viernes, 16 de marzo de 2012

Curiosidades: Los revólveres de avancarga




Puede que muchos de los que me leen ya sepan de qué va la cosa, pero como también es probable que haya otros que eso de "revólver de avancarga" les suene a chino, pues lo cuento de forma somera, hale...

Debido al incuestionable propalador de camelos, o sea, el cine, casi siempre que aparece una de estas armas en escena es de cartuchería metálica, o sea, el mismo sistema de carga que los revólveres actuales. Sin embargo, no fue hasta el último cuarto del siglo XIX cuando entraron en acción este tipo de armas. Los anteriores, como el Colt Dragoon que aparece en la foto de cabecera, eran de avancarga, o sea, se cargaban por la boca. No por la boca del cañón, sino del tambor, pero había que cargar recámara por recámara. Veamos...

El antepasado del revólver es ese curioso chisme que aparece en la foto inferior. Se trata del denominado "avispero", o "pepperbox" (pimentero) por los anglosajones. Fue la primera arma corta de repetición. Como vemos en el ejemplar de la izquierda, se trataba de varios cañones que debían ser girados a mano. Tras el disparo, se giraba hasta colocar el siguiente bajo la llave de chispa, se cebaba y se disparaba. El de la derecha, posterior, era de percusión. O sea, cada recámara llevaba en su parte trasera una chimenea donde se colocaba un pistón que contenía una sustancia detonante que, al ser golpeada por el martillo, inflamaba la pólvora y se producía el disparo. Se llegaron a  fabricar avisperos de hasta 24 cañones. Eran unos armatostes que más bien creo que ejercían un efecto psicológico que otra cosa.




En febrero de 1836, el archiconocido Samuel Colt patentó un arma inspirada en el avispero pero que, en vez de varios cañones, tenía uno solo, alimentado por un tambor con capacidad para cinco disparos. En este caso, el tambor giraba sobre un eje mediante una leva que se accionaba al amartillar el arma, enfrentando cada recámara al cañón tras cada disparo. Había nacido el revólver tal como lo conocemos hoy. Pero la cartuchería metálica aún no estaba inventada, así que su proceso de carga era el mismo que el de los avisperos.

El invento tuvo tal impacto que su difusión fue abrumadora. Y no sólo Colt fabricó revólveres, sino otros muchos fabricantes como Remington, Rodger & Spencer, Starr, Kerr, Le Mat, etc., con calibres generalmente comprendidos entre el .36 y el .45 (también se fabricaban menores, pero los habituales para uso militar eran esos). ¿Cómo funcionaban? Veamos la foto inferior...




Ahí tenemos un Remington New Model 1858 para el ejército en calibre .44. La pieza A es el eje sobre el que gira el tambor, el cual vemos desmontado a la derecha de la imagen. La pieza B es el brazo de palanca que acciona el empujador C, con el cual introducimos la bala (generalmente esférica y posteriormente ojival) en la recámara. El proceso de carga era el siguiente: se introducía la pólvora con la dosis adecuada mediante una polvorera con dosificador, se colocaba la bala ante la recámara, se accionaba la palanca y se atacaba hasta que ésta presionaba la pólvora. Una vez cargadas las cinco o seis recámaras del tambor, la palanca B se fijaba bajo el cañón con un retén que vemos en el mismo. A continuación se colocaban los pistones en las chimeneas, las cuales se ven mejor en el detalle y, a partir de ahí, ya se podía abrir fuego.


Como vemos, se trataba de un proceso muy lento, y más si hablamos de armas usadas en combate. Para acelerarlo un poco se fabricaron cartuchos de papel como el que aparece en el detalle de la foto. La carga iba en una envuelta de papel nitrado con la bala. En este caso, se introducía todo el conjunto en el tambor, ya que no era necesario reservar una parte de la pólvora para el cebado. Para facilitar la colocación de los pistones, se usaban unos empistonadores como el que vemos en la foto de la derecha. Era una caja metálica que permitía colocarlos con un posicionador, de forma que no hubiese que cogerlos con los dedos. En una situación de combate, ya podemos imaginar donde irían a parar los pistones. Pero a pesar de estas mejoras, la recarga seguía siendo demasiado lenta para realizarla en un campo de batalla, así que una vez agotados los seis disparos, solo cabía echar mano al sable o a lo que fuera salvo que se llevara encima más de un revólver. Una opción podía ser llevar varios tambores ya cargados. Sacar el vacío y cambiarlo por el lleno era cuestión de pocos segundos, aunque ignoro si esta práctica era habitual.

En cualquier caso, conviene dejar constancia de que, aunque a algunos no se lo pueda parecer, estas armas tenían una precisión notable. En las tiradas con armas de avancarga actuales, muchos tiradores de cierto nivel consiguen 100 puntos sobre 100, o sea, diez disparos en el centro de la diana. El inconveniente que tenían estas armas era que, con más frecuencia de la deseada, el fuego producido por la deflagración de la pólvora en el disparo se comunicaba a las recámaras laterales, por lo que no era raro que se disparasen tres a la vez. Ello no implicaba riesgo de que explotase el arma, pero se desperdiciaban dos disparos que podían ser vitales.

Tras la Guerra de Secesión de los Estados Unidos aparecieron los primeros revólveres de cartucho metálico, así que cualquier peli que veáis ambientada antes de esa época en que no aparezcan revólveres de avancarga, pues ya sabéis que os están metiendo un camelo (por lo general suelen usar revólveres Colt 1873). Concluyo con un dato curioso: su precio. En plena guerra de Secesión, oscilaba por los 12 dólares, o sea, menos de 10 € de hoy día. Lo que cuestan dos paquetes de tabaco, vaya...

Bueno, si alguien tiene alguna duda y tal, pues que pregunte.

Hale, he dicho...





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