domingo, 4 de marzo de 2012

Curiosidades: Los altos de la catedral de Sevilla, 1ª parte



Fagamos un templo tal que los que lo vieren terminado nos tengan por locos. Esa fue la consigna del cabildo catedralicio cuando, una vez demolida la mezquita almohade, decidieron construir sobre su solar el que resultó ser el mayor templo gótico de la cristiandad. Hace cosa de 3 ó 4 años me ofrecieron realizar una visita a los altos del descomunal templo, cosa que acepté sin dudarlo porque, entre otras cosas, permite tener unas panorámicas de la ciudad que, por razones obvias, pocos pueden contemplar. Así pues, paso a compartirlas con vuecedes, dilectos lectores. Algunas son ciertamente sorprendentes...

La imagen inferior corresponde a los altos de las naves laterales. Para llegar hasta esa zona hay que subir por una angosta escalera de caracol dentro de un borje. En la solería de toba se han descubierto lo que al parecer son cientos de plantillas diseñadas por el magister petrum para el corte de las diferentes piezas de piedra de las que se compone el edificio. 




Ahí tenemos otra vista de la misma zona. Los círculo negros marcan unos orificios situados en la bóvedas desde los cuales se podían (y se puede) descolgar sogas para sujetar andamios, lámparas, etc. Las piedras que los cubren, en forma como de champiñón, son simplemente para impedir que entre el agua. La puerta del fondo, marcada con una flecha, da acceso a la balaustrada interior desde donde se puede contemplar el crucero de la catedral.






El cual podemos ver en la foto inferior. Veinticinco metros de nada te separan del suelo, sobre una estrechísima pasarela de unos 60 cm. de ancho (yo tuve que andar de lado, ya que de frente no cabía). La verdad, acojona un poco. A la derecha queda el altar mayor, también el mayor de la cristiandad, y a la izquierda el coro.





Esa es otra vista del crucero. Al fondo tenemos un rosetón que representa la Resurrrección de Cristo. A los lados se puede ver la balaustrada que permite circunvalar toda esa parte del edificio. La verdad es que no es un sitio apto para personas con vértigo, las cosas como son...





Ahí tenemos el borje que contiene la escalera que nos llevará a la zona más alta del edificio: las bóvedas de la nave central. Quiero recordar que están a una altura de unos 40 metros, que no es moco de pavo. Como se puede imaginar, tomando por referencia las tres personas que aparecen en la foto, el interior es muy angosto. Además, las paredes están ennegrecidas por el humo de los candiles que, durante siglos, se usaron para alumbrarse.




Y ahí tenemos dichas bóvedas. La parte más alta, al fondo de la imagen, corresponde al cimborrio y al altar mayor. Sobre el conjunto destaca, como no, la inconfundible silueta de la Giralda, que fue la única parte de la antigua mezquita que no se tocó por expreso deseo del entonces infante don Alfonso. Cuando la ciudad capituló tras largo y cruento asedio, los alfaquíes de la mezquita rogaron a Fernando III que les permitieran demolerla para que no fuese profanada por infieles, a lo que el infante replicó airado: Jurovos que por cada adobe que toquéis de la torre yo faré rodar una cabeza. Está de más decir que los alfaquíes no protestaron para nada ante la amenaza de don Alfonso.




Como colofón a esta primera entrada, ahí dejo una vista superior de los arbotantes y pináculos de las bóvedas laterales. Obsérvense las canalizaciones fabricadas con tejas vidriadas en verde sobre los arbotantes, destinadas a evacuar el agua de la lluvia. La piedra para su construcción se trajo desde El Puerto de Santa María, remontando el Guadalquivir. Esa piedra, conocida como "piedra ostionera" y formada por restos de moluscos y piedra que, con el paso de los siglos, formaron una masa compacta, no permite el grado de finura en la talla que podemos ver en otros edificios similares. La verdad es que nunca he entendido por qué se usó ese tipo de material que, además, debió costar mucho dinero transportar desde tan lejos cuando a unos 20 Km., en Gerena, había y hay aún una magnífica cantera de granito gris, mucho más adecuado. En fin, ellos sabrán por qué lo hicieron así.

Bueno, mañana más.

Hale, he dicho...

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