domingo, 18 de septiembre de 2011

Armamento medieval: Las mazas Maciejowski 2ª parte



Bueno, ahora le toca a las porras o garrotes que aparecen en la informativa, ilustrativa y edificante biblia.
Aparecen en tres iluminaciones, y siempre portadas por tropas de a pie. En ningún caso en acción de golpear, sino simplemente apoyadas en los hombros de sus usuarios. Las tres son distintas, si bien dos de ellas están construidas con el mismo sistema. Vamos allá...


Ahí tenemos la primera, que es la que vemos en la imagen de cabecera. Se trata de una porra de grandes dimensiones que, aunque en ningún caso se ve claramente donde acaba su empuñadura, por la posición de la mano del hombre que la sujeta me permito calcularle una longitud de entre 120-130 cm., usando como baremo, al igual que en la entrada anterior, una hoja espada. Las espadas del tipo XI de Oakeshott miden entre 90 y 93 cm. aproximadamente, así que cada cual puede hacer sus cálculos. Como podemos ver, está enteramente fabricada de madera. Obviamente, una madera muy dura, como el roble, que además puede haber sido endurecida con fuego, técnica esta tan antigua como la primera arma que fabricó un hombre sacando punta a un palo. A lo largo de la empuñadura se ve lo que se supone sería una tira de cuero enrollada a fin de mejorar su agarre, a todas luces destinado a ser realizado con ambas manos.
Su cabeza de armas está guarnecida por unas aristas metálicas que, mirando con lupa la iluminación de marras, permite ver que son en forma de dientes. Estas aristas están embutidas en la madera, formando siete hileras, a razón de cuatro por hilera. Las cuatro primeras son más pequeñas que las tres últimas. Su contudencia está fuera de toda duda, creo yo. Un arma de ese tipo, blandida por un hombre fuerte, debía ser devastadora. Sin embargo, conviene reparar en un detalle, y es que es un arma de peones. Ni un solo hombre a caballo de todas las iluminaciones la usa.

No deja de ser curiosa esta diferenciación de armas en función del estatus de cada figura, lo que me reafirma en mi opinión de que dichas iluminaciones son un fidelísimo reflejo de la realidad de su época. Solo en cuatro de ellas (me refiero a acciones de guerra) aparecen hombres a pie usando espadas, y de esas cuatro, en tres son claramente caballeros que han desmontado. Solo en una, donde varios hombres sin lóriga ni perpunte combaten en una melée y se apuñalan con saña, se usan tres espadas (el resto usan puñales. La escena representa en realidad un combate entre partidarios de David e Ishbothesh, un hijo del rey Saúl). Por norma, las tropas de a pie aparecen con estas porras, hachas, lanzas de diversos tipos, etc., pero no con espadas, arma caballeresca por excelencia en aquella época. 



En cuanto a los otros dos tipos que aparecen, ahí podemos ver uno de ellos. En realidad, están fabricadas de la misma forma. La única diferencia radica en las guarniciones, más numerosas en una que en la otra. La que muestro es la que lleva menos. Se trata claramente de clavos de herradura. Su forma y disposición así lo indican. Si observamos las hileras perpendiculares, vemos que la longitudinal no queda en el centro de ambas, sino un poco desplazada hacia arriba para hacer sitio a la punta del clavo que está por el otro lado.


El motivo del por qué las que vemos en sentido perpendicular sí están alineadas obedece a que, si las vemos desde el extremo del arma hacia el mango, estarán desplazadas un poco a la izquierda y a la derecha, según el caso. Y como no sé si me explico bien, pues un vistazo al croquis de la izquierda. En A vemos la cabeza de armas en planta, o sea, desde el extremo hacia la empuñadura. Como se ve, las puntas de los clavos se cruzan, pero no se tocan. Lo mismo pasa en B, que es una vista en sección. ¿Se ve claro o no? ¿Sí? Menos mal... Ah, por cierto. Esto también es extensivo al primer tipo que, como se ve, también lleva alternadas sus aristas por la misma razón.


Bueno, referente a la otra, como digo, solo se diferencia en que lleva muchos más clavos, algo así como el doble (no se pueden contar bien debido a lo reducido del tamaño). Un arma así, no es que fuese barata de fabricar, es que cualquiera podía hacerse una recurriendo a una simple rama de roble, darle forma, endurecerla y, con un puñado de clavos robados al herrero en un despiste mientras mira con ojos lascivos a la hija del posadero, que está tela de buenorra, pues ya tiene el peón una maza capaz de derribar sin problemas a un caballero de lo alto de su corcel. Como es obvio, un certero tajo de una espada o un hacha dejaba al peón sin nada con qué defenderse, pero eso se evitaba colocando unas pletinas de hierro o bronce a lo largo de la empuñadura. O, quizás, lo que yo supongo es una tira de cuero puede que sea una tira de hierro que, envolviendo dicha empuñadura en espiral, impida que la afiladísima espada de un caballero le inutilice su arma.

En cualquier caso y a modo de conclusión, está de más decir que, aunque efectiva, no era un arma de calidad y duradera. Aunque su morfología fuera quizás fuente de inspiración a armas posteriores, como el "morgen stern", a la que se parece bastante, estas porras eran simples armas de peones, suficientes para hacer daño, pero con muchas probabilidades de verla inutilizada. Aparte de la posibilidad de que le partieran el mango, los clavos o las aristas se caerían con facilidad con solo una reducción de humedad en el ambiente. Cierto es que bastaría volver a meter la pieza en su sitio y mojar la madera para que quedase de nuevo firmemente asentado, pero su vida operativa debía ser bastante corta. No es que eso supusiera un gran quebranto al peón tanto en cuanto era un arma muy barata y fácil de fabricar pero, verse en plena batalla con la porra inutilizada, era tener todas las papeletas para que a uno lo mandasen precisamente a la porra de un espadazo en mitad del cráneo. En cualquier caso, debió tener bastante difusión entre las tropas con menos poder adquisitivo. Si muchos iban a la guerra con un mayal o un bieldo, ¿por qué no con una estupenda porra claveteada? Seguro que más de uno dejó el pellejo en el lance como consecuencia de un porrazo en plena cara.

Bueno, ya seguiremos otro día con la biblia de marras. Hale, he dicho...



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