Dos yataganes turcos de entre finales del siglo XIX e inicios del XX |
Puede que más de uno e incluso más de dos conozcan esta peculiar tipología de bayonetas surgidas a mediados del siglo XIX. A mí personalmente me ha resultado desde siempre un diseño especialmente fascinante, totalmente distinto a los habituales en estas armas y colijo que, por su peculiar morfología se merecen una entrada para ellas solas. El origen de estas hojas recurvadas en forma de S se encuentra en Turquía hacia mediados del siglo XVI, concretamente en una población situada al suroeste de dicho país, en la actual provincia de Muğla y por nombre Yatağan. Según algunos, que en esto hay más de leyenda que de hechos probados, la ciudad fue conquistada por un tal Osman Bey (bey es un tratamiento o título usado por los turcos similar a nuestro "don" que significa "señor") el cual era apodado como Yatağan Baba, o sea, Papá Yatağan, y fue el que creó esta tipología en esa época. No obstante, estudios más enjundiosos remontan la morfología que nos ocupa a épocas muy anteriores, en concreto hacia los siglos XII-XIII, e incluso afirman que el término yatağan proviene de la costumbre de una tribu de Uzbekistán que introdujo en Turquía esta espada, la cual consistía en portarla casi perpendicular al cuerpo, o sea, tumbada, siendo precisamente esa la traducción del de la palabra yatağan: el que está acostado. Otros dicen que lo de estar acostado era en referencia a que su forma sinuosa se asemejaba al cuerpo de una persona tumbada. En fin, que ni el Tato sabe la verdad verdadera, así que cada cual se quede con la opinión que prefiera.
Bien, esta es grosso modo el origen de estas espadas. Veamos ahora cómo esa morfología tan ajena a Occidente fue la elegida para armar la que sería la espada-bayoneta que causó furor a lo largo de todo el siglo XIX.
ANTECEDENTES
En momentos así era más ventajoso disponer de una espada que de un mosquete |
Como es de todos sabido, a inicios del siglo XIX la combinación bayoneta-mosquete seguía siendo el sustituto de la tradicional pica de infantería destinada a detener las cargas de caballería. Por norma, todas las bayonetas al uso en aquel tiempo eran de cubo y de sección triangular en su inmensa mayoría. Como arma complementaria, gran parte de las unidades de infantería de los países europeos estaban dotadas de sables o espadas cortos cuya finalidad era disponer de un arma secundaria para el cuerpo a cuerpo ya que, cuando se formaba una masa de combatientes amontonados tras el choque inicial, manejar un mosquete que con su bayoneta superaba holgadamente el metro setenta de longitud era bastante complicado. De ahí que proliferaran los sables cortos como el famoso Briquet gabacho los cuales se prestaban perfectamente al combate cerrado permitiendo a los infantes ofender con más facilidad a los enemigos sin necesidad de disponer de espacio para manejar su largo y pesado mosquete.
Sin embargo, muchas unidades como las de zapadores, ingenieros, batidores, e incluso artilleros no iban armadas con mosquetes sino con carabinas, armas mucho más cortas que los dejaba en clara desventaja en caso de tener que enfrentarse con la infantería o la caballería enemigos. De ahí que, a fin de compensar la escasa longitud de sus armas, se les proveyera de una bayoneta más larga que las de cubo al uso en la infantería de línea. Para hacernos una idea, la longitud de una carabina oscilaba alrededor de 100-115 cm., mientras que la de un fusil superaba los 140 o incluso los 150 cm. Por otro lado, estas unidades estaban en muchas ocasiones expuestas a repentinos ataques u hostigamientos durante sus labores de zapa, de construcción o de exploración durante las cuales, como es obvio, no tenían el arma de fuego a mano así que nada mejor que proveerlos de una que cumpliese dos cometidos: como bayoneta y como espada o sable. En el grabado de la derecha tenemos algunos ejemplos de modelos creados a inicios del siglo XIX. El de la derecha en concreto tiene además la peculiaridad de ser un prototipo de espada-bayoneta que, como más tarde se popularizó, lleva el lomo en forma de sierra para añadir un tercer uso a estas armas: el de herramienta.
Por otro lado, aunar bayoneta y arma para el cuerpo a cuerpo suponía un notable ahorro y la eliminación de un problema de tipo logístico. Como es más que evidente, no cuesta lo mismo fabricar una bayoneta y una espada que un arma que sustituya a ambas. Pero quizás lo que también influyó en los mandamases para ver que el concepto de espada-bayoneta era mucho más versátil y eficaz que las tradicionales bayonetas de cubo era su capacidad para producir heridas mucho más letales ya que las primeras no solo tenían capacidad para clavar, sino también para cortar. De ese modo, los pequeño orificios que causaban las hojas de sección triangular o cuadrangular de las bayonetas de cubo eran sustituidos por profundas heridas con graves desgarros en la masa muscular, órganos, vísceras y, lo más grave, en venas y arterias. Como ya sabemos, bastaría con seccionar la aorta o la ilíaca en el abdomen, típico sitio donde hincar la bayoneta, para herir de muerte a cualquiera y escabecharlo en apenas 20 o 30 segundos, que es lo que tardaría en sobrevenirle un shock hipovolémico como consecuencia de la hemorragia interna masiva producida por el corte.
Así pues, como vemos, el concepto de espada-bayoneta tenía todas las papeletas para ir desbancando en no mucho tiempo a las añejas bayonetas de cubo que, aunque aún tenían bastante vida operativa por delante, poco a poco irían cediendo terreno a sus hermanas menores.
LA BAYONETA YATAGÁN
En 1840, el ejército francés adoptó una espada-bayoneta destinada a ser la que marcaría la pauta para el diseño de este tipo de armas en el resto de Europa y América y que, además, sería copiado por multitud de países. De este modelo se hizo una variante con la anilla de engarce más grande para poder ser montada en los fusiles de parapeto de gran calibre tan de moda en aquella época. Aunque no he podido localizar una sola imagen de esta bayoneta, parece ser que era básicamente igual a su inmediata sucesora, el modelo 1842 de la que solo se diferenciaba al parecer en que esta última era una versión con la hoja un poco más larga. En cualquier caso, el modelo 1842 tenía, al igual que su antecesora, una empuñadura de bronce y una hoja de yatagán de 56 cm. de larga por 2,1 de ancha. En la foto superior podemos verla junto al arma a la que estaba destinada: la carabina rayada modelo 1822 si bien también dotó al modelo 1842 y, posteriormente, a los modelos 1846 y 1853.
Mod. 1842/59, una derivación del modelo 42 cuya única diferencia radicaba en que el muelle del retén iba oculto en las cachas. |
En cuanto a su diseño, se trataba de un arma sólida, cuasi indestructible y, bien cuidada, capaz de durar eternamente. Su larga hoja se veía recorrida en sus dos primeros tercios por dos anchos vaceos. La cruceta estaba fabricada de acero, con el galluelo vuelto hacia la empuñadura. Encima de la anilla de engarce vemos un pico destinado posiblemente a proteger la boca del fusil, la cual sobresalía unos milímetros de la misma. La empuñadura, como ya hemos comentado, estaba fabricada de bronce en una sola pieza, con el muelle del retén a la vista en el costado derecho de la misma en el modelo 1842 y oculto en la versión 1842/59. Al estar destinadas a armas de avancarga, la ranura de engarce estaba situada en el lado derecho del cañón del arma a fin de poder mantener accesible la baqueta. Ese tipo de engarce se mantuvo aún cuando los fusiles pasaron a ser de retrocarga, posiblemente como una mera norma habitual desde siempre hasta que a alguien se le ocurrió, ya a finales del siglo XIX y de forma genérica para todas las bayonetas, que era mejor colocarlas bajo el cañón ya que, de ese modo, el peso de la misma influía menos a la hora de hacer puntería y disparar. De hecho, hacer fuego con una de estas bayonetas calada era bastante molesto ya que su peso oscilaba por los 900 gramos. En cuanto a la vaina, estaba enteramente fabricada de acero y pavonada. En la punta de la misma, un pequeño botón hacía las veces de batiente.
Fusil Chassepot mod. 1866 cal. 11 mm. |
Soldados franceses armados con sendos fusiles Chassepot. Conviene reparar en la enorme longitud de la bayoneta. |
Mod. 1874 |
En cuanto a los demás países que adoptaron esta tipología, no solo se limitaron a los europeos sino también a Japón, Corea, China, Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Méjico y, curiosamente a la Guardia Suiza del Vaticano. El país donde más tiempo estuvo operativo este tipo de bayoneta fue en Egipto con su modelo 1914 destinado a armar un fusil Martini-Henry. En cuanto a los modelos españoles, se limitaron a dos: el sable-bayoneta modelo 1858 para Infantería de Marina y el machete modelo 1881.
La bayoneta estaba destinada a la carabina rayada modelo 1857 en su versión para dotar a este cuerpo, fijándose el precio de la misma en 58 reales y en 18 la vaina, la cual estaba fabricada de acero pavonado y era prácticamente idéntica a la del modelo 1842 francés. De hecho, esta bayoneta era básicamente igual a dicho modelo si bien la hoja de la española era 3 cm. más larga y, por otro lado, el pico de la anilla de engarce era más pronunciado y en forma de botón. En cuanto al machete, la hoja es enteriza y básicamente de las mismas dimensiones que las de la bayoneta, estando el pomo soldado a la cola de la espiga y formando con ello un sólido conjunto. Las cachas eran de madera de nogal cuadrillada sujetas mediante ovalillos. Para preservarla de la humedad estaba pintada de negro. La vaina era de cuero con el brocal y la contera de hierro bruñido. Estaba destinado a dotar unidades de Ingenieros, Artillería, Sanidad, Administración Militar, gastadores y músicos. Su precio era de 19,23 pesetas, y estuvo en producción hasta abril de 1916.
Como colofón podemos añadir un sable-bayoneta fabricado entre 1872 y 1875 durante la Tercera Guerra Carlista en "La Azpeitiana" para armar al fusil Remington español modelo 1871. En este caso, la vaina es de cuero guarnicionada con brocal y contera de bronce, y el galluelo es recto.
Bueno, esto es lo que da de sí el tema. Como hemos visto, la gran difusión de estas bayonetas fue arrinconando, como comentamos anteriormente, a las bayonetas de cubo de forma que durante el último cuarto del siglo XIX prácticamente no quedó un solo ejército moderno que las mantuviera en dotación salvo Rusia, que siguió proveyendo a su infantería de bayonetas de cubo hasta épocas tan tardías como la aparición del AK-47. Aparte de eso, solo hubo algunos breves lapsos durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra con los modelos de pica del Enfield inglés o la del fusil MAS 49, si bien en este caso no iba engarzada en el cañón, sino en un vástago bajo el mismo. Quedó pues bastante claro que la bayoneta debía ser, además del tradicional complemento del fusil para el combate cuerpo a cuerpo convencional, un arma secundaria multiuso e incluso una herramienta.
En fin, como es hora de merendar me largo a ejercitar la mandíbula con afán y denuedo.
Hale, he dicho
Soldados de distintas nacionalidades armados con bayonetas yatagán. De izda. a dcha. tenemos un soldado de la Confederación, un alemán, un inglés y un turco. |
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