinta a su predecesora. La hoja del modelo anterior tenía la cara que miraba al cañón más ancha, costumbre habitual de la época para ofrecer una superficie más lisa y reducir el riesgo de que el soldado se desollase los dedos al recargar el arma. En este caso, al tratarse de un arma de retrocarga esa precaución carecía de sentido, por lo que las hojas, aunque seguían siendo de sección triangular, tenían sus tres lados iguales.


Pero además de cambiar la sección de la hoja, esta se alargó hasta los 55 cm. y la longitud total del arma a los 63,5 cm. Esto convirtió al Martini-Henry en una pica de alrededor de 1,85 metros, lo que era una mejora notable de cara a enfrentarse con hombres que iban armados con lanzas. Por este motivo, este modelo fue apodado "the lunger", término que si cualquiera busca en el diccionario le aparecerá con cuestiones relacionadas con el pulmón pero, en este caso, hace referencia a un golpe de esgrima, concretamente "la estocada". En lo referente a la vaina, aunque su apariencia era similar a la del modelo 1853, en su interior llevaba un fleje para darle rigidez a la pieza y, al mismo tiempo, presionar contra la hoja de la bayoneta para impedir que se saliera. Dicho fleje estaba sujeto con tres remaches de latón, como vemos en el ejemplar superior de la foto. Posteriormente, en julio de 1877 se eliminó el remache central, quedando solo dos tal como vemos en el ejemplar inferior. Al parecer, se hizo un tercer modelo con un solo remache ideado para que la vaina se flexionase un poco si el soldado apuntaba rodilla en tierra, pero se construyeron muy pocas unidades.  El modelo 1876 se empezó a fabricar en junio de ese año, siendo producidas un total de 560.959 unidades: 532.759 por la RSAF de Enfield y 28.200 por la Birmingham Small Arms Co. (BSA).


Batalla de Abu Klea, librada el 17 de enero de 1885 contra las tropas del
malvado mahdi, una especie de mesías moro, Muhammad Ahmad. En esta
ocasión los british pudieron comprobar que sus bayonetas eran un churro
aunque, eso sí, ganaron la batalla
Como avanzamos en la entrada anterior, la potencia de fuego de los british obligó a sus enemigos peor armados, especialmente en las campañas de Egipto y Sudán, a llegar a toda costa al cuerpo a cuerpo, donde se podían aprovechar su superioridad en efectivos. Sin embargo, la nueva bayoneta empezó a dar problemas que, debidamente adobados por la prensa de la época, dieron lugar a tal escándalo que la cosa acabó debatiéndose incluso en el parlamento. Al parecer, el método de templado no era idóneo y, lo que es peor, aunque se detectó en la fábrica de origen el personal miró para otro lado. Como era habitual en la fabricación de armas blancas en toda Europa, cada pieza era sometida a una prueba de resistencia que, en este caso, consistía en meter la punta por una plantilla de madera curvada, donde se presionaba para corroborar que la flexibilidad y el temple eran correctos. Si la pieza tenía un temple excesivo saltaría como el cristal, y de lo contrario se doblaría pero sin recuperar su forma original. Bien, pues muchas de estas últimas se enderezaron y se enviaron a las tropas coloniales de África, concretamente al Sudán, donde las tropas se quedaron con un palmo de narices al ver que sus magnificentes "lunger" se doblaban cuando las clavaban en los cuerpos de sus enemigos, quedando inutilizadas. 


Bayoneta de yatagán modelo 1860
Pero movidas de armas defectuosas aparte, los mandamases se habían planteado cambiar las vetustas bayonetas de cubo por una espada-bayoneta. De hecho, el ejército ya disponía del modelo 1860, una magnífica arma con hoja de yatagán, tan de moda por aquella época, que hasta el momento solo se había distribuido entre suboficiales y unidades de fusileros de primera línea para armar los Snider-Enfield. En este caso también hubo que modificar el diámetro interno del ojo de la bayoneta para adaptarlas al cañón del Martini-Henry y, como contrapartida, adaptar también los Martini-Henry a este tipo de bayoneta. 


En las fotos de la derecha podemos ver las distintas modificaciones que hubo que llevar a cabo. Al carecer de ranura o banda de engarce se adoptó una solución muy funcional y económica que evitó tener que fabricar una pieza y soldarla al cañón. Se limitaron simplemente a modificar la anilla delantera del fusil, a la que solo hizo falta añadirle una pequeña banda de engarce que podemos ver en la foto inferior izquierda. En cuanto a la bayoneta, pues lo que ya se ha dicho: soldar un casquillo en el interior del ojo para adaptarlo al diámetro del cañón. Podemos verlo en el detalle de la derecha, donde la flecha señala la soldadura y nos permite apreciar el grosor del casquillo. En el centro tenemos un fusil con la anilla ya instalada, y arriba una vista superior del arma con la bayoneta calada. Francamente, nunca he entendido la obsesión por las bayonetas de cubo en vez de los cuchillos/espadas/sables bayoneta, porque estos últimos matan más y mejor. Una herida de una bayoneta de cubo puede interesar un órgano importante o producir una muerte cuasi instantánea si se tiene la suerte de alcanzar una arteria o el corazón, lo que no creo que fuese habitual. Así pues, si tenemos a un probo enemigo muy cabreado porque le han agujerado el pellejo, aunque le hayan perforado el estómago o el hígado aún tendrá tiempo sobrado para abrirle la cabeza como un melón a su adversario o arrancarle las venas del pescuezo a mordiscos si hace falta antes de que empiecen a fallarle las fuerzas. Por el contrario, una cuchillada tiene más probabilidades de cortar órganos y vasos sanguíneos importantes que, aunque no produzcan una muerte fulminante, sí una hemorragia que degenere en un shock hipovolémico en cuestión de pocos segundos. O sea, que eso que sale en las pelis del fulano que pinchan, cae redondo y palma con una sonrisa, contentito de haber dado la vida por la patria, como que nones. Una herida en el vientre puede tardar horas en producir la muerte, y si se logra evacuar al herido ser perfectamente viable su curación. Bien, dicho esto prosigo.


Esta bayoneta era un arma de generosas dimensiones: su hoja medía 58 cm., y el total alcanzaba los 71,6 de longitud, con un peso de 794 gramos. Además, en caso de llegar a un cuerpo a cuerpo tan cerrado que el fusil se convirtiera más en un estorbo que otra cosa, siempre se podía usar como una espada corta capaz de producir heridas fastuosas, sobre todo por su hoja curvada hacia abajo que haría el mismo efecto que un tajo de machete. En cuanto a la vaina, era de una sola pieza de cuero negro cosida por el reverso, y estaba provista de brocal y contera de acero. El tahalí también difería del usado en las bayonetas de cubo, siendo en este caso una pieza de cuero blanco con el ojal abierto para introducir el botón con más facilidad, quedando luego asegurado con una correa. El visto bueno para comenzar la versión reformada tuvo lugar en enero de 1873 si bien la conversión no dio comienzo hasta 1875. Alucino en colores con la parsimonia que se lo tomaban todo estos herejes, que sabiendo que esas armas eran necesarias se dejaban ir dos años solo para soldar un puñetero casquillo al ojo de la bayoneta. Igual ponían uno entre taza y taza de té, digo yo... En todo caso, la firma encargada de llevarla a cabo las reformas fue la RSAF del Enfield, que entre 1872 y 1889 modificó 103.585 unidades que fueron enviadas a las unidades coloniales.


Espada-bayoneta modelo 1887 Mark I
Pero el yatagán no era más que un apaño de circunstancias porque desde hacia algún tiempo llevaban estudiando un modelo de espada-bayoneta que, en teoría, iba a destinarse al Martini-Enfield que también estaba ya en proyecto, la espada-bayoneta modelo 1886. Sin embargo, lo de las bayonetas de cubo doblándose como si fueran de atrezzo de peli de serie B obligó a adelantarse un poco y dejar de lado el proyecto inicial para el futuro sustituto del Martini-Henry que, en principio, se preveía dotarlo de un cañón de calibre .402, por lo que las unidades ya fabricadas fueron almacenadas para dar preferencia a una versión adaptada al cañón de .450. Esta bayoneta, que fue denominada como modelo 1887 Mark I y de la que se hicieron varios prototipos, también se calaba en el lado derecho del arma. Su hoja de 47 cm. tenía recazo y un vaceo en la primera mitad, y un vaciado a dos mesas y doble filo en la segunda. La longitud total del arma era de 60  cm., y la vaina con unos materiales y acabados similares a los del modelo 1860.


Pero lo más peculiar estaba en la cruceta, donde se habían instalado un labio que actuase como guía (flecha roja) para facilitar el calado en el cañón y un punto de mira que anulaba al del fusil. El objeto de este peculiar accesorio era compensar la tendencia a inclinar el arma hacia la derecha en el momento de apuntar debido al peso de la bayoneta. No obstante, esta pijadita se suprimió junto al muelle plano del botón de retenida, que fue sustituido por un muelle helicoidal interno (como el que usan las bayonetas modernas). Las unidades que ya estaban fabricadas fueron enviadas a Birmingham para eliminarles el punto de mira y cambiarles el sistema de retención, dando lugar a las variantes Mark II y Mark III que se fabricaron entre 1888 y 1889. 


Cuando el Martini-Henry dio paso al Martini-Enfield y al Martini-Metford, estas armas fueron enviadas como era habitual a las zonas del imperio donde menos movimiento había. Al parecer, muchas de estas bayonetas acabaron en Australia, donde los aborígenes daban poca guerra y los canguros ninguna. La producción inicial del modelo destinado a pruebas del Martini-Enfield alcanzó las 21.113 unidades que fueron reconvertidas para el Martini-Henry, a las que hay que añadir otras 36.400, ambas producidas por la RSAF. Las variantes Mark II y III fabricadas por esta misma firma y la Wilkinson fue de 52.739 unidades producidas entre 1888 y 1889. A la derecha podemos ver la empuñadura ya desprovista del punto de mira y con el resorte de retención helicoidal. Hay que ver la de vueltas y revueltas que le daban a todo esta gente, carajo. Y entra una cosa y otra pasaban los meses y los años como si nada.


Bueno, estas fueron las bayonetas que armaron los Martini-Henry. Para la carabina de artillería se fabricó el modelo 1879, un arma basada en el sable-espada modelo 1859 de la marina al que solo se le cambió la guarnición y se le serraron 23,5 cm. del lomo con 41 dientes, como ya explicamos en la primera entrada de esta serie. Esta bayoneta, que como ya se comentó era apenas 15 cm. más corta que la carabina de artillería, estaba destinada como herramienta, bayoneta o arma de mano. En la foto podemos verla mostrando en la empuñadura el resorte plano para el botón de retención, el vaceo que recorre la mitad de la hoja y, debajo, la vaina con el tahalí, ambas piezas similares en todo a la de los modelos anteriores de espada-bayoneta. 


Vista superior de la bayoneta calada en su carabina. Imagino que semejante
chisme debía desequilibrar el arma una enormidad a la hora de apuntar
Sus dimensiones eran más que generosas: la hoja medía 64,5 cm. de largo y 17,5 de ancho, y el total del arma era de 79,2 cm. Posteriormente se hizo una versión un poco más corta con un total de 75,5 de longitud total y de 61,5 la hoja. La anchura de la misma permaneció invariable. La producción de esta bayoneta se aprobó en julio de 1879, que en realidad era más que una fabricación la autorización para modificar 1.340 sables-bayoneta modelo 1859. Posteriormente se fabricaron un total de 65.143 unidades entre ambas versiones, la corta y la larga manufacturadas por la RSAF de Enfield excepto 2.000 unidades subcontratadas a la Wilkinson. Esta gente se debió hacer de oro con tantos centenares de miles de armas que fabricaron en apenas 25 años.

Bueno, criaturas, con esto terminamos. Estas fueron las distintas bayonetas que usaron los Martini-Henry a lo largo de su vida operativa. Pero por si algún cuñado se resiste, añado de regalo un par de accesorios que seguramente desconocen. Helos aquí:


La herramienta multiusos para el fusil o Implement Action en la execrable lengua anglosajona. Este curioso chisme se suministraba a razón de cinco unidades en cada embalaje con 20 fusiles o carabinas, llegándose a producir un total de 15.790 unidades entre 1874 y 1882. Sus utilidades son: 

1: Destornillador para tornillos pequeños.

2: Codo de la herramienta que permitía usarla como martillo para golpear el punzón para extraer pasadores.

3: Destornillador mediano.

4: Destornillador para el tapón trasero del bloque de cierre.

5: Botador/punzón

6: Solapa que, usándola en combinación con una de las herramientas, actuaba como un pequeño alicate para presionar e introducir el pasador partido que sujetaba el bloque de cierre.

7: Aguja retráctil de limpieza para eliminar mugre de los recovecos, el orificio del percutor o de los pasadores.

Las herramientas quedaban en poder de los suboficiales si bien imagino que todo el que podía trincaba una para él solo.


Y por otro lado, ese curioso chisme que permitía a los instructores de tiro comprobar si los reclutas apuntaban adecuadamente. Denominado oficialmente como Auxiliary Sight Aiming (Mira auxiliar de puntería), se colocaba tal como vemos en las fotos, atornilladas en el alza y delante del punto de mira. El alza no creo que precise explicación, y el punto consistía en el disco que vemos en el centro del tornillo entre dos contratuercas que lo inmovilizaban. Una vez que el instructor calibraba la mira auxiliar, cada recluta iba pasando por la prueba. Cuando decía que ya estaba apuntando, el instructor comprobaba si lo hacía correctamente o le daba las instrucciones adecuada para que lo hiciera bien. Sino se aclaraba, le daba seis collejas y lo mandaba a pelar patatas para todo el regimiento. Este práctico accesorio se introdujo en marzo de 1878, y ciertamente debió ahorrar cantidades ingentes de munición por parte de la tropa que no tenía ni puñetera idea de como apuntar correctamente. 

En fin, esto es todo. Espero que les haya resultado interesante, que chinchen a sus cuñados y esas cosas que se dicen. Y como es la hora de reponer energías, me piro, vampiro.

Hale, he dicho


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Bayonetas yatagán


Esto que ven era una de las principales causas por la que se insistía en efectuar un fuego pausado. Generalmente se suele
considerar que era para evitar un gasto excesivo de munición y apuntar cuidadosamente para no desperdiciar ni un cartucho,
lo cual es cierto, pero pocos saben que había una tercera razón: el humo de la pólvora. Varias descargas seguidas sin que
hiciera aire que disipara la espesa nube de humo hacía invisible al enemigo. Las tropas debían dejar de disparar para
esperar a que se aclarase la humareda acre de la pólvora negra, momento en que los enemigos aprovechaban para
aproximarse e intentar llegar al cuerpo a cuerpo. Más de una vez, los british vieron salir de entre el humo a las hordas de
zulúes, sudaneses, etc. a escasa distancia y sin dar tiempo más que a intentar rechazarlos a bayonetazos. Hale, ya saben
una cosa más. 

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