miércoles, 25 de septiembre de 2024

ACTOS ABSURDOS

 

El comportamiento habitual de los primates contiene una serie de gestos que, si uno se detiene a analizarlos con la mente adecuadamente fresquita, podrá comprobar que, no solo carecen de utilidad, sino que incluso a veces son absolutamente repulsivos si nos atenemos a su vertiente higiénica. Sin embargo, el hecho de que se practiquen a diario y a que están incrustados en nuestra memoria genética desde hace miles de generaciones, hacen que no reparemos en ellos y que formen parte de nuestras atribuladas existencias sin detenernos ni medio nanosegundo en preguntarnos por qué los hacemos.

Así pues, y aprovechando que la malvada que habita sobre mis hombros lleva unos días amotinada y los ataques con guerra química no acaban de derrotarla, pues pasaré el rato escribiendo esta gilipollez que, por otro lado, creo que hará pensar a más de uno que, en efecto, nuestra vida está plagada de gestos totalmente absurdos, inútiles e incluso nocivos. Procedamos...

DAR LA MANO

¿A que imbécil se le ocurrió eso? ¿Qué carajo significa? ¿Por qué tengo que tocar la mano de otro primate con la cual quizás se haya limpiado el culo o se haya sacudido el churro para soltar la gota postrera y no se las ha lavado? ¿Por qué tengo que tocar la mano de un fulano que igual tiene la gripe caucásica, ha tosido largamente cinco minutos antes y se ha llenado la mano de gérmenes? Es obvio que lo más sensato es lo que hacen los orientales: una somera inclinación de cabeza y punto. Contacto cero.

Pero la cuestión principal es lo primero que dije: ¿a quién se le ocurrió y con qué significado? Ya sabemos que los primates en general somos bastante dados al roce, pero eso de saludar estrechando la mano solo se da en las culturas occidentales que yo sepa. ¿Qué impelió al inventor del apretón de manos a apretar manos? Imposible de saber. Lo único cierto es que ese contacto anti-higénico y totalmente prescindible solo sirve para sentir asco cuando te dan una mano blanducha, fofa, de esas que solo te agarran los dedos; o apretar demasiado como muestra de poderío y dominación y que el otro se sienta molesto; o a la inversa, que un fulano te joda los escafoides. 

El culmen del gesto es agarrar con la mano libre las dos que se estrechan, lo que se interpreta como un gesto de afecto superlativo, como queriendo dar a entender que el otro te cae muy bien aunque estés deseando acudir a su entierro para, cuando se larguen los dolientes, mearte en su tumba y soltar un escupitajo sobre ella. Sea como fuere, los psicólogos, esos licenciados totalmente prescindibles y cuyo único cometido es el de auditores de miserias y complejos del personal, han asacado diversas explicaciones a las diversas formas de dar la mano: si la pones con la palma hacia abajo, eres dominante. Si la pones hacia arriba, eres sumiso. Si aprietas mucho, eres, además de un animal, uno que va por la vida de machito alfa. Si eres de mano fofa, eres un gilipollas, etc. etc. El caso es justificar su licenciatura buscando memeces para salir en las noticias de corta-pega en los diarios digitales que no leen ni los cuñados de los becarios que las editan. 

Ah, y ojo con pasarse con el apretón al hembrerío, que tardan 0'2" en tacharte de machista hetropatriarca que le acabas de oprimir la mano. Se planta en el hospital diciendo que le duele la manita, se da un mes de baja porque no se le quita el dolor de manita y te busca una ruina por opresor de manitas. A las hembras, un somero y muy breve gesto de salutación con la cabeza y punto, que son capaces de rebuscar la ofensa más pintoresca para joderte la existencia. Ya saben que el solo hecho de ser hombres no convierte en todo lo malo en potencia.

APLAUDIR

Hasta los macacos aplauden, es curioso. Cuando parece que están contentitos palmotean el suelo o, a veces, la manos, si bien de una forma poco coordinada. Es evidente que nuestro cerebro, más... ¿desarrollado?, nos permite hacerlo de forma más rítmica y uniforme. Pero, al igual que estrechar la mano, ¿a qué primate se le ocurrió palmotear para mostrar satisfacción? ¿Nunca se han parado en analizar fríamente lo ridículo que es ver a cientos de homínidos chocando las palmas de las manos y, por ende, produciendo un sonido seco y bastante molesto? Sería más lógico, digo yo, hacer uso del lenguaje, habilidad única en nuestra especie. Se podría decir "¡Me ha gustado!", o "¡Muy bien!", por ejemplo, y ya está. No tirarse cinco o diez minutos palmoteando como una foca a la que han obsequiado con un arenque, cosa que, por otro lado, acaba resultando bastante agotadora. ¿Qué mecanismo cerebral impulsó a los primates a chocar las manos como muestra de que algo les ha gustado? Misterio misterioso... pero no por ello menos absurdo, inútil e incluso grotesco.

BAILAR

Juro por mis muelas del juicio que jamás he visto algo más incoherente, grotesco y ridículo que bailar. Ojo, bailar lo que sea, no solo las convulsiones que practican el personal en las discotecas esas, antros especializados en aniquilar los huesecillos del oído medio, desempolvarse el hígado trasegando porquerías y respirando un aire más nocivo que el de una trinchera bien regada con fosgeno. ¿No han reparado en lo risible y ridículo que es ver a una fulana dando saltitos sobre las puntas de los pies, lo que con el tiempo les producirá deformaciones en los dedos, dolores, molestias de todo tipo, etc.? ¿Y un vals? Una pareja de primates agarrados y dando vueltas como peonzas al ritmo de una música bastante empalagosa. Y por no hablar de esos bailes procedentes de nuestras posesiones de Ultramar que parecen cuasi coitos sin penetración. Esos tangos en los que la hembra se retuerce y envuelve al varón como si sus piernas fueran culebras. Y, como es lógico, volvemos a la misma pregunta. ¿A qué chalado neolítico se le ocurrió ponerse a dar saltos mientras su cuñado aporreaba un tronco con una estaca? En resumen, es una acción similar al aplauso: totalmente inútil, no reporta nada y, peor aún, debe cansar una burrada, porque tirarse un rato haciendo el mono solo es apto para los monos.

BESAR

Este es sin duda el atavismo más incomprensible de todos. Consiste en apretar los labios y extenderlos a modo de trompita, acercarlos a alguien, generalmente a su jeta, y a continuación absorber un poco, lo que produce una especie de chasquido. Que sí, es que una muestra de afecto- a veces- pero, ¿por qué ese intrincado movimiento bucal con banda sonora incluida? ¿Quién lo inventaría? Con todo, debemos diferenciar entre tres clases de besos, a saber...

1. El beso afectuoso. Es el que solemos dar a seres más o menos queridos. Se suele dar en la cara, y es especialmente regalado a los cachorros de la especie. Hasta yo mismo, que nunca he sido besucón, me ha gustado besuquear los suaves, gorditos y tiernos mofletes de mi progenie cuando eran pequeños. Supongo que ellos a mí no tanto porque les picaría mi pelambre facial, pero bueno... Ahora, su pelambre pica más que la mía. Combinamos el beso afectuoso con achuchones y tal, pero los achuchones sí tienen una explicación lógica: es una muestra de protección hacia nuestros cachorros. Los protegemos con nuestros cuerpos de cualquier daño, del frío o los consolamos cuando, no se sabe por qué, berrean incansablemente como demonios desollados sacados del abismo. Sin embargo, el beso queda en el espacio dedicado a los actos absurdos. No tienen una explicación lógica, como una hostia a mano vuelta si un imbécil se pone chulo.

2. El beso de salutación. Muy habitual en España y extremadamente raro en otros países salvo entre familiares o personas muy cercanas. Aquí no. Aquí, cualquier desconocido/a te estampa dos besos en la jeta sin saber si tienes moquillo o algo supercontagioso. A veces, muchos limitan ese gesto a un pseudo-beso ya que hacen el amago, pero no lo culminan, como los dos primates de la foto de la derecha, en donde vemos que se limitan a juntar las jetas y punto. En todo caso, volvemos al punto inicial: ¿no basta con una mera inclinación de cabeza o, más lógico aún, a saludar de palabra? Yo he detestado siempre esta abominable costumbre, y cuando me han presentado alguna hembra he tendido la mano para cerrarle el paso y darle a entender que no tengo interés en que me deje medio kilo de afeites pringándome el careto. Sin embargo, algunas te agarran la mano y, encima, se te tiran encima a cumplir con la ridícula salutación besuquera. Es una costumbre que, aparte de incomprensible y absurda, se me antoja irritante tanto en cuando invaden tu espacio vital.

3. El beso erótico. Es, sin ningún género de dudas, el acto más antihigiénico, repulsivo y asqueroso que se pueda concebir, y reconozco que nunca he sido precisamente un mojigato y he tenido bastantes lances con el hembrerío. Demasiados, quizás. Sin embargo, al día de hoy y analizando mis actos del ayer, puedo asegurar y aseguro que es algo que no volveré a hacer en mi vida. Solo pensarlo me produce náuseas, lo juro. Coges a una persona que conoces hace apenas media hora y, sin más, le plantas el morro en el suyo. Se produce un lengüeteo interno con el consiguiente intercambio de babas, bacterias y porquerías de todo tipo que, naturalmente, aterrizarán en tu estómago. Y no sabes, o esa persona no sabe, si la boca opuesta está infestada de caries, si no se cepilla los dientes hace un mes, si tiene cualquier enfermedad de transmisión por la saliva... ¿No se dan cuenta de que es algo rotundamente repugnante? De todo lo mencionado hasta ahora, esto se me antoja como lo más absurdo, aparte de abominable. Que sí, que si las terminaciones nerviosas, que si las feromonas, y blablabla... pero eso no quita que el intercambio de gérmenes sea galopante. Es simple y llanamente una porquería insana.

Bueno, vale por hoy. Tengo un dolor de cabeza fastuoso, como es habitual en mí, y solo tengo ganas de que el chute de química haga efecto de un puta vez.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM

ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA

sábado, 31 de agosto de 2024

PARÁSITOS

 

Madriguera donde se reúne la mayor cantidad de parásitos de nuestra vapuleada España. En sus poltronas tapizadas de cuero del bueno, 375 sanguijuelas chupan la sangre de millones de ciudadanos. Tras ellos se oculta un verdadero ejército de pelotas, correveidiles, lamesuelas, agradadores, conseguidores, trincones, robacapas, cortabolsas y demás fauna de patio de Monipodio

PARÁSITO, TA

Del latín PARASITVS, y este del griego παρἁςιτος parásitos, "comensal", "gorrón".

3. Adj. Dícese de una persona que vive a costa ajena.

Sinónimos: aprovechado, abusón, vividor, chupón, gorrón, sablista.

DISTOPÍA

Del latín DYSTOPIA, y este del griego δυς, dys- y τόπος, topos

1. Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.

Antónimo: utopía.


Actualmente, podemos afirmar sin temor a ser acusados de desbarre de que estamos viviendo una tenebrosa distopía. A diario vemos como en Occidente se recortan sin prisa pero sin pausa las libertades del personal, y los parásitos que gobiernan, amparados en hipotéticas buenas causas y escudándose en un progreso que nos está haciendo retroceder al medioevo más obscuro, no paran de pergeñar maldades para convertirnos en un sumiso rebaño empobrecido hasta la miseria más rotunda. Creo que estas afirmaciones serán aceptadas por la mayoría de los que me leen, salvo los mantenidos por los regímenes, sus palmeros y los miembros de la extensa red clientelar que aumentan a base de prebendas, paguitas y demás canonjías. 

Bien, este articulillo es más bien una serie de 20 cuestiones que, al igual que yo, creo que nos planteamos muchos españoles pero que nuestros pseudo-traslúcidos gobiernos jamás nos responden porque, obviamente, no van a tirarse piedras en sus techumbres. En fin, no me enrollo más y procedo:

1. ¿Por qué mantenemos una ley electoral que permite que minorías mínimas tengan la llave de la gobernanza de la nación?

2. ¿Por qué los parásitos de ambas cámaras se escaquean sin que nadie les pida cuentas y, a pesar de ello, cobran aunque practiquen el absentismo laboral?

3. ¿Por qué para ser celador, ujier o chupatintas en cualquier organismo oficial se exigen unos estudios mínimos pero para ser parásito no preguntan siquiera si saben leer y escribir, incluyendo el parásito en jefe?

4. ¿Por qué para cualquier trabajo de mierda te exigen una experiencia mínima, pero un parásito puede ser ministro aunque no tenga ni puta idea de cómo gestionar su ministerio?

5. ¿Por qué se permite que parásitos sin la más mínima cualificación en otra cosa que no sea parasitar dirigen la vida de los españoles?

6. ¿Por qué se ponen en sus manos partidas multimillonarias si no saben ni recitar la tabla de multiplicar del 1?

7. ¿Por qué se les permite contratar a dedo legiones de asesores para que hagan su trabajo, sin que además se tenga constancia de la preparación de los asesores y sin que tengan que dar explicaciones de nada?

8. ¿Por qué se regala a los parásitos un Aifon de última generación, un Aipad, un ordenador portátil y hasta la línea de internet?

9. ¿Por qué, teniendo como tienen unos salarios suntuarios, se les pagan dietas y bonos de transporte cuando cualquier currante se tiene que pagar el autobús, el metro o la gasofa para el coche, más el menú de 10 euros en el bar poligonero o la cafetería de la esquina?

10. ¿Por qué la cafetería de las madrigueras cobran menos que un bar poligonero a pesar de que los parásitos cobra cinco veces más que el currante?

Madriguera principal en Bruselas, donde 720 parásitos con un sueldo base de 119.705 € anuales más tropocientos pluses se dedican a tocarse el níspero o el potorro para joder la existencia a todos los habitantes de la nefasta Unión Europea a base de leyes draconianas derivadas de la siniestra "Agenda Veinte Treinta", algo equiparable al Holodomor del padrecito Iósif, la Solución Final del ciudadano Adolf o la Revolución Cultural del camalada Mao Zedong

11. ¿Por qué si un parásito parasita durante dos legislaturas se larga cobrando su paga aunque se busque trabajo en otro lado, o si quiere se jubila con 30 años con una pensión suntuosa, mientras que el resto de españoles tienen que cotizar 35 o 40 años para una pensión de mierda?

12. ¿Por qué el parásito en jefe se va de vacaciones a un palacio propiedad del estado a mesa y mantel con una tropa de criados, cocineros, coches oficiales, etc., mientras que la mayoría de los españoles no se pueden pagar ni una semana en la playita?

13. ¿Por qué un parásito trinca la poltrona y durante cuatro años se dedica a leer el periódico, jugar con su Aifon y apretar el botón que le ordenan sin que,  ni una sola vez, salga a la tribuna a defender los intereses de los ilusos que le votaron?

14. ¿Por qué no sacan una sola ley que favorezca a la mayoría, y si sacan alguna es para favorecer a las minorías gritonas, que son cuatro gatos pero hacen mucho ruido?

15. ¿Por qué se detiene la actividad en las madrigueras en Navidad, Semana Santa y verano cuando la inmensa mayoría de los españoles trabajan en Navidad, en Semana Santa y muchos no pueden disfrutar ni de vacaciones estivales para añadir un poco más de dinero a las magras economías domésticas?

16. ¿Por qué una larva de parásito se apunta a las juventudes de su partido con 15 años, con 20 sale elegido porque ha lamido los ojetes necesarios y, a partir de ahí, a vivir que son dos días, pero un ciudadano que invierte años y dinero en sacar una carrera se acaba viendo de camarero con 30 años sin poder ejercer?

17. ¿Por qué gozan de inmunidad los parásitos salvo que lo autorice un Tribunal Supremo vendido al poder, mientras que al resto de primates lo crujen hasta por una multita de la Zona Azul o te clavan un 20% de recargo si sobrepasas el límite del pago de un impuesto cinco minutos?

18. ¿Por qué nos quieren imponer los coches eléctricos para contaminar menos mientras el parásito en jefe coge un helicóptero para ir desde Torrejón a Moncloa, que en coche se tarda cosa de media hora como mucho?

19. ¿Por qué intentan convencernos de que comer grillos y quinoa es guay y devorar chuletones es cancerígeno mientras que el parásito jefe se pone de grana y oro a base de jamón del buenísimo durante sus paseos en Falcon para llevar a la parienta de compras?

y 20. ¿Por qué el pueblo acepta mansamente los abusos de una ralea de parásitos, nadie dice ni pío y soporta lo insoportable, mientras que si cuatro histéricas con las tetas al aire exigen cualquier chorrada les hacen caso aduciendo "el clamor social de todo un pueblo"?

Y vale de momento, que mi libelo me está provocando severas palpitaciones en las arterias del pescuezo. Ya seguiremos.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM

ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA

La madriguera senatorial, donde 266 parásitos trabajan a destajo por el pueblo a cambio de un módico estipendio de 42.702 € más pluses. En la foto pueden ver una sesión plenaria donde debatieron intensamente para aprobar leyes benéficas apenas 54 eximios parásitos cuando, en teoría, deberían estar todos. ¿Dónde estaban los 212 restantes? Ah, chi lo sa...

domingo, 25 de agosto de 2024

EL ODIO

 


No veo las Olimpiadas desde que la falange macedónica fue derrotada sin paliativos en Pidna a manos de los probos imperialistas latinos. El motivo es simple: a pesar de que en mi mocedad era un deportista consumado, la cosa es que no me gustan absolutamente nada los deportes. Sin embargo, a la ciudadana austral de la foto la tengo más vista que el cabezón de jabalí que corona la chimenea del salón. Te metas donde te metas aparece esa prójima verdosa meneándose como una culebra atropellada en una carretera comarcal ante la befa, mofa y vilipendio de la humanidad entera. Ha tenido el dudoso honor de ser el primer competidor de la historia olímpica en obtener un ostentoso y orondo cero por su patética actuación. Bien, según la progresía, acabo de perpetrar un delito de odio por, supuestamente, regocijarme con su fiasco. Pero la australoide no ha reconocido que su ejercicio ha sido un auténtico y verdadero bodrio, sino que ha optado por la estrategia que siguen a rajatabla todos los inútiles del momento: victimizarse y aprovechar su condición de hembra de la especie luchando denodadamente en un pseudo-deporte dominado por los malvados machos opresores. No reconoce que no ha estado a la altura, sino que afirma haber sido víctima de una campaña de odio orquestada por el machismo rampante. No reconoce que su pericia no llega al nivel de las suelas de los machos opresores, sino que alega que su arte es incomprendido por su condición de hembra, etc., etc., etc. En resumen, el planeta entero la odia porque, simplemente, se han cachondeado de ella cuando parecía un gato agonizando mientras se agitaba en el suelo como un barbo fuera del agua.

Otro caso de odio planetario se lo ha llevado la pseudo-mujer argelino/a que, aprovechando su manifiesta superioridad física y su superávit de testosterona, ha forrado a hostias a todas sus oponentes. Según el controvertido seguimiento que se le ha hecho, juraría que estamos ante un síndrome rarito o un caso de hermafroditismo. El/la ciudadano/a argelino/a es un hombre a medio fabricar. Sus cromosomas son XY, produce más testosterona que un rinoceronte en celo y, por ende, tiene una potencia física superior a la de cualquier hembra, lo que se traduce en hostias más contundentes, mayor resistencia física y más agresividad, atributos viriles por excelencia. Como vemos en la foto, no tiene pinta de mujer. Carece de tetas, su estructura física es varonil, su jeta es de tío, sus gestos tienen la brusquedad propia de los machos de la especie e incluso en algunos planos se le atisba una delatadora nuez en el pescuezo. Ante este subterfugio, paralelo al de otro espécimen rarito de origen asiático que ha dado menos que hablar, el/la argelino/a ha sido/a objeto/a de todo/a tipo/a de críticas/os y acusado/a de tramposo/a. En resumen, todo/a el/la planeta/o la/lo odia, y como justa réplica ha decidido demandar a unos cuatro mil millones de primates por odiarlo/a a muerte. Curiosamente, aún no ha optado por la solución drástica: bajarse los gayumbos ante un comité médico independiente y mostrarles el potorro, caso de que tenga potorro, naturalmente, y ahí terminaría la polémica.

Otro caso más lo tenemos en la ciudadana con obesidad mórbida que participó en la blasfemia inaugural ocupando el lugar de Jesucristo en la Última Cena. Tampoco se ha molestado en reconocer que la ceremonia fue un cagarro que insultó a cientos de millones de primates piadosos, pero no para de graznar asegurando que todos la odian aunque ella se prestó a la bochornosa parodia, no solo de buen grado, sino incluso cobrando un estipendio. Sin embargo, según ella, la bilis que ha recibido no ha sido a causa de su patética actuación, sino a su exceso de grasa que la convierte en una candidata de primera clase para no cumplir los 50 años y palmarla antes de un paro cardíaco, un infarto fulminante, un hígado convertido en paté o una hemorragia cerebral debido a la ingesta masiva de grasas saturadas. Curiosamente, si le dices a un fumador que deje el vicio para no acabar con una EPOC o un cáncer el pulmón, o a un bebedor que deje el alpiste para no terminar con una cirrosis de las buenas, nadie te lo reprochará. Pero si le dices a la gorda que está gorda, te escupirán en la jeta afirmando que la odias por manifestar lo obvio: que está gorda. Curiosa vara de medir.

Bien, como vemos, lo que antaño era mostrar disconformidad ante cualquier cosa ahora es odio. Ojo, es odio todo lo que la rojambre no permite que sea odio. Si digo que odio al ciudadano Adolf, seré aplaudido porque el ciudadano Adolf era un sujeto nada recomendable. Pero si digo que odio al actual presidente del gobierno, seré acusado de inmediato como un delincuente a pesar de que es un mitómano patológico, un psicópata narcisista y un sujeto amoral y sin escrúpulos. Pero no puedo odiarlo o decir que lo odio porque la progresía lo tiene en sus altares particulares. La fórmula mágica para protegerte del odio es simple, pero efectiva:

-Lo hice con la mejor intención...

-Yo lucho contra el machismo, la gordofobia, la LGBTetc. fobia, la xenofobia, la homofobia más las mil cosas que se suponen odiables.

-Me odian porque he grabado un disco con canciones que solo hablan de inclusión y feminismo y blablabla...

-Me odian porque quise explicarle a críos de 4 años como tocarse la colita o la rajita para pasarlo bien y descubrir su sesssualidá.

En fin, la lista de excusas es interminable. Sin embargo:

-Lo hiciste con la mejor intención, como cuando empujé briosamente a un fulano para que no tropezase con una abuelita candorosa, pero con tan mala suerte que acabó arrollado por una hormigonera que pasaba por allí.

-Lucha por lo que te de la gana, so cansino, pero no estés tooooooooodo el santo día repitiendo como un loro la consignas que te dictan.

-No te odian por defender la inclusión y el feminismo, sino porque tus canciones son una mierda que no tienen por qué gustar a toda la galaxia, cretino/a.

-Los críos no te necesitan para que les enseñes a tocarse la colita o la rajita, degenerado/a de mierda. Eso lo hemos aprendido todos de forma totalmente instintiva desde tiempos del parantropo boisei.

En esta siniestra distopía que vivimos, la progresía nos ha impuesto un puritanismo ñoño y ridículo que nos hace a todos odiadores de oficio. Todo aquel que muestre su disconformidad con cualquier cosa implica que la odia. Si el fulano que canta de puta pena es criticado, se siente odiado. Si el corredor es lento como una tortuga y llega el último, se sentirá odiado, etc. Sí, es cierto que las redes sociales permiten derramar bilis de forma anónima, pero los receptores de la bilis deberían tener la suficiente capacidad para no sentirse aludidos por gilipollas que ni se atreven a dar la cara para cagarse en tus muelas.

Sea como fuere, la cuestión no radica en que cualquier ofendidito se sienta odiado por cualquier soplapollez sino en lo que hay tras tanta persecución al... ¿odio? Veamos...

Según el cocinero, este sushi de sabandijas es digno de mesa
pontificia, y si le haces ascos es porque lo odias y te cancelarán
en las redes sociales por mala persona
Ante todo, hay un detalle que parece que la progresía casposa olvida, y es que los sentimientos son irreprimibles. Si una serpiente te produce repulsión, por mucho que un herpetólogo te asegure que son unos animalitos muy cariñosos esa repulsión no cederá jamás. Si comer caracoles te da asco, aunque veas a 50 primares devorándolos a sorbetones poniendo jeta de éxtasis místico, seguirán produciéndote un asco invencible. Si para tu desgracia te has enamorado hasta el tuétano de una gachí/gachó que pasa de ti y, encima, no para de hacerte desaires, seguirás atrapado en esa inmisericorde red que, ya puestos, ha sido causa de autolisis en más de uno/a. Y si fulano te cae mal por el motivo que sea y le tienes una tirria espantosa, por muy bien que le caiga a otros tú lo seguirás odiando porque te resulta absolutamente odioso cual cuñado. En resumen, la cosa es tan surrealista que si digo que me dan asco los caracoles, pues no pasa nada, pero si digo que odio a la gorda, a la pseudo-boxeadora o a la culebra austral, de inmediato me acusarán de delito de odio porque odiar, aparte de estar muy mal, es un nuevo delito. Aún más, puedo odiar a los cazadores, a los carnívoros, a los de derechas o a los taurinos, pero bajo ningún concepto puedo odiar a los animalistas, a los veganos, a los rojos o a los antitaurinos. ¿Por qué? Pues porque los primeros están en la lista negra de la rojambre y los otros no.

Probos ciudadanos enviados a un campo de trabajo para que admitan
que odiar al gordito sonriente está muy feo, y que el Amado Líder
se preocupa mucho por su bienestar
Sin embargo, colijo que tras esta persecución a los odiadores selectivos hay algo mucho más obscuro y tenebroso que poner a caldo a un fulano que le da una soba a una boxeadora en unas Olimpiadas, y no es más que la enésima ventana de Overton, esa que todos los días abren un poco para ver cómo reacciona el personal hasta que la abren del todo. En este caso, la ventana pretende ir colando con vaselina el control absoluto de las redes sociales, cosa que, por cierto, el psicópata ya está planteando sin ningún pudor. Acogiéndose a una supuesta causa honorable que sería defender la honra de las gordas, las pseudo-boxeadoras y las culebras australes, controlar y perseguir a todo aquel que manifieste su disconformidad con la dictadura de facto que tiene instaurada. Uséase, una autocracia en la que el Amado Líder será un dios viviente como el gordito sonriente de Corea del Norte, al que sus súbditos aclaman hasta el paroxismo para no verse camino de un campo de trabajo para reeducarlos en que el odio a su persona es una mala costumbre que hay que erradicar porque odiar está feo.

¿Se imaginan a estos dos bichos con el poder que da actualmente
controlar lo que dice, piensa, hace o incluso calla cualquier ciudadano?
En realidad, esto no es nuevo. Solo se trata de antiguos métodos adaptados a los tiempos actuales. El padrecito Iósif controlaba hasta los chismes de comadres gracias a sus agentes del GPU y, posteriormente, del NKVD. El ciudadano Adolf sabía quiénes los criticaba gracias a la extensa red de soplones creada por el siniestro Heydrich, que llenaba de micrófonos hasta las casas de los miembros del partido, y así en cualquier dictadura que se precie. Hoy día, las redes sociales lo han puesto más complicado, pero siempre hay una forma de controlar al personal. Ya vimos hace poco cómo, amparándose en proteger a una infancia que no dudan en pervertir con sus talleres de sexo en las escuelas, pretenden que se faciliten los datos personales para ver películas cochinas por internet. Y ahora, con la persecución de los odiadores que, simplemente, manifiestan una opinión de forma más o menos abrupta, se pretende entrar a saco en la privacidad del personal, de forma que lo que he escrito más arriba podría ser constitutivo de delito ya que me he referido al psicópata como psicópata ya que lo considero un psicópata, un amoral y un canalla CVM LAVDE. ¿Soy por eso un criminal? Al parecer sí. Tengo que hacer como los coreanos, jurar por mis muelas que adoro al psicópata, que me da el pan que me alimenta y el aire que respiro.

En fin, el odio no es, como digo, más que la enésima excusa para cerrar un poco más el cerco a la libertad y la privacidad de los ciudadanos fritos a impuestos para mantener a una caterva de parásitos que nos chupan la sangre y a sus chiringuitos y demás palmeros que los jalean con tal de seguir mamando de la teta que, por cierto, cada vez da menos leche y menos que dará si las cosas siguen como hasta ahora. Sirva de aviso.

Ah, una cosilla más... ¿Por qué quemar la bandera de España o la foto del Rey, pitar el himno nacional o insultar a los españoles es libertad de expresión, pero exigir que se acabe con la inmigración ilegal o manifestar que los inmigrantes han aumentado los niveles de delincuencia es odio?

Hale, he dicho

POST SCRIPTVM: ¿Por qué si una ciudadana sale en cualquier red social poniendo a caldo a los hombres, asegurando que todos somos unos malvados sociópatas misóginos no pasa nada,  pero si sale un ciudadano diciendo que las feministas son unas misándricas que están como una cabra y que las mujeres son insoportables, tardan 0'2 nanosegundos en cancelarlo y marcarlo a fuego como odiador impenitente? Ahí lo dejo

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM

ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA



domingo, 4 de agosto de 2024

BESTIARIO HERÁLDICO. EL JABALÍ

 


Por si alguien lo duda, ahí tienen un ejemplo de lo que puede
hacer un jabalí. Si en vez de en el culo te lo hace en la barriga o
te secciona la femoral puede dejarte listo de papeles allí mismo

Otra de las fieras más destacadas dentro del bestiario heráldico es el jabalí. Desde tiempos muy remotos ya se le consideraba como un enemigo temible, poseído de una fuerza y una agresividad que, posiblemente, los que no lo hayan visto nunca en su ambiente natural no lo lleguen a imaginar siquiera. Los que hayan practicado la caza mayor sabrán de lo que hablo, y no son raras las monterías en las que no acaban con varios perros heridos o muertos, e incluso más de un rehalero se ha ido a su casa con un costurón producido por las terroríficas defensas de estos animales. Están afiladas como navajas, pueden abrir en canal a un perro grande con la fuerza de su poderoso cuello, y su increíble agilidad, sus reflejos y su velocidad a pesar de su rechoncho aspecto hacen muy difícil esquivar uno se sus ataques. Porque el jabalí no le teme a nada. Se abalanza ciegamente contra sus enemigos sin dudarlo, y cuando se ve acorralado se convierte en un auténtico demonio. Yo he llegado a presenciar como uno de estos bichos despachó de una tacada un rehala de 18 perros, dejando solo dos vivos y maltrechos que hubo que llevar al veterinario de Aroche a que gastara hilo en cantidad para recomponerlos.

Según Cirlot, el jabalí es "símbolo de la intrepidez, y del arrojo irracional hasta el suicidio (...) y el desenfreno", por lo que su inclusión en el bestiario heráldico estaba totalmente justificado si vemos su trayectoria a lo largo del tiempo, la cual expondremos en este

INTROITO

Bien, la cosa es que el jabalí ha sido desde hace miles de años una bestia envuelta en un halo de poder, hasta el extremo de que su caza suponía un trofeo superlativo. El que lograba darle muerte se veía recompensado con la transmisión de la bravura y la fuerza de este animalito. El jabalí vencido era todo un regalo para el clan, que aprovechaba la ocasión para ponerse como el quico con su sabrosa carne y, por supuesto, festejar al heroico cazador que se apropiaba de sus colmillos para hacer ostentación de que era un ciudadano cavernícola valeroso y chinchar largamente a sus timoratos y menguados cuñados. Esos colmillos, a modo de amuletos, le insuflarían todas las virtudes de la fiera, y advertiría al personal de que era un tipo bragado. Buena prueba de la admiración que sentían por el jabalí es el testimonio gráfico que vemos en la foto de la izquierda, donde aparece uno de ellos en el muestrario de bichos de las cuevas de Altamira. Por cierto que el fulano que lo pintó era un verdadero genio, plasmando de memoria la fisonomía del animal e incluso, como algunos sugieren, sus ocho patas pretendían reflejarlo en movimiento. 

El paso de los siglos no menguó el prestigio del jabalí, que siguió siendo una de las fieras más relevantes a la hora de iniciar a los jóvenes guerreros y como símbolo de las élites militares. Esto se traducía en que, el que no era capaz de hacer frente a un enorme suido provisto de dos mortíferas dagas en las fauces, era un cagueta indigno de figurar entre el rol de guerreros del clan, sería despreciado, sus novias los mandarían a paseo y se vería toda la vida bajo el estigma de la cobardía. 

Los probos imperialistas latinos también tenían claro que el jabalí era un bicho muy adecuado para usarlo como emblema de sus legiones, y dar así a entender a los enemigos que tenían muy mala leche y, además, un valor temerario. Hay constancia de tres de ellas que lo adoptaron para tal fin: la LEGIO I ITALICA, creada por el nefando Nerón en el 66, y que sirvió hasta principios del siglo V; la LEGIO X FRETENSIS, formada por Augusto hacia el 41 a.C. y cuya duración fue similar a la anterior. Su hecho de armas más notable fue su participación en el asedio de Masada, del que hablamos en su día. En la foto de la derecha pueden ver a un probo ciudadano recreacionista actuando como SIGNIFER de dicha legión. En el SIGNVM podemos ver el número de la misma y el fiero jabalí usado como emblema.

La tercera sería la LEGIO XX VALERIA VICTRIX, formada también por Augusto en la misma época que la FRETENSIS. Esta unidad, que sirvió en la Hispania, Germania y la Britania, permaneció en servicio hasta al menos finales del siglo III d.C. Un testimonio de su existencia y su emblema lo tenemos en la teja antefija de la izquierda, donde aparece el número de la unidad y el jabalí de lomo hirsuto debajo del mismo. Las antefijas eran unas piezas decorativas que se colocaban al final de las IMBRICIS del alero, las  tejas onduladas que cubrían las uniones entre las TEGULÆ para que no se colara el agua. Curiosamente, la forma de representar a este bicho no varió prácticamente nada cuando empezó a formar parte del bestiario heráldico: avanzando hacia el hipotético enemigo y con el lomo cubierto por una pelambre recia y erizada, que acojona más. FIN DEL INTROITO


Bien, creo que con lo dicho ponemos en contexto la relevancia del jabalí a lo largo del tiempo, y su especial significación de cara a simbolizar el valor temerario de los guerreros que lo usaban como emblema y hacían uso de sus cráneos y defensas como amuletos para que la bravura de estos animales les acompañasen en las situaciones en las que se requerían grandes dosis de testiculina. Y ojo, que por el hecho de que sus usuarios primigenios fuesen unos paganos de tomo y lomo, eso no quiere decir que los BELLATORES cristianos renunciaran a seguir haciendo uso del jabalí y toda su carga simbólica para dejar claro a propios y extraños que eran unos ciudadanos de armas tomar. Un magnífico ejemplo lo tenemos en el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, ubicado en la iglesia de San Francisco, en Betanzos (La Coruña), que vemos sustentado por dos poderosas bestias heráldicas: a la izquierda, un jabalí, y a la derecha un oso, atributos, como ya sabemos, del valor, la fuerza y demás virtudes necesarias para asesinar ciudadanos con propiedad. Pero, además, en el lateral tenemos un interesante bajorrelieve que muestra una escena de caza en la que varios caballeros persiguen y lancean a un jabalí con la ayuda de una rehala. Y es que la caza de este animal, como miles de años antes, seguía siendo botón de muestra a la hora de dar testimonio de la bravura de cada cual, siendo una de las piezas venatorias predilectas de la nobleza de la época.

Y no solo era adoptado por nobles, sino también por monarcas como Ricardo III, el último Plantagenet, que ya lo incluyó en su estandarte cuando aún era duque de Gloucester. En la ilustración de la izquierda lo podemos ver en la batalla de Bosworth convirtiendo en aceituna de martini a Sir William Brandon, abanderado de Enrique Tudor, que se alzó en armas contra Ricardo para iniciar una nueva dinastía. Junto al monarca podemos ver a 
Sir Percival Thirlwall, que porta el estandarte real. En el mismo podemos ver la cruz de San Jorge, símbolo de Inglaterra, y su insignia personal, un jabalí de plata rodeado por las rosas blancas de la Casa de York. Esta batalla, que se saldó con la victoria del Tudor, dio término a la Guerra de las Rosas.

Sin embargo, y a pesar de su simbología tan potente, a comienzos del siglo XIII la Iglesia, que por aquel entonces tenía que ser el perejil de todas las salsas, la tomó con el jabalí de la misma forma que lo hizo con el oso, y de paradigma del guerrero que jamás retrocede ante nada ni nadie por chunga que esté la cosa, pasó a convertirse en un vil atributo de la glotonería y la lujuria. Un bicho que pasaba el día hozando en busca de golosinas subterráneas y fornicando a destajo con su serrallo de jabalinas no podía ser un símbolo de virtudes, sino de vicios nefandos. A la derecha pueden verlo, a modo de aviso a los fieles, decorando un canecillo de la iglesia de San Pedro, en Caracena (Soria). Esta anatema zoológica hizo que muchos blasones hispanos trocaran sus jabalíes por leones, tal como aconsejaban los curas, que era un bicho más elegante y virtuoso que un gorrino salvaje. Esto menguó la presencia de los mismos en las armerías hispanas, quedando relegados al séptimo lugar entre la selección de bichos heráldicos. Sin embargo, en Centroeuropa y en la brumosa Albión (Dios maldiga a Nelson) se pasaron los entredichos eclesiásticos por el forro, porque no renunciaron a sus jabalíes nobiliarios. De hecho, la presencia de estos en su heráldica es mucho más abundante que en España.

Bien, ya hemos visto la "trayectoria" del jabalí hasta convertirse en miembro del bestiario heráldico. Veamos a continuación sus presentaciones más significativas en los escudos de armas españoles.

A la izquierda tenemos la forma más habitual, que abarca más de un 90% de los blasones donde aparece el jabalí: solo, adiestrado, pasante y casi siempre de sable (negro), con las defensas en plata. Esta negrura dio lugar a que se le denominara como "Bestia Negra" y, aunque son bastante escasos, también se les puede representar en su color. Las cerdas aparecerán hirsutas, la boca abierta y con la lengua fuera que, salvo que se indique lo contrario, tendrá el mismo esmalte. Otra opción es que vaya lampasado de gules (lengua color rojo). También puede variar el esmalte de los ojos, en cuyo caso se llamará iluminado, las pezuñas, siendo llamado ancornado, y vilenado si nos referimos al órgano sexual del bicho. Si de forma excepcional lo que cambia de esmalte son las defensas, que como hemos dicho se suelen representar en plata, diremos que está defendido de... (el color que sea). En este caso, el blasón que presentamos corresponde a un linaje de los Cuesta, y su descripción sería: De oro, un jabalí pasante defendido de plata, si bien la posición del animal y el color de las defensas podrían omitirse tanto en cuanto son las habituales. Veamos otro...

Otra opción es presentar solo la cabeza. Esta tuvo al parecer su origen en costumbre de los pueblos celtas de cortar las cabezas de sus víctimas, hombres o animales, para apropiarse de su fuerza. Con todo, la razón más frecuente radicaba en una mera necesidad de espacio. Como sabemos, a los escudos de armas se les solían añadir más mobiliario a medida que los retoños de cada linaje llevaban a cabo alguna hazaña, por lo que llegaba un momento en el que el jabalí entero no cabía. Así pues, se conformaban con poner solo la cabeza, con o sin sangre, junto al resto de piezas. En este caso, el escudo en cuestión pertenece al linaje de los Fernández Rubio. Por cierto que las cabezas pueden representarse limpiamente cortadas, como es este caso, o con jirones de piel desgarrada en el cuello.


Otro ejemplo más, en este caso perteneciente al linaje de los Gómez de Vilafañe. Tenemos al jabalí en su presentación habitual, pero son destacables los tres virotes de ballesta que vemos sobre el animal. En este caso hace una clara referencia a que, en algún momento, uno de los miembros de este clan se distinguió por su destreza y valor en los lances de caza. También puede aparecer el animal con los virotes clavados, o bien con las heridas recibidas durante el lance venatorio. Queda patente que, a pesar del tiempo transcurrido, la caza del jabalí seguía siendo un referente a la hora de mostrar valentía y tal. La descripción de este escudo sería: de sinople, un jabalí pasante surmontado por tres virotes en faja.


Y para concluir, porque no es plan de mostrar cada caso por mínimo que sea, a la derecha vemos una composición similar a una de las más frecuentes en el caso de los lobos, con un significado similar. El árbol simboliza en este caso la raigambre y el abolengo de un linaje, en este caso el de los Ibarra. Empinados a cada lado del árbol podemos ver dos jabalíes de terrorífico aspecto que nos indican que, aunque enemigos poderosos y fieros intentaron ofender al clan en algún momento, los miembros del mismo fueron capaces de resistir sus ataques hasta derrotarlos bonitamente. Su descripción sería como sigue: De oro, un árbol arrancado de sinople acostado de dos jabalíes empinados en el mismo. Bordura de plata con ocho aspas de gules. Como era habitual, la bordura debió ser añadida a posteriori en las armas primigenias por algún hecho de armas relevante.

Bueno, eximios lectores, con esto concluimos. Espero que les haya resultado ilustrativo y esas cosas que se dicen. Ya seguiremos viendo más bestias nobiliarias.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM
ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA

Escena de la caza del jabalí en la Edad Media. En primer término vemos a un montero lanceando a una de estas fieras, mientras que los caballeros acuchillan a otro de mayor tamaño con sus espadas. Fallar el lance podía suponer un riesgo importante porque el jabalí, sintiéndose acosado y seguramente enfurecido por las heridas, atacaría ciegamente al cazador. Si este había caído de la montura o iba a pie, solo los que tenían una agilidad superlativa podrían esquivar su embestida

martes, 16 de julio de 2024

BESTIARIO HERÁLDICO: EL ÁGUILA

 

Juraría por mis aristocráticas barbas que si hay un bicho que cualquier primate, incluyendo a los cuñados con severas carencias intelectuales, identifican con la cosa heráldica, es el águila. De hecho, la vemos en mogollón de escudos de armas, tanto nobiliarios como de países, y es indudable que proporcionan a los blasones una prestancia inigualable. Su fuerza, su fiereza, su vuelo altanero y su desafiante apariencia la han asociado desde los tiempos más remotos al poder y al valor. De hecho, se puede considerar al águila como la bestia heráldica más antigua que se conoce, y durante siglos ha figurado y figura en los blasones de los linajes más encumbrados del planeta salvo, naturalmente, en los de países de nuevo cuño como yankeelandia que, carentes de historia de la buena, se intentaron igualar a los demás plantando un águila calva que resulta un poco bastante quiero y no puedo, la verdad... Bien, todos sabemos que el águila es un pájaro sumamente chulo y tal, pero no viene mal ponernos en contexto con un 

INTROITO

Bajorrelieve que muestra a Imdugud, una deidad sumeria
representada con forma de águila y cabeza de león. Era el
dios del Viento del Sur y de las tormentas
Si echamos un vistazo al "Diccionario de Símbolos" de Cirlot, en la entrada que dedica al águila podremos corroborar que, en efecto, estamos ante un bicho de categoría. 
El águila es “…símbolo de la altura, del espíritu identificado con el sol y del principio espiritual. […] Como se identifica con el sol y la idea de la actividad masculina, fecundante de la naturaleza materna, el águila simboliza también al padre. Se caracteriza además por su vuelo intrépido, su rapidez y familiaridad con el trueno y el fuego. Posee pues el ritmo de la nobleza heroica.” Por si esto fuera poco, el águila o parte de su anatomía- alas y cola en concreto- han sido asociadas con divinidades desde antes de que Noé se metiera a armador. En las zonas de Oriente Medio y Oriente Próximo, las diversas culturas que habitaron aquel territorio, tales como sumerios, hititas, babilonios, asirios y egipcios, tuvieron dioses asimilados al águila: Teshub, Marduk, Ashur, Amón-Ra y alguno que otro más.

Siglos más tarde, el águila no perdió su categoría como símbolo divino. Tanto griegos como romanos, herederos estos últimos del panteón de los primeros, no dudaron en escoger el águila y el rayo como atributos del poder del principal dios y mandamás de la miríada de dioses que regían hasta las más mínimas actividades de los mortales. e hecho, y según algunos tratadistas, el águila tomó en manos de los probos imperialistas latinos carta de naturaleza como animal heráldico aunque la heráldica no se inventara hasta siglos más tarde. 

AQVILIFER de una legión. Eran elegidos entre
los hombres más bragados de cada unidad ya que
debían defender el águila con su vida, y palmarla
si era preciso para impedir que le fuera arrebatada
Sin embargo, este pájaro tuvo los mismos fines que la heráldica tal como se ideó: identificar a un pueblo y a su ejército. Acompañaba por norma a la estatuaria jupiterina, por lo que cualquier cuñado podía identificarlo de inmediato. Además, los emperadores la portaban en su cetro, y las AQVILÆ se convirtieron en la insignia principal de una legión que, portada en manos del AQVILIFER, actuaba como enseña y como talismán, siendo su pérdida considerada como una catástrofe en toda regla que marcaría con un mal fario perpetuo a la unidad por haber permitido su pérdida en manos del enemigo. Ya sabemos todos lo que significaba su pérdida en batalla: la legión quedaba en entredicho hasta que no fuera recuperada, el AQVILIFER lo mejor que hacía era palmar como un héroe defendiéndola, y los castigos a las tropas por tamaña deshonra podían ser desde multas y privación de raciones a una DECIMATIO en toda regla. A tal extremo llegaba la cosa aquilífera que, en las exequias imperiales, se ataba a un águila por una pata con una larga cuerda, dejándola unida a la pira funeraria. Cuando el fuego la consumía y el animal podía largarse de allí echando leches un poco harto de pasar calor, se consideraba que era el momento en el que el alma del difunto se elevaba al cielo para darle las buenas tardes a Júpiter.

Por lo demás, el AQVILA LEGIONIS no solo era la insignia sagrada de una legión, sino que incluso los SCVTA de sus componentes mostraban los atributos de su dios principal: los rayos y, en vez del águila completa, las alas de la misma, diseño que por cierto trascendió en el tiempo hasta la Edad Media, cuando fueron denominados como vuelos o medios vuelos, ya se representase una sola ala o ambas. En la foto de la izquierda podemos ver un grupo de probos ciudadanos recreacionistas con sus escudos alados y rayados. En algunos casos, y según el comandante de la unidad, se añadían una o dos TABVLÆ ANSATA, unos pequeños rectángulos de bronce donde se grababa el número de la legión.

Reverso de una moneda de 5 francos de Napoladrón III.
Como ven, el águila es idéntica a la usada por Roma
Concluiremos este introito señalando que el águila siguió presente en las casas reales tras la caída del imperio romano hasta nuestros días. El primero en no dejarla caer fue Carlomagno, rey de los francos que, tras lograr ser coronado por León III el 25 de diciembre de 800 como IMPERATOR ROMANVM GVBERNANS IMPERIVM, se instituyó como cabeza visible del Sacro Imperio Romano y plantó un águila en la puerta de su palacio de Aquisgrán, convertida en capital de sus dominios. Posteriormente, el águila se extendió por la Europa toda de la mano tanto de nobles como de monarcas, y así siguen hasta el día de hoy. Esta ave ha sido y es tan valorada que hasta un psicópata genocida como el enano corso (Dios lo maldita mil trillones de veces) puso una sobre su inicial y, remedando a las legiones romanas, repartió águilas a diestro y sinestro en banderas y rematando las astas de las mismas. Y no solo él, sino los herederos de su estirpe de plebeyos de chichinabo. 

Bien, este breve introito nos permite ponernos en contexto y saber algo sobre el origen del águila como bestia noble asimilada desde hace 50 siglos al menos a los dioses más divinos. Pasemos pues a su existencia como animal heráldico en España, donde ocupa el tercer puesto tras el lobo y el león y muy por encima de otras aves incluidas las rapaces.

La introducción en los reinos peninsulares del águila se desarrolló a lo largo del siglo XIII. Al parecer, el primer monarca que adoptó esta bestia como una enseña personal fue el gigantesco Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra que se meó en las calaveras de los negros que defendían el pabellón del miramamolín en la gloriosa jornada de Las Navas. Según algunos cronistas, su padre, Sancho VI, ya hacía uso del águila y la empleaba como firma en algunos documentos, pero su sucesor lo adoptó de forma definitiva tanto como complemento de su firma como en el SIGILLVM e incluso como distintivo personal. En la foto de la izquierda tenemos un documento en el que aparece el águila en cuestión, trazada por su propia mano y no la de algún amanuense regio. Como salta a la vista, el águila de Don Sancho ya tenía el aspecto de las que surgieron posteriormente: la vemos en posición frontal, con las alas desplegadas y las patas y la cola abiertas, mostrando sus tarsos y garras, y la cabeza de perfil. 

Don Sancho no se conformó con hacer dibujitos aguileños en el papeleo burocrático de su reino sino que, además, pasó a hacer uso del ave en su sello, como ya hemos dicho, modificando de ese modo el habitual en sus ancestros, que solían representarse a sí mismos cabalgando en actitud de cargar contra los enemigos embrazando la lanza y protegiéndose con los típicos escudos de cometa de la época. Además, no ponían en el sello ninguna referencia a sus personas, por lo que todo quisque debía dar por sentado que se trataba de tal o cual monarca. Sin embargo, Don Sancho rompió los esquemas y diseñó uno mucho más chulo. A la derecha podemos verlo. Arriba vemos un ejemplar original, y debajo una recreación del mismo obra de Don Ignacio Vicente Cascante, autor de la "Heráldica General y Fuentes de las Armas de España". En este caso sí se especifica claramente quién es el dueño del SIGILLVM. En una cara aparece Don Sancho en la pose habitual, pero embrazando un escudo donde figura el águila negra de su firma, y una orla que reza "SANCIUS . DEI . GRATIA REX . NAVARRE" (Sancho, rey de Navarra por la gracia de Dios), mientras que en la otra cara vemos la misma águila, también orlada por una inscripción que dice "BENEDICTVS. DOMINVS. DEUS. MEVS." (Bendito Señor Dios mío), y rematada por una cruz patada. Por cierto que es curioso el uso de forma indistinta de la U y la V, que en todos los casos se pronunciaba como U.

El suntuoso sepulcro renacentista de Doña
Beatriz de Suabia, situado en la epístola de la
Capilla Real de la catedral de Sevilla. En el
detalle pueden ver el águila de los Hohenstaufen
La introducción del águila en los demás blasones hispanos provino de la actual Alemania, concretamente de Suabia, un ducado del Sacro Imperio cuyo postrero titular fue Conradino de Hohenstaufen, decapitado por orden del perro franco Carlos de Anjou en 1268 cuando apenas contaba con 16 años tras vencerlo en la batalla de Tagliacozzo. Fue pues de la Casa de Hohenstaufen de donde llegaron dos hembras que entroncaron con las dos casas reinantes en el siglo XIII en Castilla y Aragón. Hablamos de Beatriz de Suabia (1205-1235), hija de Felipe de Hohenstaufen, hermano del emperador Enrique VI del Sacro Imperio, y de Constanza de Sicilia (1249-1302), hija de Manfredo, un bastardo de Federico Barbarroja que se elevó hasta el trono de Sicilia. En ambos casos, como hemos dicho, las dos pertenecían al ilustre linaje de los Hohenstaufen. La primera matrimonió con Fernando II de Castilla y III de León, dándole la escandalosa cifra de 10 retoños, lo que en una mujer que palmó con apenas 30 años se puede considerar todo un récord. La segunda hizo lo propio con Pedro III de Aragón, dándole una descendencia que, aunque no alcanzó la de su prolífica parienta, tampoco se quedó corta: cuatro varones y dos hembras. Eran conejas estas tedescas, sangre de Cristo...

En lo tocante a Castilla, el primer infante que asumió el águila en su blasón fue el infante Don Felipe (c. 1231-1274), un peculiar personaje destinado a la carrera eclesiástica que gozó de los rangos más elevados, que para eso era un infante de Castilla, siendo incluso designado como primer arzobispo de Sevilla si bien nunca llegó a detentar el cargo en favor de su coadjutor, Raimundo de Losana. Sin embargo, parece ser que la vida clerical no satisfacía al noble infante, que acabó colgando los hábitos para casarse en 1258 con la princesa Cristina de Noruega (1234-1262). Bien, la cuestión es que Don Felipe tomo como armas un cuartelado con el castillo de Castilla y el águila de los Hohensteufen aportada por su madre. El resultado pueden verlo a la derecha y no difiere prácticamente nada del creado por el rey navarro, mostrándose en posición frontal, con las alas extendidas y caídas hacia abajo, la cola y las patas abiertas y la cabeza mirando hacia la derecha (sí, Vds. la ven hacia la izquierda, pero recuerden que la descripción de los escudos se da como si uno estuviera dentro del escudo).

En cuanto a la aportación de la rama de los Hohenstaufen de Sicilia, básicamente estaba concebida de la misma forma que la del infante castellano. En este caso, el infante Don Jaime, heredero a la corona aragonesa, también tomó las armas maternas para añadirlas a un blasón cuartelado junto a las paternas, en este caso los cuatro palos de gules sobre oro de Aragón. Ojo, y que nadie salte graznando que esa es la banderita de Cataluña, porque no tiene nada que ver el tocino con la velocidad, y menos aún las banderas de las taifas actuales con las enseñas medievales. No olviden que Petronila, hija de Ramiro II el Monje, se matrimonió con el conde de Barcelona (Cataluña estaba aún por inventar), cuyas armas eran los cuatro palos y no esa chorrada de la "cuatribarrada" que tanto repiten los ignaros de estos tiempos que no saben un carajo de nada, porque cuatro barras son otra cosa totalmente distinta a cuatro palos. Sea como fuere, y al prevalecer la línea masculina aunque fuese de inferior rango a la femenina, los dichosos palos de Ramón Berenguer IV se convirtieron en la Señal Real, y a sus títulos condales añadió el de PRINCEPS de Aragón al convertirse en el consorte.

Finalmente, debemos añadir el que posteriormente se convirtió en el escudo del reino de la Dos Sicilias, concedido inicialmente a los hermanos de Don Jaime, Federico y Pedro que, al quedarse inicialmente en infantes a secas, adoptaron un blasón con las mismas armas, pero cuartelado en sotuer, siendo la primera vez  que esta partición se adoptaba en la heráldica hispana con la finalidad de diferenciar entre las armas regias de las de sus hermanos. Con todo, y como decimos, con el paso del tiempo fueron las usadas por las Dos Sicilias al renunciar Jaime I al dicho reino, siendo asumido por su hermano Fadrique. Fue por este motivo por el que las armas de un infante se convirtieron en un reino hasta que, con la extinción de la Casa de Habsburgo, dicho reino quedó desvinculado de la corona española, si bien sus reyes seguían perteneciendo a la nueva casa reinante, los Borbón. Ya en el siglo XIV, el águila está definitivamente consolidada como bestia heráldica con la misma forma que hemos visto hasta ahora, siempre en sable (negro) salvo que se indique algún detalle contrario, como el color del pico, la lengua, las patas o las garras. Las distintas variantes ya las veremos en mejor ocasión, porque son mogollón de ellas.

Para ir concluyendo, que con la joía caló no estoy para muchas florituras, añadiremos que el águila española por antonomasia es la que hemos visto hasta ahora, recibiendo el nombre de águila pasmada. Su ejemplo más representativo es la del escudo Isabel I de Castilla y, posteriormente, de los Reyes Católicos, siglos después recuperado por el extinto Caudillo y por lo cual es señalado como un "escudo franquista" por la rojambre casposa e ignara que respira el mismo aire que los demás primates patrios. Una variante es el águila exployada, galicismo derivado de éployée (desplegada), en cuyo caso el ave se presenta con las alas desplegadas formando una curvatura hacia arriba. Su diseño pueden verlo a la izquierda. Actualmente podemos encontrar en la red tropocientos ciudadanos pseudo-heraldistas que ofrecen al respetable la elaboración de su escudo de armas, si bien omiten que, como he repetido cienes de veces, los blasones no pertenecen a los apellidos, sino a las familias. Bien, la cosa es que casi la práctica totalidad de ellos plantan águilas exployadas en vez de águilas pasmadas, que sería la "reglamentaria" en España. Solo si se especifica que el águila irá exployada es cuando se presentará de esta forma. Otros, aún más "expertos", creen que el águila exployada es la bicéfala, lo que también es un error notable.

El águila bicéfala surgió a mediados del siglo XII de la mano de Teodoro I Láscaris, emperador de Nicea. Las dos cabezas tenían un claro significado: Teodoro tenía la intención de unificar el Imperio Romano de Oriente con el de Occidente, cosa que no llegó a ocurrir. Tras la restauración del Imperio Bizantino en 1259 por Miguel VIII Paleólogo, éste adoptó el águila bicéfala como símbolo de dicho imperio, que perduró hasta que los malditos infieles adoradores del falso profeta Mahoma se apoderasen de su capital, Constantinopla, en 1453. A Iván III, zar de Rusia (zar o, mejor dicho, tsar, es la corrupción fonética de CÆSAR), casado con Sofía Paleólogo, le faltó tiempo para auto-instituirse como aspirante al extinto imperio bizantino por el linaje de su parienta, adoptando el águila bicéfala. Lo mismo hicieron los emperadores del Sacro Imperio y, en resumen, todos los que se consideraban con derecho a la corona bizantina que quedaría en manos de los otomanos para siempre, lo que no impidió que tuviera más novios que la guapa del pueblo. Ese es el origen de águila bicéfala que muchos confunden con el águila exployada.

En España fue introducida por Carlos I cuando fue coronado como emperador del Sacro Imperio, pero los heraldistas hispanos no admitían ese bicho que parecía un experimento fallido de laboratorio. Así pues, optaron por considerarla como dos águilas superpuestas con las cabezas contornadas, uséase, cada una mirando hacia un lado. De hecho, no era un capricho de los reyes de armas de la época, sino una infracción de las reglas heráldicas españolas. En Alemania, por el contrario, no eran consideradas como animales monstruosos tanto en cuando sus mandamases eran los primeros en plasmarlas en sus blasones.

Concluimos con el escudo de los Reyes Católicos, cuartelado con las armas de ambos monarcas y con los símbolos propios de cada uno de ellos: el yugo y el nudo gordiano por parte de Don Fernando y las flechas de Doña Isabel. Las acémilas actuales, refocilándose en su idiocia crónica, creen que como se ven un yugo y unas flechas tienen algo que ver con la Falange, y que el águila de San Juan (un águila pasmada limbada) fue un invento de Franco. Más de uno ha "exigido" la destrucción de estos escudos acogiéndose a la Ley de Memoria Selectiva sin molestarse en averiguar de qué época son. Por desgracia, ser gobernados por un psicópata y dar voz a estultos que precisan hasta de un manual de instrucciones para hacer buen uso del papel higiénico, traen estos desafueros que serían risibles si no implicaran atentados palmarios contra nuestra historia.

En fin, con esto terminamos. Más adelante ya dedicaremos otro articulillo a dar cuenta de la extensa variedad de águilas heráldicas, que dan tema para rato.

Que el estío les sea leve.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM
ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA