lunes, 10 de julio de 2023

CORRECCIÓN POLÍTICA MONETARIA

 

Ínfima muestra de las mondas de inversión que se emiten en el mundo todos los años. Si se acuñaran en España, seguramente habría ofendiditos que les encontrarían algo con qué ofenderse. Porque el ofendidito, ese esclavo de la corrección política, no vive sin sentirse ofendido, y hasta ventosean en un recipiente para no contaminar con el metano producido por su dieta vegana

Que sí, la artillería de galeras, que no se me olvida. Pero les ruego que sean pacientes. Llevo dos semanas intentando solventar una serie de problemas, y no baladíes por cierto, y no estoy para muchas filigranas mentales. Así pues, y por no dejar esto en plan "musa fugitiva", pues hablaremos hoy de un tema del que, seguramente, la mayoría de vuecedes no tengan noticia. Más aún, puede que incluso les resulte revelador de cara a un futuro más o menos lejano- o próximo, depende de la edad que tengan- y les resulte una interesante opción para hacer buen uso de los ahorros, si es que como está el patio pueden ahorrar algo, naturalmente.

INTROITO

Desde hace muchos años, la inversión en metales preciosos- sobre todo oro y plata- se ha convertido en una muy rentable opción para gente que no tenga prisa por amortizar el capital pero, a cambio, quieran obtener un rédito más que jugoso sin tener a los SPECVLATORES del fisco a la caza y captura ya que, en muchos casos, tanto las compras como las ventas se realizan a nivel particular. Solo un apunte: desde el año 2003 al presente, el oro se ha revalorizado alrededor de un 460%, uséase, que al que le queden 20 0 30 años para jubilarse, ya sabe dónde tiene que meter pasta porque de cobrar pensión que se vaya olvidando. 

Bien, en el mercado de metales de inversión hay, literalmente, infinidad de monedas y lingotes de todos los pesos. Mogollón de países, incluyendo estados fallidos o países tercermundistas como Somalia, Congo, Camerún, Gabón, etc., más la miríada de paisitos minúsculos pertenecientes a la Commonwealth- Niue, Tokelau, Barbados, etc.- emiten todos los años nuevos modelos de monedas con los motivos más diversos para, además de estimular la inversión, hacer lo propio con el coleccionismo. Son famosos los Pandas chinos o los Koalas y las Kookaburras australianas, presentadas en onzas de oro y plata de varios pesos y que tienen una demanda tremenda. Un ejemplo de ello es que un Panda de hace 10 o 15 años puede venderse hoy sin problemas al triple o el cuádruple de lo que costó.

Bueno, muy grosso modo, porque hablamos de un mundillo con más entresijos que las malas ideas de un cuñado, eso es la inversión en metales preciosos. Sin embargo, España nunca ha prestado atención a ese mercado hasta hace un par de años. La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT en adelante) siempre se ha limitado a emitir colecciones de monedas con un peso bruto de 27 gramos de plata esterlina, o sea, de .925 milésimas, a precios muy superiores a los de una onza de plata pura. Ídem a las monedas conmemorativas de oro de ley .999, más caras de lo que les correspondería por su valor en metal. Obviamente, son series que compran personas que pasan de invertir, y se limitan a coleccionarlas porque les gustan los motivos las mismas: capitales de provincia, personajes famosos de la historia y chorradas por el estilo. Sea como fuere, hablamos de monedas cuyo precio puede triplicar el de su valor en metal. En fin así está el patio. Obviamente, los que buscan invertir en oro y/o plata ni se plantean adquirir ese tipo de monedas, teniendo que recurrir por norma a las emitidas por cecas foráneas que, además, son muy cotizadas en todo el planeta y, de hecho, hay gente que incluso ni espera unos años a amortizar la inversión, sino que revenden monedas atrasadas añadiéndole unos euros de más y se ganan un dinero todos los meses.

HECHOS

En 2021, con algunas décadas de retraso sobre el resto de países del mundo, la FNMT se dignó por fin emitir una onza de oro bullion. Bullion es el término que se usa para designar las monedas de inversión no circulantes que, como ven en la foto, tienen un valor facial que ni de lejos se asemeja al real. Como pueden observar, el valor facial de esta onza es de apenas 1'5 €, mientras que su valor real cuando salió al mercado era de unos 1.650 € aproximadamente. Ahora, apenas dos años después, oscila por los 2.150 €. Esta nueva serie de dedicó a animalitos propios del país, iniciándola con el lince ibérico. Ojo, IBÉRICO, ténganlo en cuenta. IBÉRICO, como el jamón, uséase autóctono de Iberia. No vamos a entrar en el diseño porque, ni viene al caso en este tema y, para gustos, colores. Sea como fuere, a mí me parece bastante cutre y falto de atractivo. Basta compararlas con las de la foto de cabecera para establecer odiosas comparaciones. Además, la cabeza de la lince (la imagen está sacada de la foto de una hembra real) daba a entender que las sucesivas seguirían la misma pauta, lo que no ha sido así. 

Bien, la cosa es que, aunque a un precio superior al de otras bullion porque nuestros eximios gobernantes le metieron un sobrecosto porque les salió de los cojones, el personal celebró la iniciativa. Al fin tenían una moneda de inversión española si bien su salida al mercado estuvo llena de polémicas, como no podía ser menos. El reverso, que pueden ver a la derecha y que muestra un columnario inspirado en los míticos reales de a ocho, que fueron la moneda global en todo el planeta durante 300 años, era una birria copiada de un sello de Hacienda de hace no sé cuántos años. La acuñación inicial salió un churro porque aparecía un halo alrededor de la cabeza del lince, y el canto liso no gustó a nadie. Demos ahora un salto en el tiempo y nos plantamos en el año presente, 2023. ¿Qué por qué hay que saltar? En breve podrán comprenderlo.

Hace un par de semanas se anunció la salida de la tercera onza bullion, dedicada al caballo CARTUJANO. Ojo de nuevo: CARTUJANO, el caballo español por antonomasia, el que vemos en los retratos ecuestres del Conde-Duque de Olivares, del infante Don Baltasar Carlos, de Felipe IV, del general Palafox o del rey felón. Como vemos, la pauta de diseño inicial que mostraba solo la cabeza fue dejada de lado en favor del animal entero. Tampoco vamos a entrar en lo acertado del mismo, sino que insistiremos en que se especifica claramente que se trata de un caballo español, un caballo cartujano. No un caballo inglés, percherón, hanoveriano, bretón o cimarrón, no... Es un caballo español, la raza que crearon los monjes cartujos para obtener el más hermoso equino del planeta, digno de monarcas y cuya silueta es el paradigma de la nobleza, la fuerza y el poder sobre cuatro patas.

Vuecedes dirán que, hasta ahora, no han leído nada que tenga que ver con la tiranía de la corrección política, y ciertamente así ha sido. Ahora lo leerán, descuiden.

La enjundia está en la onza que se emitió en 2022, dedicada al toro. Así, toro a secas. Pero, ¿qué toro? Porque todos sabemos que los toros son los machos de los bovinos, pero habrá que especificar la raza para identificar al toro en cuestión. Hay toros hereford, frisones, limusinos, charoleses, retintos, etc. Pero, como salta a la vista, el que muestra la moneda es un toro de lidia. Es el toro de los anuncios de Osborne que se acabaron convirtiendo en un símbolo nacional, cuya silueta negra ha pasado a decorar banderas, camisetas y mogollón de objetos. El toro de lidia es la esencia de lo español, les guste o no a los animalistas. Ahí ven la moneda con el enunciado que nos informa que se trata de un toro a secas, cuando hasta un crío de teta lo identificaría con un morlaco saliendo por la puerta de los sustos. Y aquí llegamos al tema del articulillo: ¿Por qué se especificó que el lince era ibérico y el caballo cartujano, pero al toro no se le añadió su raza?

Obviamente, está de más decir que absolutamente nadie, y menos de la FNMT, han comentado nada al respecto, pero no hace falta tener una sesera especialmente dotada para la deducción para intuir el motivo: hay que ocultar, olvidar, omitir y enterrar cualquier referencia a la denostada fiesta nacional, algo que la progresía ha declarado como propia de bárbaros y de gente inculta aunque nunca parecen recordar que Picasso, Hemingway, Lorca o Wells fueron grandes aficionados a los toros. Lo que vemos a la izquierda es un apaño fotochopero que hice aprisa y corriendo hace un rato con lo que, a mi entender, habría sido el enunciado correcto de la moneda. Pero, claro, mentar la lidia es mentar al Maligno, y aunque la raza de lidia es conocida como tal, pues prefirieron omitirla para que los ofendiditos no pusieran el grito en el cielo clamando por la enésima exaltación de la barbarie y exigiendo la inmediata retirada del mercado de la moneda. Hoy día, cuatro pelagatos gritones tienen más influencia que millones de personas a los que los toros le dan un higa y no van a ver corridas o los miles de aficionados y personas que viven de ello y pueden calentar el puchero trabajando en el mundo de la tauromaquia. Eso sí, los ofendiditos, como no dan un palo al agua y viven de la mamandurria del chiringuito, tienen tiempo sobrado para plantarse con varias pancartas delante del Ministerio de Hacienda, de quien depende la FNMT, para protestar por el toro de lidia mientras que los ocupas esos siguen adueñándose de las viviendas del personal porque son "vulnerables". Por cierto que podrían haberle puesto "TORO BRAVO", pero me temo que lo de la bravura también contiene ciertas connotaciones taurinas por lo que, finalmente, debieron conformarse con el toro mondo y lirondo. 

Sea como fuere, la cosa es que, para mayor recochineo, el toro que vemos en la moneda fue tomado de la foto de uno real llamado Cetrero, un berrendo en negro, corniveleto y astifino de la ganadería El Ventorrillo lidiado en el coso de Las Ventas por Morenito de Aranda en mayo de 2017. A la derecha pueden ver la foto del toro en cuestión, obra de Joaquín Arjona. De hecho, si observan el suelo del toro monetario, no se asemeja en nada al de una dehesa, sino que es idéntico a la arena de un ruedo. En resumen, ponen un toro de lidia, pero sin decir que es un toro de lidia para que a los memos de turno no les estallen las arterias del pescuezo del berrinche.

Con todo, repito: no tengo constancia de que el enunciado de la moneda se deba a la maldita corrección política, pero apostaría mi augusta pelambre facial a que el guion es el que he narrado porque, en Occidente en general y en España en particular, no cabe un gilipollas más, y mientras que se enaltecen y respetan las civilizaciones y culturas ajenas, se denuestan y desprecian las propias. Así nos luce el pelo.

En fin, ya'tá

Hale, he dicho

lunes, 3 de julio de 2023

BRAFONERAS Y VARAESCUDOS

 

Efigie yacente de un anónimo homicida que lleva desde 1325 mostrándole a la humanidad qué eran las piezas protagonistas de este articulillo. ¿Qué no indico cuáles son? Claro que no. Para saberlo hay que leer un ratito. No sean vagos, carajo...

Que sí, que sí, tengo que actualizar el articulillo sobre la puñetera artillería de galeras, pero juro por mis muelas que tengo la sesera cocida en salsa de neuronas. De verdad, no puedo soportar este clima perverso, sádico, inmisericorde, criminal... ¿Nadie tiene un iglú o una cabañita molona en Laponia por una renta módica? Un día de estos me da una pájara y entrego la cuchara, fijo... En fin, Dios me de paciencia y muerte sin penitencia.

Mientras acaparo energías para proseguir con la cosa artillera y para iniciar el segundo semestre (carajo, la velocidad de la luz es similar a la de una tortuga artrítica comparada con el paso del tiempo) con un articulillo que, aunque breve, posiblemente resulte revelador a más de uno y, por supuesto, a sus miserables cuñados. Como indica el título, hablaremos de las brafoneras y los varaescudos. ¿Qué no les suenan de nada? Bueno, alguna que otra vez los hemos mencionado, aunque de pasada, de modo que vamos a hablar de ellos más a fondo. 

Un miembro dislocado era lo menos malo que a uno
podía producirle un golpe en una articulación. Un fuerte
tirón, un berrido, un par de semanas quietecito y como
nuevo... más o menos

Bien, ante todo pongámonos en contexto. Como ya sabemos, y los que no lo sepan es que no me han leído en su momento, las lorigas ofrecían una buena protección contra armas de filo y punta, así como flechas y virotes; sin embargo, de poco o nada servían a la hora de minimizar o anular los efectos de las armas contundentes. Su flexibilidad era su principal punto flaco, y mientras que detenían un tajo de espada, absorbían casi toda la energía de un mazazo o cualquier otra arma similar o, ya puestos, de un hachazo. El filo del hacha no penetraría la loriga, pero la contundencia del golpe podía causar una fractura ósea o una lesión interna que podría incluso acabar con la vida del combatiente. Un golpe en el pecho podría romper una o más costillas que se clavarían en un pulmón, causando un neumotórax fatal, por no hablar de hemorragias internas que desangraban por dentro al candidato a héroe. Si la violencia del impacto partía la femoral, la aorta descendente o la carótida, en cuestión de segundos el fulano caía redondo al suelo, fulminado por un shock hipovolémico que lo escabechaba sin tener la más mínima oportunidad de salir del brete.

Porque una fractura mal unida podía tener consecuencias bastante
chungas como, según vemos en la foto, acabar con un brazo o
una pierna más corto que el otro

Como también sabemos, los perpuntes surgieron precisamente para intentar minimizar o evitar estas lesiones, pero en modo alguno anulaban por completo la terrible potencia desarrollada por una maza, un martillo o un mangual. Además, el clima no siempre permitía hacer uso de estas prendas que, fabricadas con grueso fustán y rellenas de crin prensada, eran lo más parecido a llevar un forro polar en pleno verano en mi Sebiya natal, y recordemos que las campañas bélicas solían llevarse a cabo en la época estival. En zonas como la Península, Italia o Tierra Santa, usar un perpunte era tener todas las papeletas para, en vez de palmarla por un mazazo, hacer lo propio por un golpe de calor o una deshidratación a lo bestia. Por ello, muchos preferían arriesgarse a tener seguro si volverían vivos, pero no por una muerte heroica, sino cocidos en su propio jugo.

O, peor aún, no tener nada que curar porque un mazazo
o, simplemente, el pisotón de un penco de batalla le
dejaba a uno el pie literalmente planchado

Como vemos, el panorama no era bastante alentador en ese sentido. Y si una fractura más o menos limpia en un húmero o un fémur ya suponía una curación y convalecencia bastante irritantes, si la lesión se producía en el codo o la rodilla se tenían garantizadas dos opciones: una, quedarse con el brazo inservible. Dos, quedarse cojo. Recomponer las cabezas de las osamentas convertidas en comida para peces era misión imposible, y más si no se había producido una herida abierta que facilitase el acceso al interior del cuerpo. Y si a eso sumamos los desgarros en ligamentos y tendones, pues ya podemos imaginar las consecuencias. Así pues, y tras siglos comprobando que solo un objeto rígido como el escudo era capaz de detener un golpe asestado por un arma contundente, llegaron a la conclusión de que lo más sensato era añadir pequeñas porciones de defensas rígidas sobre la loriga para proteger las zonas más sensibles, precisamente empezando por las articulaciones: rodillas, brazos, hombros y codos, protegiéndolos con rodilleras, brafoneras y varaescudos. Estas piezas fueron el germen que, posteriormente, dio paso a la armadura de placas.

La adición de partes rígidas a las lorigas comenzó en el siglo XIV. El mejor testimonio de ello nos lo dan la gran cantidad de efigies funerarias repartidas por toda Europa, donde podemos ver el aspecto de los probos homicidas de la época perfectamente datada gracias a sus epitafios. Así, vemos que en siglo XIII no se encuentran ejemplos de BELLATORES con otra cosa que sus lorigas convencionales, mientras que a partir de los últimos años de dicho siglo y primer cuarto del XIV ya empieza a generalizarse el uso de rodilleras, bien fabricadas de metal o bien de cuero hervido, material este que, aunque no lo parezca, era más resistente de lo que imaginan siempre y cuando no se mojase, momento en el que perdería su rigidez, ergo su eficacia. ¿Por qué fueron las primeras piezas rígidas? Creo que es más que obvio. Las piernas eran más accesibles a los peones que combatían a pie y, aunque los escudos al uso protegían la rodilla izquierda del jinete, la derecha estaba totalmente expuesta. Así pues, cualquier fulano podía aproximarse con aviesas intenciones, y mientras el caballero intentaba escabechar enemigos a pleno rendimiento, podría endilgarle un golpe en la rodilla y dejarlo listo en un periquete. Bastaba un buen garrote de encina para ello, pero si el golpe lo propinaba con una maza los efectos sería devastadores. Por eso, en la efigie funeraria de sir Robert de Bures (c.1275-1331) podemos observar que este tipo ya se curó en salud, y muestra dos rodilleras que, en vista del complejo repujado que lucen, debían ser de cuero hervido. Sí, podrían fracturarle la tibia, pero nadie pretendía librar una batalla con un 100% de probabilidades de volver ileso, y una fractura de un hueso largo siempre podía arreglarse con un entablillado y varios alaridos mientras el físico colocaba las dos partes del hueso roto en su sitio. 

Cabe suponer que no tuvo que pasar mucho tiempo hasta que decidieron aumentar las protecciones rígidas, empezando por los codos. Estas piezas, de forma discoidal, recibieron el nombre de varaescudos o varascudos. No se conoce su etimología, si bien su mismo nombre ya es un indicio de su cometido. Es posible que su denominación inicial fuese otra ya que Leguina los identifica como un parte del almete, un yelmo que surgió a finales del siglo XV pero, de ser así, su nombre anterior no ha llegado a nosotros. De hecho, en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias, publicado en 1611, no aparece.

Sea como fuere, lo cierto es tenemos constancia de la existencia de estos discos metálicos a principios del siglo XIV. A la izquierda tenemos un ejemplo en la efigie sepulcral de Jean de Nuisement, datada en 1310. Vemos que viste una camisa de malla de manga corta sobre otra interior, y en los codos se aprecian los dos varaescudos que, inicialmente, se sujetaban con unos cordones de cuero a las mangas. Los que vemos en la ilustración parecen bastante birriosos, y cabe suponer que el artista no debía estar muy puesto en temas castrenses; no obstante, nos muestra de forma bastante clara de su aspecto, sujeción y morfología. Estos varaescudos fueron propagándose por toda Europa durante la primera mitad del siglo XIII. 

Esta moda de vestir dos camisas de malla con los varaescudos anudados en el codo debió ser bastante popular, porque podemos verlas en bastantes testimonios de la época. A la derecha tenemos la efigie de Pierre de Marcis, que palmó en 1333, y su aspecto es el mismo que el de su compadre del párrafo anterior. En este caso, los varaescudos si aparecen con un tamaño más realista, y podemos ver mucho mejor definidos los cordones que los sujetaban a las mangas. 

Con todo, y teniendo en cuenta que las mangas cortas de la camisa superior debían moverse bastante cuando empezaba la fiesta, cabe suponer que, en realidad, los cordones estaban fijados en las mangas interiores, se pasarían por las anillas a las exteriores y, finalmente, se anudarían los varaescudos. De esa forma se evitaría que estuvieran bailoteando y, obviamente, dejando los codos expuestos. Así pues, durante los primeros 30 años del siglo XIV la combinación de defensas rígidas más extendida se limitó a rodilleras y varaescudos que, supongo, evitaron que más de uno tuviera que darse de baja definitiva por verse cojitranco o con el brazo colgando, totalmente inútil para algo más que rascarse el ombligo.

Por aquellos años y como complemento de los varaescudos surgieron las branfoneras, brahoneras o brahones, unas defensas que, según Covarrubias, "son ciertas roscas o dobles pegados, que caen encima de los hombros, sobre el nacimiento de los braços, que se suelen poner en las mangas de los sayos y las ropas; y assi, a brachio, se dixeron brachiones, y corruptamente brahones, y con F brafones". Según esta definición, Covarrubias parece hacer referencia más bien a las aletas que se colocaban algunos de estos probos homicidas en los hombros para protegerlos de tajos de espada, o bien para evitar que los golpes dirigidos a la cabeza y desviados por el yelmo acabaran medio cercenando el brazo por el hombro. A la izquierda tenemos un homicida anónimo que lleva desde 1320 esperando la resurrección en una iglesia de Sufflok y que nos muestra precisamente las aletas que, en este caso, las lleva plegadas hacia la espalda. Sin embargo, podemos ver los varaescudos que protegen codos y axilas, así como las brafoneras que cubren las caras externas de los brazos y las internas de los antebrazos. Así mismo, podemos ver que incluso tiene unas pequeñas coderas para mejorar la defensa pasiva de sus preciados brazos.

Por añadir un ejemplo más, veamos la efigie de sir Thomas Buldanus, un bristish (Dios maldiga a Nelson) que se aburre como un galápago en su mausoleo napolitano. Por cierto que no sé qué leches pintaba allí siendo inglés. Bien, el deceso de este fulano data de 1335 y, como vemos, es contemporáneo a los ejemplos mostrados anteriormente. Muestra una camisa de malla sobre un perpunte no tan grueso como era habitual, y sus brazos están protegidos por unas brafoneras de cuero sobre las que lleva dos varaescudos repujados- quizás de cuero, quizás de metal- y otros dos discoidales convencionales en los codos. Las piernas, fuera del encuadre, estaban protegidas por sendas grebas de cuero hervido con una decoración similar a las brafoneras. Básicamente, así pasaron el siglo XIV, añadiendo cada vez más piezas rígidas que protegieran los sufridos cuerpos y extremidades de los BELLATORES de aquella época. Cuando apareció la armadura completa en el siglo XV, las branfoneras dieron paso a los brazales, cangrejos y codales que, sumados a los guanteletes, hacían bastante complicado vulnerar los brazos del personal aún aporreándolos con saña bíblica con una maza de aletas de las gordas.

Sin embargo, los varaescudos se mantuvieron operativos. De hecho, casi se puede decir que siguieron formando parte de las armaduras hasta casi su desaparición, y podemos verlos en mogollón de arneses renacentistas, sobre todo los de diseño tedesco. Y, como comentábamos anteriormente, es en esta época cuando el término varaescudo aparece recogido por Legina cuando dice que era "una pequeña arandela que protegía la sobrenuca del almete", uséase, lo que vemos en la foto de la izquierda. Pero, en realidad, el varaescudo no estaba ahí para defender el cogote, sino las correas de la bufa que se añadía como protección extra y que vemos en la foto de la derecha. En este caso, el varaescudo impedía que un tajo enemigo cortase las cinchas y mandase a paseo la bufa que, además de aumentar la protección frontal del rostro, hacía lo propio con el cuello. Y aquí es donde el término varaescudo adquiere sentido: un escudo sustentado por una pequeña vara. De ahí mi suposición de que, anteriormente, debió tener un nombre distinto.

Del mismo modo, perduró en las armaduras góticas que, contrariamente al diseño italiano, protegían los brazos con un cangrejo que dejaba descubierta la unión del cuerpo con el brazo. Las italianas optaban por una generosa hombrera con unas amplias extensiones que cubrían parte del peto y el espaldar. Cabe suponer que los arneses tedescos daban más libertad de movimiento a costa de perder protección, lo cual compensaban con los varaescudos que vemos en la foto de la derecha. Al igual que sus antepasados, se unían al jaco que se vestía bajo el arnés con cordones de cuero, de forma que quedaban colgando con cierta movilidad, y no fijados del todo. La idea, obviamente, era no limitar los movimientos de los brazos y, además, proteger la axila cuando se levantaba el derecho para golpear. Un diseño aparte, pero con la misma función, eran las tarjetas, unos varaescudos inspirados en las tarjas empleadas en las justas y que, en vez de discoidales, eran rectangulares. No tuvieron tanta popularidad, pero en la ilustración inferior podemos ver un ejemplo bastante elocuente, perteneciente al arnés de un occiso de mediados del siglo XV. La sustitución de estos arneses por las armaduras de fajas espesas tras la desaparición de la caballería pesada puso término a la vida operativa de los varaescudos.

En fin, con esto terminamos. Lo cierto es que se trata de una pieza que, aunque no falta en los museos, por lo general la gente suele desconocer su utilidad. Hace ya muchos años, visitando con mis retoños la Armería del Palacio de Oriente, uno de los guías me oyó explicarles a los nenes los pormenores de tanto envase para primates y, un poco azorado, me preguntó precisamente por el varaescudo que conservaba uno de los muchos almetes que se ven en tan magnífica colección. Añadió que ninguno de sus colegas tenía ni idea de para qué leches servían aquellos discos cogoteros, y cuando le expliqué lo mismo que acaban de leer, no es que se le saltasen las lágrimas de felicidad, pero lo cierto es que se puso muy contentito el hombre. Por lo visto, llevaban un siglo con la intriga, y nadie, ni el director de la Armería (manda cojones), sabía un carajo del tema.

Bueno, s'acabó lo que se daba.

Hale, he dicho

Efigie funeraria de Guillermo II de Bearne, muerto en 1229 en un intento de la corona de Aragón por arrebatar Mallorca a los malditos agarenos adoradores del falso profeta Mahoma. Podemos apreciar perfectamente los varaescudos que lleva unidos a su loriga, protegiéndole los codos y los hombros. Por la fecha de su deceso, intuyo que el mausoleo se talló bastantes años después del mismo ya que no hay constancia de que esas piezas estuvieran operativas en una época tan temprana. Aunque igual las inventó el fulano este, quién sabe...






domingo, 25 de junio de 2023

LOS NUEVOS TOTALITARIOS

 

Una sociedad en la que esta escena es considerada actualmente como una violación en toda regla está condenada a desaparecer. En Occidente hay ya no cabe un tonto más, y lo peor es que asistimos impasibles a nuestra autodestrucción tanto como civilización como cultura por otra y gracia de los nuevos totalitarios

Totalitarios convencionales que se hicieron con el poder conforme
al "Manual del Tirano Avezado". Los que padecemos actualmente
en Occidente lo han hecho de forma tan taimada que todos los
toman como benefactores de la humanidad

No hay nada nuevo bajo el sol. Desde que tenemos noticia, la humanidad ha pasado por ciclos alternativos de libertad y opresión. La libertad ha permitido a los aspirantes a opresores a propagar sus tóxicas consignas, su demagogia y sus mensajes de odio contra sus enemigos, reales o imaginarios. La gente, mayoritariamente aborregada y sensible ante los argumentos de cualquier pico de oro, ha aceptado sus dogmas y ha ascendido al poder al aspirante a opresor para convertirlo en opresor a tiempo completo. Estos totalitarios siempre han sido ciudadanos con la capacidad de ver el momento adecuado para iniciar su metamorfosis: guerras, períodos de carestía, etc., que hacen que la gente se cabree y se incline a apoyar a cualquier pelagatos rebosante de demagogia para auparlo al poder con tal de que los saquen de sus penurias. El enano corso (Dios lo maldiga) aprovechó la situación caótica que se vivía en Francia tras la revolución para reciclarse de tenientillo de artillería en emperador nada menos. El ciudadano Adolf, un acuarelista fracasado, supo ver que la humillación sufrida por Alemania tras la Gran Guerra sería la llave que le daría el poder. El camarada Lenin tuvo clarísimo que el pueblo ruso estaba un poco harto de los inmensos privilegios de la aristocracia encabezada por el padrecito Nikolái Aleksándrovich Románov, y no paró hasta, parafraseando al alevoso visir Iznogud, ser zar en lugar del zar. En fin, la lista sería interminable y, como decía el enano corso, que a veces tenía algún destello de inteligencia, "la mayor parte de aquellos que no quieren ser oprimidos, quieren ser opresores". Y, ciertamente, es una verdad como un templo.

Bien, esto es lo que nos dice la historia. Sin embargo, Occidente parece haberse liberado por fin de los totalitarismos políticos, uséase, las dictaduras al uso que aún padecen otras zonas del planeta que siguen ancladas en el pasado. Europa ha tenido que soportar ya demasiados tiranos que han provocado infinidad de guerras que no han servido para otra cosa que no fuese sembrar miseria, muerte y destrucción + IVA, hambre y odios africanos. Pero el hecho de que Occidente ya se vea- de momento- libre de tiranos convencionales, no quiere decir que no padezca totalitarismos y, de hecho, ya se están imponiendo si bien no por la fuerza de las armas, sino por la presión incansable de esos grupúsculos que, a modo de sectas, pretenden propagar sus ideas amparados en la libertad de expresión y en la defensa de minorías supuestamente oprimidas pero que, curiosamente, no toleran que nadie levante la voz contra ellos o se atreva siquiera a cuestionar sus dogmas.

El racismo patológico de los yankees fue en gran parte el germen
que dio paso a los actuales totalitarios

Todo este mamoneo de la abyecta tiranía de la corrección política surgió, como es de todos sabido, de los Estados Unidos, un país cuya sociedad, podrida hasta el tuétano, es víctima de sus múltiples complejos surgidos precisamente de su interminable lista de vicios, empezando por el racismo y el supremacismo. Han puteado tanto a sus minorías que, al final, se han autoerigido en los defensores planetarios de los oprimidos hasta convertirlos en los nuevos opresores. Estamos presenciando como los ofendiditos, esos inquisidores de nuevo cuño, son los que dicen de qué se puede hablar y qué no se debe decir, pero ellos dicen y hacen lo que quieren porque se han intitulado en defensores de los oprimidos, lo que les permite oprimir a destajo. Estos opresores han adoptado tácticas que ya practicaban los nazis en los años 3o, pero adaptadas a los tiempos modernos:

1. El señalamiento. Los nazis no disponían de redes sociales para incluirte en la lista de estigmatizados, de modo que plantaban al personal una estrella amarilla hasta en los calzoncillos. O las bragas, naturalmente. Ahora, en menos de cinco minutos tu jeta aparece en todo el planeta con el estigma con que te hayan marcado.

2. El aislamiento social. Los nazis segregaban a los judíos en guetos para que los arios no se viesen contaminados con su presencia, y los opresores modernos buscan silenciarte y que nadie quiera relacionarse contigo porque eres racista, xenófobo, homófobo o poseedor de cualquiera de las tropocientas fobias que han creado. Ahora, tus "amigos" se olvidan de tu existencia, te bloquean en el "wasa" y si te ven venir se cruzan a la otra acera. Ya no existes. Has sido cancelado.

3. El silenciamiento. Los nazis no permitían a los judíos dar conferencias, informar a nadie la persecución de que eran objeto, etc. Ahora, si uno de los señalados por el estigma quiere dar una charla o participar en un debate, una horda de opresores se persona en el lugar donde se celebrará el evento y la liarán parda para que el pseudo-opresor oprimido no pueda manifestar su opinión, cercenándole su libertad de expresarse y a la que los opresores recurren para mandarte a callar si no dices lo que ellos quieren oír.

4. La persecución y el acoso. La Gestapo y los Einsatzgruppen buscaban hasta en las cloacas a los enemigos del estado, retiraban los títulos universitarios a los judíos, y hasta les quitaban las condecoraciones ganadas durante la Gran Guerra luchando por Alemania. Ahora, los pseudo-opresores oprimidos son hostigados sin descanso. Reciben amenazas, incluso de muerte, de las que no se libran ni sus familias. Los pseudo-oprimidos opresores presionan para que los despidan de sus trabajos, para que tengan que marcharse a otra ciudad o, mejor aún, a otro país. O, todavía mejor, a que se ahorquen en el garaje, y así dejan de oprimir a los pseudo-oprimidos.

Bright Sheng, compositor, director de orquesta y pianista al que los
alumnos de la Universidad de Michigan le liaron la de Dios porque
tuvo la osadía de ilustrar un seminario proyectando la perversa
versión de "Otelo" dirigida y protagonizada por Laurence Olivier en
1965. El malvado actor cometió la atrocidad de pintarse la jeta de marrón
para interpretar al moro Otelo. Algo imperdonable. Por cierto,
no oí a ningún blanco quejarse cuando Denzel Washington interpretó a
Macbeth en 2021

En fin, las perspectivas son, como vemos a diario, de lo más siniestras. Han permitido que una legión de ignaros acomplejados se erija en paladines de todo lo que consideran ofensivo y, encima, se les tolera. Hace 500 años, un acusado de herejía por el Santo Oficio podía hablar y declarar ante el inquisidor para dar explicaciones acerca de sus actos, pero ahora es que ni te dejan hablar. Recuerdo que, no hace mucho, vi en Yutube un vídeo de un probo ciudadano melanino yankee que, a pesar de ser por lo visto uno de esos tipos con las paredes forradas de diplomas, intentaba dar una charla en una aula universitaria. Ni tiempo tuvo de abrir el pico, porque una orca (tanto de condición psíquica como física porque era una gorda aullante) empezó a dar unos alaridos con tal ímpetu y fuerza que no sé cómo no le sangró el gaznate. Este hombre, sin perder la sonrisa, intentaba hacer ver a la orca que él tenía derecho a expresarse, pero fue imposible. Aquel cacho carne no paraba de gritar sin descanso ante la total pasividad del resto de los presentes, que se limitaban a grabar la surrealista escena con sus móviles. Porque esa es otra: ahora la gente ve como un delincuente asalta a una venerable abuelita para robarle los 20 € que acaba de sacar del cajero y, en vez de socorrerla, se ponen a grabarlo todo. Digo yo: hijoputa, en vez de grabar y ya que no tienes cojones para ayudar a esa pobre mujer, al menos llama a la policía... Pues nada. La sociedad se ha convertido en testigo sumiso y silente de todos los desafueros habidos y por haber.

Antonio Escohotado (1941-2021). Con este no se atrevían
los pseudo-oprimidos porque les daba unos repasos de
antología y les callaba la boca en 0'2 segundos

Como ya comentamos en el articulillo dedicado a la verborrea de los tiranos, estos opresores recurren a la creación de enemigos contra los que descargar su superávit de bilis y de odio. Cualquiera que se salga del guion que ellos marcan se convierte ipso-facto en un ser despreciable que no merece ni el aire que respira, y como son parásitos que han visto que instituirse en pseudo-oprimidos les permite obtener pingües beneficios en forma de subvenciones y demás prebendas sin tener que dar un palo al agua, cada día hay más fobias que combatir. Pero ojo, son fobias improcedentes con las que pretenden obtener una serie de derechos que ya existen, uséase, fobias que nadie siente salvo cuatro chalados y derechos que llevan años, décadas o siglos institucionalizados. Como decía si no recuerdo mal Antonio Escohotado, "la lucha por obtener un derecho debe concluir en el momento en que se logra ese derecho". Sin embargo, vivimos en un estado de ofensa permanente, de lucha por derechos más que reconocidos, y todo para lo dicho: mantener el chiringuito y la mamandurria. Demos un repaso...

Estas solo querían igualdad con los hombres: poder votar y ser
votadas, estudiar en la universidad o disponer de su propio dinero

FEMINISMO. Lo que antaño era una lucha para equiparar los derechos de la mujer con los del hombre se ha instituido en una especie de religión misándrica cuyo principal dogma es demonizar al hombre, restarle derechos, que no privilegios, y anteponer los derechos mujeriles a los varoniles facilitándoles el acceso a subvenciones, proyectos, trabajos, etc., no por su capacidad, sino por su sexo. Hace ya mucho tiempo que los derechos de hombres y mujeres son los mismos en Occidente (en Irán o Afganistán no, pero esos no son de Occidente), por lo que el feminismo ya no tiene razón de ser. Es igual de anacrónico que luchar contra la esclavitud ya que la esclavitud no existe. Y si alguna fanática dice, que lo dicen a diario, que el feminismo pretende acabar con el machismo, lo dice sabiendo dos cosas: el machismo existirá siempre, de la misma forma que siempre habrá tías con muy mala leche que hacen la vida imposible a sus maromos, y siempre habrá algún hideputa que levante la mano a la parienta. Pero ese no es un machista, es un mierda, no un hombre.

Estas, por el contrario, buscan someter a los hombres. El cartel
lo dice todo

La cuestión es que el feminismo pretende anular la virilidad, convertirnos, como decían los griegos, en malakós (blandos), tipos afeminados que se maquillan, se pintan las uñas y planchan como nadie. El odio al hombre ha llegado, como hemos visto recientemente, a que en algunos colegios se haya suprimido la celebración del Día del Padre, buscando anular así la figura paterna tradicional para dar preferencia a las familias monomaternales, como dicen ahora. ¿Qué están consiguiendo? Pues que cada vez haya menos hombres dispuestos a arriesgarse  entablar una relación convencional porque les puede costar una ruina.

Ah, y una cosilla más. A ver, fervientes feministas que consideráis a todos los hombres maltratadores y violadores. Yo os pregunto: ¿vuestros padres/abuelos/bisabuelos, etc. violaron a vuestras madres/abuelas/bisabuelas, etc.? ¿Las maltrataron? ¿Y vuestros hermanos, violan a sus mujeres? ¿Y vuestros hijos, también son violadores y maltratadores? Salvo casos contados, juraría que todas negarán semejante suposición. Entonces, ¿por qué decís lo mismo del resto de los hombres sin tener la más mínima prueba y basándoos simplemente en prejuicios producto de vuestra misandria patológica, panda de enfermas?

Hace pocos días, esta gorda canijofóbica hizo expulsar a un
ciudadano de una sala de conferencias porque le recomendó que,
en vez de hacerse la víctima, redujese su ración cotidiana de bocatas
de salchichón y se apuntase en un gimnasio. Se puso como una fiera, oiga...

GORDOFOBIA. Una de las fobias últimamente más de moda. Los gordos y, sobre todo, las gordas, se sienten víctimas. Pero, ¿de qué? ¿De que les digan que están gordos? ¿De que les cueste trabajo encontrar ropa chula de su talla? ¿Acaso alguien los acosa por la calle por estar gordos? Veamos...

Caso victimista 1: Me rechazan en ciertos trabajos por estar gordo. Cierto. En muchos trabajos donde se busca personal que tenga que mostrarse cara al público, pues prefieren gente con un aspecto físico saludable. Sería absurdo admitir a una gorda como vendedora de productos dietéticos o, por ejemplo, a un gordo como entrenador personal en un gimnasio. La sociedad que hemos creado rinde culto al cuerpo, de modo que ese deseo de perfección física se ha vuelto contra muchos. Pero eso tiene solución: adelgace vuecé.

Caso victimista 2: Como media hoja de lechuga al día y no adelgazo, me voy a cortar las venas. Dudo que con media hoja de lechuga no adelgace, pero si es así es evidente que tiene Vd. un problema metabólico. Vaya a un endocrino y deje de publicar vídeos en Yutube o el Tictoc ese lloriqueando.

Caso victimista 3: En mi canal no paran de llamarme gordo/gorda. Pues cierra el canal, carajo. ¿Para qué lo quieres, para que te fustiguen a diario? Ah, y de paso, puedes adelgazar y mostrar a los ofendedores que ha sido capaz de dejar de lado los bollicaos y los bocatas de chopped y te machacas en el gimnasio.

Al paso que vamos, igual algún gordo/a se siente ofendidito/a
por ser comparado/a con un premio lotero y hay que cambiar
el nombre por "Premio Superlativo" o alguna gilipollez similar

No hay fobia hacia los gordos, salvo los anormales que se dedican a odiar a todo el mundo porque son basura mental y solo así desfogan su amargura. Nadie detesta a otra persona por estar gorda. La realidad es que hay muchos gordos que se odian a sí mismos por no ser capaces de poner remedio a un problema de salud, y en vez de optar por la fórmula "menos plato y más zapato", pues se pasan el día zampando bollos incrustados en el sofá. Y como se odian por tener tres arrobas de sobrepeso, pues claman por la injusticia y acusan al resto de primates de victimarios. Señor/a gordo/a, Vd. tiene un problema de salud que tiene que verlo como el que padece diabetes porque durante su vida ha devorado pasteles a mansalva o cirrosis porque se ha bebido a diario media Escocia. Deje de llorar y quejarse y acuda a un especialista, verá como se encuentra mejor, le baja la tensión, el riesgo de ictus o infarto y hasta podrá subir a un primer piso sin sufrir cuatro amagos de angina de pecho antes de llegar al descansillo.

Por cierto, ¿qué ley habría que impulsar para hacer a los gordos felices? ¿Cuota de bollos con mortadela gratis? Desde que cumplí los veintitantos años, este menda siempre ha vivido con algunos kilillos de más porque en esta familia hemos tenido unas tragaderas de cocodrilo, y jamás me he sentido odiado, ni ofendido, ni me han despreciado. He tenido que pagar los trajes más caros por ser de tallas especiales, pero he preferido eso a renunciar a los filetes empanados, y no por eso salgo en Yutube echando espumarajos de ira porque considero injusto que tenga sobrepeso por comerme de una sentada 17 filetes empanados, una tortilla de patatas y dos bollos de Alcalá remojados con dos litronas.

Campo de trabajo de la UMAP, en Cuba, donde fueron a parar miles
de homosexuales entre 1965 y 1968. La izquierda, que siempre acusa
a la derecha de homófoba, nunca menciona que sus venerados Fidel
y el Ché odiaban a muerte a los homosexuales

HOMOFOBIA. Ciertamente, la homosexualidad siempre ha sido considerada como una lacra, algo contra-natura castigado por religiones y leyes (en Europa hasta hace pocas décadas era delito en todas partes), y más en el caso de los hombres que las mujeres. Sin embargo, la "religión" actual ha elevado a los altares a todo aquel que manifieste unas tendencias sexuales que no sean las marcadas por la Naturaleza. De hecho, solo por decir lo que he subrayado, yo sería vilipendiado, injuriado y lapidado al afirmar que la homosexualidad es contra-natura. Pero, vamos ver, ser o tener unas tendencias contra-natura no quiere decir que los que las tengan sean peores o mejores, sino que no son conforme a lo que marca la Naturaleza, que es que los machos se arrimen a las hembras y viceversa. Si Vd., siendo hombre, siente atracción por otros hombres, pues la verdad es que tanto a la Naturaleza como a mí y a casi todo el mundo nos importa un soberano carajo. Y lo mismo le digo a Vd., señora, si sus apetencias consisten en refocilarse con otras señoras.

De hecho, la "lucha por los derechos LGTBIDJNOVUBEXS+-x/" ha llegado al extremo de que parece que si no eres homosexual no eres nadie. Vemos como de Fulanito o Menganita, antes de mencionar sus méritos, se anuncian a bombo y platillo sus tendencias sexuales, que colijo forman parte de la intimidad de cada cual y a nadie le importan. Pero, aparte de que no le importen a nadie, ¿qué derechos tienen vulnerados? ¿Quién los persigue?

Por mucho que se empeñen los pseudo-oprimidos en decir lo que no es,
estas escenas causan gran preocupación entre la gente normal. Ver
como ejércitos de hombres desesperados invaden el territorio de
forma violenta no motiva precisamente a la hospitalidad

XENOFOBIA. Cierto, hay xenófobos, y cada vez habrá más. ¿Por qué? Pues por la misma razón que una manada de bonobos se cabrea si ve a varios paisanos rondando su territorio. El hombre es, como la mayoría de los animales, un ser territorial. Desde que nos inventaron tenemos incrustado en nuestro acervo la conservación del territorio donde subsistimos ya que disponemos de agua, caza, flora y un clima aceptable. Un territorio atravesado por un río que nos permite disponer de agua para aplacar la sed y pescar, de animalitos terrestres que matar para poder devorarlos, árboles y arbustos que nos dan frutos para poder comernos un postre decente tras zamparnos medio mamut, y un medio ambiente que nos libra de pelarnos de frío en invierno y asarnos de calor en verano. Obviamente, si notamos la presencia de otros homínidos en nuestro territorio, saltarán las alarmas porque, seguramente, pretenderán expulsarnos. Por lo tanto, actuamos en consecuencia: metemos a las homínidas, las crías y los abuelos en la cueva y el resto vamos en busca de los intrusos para informarles que su presencia no nos resulta grata, y que o pasan de largo o les incrustaremos en sus cráneos nuestras hachas de piedra homologadas. Ese es el origen de la xenofobia.

El principal argumento de los pseudo-oprimidos para "combatir la
xenofobia" es que los españoles fuimos emigrantes. Compárese
esta foto de currantes hispanos con la del párrafo anterior. Sobran
los comentarios

No creo que haga falta ser especialmente imaginativo para trasladar una situación similar a nuestros tiempos. Las imágenes de turbas de ciudadanos apátridas melaninos intentando asaltar por las bravas los límites fronterizos, las flotas de pateras y cayucos desembarcando en las costas miles de fugitivos, las masas de gente que huye de la guerra, del hambre, de la opresión o de lo que sea, nos producen el mismo efecto que a nuestros ancestros ver merodear un grupo de primates por su territorio. Nos da miedo que vengan apoderarse de nuestros recursos, a aniquilar nuestra cultura para imponer la suya, a erradicar nuestra religión para extender la suya... Es algo genético, no lo podemos evitar. Y ojo, no confundamos churras con merinas, que una cosa es ayudar al prójimo y otra permitir invasiones soterradas que se amparan en el buen rollito y la tolerancia, y más con gente que provienen de culturas que no son precisamente tolerantes con las ajenas.

Sin embargo, los pseudo-oprimidos se erigen en aliados de estos invasores que acuden por decenas de miles, y señalan a todo aquel que se queja de que el médico le cite para dentro de un mes mientras que a los recién llegados se les atiende de momento, o que le dan una ayuda birriosa para comprar pañales a la abuela pero a los apátridas les dan paguitas bastante jugosas, o que les proporcionen una vivienda gratis mientras que el pagano lleva ya 18 años apoquinando religiosamente el recibo de la hipoteca o pagando alquileres cada vez más onerosos. Las ONG's, que son receptoras de ingentes cantidades de dinero DE NUESTROS IMPUESTOS para trincar sin doblarla, denuncian a los guardias civiles que tienen que recurrir a la fuerza legítima para disuadir a los tropocientos melaninos cabreados que saltan ILEGALMENTE las vallas de Melilla y Ceuta, porque ya sabemos que luchar a favor de las fobias modernas da dinerito.

Si pedir que esta caterva de golfos armados hasta los dientes sea
expulsada de España es ser xenófobo, que me añadan a la lista de
fóbicos. ¿Por qué tenemos que tolerar esto?

Y, encima, tachan de xenófobos a los quejosos de ver como los invasores se convierten en acaparadores de privilegios pagados por ellos, y ponen el grito en el cielo cuando los pseudo-xenófobos protestan por la delincuencia extendida en determinados barrios especialmente poblados por bandas latinas nutridas por MENAS que convierten las calles en un infierno con sus enfrentamientos a machetazos, sus actitudes chulescas, sus amenazas y, en fin, por haber convertido un barrio apacible en un gueto donde nadie tiene agallas para salir a la calle a darse un garbeo. Y, para colmo, como son menores de edad, nuestras leyes ridículas impiden expulsarlos para que se vayan a su país a dar por culo, por lo que se quedan aquí campando a sus anchas por obra y gracia de políticos timoratos y degenerados y la complicidad de jueces excesivamente lasos para aplicar las leyes a estos orcos, mientras que no dudan en mostrarse especialmente severos con los paganos patrios.

En fin, esto es lo que hay. Como vemos, la libertad que tanto nos tatarean a todas horas es un mero subterfugio, un espejismo que oculta la cruda realidad: vivimos bajo un régimen totalitario que nos obliga a tolerar lo intolerable, a hablar, pensar y opinar como quieran cuatro botarates que, de forma hartera y sibilina, se han incrustado en la sociedad para hacernos la vida imposible. Lo más irritante es que lo han hecho porque, con el mantra del buen rollito y tal implantado por la progresía casposa y tiránica, lo hemos permitido.

Por cierto, todo lo narrado es solo una ínfima muestra de las aberraciones que tenemos que padecer desde que el movimiento wuok ese se hizo con el mando. Por desgracia, la lista de desafueros es muchísimo más extensa, pero ya no tengo ganas de escribir más.

Hale, he dicho

POST SCRIPTVM: Que no cunda el pánico, el articulillo artillero de las galeras será actualizado en breve.

La última gilipollez impuesta por la corrección política y que tanto está dando que hablar estos días: la Cleopatra negra. Como habrán oído o leído, los egipcios están que trinan por esta tergiversación absurda de la historia, presentando a un personaje de sangre macedonia como una negra solo por dar relieve a la raza oprimida por la maldad Occidental, como si eso fuera a solucionar con efecto retroactivo los abusos de la esclavitud o las fechorías del Klan. Por cierto, ya puestos, ¿por qué no han cogido a un Julio César chino y un Marco Antonio sioux? A ambas razas también los putearon a base de bien los yankees

domingo, 18 de junio de 2023

LA ARTILLERÍA DE GALERAS

 

Galera aragonesa en pleno crucero. En la corulla vemos las bocas de fuego con que estaba armada la nave. En el centro destaca el cañón de crujía, el más potente de toda la panoplia artillera embarcada

Ataque naval a La Goleta en 1535, en el contexto de la Guerra de
Túnez. Obsérvese como la artillería de las galeras, concentrada en
la proa de las mismas, abre fuego contra las fortificaciones del puerto

Es habitual que, cuando se mencionen las galeras "modernas", uséase, las usadas desde finales del medioevo hasta finales del siglo XVIII, no se suela pensar en la artillería que estas naves llevaban a bordo. Este armamento lo asociamos más a los galeones y, posteriormente, a los poderosos navíos de línea con las bandas erizadas de cañones con los que ofender más y mejor a los enemigos y mandarlos al fondo de abismo con presteza y eficacia. Sin embargo, las galeras no solo estaban artilladas sino que, además, como tantas otras cosas que ignoramos en lo referente de nuestros logros, fueron los reinos peninsulares los que se arrogaron la primicia de fundar las bases de lo que luego sería la artillería naval. Es de todos sabido que en este país de acomplejados e ignaros profesionales no se presta atención a los éxitos patrios ni a nuestros grandes hombres, mientras que se enaltecen los foráneos y se ensalzan a los ajenos. Bueno, al grano...

Xilografía que muestra una galera primitiva armada con un único
cañón emplazado en la crujía de la nave

La primera noticia que se tiene del uso de artillería embarcada data nada menos que de mediados del siglo XIV, concretamente en 1359. El suceso tuvo lugar en el puerto de Barcelona, cuando una escuadra castellana intentó atacar las naves aragonesas ancladas en el mismo. Esto ocurrió en el contexto de la Guerra de los Dos Pedros, que entre 1356 y 1367 enfrentó a Pedro I de Castilla y a Pedro IV de Aragón. Las crónicas no especificaron qué tipo de armas habían embarcado los aragoneses, pero lo importante es que a los castellanos se les puso la jeta a cuadros cuando, en vez de llover virotes y pellas sobre ellos, llovieron bolaños. No obstante, debieron tomar buena nota del invento porque uno de los capitanes de la flota de Castilla, Ambrosio Bocanegra, hijo del entonces Almirante Mayor Egidio Bocanegra, un genovés emigrado a Castilla en 1341, derrotó años más tarde a la flota inglesa (Dios maldiga a Nelson) en la batalla de La Rochelle, librada el 22 de junio de 1372.

Batalla de La Rochelle,  librada en junio de 1372

Bocanegra, que había sido nombrado Almirante Mayor en 1370 por Enrique II de Castilla, fue enviado al mando de una flota de 12 galeras y varias naos para socorrer a las tropas de Bertrand du Guesclin, que mantenían un férreo cerco a la población. Eduardo III hizo lo propio enviando una flota de 36 naves al mando del conde de Pembroke, que sufrió una derrota aplastante por obra y gracia del ingenio de Bocanegra, que aprovechó la bajamar para hacer encallar los barcos enemigos aprovechando su mayor calado- superior al de las galeras- y cañoneándolos con bombardas emplazadas en la corulla de sus naves. La derrota fue tan antológica que los isleños perdieron la totalidad de la flota, bien hundida, bien apresada, e hicieron cautivos a los que salieron con vida del brete, empezando por el mismo Pembroke.

Bien, este articulillo no tiene como objeto narrar la evolución de la galera, que de hecho ya fue descrito en su día, sino la de su artillería. Así pues, estos hechos fueron los inicios de lo que más tarde se convertiría en la artillería naval. El germen de la misma fueron esas bombardas embarcadas que, en realidad, no pertenecían a la marina de guerra, sino a los tiros de artillería terrestres. Para entendernos: las galeras no contaban con una dotación propia de bocas de fuego, sino que, en caso de necesidad, se embarcaban las piezas necesarias junto al maestro artillero y sus ayudantes, que serían los encargados de manejarlas. Una vez retornados a puerto, las bombardas eran desembarcadas y devueltas a su lugar de origen. 

Hasta finales del siglo XV, la artillería embarcada se limitaba a una única bombarda emplazada en la tamboreta. La tamboreta era en espacio triangular situado entre el espolón y la corulla, un espacio que abarcaba desde los dos últimos bancos de la cámara de boga hasta el yugo de proa. Para que su peso no escorase la nave o la quebrase- solo el cañón, sin el afuste, podía superar las 2'5 Tm), se colocaba en la crujía, el angosto pasillo central que discurría de proa a popa y donde el cómitre y sus sotacómitres estimulaban cariñosamente a la chusma para darle con más ímpetu al remo. Para contener el retroceso, la bombarda se emplazaba entre dos maimones, dos gruesos maderos verticales que emergían de las entrañas de la nave. Por lo demás, por su posicionamiento en la cubierta surgió el término "cañón de crujía" en referencia a la pieza de más calibre de la galera. En la ilustración vemos una bombarda al uso montada sobre un afuste fijo. En el detalle podemos apreciar su posición en la nave.

Vista en sección de una alcuza de bombarda. Como podemos
apreciar, estaba reforzada por unos zunchos de hierro para
soportar la presión. Las argollas eran para colocarla y extraerla
ya que, debido a su tamaño y espesor, eran muy pesadas

Estas bombardas, como se explicó en su momento, estaban fabricadas con tiras de hierro que se iban colocando alrededor de un cilindro de madera a modo de mandril, siendo fijadas entre ellas con zunchos. Una vez completa la caña se retiraba el cilindro y se aseguraba en el afuste mediante sogas y/o tirantes de hierro. Su calibre, que en aquella época no estaban normalizados, oscilaba entre las 20 y las 40 libras (9'2 - 18'4 kilos). Eran armas de retrocarga en las que se introducía la pelota de hierro por la recámara para, a continuación, cerrarla con la alcuza, servidor o mascle, donde iba la carga de pólvora en una proporción que decidiría el maestro artillero en base a la distancia del objetivo a batir. La alcuza se sellaba con un taco de madera dejando en el interior una parte vacía para que hubiese suficiente aire como para facilitar la combustión de la pólvora. Finalmente, se aseguraba la alcuza con una cuña de hierro, se cebaba el oído con polvorilla y se prendía la carga con un botafuego, una vara de hierro o bronce donde se enrollaba una mecha. Olviden esa gilipollez de la antorcha que sale en las pelis. En un barco de madera te veían con una antorcha en la mano y te la apagaban metiéndotela por el ano sin dudarlo para, a continuación, cortarte la mano por cretino y, finalmente, colgarte de una entena para escarmiento de los botarates de la tripulación en particular y la flota en general.

Botafuego

Como salta a la vista, emplazar una boca de fuego fija sin posibilidad de variar siquiera el ángulo vertical no daba para virguerías y, aunque el alcance de unos de estos chismes podía llegar a los 800 metros, a efectos prácticos apenas iban más allá de 300 o 400, y si lo que se pretendía era acertar a otra nave, pues había que disparar cuasi a bocajarro, aprovechando el instante en el que el cabeceo de la galera hiciera coincidir la bombarda con el objetivo. Para paliar este inconveniente, que no era moco de pavo, se sustituyó el afuste fijo por uno provisto de dos pequeñas ruedas que permitía correcciones tanto verticales como horizontales (véase ilustración inferior). Al no haberse inventado aún los muñones con los que el cañón podía oscilar sobre la cureña, la regulación del ángulo vertical se realizaba elevando o bajando la parte trasera de la misma, bloqueándola con el travesaño perpendicular que vemos atravesándola de arriba abajo. Este travesaño, en forma cuña, se inmovilizaba propinando un mazazo en la parte superior. Obviamente, antes de abrir fuego había que asegurar la pieza a la cubierta para que no saliese tomando camino por su cuenta.


Por cierto que, por lo general, el maestro artillero no solía disponer de tiempo para realizar más de un disparo antes de llegar al momento supremo de los combates navales de la época: el abordaje. Si ese disparo lograba dañar o incluso abrir una vía de agua importante en la nave enemiga, pues la mitad o todo el trabajo ya estaba hecho. De lo contrario, habría que culminar la aproximación hasta llegar al contacto y esperar a que la gente de guerra embarcada lograse vencer a la tripulación enemiga y adueñarse de la galera. 

No tardaron mucho tiempo en comprobar que eso de poner artillería en la proa era una idea estupenda. ¿Qué por qué no la emplazaban también en las bandas? Pues porque las galeras de aquel entonces aún carecían de corredores sobre los bancos de boga, que ocupaban prácticamente la totalidad del barco. Así pues, se añadieron a ambos lados de la bombarda sendas culebrinas, sacres, moyanas o falconetes, piezas de un calibre muy inferior pero con una caña más larga, lo que les daba más alcance efectivo. Estas piezas eran denominadas como "de caza", y su cometido era ofender a las naves enemigas a distancia, procurando causarles daños que le dificultaran o impidieran la maniobra, como desarbolarlas, dañar el timón o destruir los remos (o también a los que remaban). Si lo lograban, la galera quedaría a merced de la perseguidora, que rematarían el trabajo cañoneándola con el cañón de crujía y hundirla sin tener que arriesgarse a un abordaje que, por bien que fuera, siempre concluiría con bajas propias. En la ilustración de la izquierda podemos ver una galera del segundo cuarto del siglo XVI en la que podemos observar como se había potenciado la artillería de a bordo. A los lados del cañón de crujía se han emplazado dos culebrinas, y en los maimones cañones de pivote, artillería ligera destinada a ofender a los tripulantes de la nave enemiga. Luego los veremos con más detalle.

Ya a mediados del siglo XV surgieron los cañones de fundición, mucho más resistentes y fiables que los anteriores. Esta nueva técnica no solo facilitaba la construcción de las cañas sino también, hacia mediados del siglo XVI, la adición de muñones que, como comentamos más arriba, permitía hacer correcciones en el ángulo de tiro vertical. Ayudándose con espeques manejados por los ayudantes del maestro artillero, este apuntaba el cañón contra el objetivo, fijándolo con una cuña de madera que se deslizaba bajo la culata del arma. Abajo tenemos un ejemplo que nos permitirá verlo con detalle.



La miniatura nos muestra los dramáticos
efectos de un reventón, que ha dejado bastante
perjudicado a uno de los artilleros
Como salta a la vista, el sistema de retrocarga usado por las bombardas fue eliminado y ya hablamos de artillería de avancarga, que perduró hasta las postrimerías del siglo XIX. Puede que alguno se pregunte por qué se suprimió un sistema de recarga más cómodo y, en teoría, rápido ya que, disponiendo de varias alcuzas, la cadencia de tiro podría ser más elevada que teniendo que cargar metiendo por la boca de fuego una cuchara con la pólvora, atacarla, meter la pelota y añadir otro taco más para sellar la carga. Bueno, el problema de la retrocarga de la época radicaba ante todo en que el ajuste de la alcuza con la recámara era muy deficiente, lo que implicaba una notable pérdida de presión que reducía el alcance del proyectil. A ese defecto habría que añadir el riesgo que se corría cuando, por un pico de presión o un sobrecalentamiento, la alcuza estallaba. El hierro no se deformaba o se agrietaba, sino que saltaba en pedazos de forma similar a las bombas de mortero de la época, matando a todo aquel que pillase cerca empezando por el maestro artillero y su gente. Por otro lado, hacia 1520 se empezaron a fabricar cañones de bronce, un material mucho más adecuado por varios motivos, a saber: ante todo, el bronce, al ser más elástico, no reventaba en pedazos, sino que se herniaba o se rajaba, reduciendo en grado sumo el riesgo para sus servidores. Por otro lado, a igual pieza, la de bronce tenía alrededor de un 10% menos de peso. Esto se traducía en que, por ejemplo, un cañón de crujía de 3.000 kilos vería su peso reducido a 2.700. Si sumamos toda la dotación artillera de la galera, hablamos de mogollón de kilos menos que disminuían el cabeceo de la nave y el riesgo de quebranto de la misma.

Y a toda esta serie de ventajas, una no menos importante: el salitre del mar no ataca al bronce, mientras que las piezas de hierro requerían un mantenimiento constante para no verlas cubiertas de orín a los dos días. No olvidemos que la pólvora negra es muy higroscópica, por lo que si no se mantenían las ánimas perfectamente limpias, sin residuos y bien lubricadas, la costra de óxido que se formaría en pocos días inutilizaría el arma. La fundición en bronce solo tenía una pega: era mucho más cara que la de hierro, por lo que no siempre había disponibilidad de piezas de este material, carencia esta que afectó a la artillería de las naves hispanas hasta prácticamente la desaparición de la artillería naval de avancarga.

Así pues, tenemos que durante la primera mitad del siglo XVI las galeras estaban armadas con su cañón de crujía para batir en proximidad a la nave enemiga, una o dos piezas menores en cada banda para hostigarla durante la aproximación y varias piezas de pivote fijadas en los maimones de la corulla con la misión de producir el mayor número de bajas posible antes del abordaje. Hablamos de falconetes, esmeriles, pedreros y morteretes, si bien debemos tener en cuenta que, hasta la normalización de la artillería en tiempos de Carlos I, tanto denominaciones como calibres formaban un amasijo interminable de tipologías bautizadas a veces la misma con siete nombres. 

Bueno, ya se me ha terminado el fuelle por hoy. Mañana o pasado actualizo el articulillo.

Hale, he dicho